Transformación productiva y redimensionamiento empresarial a dos velocidades

Entrevista a Carlos Pérez Soto (III) por Carlos Lage Codorniu

«La cena», Belkis Ayón, 1991

De la serie: «Transición socialista, planificación y mercados»

Desde la Tizza continuamos el diálogo con el Doctor en Ciencias Económicas Carlos Pérez Soto, profesor auxiliar de la Universidad de La Habana, poseedor de una amplia y diversa experiencia como funcionario del Gobierno cubano y quien actualmente se desempeña como trabajador por cuenta propia.

En esta última entrega conversamos sobre la centralidad del redimensionamiento empresarial y los desafíos de la transformación productiva en una economía de «dos velocidades».


Carlos Lage Codorníu (CLC): Carlos, en la segunda parte de esta entrevista intentamos acercarnos al debate sobre el alcance y el lugar de la planificación y el mercado en la transición socialista. Traduzcamos algunas de estas variables en el lenguaje de las transformaciones del modelo económico cubano hoy.

Empecemos por el núcleo de la actividad productiva: la empresa. ¿Qué se puede entender por redimensionamiento del sistema empresarial? ¿Cuán necesario es dentro de la actualización del modelo? ¿Se trata únicamente de transformaciones que atañen a la empresa, en el plano microeconómico?

Carlos Pérez Soto (CPS): El redimensionamiento empresarial es el núcleo duro del proceso de actualización de nuestro modelo económico, se refiere a todas aquellas transformaciones dirigidas a propiciar que nuestro sistema productivo sea capaz de garantizar la visión de la nación consensuada; sin embargo, no puede verse de manera única desde la perspectiva del proceso de creación de valores materiales.

Una definición estrecha lo vincula con la reforma descentralizadora de la gestión de la propiedad estatal y la diversificación de las formas de propiedad, pero es mucho más que eso; debe abarcar el ambiente donde estas se desenvuelven y que muchas veces las asfixian, es decir, el entorno macro y microeconómico, el marco institucional y legal, y el sistema de dirección.

De forma inevitable, su alcance trasciende e influye en el carácter y naturaleza del entramado de interrelaciones que se establecen entre los diversos actores de nuestra sociedad.

Su abordaje no puede realizarse bajo un enfoque economicista; requiere de mucha economía política, en lo particular, y del concurso integrado del resto de las ciencias sociales, en lo general. Tiene mucho que ver con política e ideología, pero eso no es una especificidad, sino más bien una generalidad, cuando se trata de economía, de la conformación de un modelo económico y social, y del sistema de dirección asociado al mismo.

Ya te dije antes que en este debate de pensamiento y de acción –refiriéndome al proceso de actualización en su conjunto– es necesario posicionarse y comprometerse, sin que esto signifique pérdida de objetividad. No resulta conveniente la ingenuidad o ambigüedad.

Hay que ser transparente, el proceso de redimensionamiento empresarial es un reto ineludible y un riesgo a la vez. Por un lado, es imprescindible eliminar todas aquellas cuestiones que frenan el despliegue del potencial de nuestras fuerzas productivas en las condiciones actuales, así como construir un entorno productivo inclusivo, dinámico y que, sobre todo, propicie el desarrollo de estas en el mediano y largo plazo. Por otro lado, constituye una ruptura de mecanismos, formas de pensar y modos de actuar, status quo, que aunque cuestionados y muy debatidos, están muy arraigados en nuestra mecánica social.

La aceptación e inclusión efectiva de formas de gestión y propiedad no estatales, entre ellas la propiedad privada, como parte integrante de nuestras fuerzas productivas, matiza este reto y el riesgo que debemos enfrentar.

Pero el redimensionamiento empresarial es mucho más que eso, incluye una transformación profunda de la operatoria del sector estatal, la activación efectiva en términos de incentivos individuales y colectivos, mecanismos de participación en los procesos de toma de decisiones y evaluación de estas, perfeccionamiento de las políticas públicas, restructuración del empleo, mecanismos distributivos y redistributivos, carácter y naturaleza de las interrelaciones productivas entre el sector estatal y no estatal, reconstruir el mercado, entre otros.

CLC: Hablas de aceptación e inclusión efectiva de formas de gestión y propiedad no estatales, de «reconstruir el mercado», ¿cuán contradictorio resultaría promover la propiedad privada y el mercado en momentos en que el neoliberalismo demuestra su inviabilidad y es ampliamente cuestionado a nivel internacional –incluso desde el mainstream convencional?

CPS: El contexto internacional contemporáneo constituye una fortaleza para impulsar el proceso de actualización del modelo económico cubano, tanto en el orden teórico como práctico.

Una vez más se puso de manifiesto que la combinación de la propiedad privada y el mercado regulador es letal. La pandemia demostró su crueldad y fracaso. Nos volvió a alertar sobre sus consecuencias y brindó una nueva oportunidad para la reflexión colectiva que incluya a aquellos que aún se resisten y abogan de manera explícita o implícita por ella.

Su manifestación más radical, el neoliberalismo, con su desenfrenada preferencia hacia la maximización de la rentabilidad del capital, ha dejado a parte importante de la humanidad desprotegida de los servicios básicos más elementales y ha confirmado que su gestión depredadora nos amenaza con una catástrofe ambiental. Lo que no es negocio, aunque sea vital para la humanidad, deja de ser una prioridad desde la lógica del capital. Se imponen el darwinismo social y el maltusianismo como fundamentos éticos.

En estos días, la competencia fundamentada en la lógica de la selección natural neoliberal, dictada por la eficiencia económica, se manifestó con todo su potencial: en el mundo regulado por el mercado; el que no aguanta la competencia está destinado a desaparecer, incluso cuando se trata de los seres humanos.

El coronavirus nos volvió a mostrar los niveles de las desigualdades y la inequidad social que prevalecen en economías que profesan el neoliberalismo –sean desarrolladas o subdesarrolladas–, no como problemas y fallas de este enfoque, sino como parte del combustible que alimenta su mecanismo reproductivo como sistema social. Por supuesto, un combustible muy inflamable y, por ende, muy riesgoso.

Quedó evidenciado que el enfoque reduccionista del Estado disminuye su capacidad para salvar al ser humano y a la humanidad en su conjunto, pero sobre todo, puso de manifiesto la incapacidad del mercado regulador para asumir esta función; más bien, nos mostró su capacidad destructiva.

Cuando se habla de las bondades del mercado y de su famosa «mano invisible», se sugiere como idea básica que las fuerzas combinadas de todos los actores que buscan promover sus intereses individuales benefician a la sociedad en su conjunto y enriquecen a todos sus miembros. Adams Smith, creador de esta teoría, fue mucho más allá y dijo «…ningún individuo pretende promover el interés público, ni sabe en qué medida lo promueve… al buscar su propio interés, con frecuencia promueve el de la sociedad de forma más eficaz que cuando se propone hacerlo de modo consciente. Nunca he visto hacer tanto bien a quienes dicen dedicarse al bien público». Para el economista escocés el interés propio se erigía como la fuerza más poderosa de la economía.

Esto de manera explícita o implícita se ha repetido con mucha frecuencia desde hace tiempo, pero no muchas veces se dice que el propio Adams Smith reconoció que había circunstancias en las que su mano invisible no era efectiva. Una de ellas es el dilema que usualmente se conoce como «la tragedia de los bienes comunes», ya que el interés propio de un individuo afectaría al del otro. También el mencionado economista fue bastante cuidadoso y distinguió entre interés propio y la pura codicia egoísta que en muchas ocasiones distingue a los seres humanos y que el neoliberalismo trata de fomentar.

Creo que nos toca a nosotros identificar qué son los bienes comunes y cómo mitigar la pura codicia, buscar las vías para canalizar la individualidad, no el individualismo, reforzando los incentivos que propicien que el interés propio se realice, se cultive y satisfaga dentro del interés de los colectivos y de la nación. Te reitero, el socialismo cubano en pleno siglo XXI requiere de mucha ciencia e innovación. No cabe la menor duda de que el desarrollo pleno del ser humano y la consolidación de los valores que lo enaltecen constituyen la distinción primordial del socialismo. Este apuesta por el hombre y su perfección.

Otro mundo mejor es necesario y urge su construcción, la globalización de la solidaridad es el reto. La contribución fundamental que debemos hacer los cubanos a este empeño global es la de consolidar la viabilidad de nuestro proyecto social, fortaleciendo nuestra soberanía, independencia, socialismo, democracia, prosperidad y sostenibilidad.

Esto no significa desechar la propiedad privada y tampoco el mercado. Como se plantea en los documentos rectores, entre los objetivos fundamentales que se propone el proceso de actualización se señalan el de restablecer la funcionalidad del mercado, no como ente regulador, sino como plataforma regulada en función de potenciar las fuerzas productivas y encauzar el desarrollo; y el de integrar al sistema productivo formas de gestión y de propiedad no estatales que complementen el liderazgo del sector estatal.

CLC: ¿Y cómo se traduciría eso en las condiciones específicas de la economía cubana?

CPS: Debemos ser capaces de fraguar con audacia, inteligencia y realismo una combinación de propiedad privada, propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, mercado regulado, gestión descentralizada y planificación centralizada, cuyo objetivo primordial no sea el de la reproducción del capital, sino impulsar y consolidar una sólida integración de eficiencia económica y efectividad social, que fortalezca la capacidad del Estado cubano para salvar a la Patria y, a su vez, brindar su contribución solidaria al empeño global de construir un mundo mejor.

La historia y el desarrollo científico en el campo social han demostrado de manera irrefutable que la propiedad privada es fuente generadora de explotación del hombre por el hombre; por tanto, darle espacio en nuestro modelo económico y social constituye un reto que no se puede obviar ni subestimar, pero que debemos enfrentar buscando soluciones compensatorias a partir de un enfoque transparente, científico y muy innovador. Exige hilar fino y dar puntadas precisas y muy claras, ya que nuestro socialismo será tan válido como lo sea su capacidad de dignificar al ser humano, tanto en el plano individual, como a nivel de toda la sociedad.

Otros retos relacionados de manera directa o indirecta con el redimensionamiento empresarial, también deben o han debido enfrentarse con ese mismo enfoque. Me refiero entre otros a: la necesidad de reordenar nuestro entorno monetario y de utilizar el dinero como equivalente universal, evitando en lo posible su transformación en capital; regular la concentración de la propiedad y evitar el enriquecimiento ilícito; reconocer el mercado y potenciar la efectividad de la planificación centralizada; estimular la inversión extranjera directa como alternativa fundamental para financiar nuestro desarrollo; no renunciar al dialogo con los Estados Unidos a pesar de su agresividad. No los escogemos, nos los imponen la realidad que enfrentamos y nuestro empeño por construir una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.

En términos teóricos y prácticos, no podemos obviar que nuestro socialismo no es consecuencia del desarrollo, sino que constituye la alternativa para lograrlo. Somos un país subdesarrollado, feroz e inhumanamente bloqueado por la potencia imperialista más poderosa del mundo, cuyo objetivo explícito es destruirnos, situación que nos obliga a fortalecer y demostrar nuestra capacidad de alcanzar la visión de la nación consensuada, a partir de consolidar nuestra unidad nacional, sin dejar de reconocer la diversidad y heterogeneidad de nuestra sociedad, y de crear las condiciones materiales y subjetivas necesarias para garantizar la reproducción y consolidación de los valores éticos, culturales y políticos forjados por la Revolución.

Multiplicar al hombre nuevo, garantizar que el aporte por el trabajo sea el criterio fundamental que determine la situación del individuo en la sociedad y fomentar a nivel social relaciones de solidaridad y de complementariedad que, sin anular el interés individual, promuevan un mayor énfasis en los intereses colectivos y nacionales, son elementos consustanciales a la sociedad socialista que construimos en Cuba. Estos no constituyen dogmas teóricos ni consignas políticas abstractas; son componentes esenciales de nuestra transformación social, y por ende objetivos estratégicos a los que debe estar orientado el redimensionamiento empresarial.

Esto será viable en un escenario donde los medios fundamentales de producción estén bajo una propiedad social que se ejerza no como mera consigna social enajenante, sino de manera consciente, eficiente y efectiva, que movilice y compulse a nuestras fuerzas productivas en función del desarrollo de la nación.

CLC: Enfocas el redimensionamiento empresarial como el «núcleo duro» del proceso de actualización del modelo. ¿Cuáles serían sus rasgos distintivos?

CPS: Una aproximación general a los propósitos del redimensionamiento empresarial debería delinearse a partir de los siguientes elementos:

– Un sistema económico integrado y único, de carácter socialista, estructurado a partir de un marco institucional que propicie su desenvolvimiento en condiciones de efectividad y legalidad y que garanticen la reproducción socialista de nuestra sociedad a partir de integrar dinámica y armónicamente a todos los sectores, estatal y no estatal, en aras de potenciar nuestras fuerzas productivas.

– Diversificación de las formas de gestión y de propiedad, es decir, la propiedad estatal, la propiedad cooperativa, la propiedad privada para micro y pequeñas empresas en lo fundamental, y propiedad mixta entre entidades nacionales de diferentes formas de propiedad o con inversionistas extranjeros.

– Liderazgo real y efectivo del sector estatal, no solo a partir de una decisión política, sino fundamentado por su capacidad, densidad y eficiencia productiva, organizacional y técnica, y, en consecuencia, capaz de generar oportunidades atractivas para su complementación desde las formas de gestión y propiedad no estatales, encargadas de actividades de pequeña escala pero necesarias para cerrar el ciclo económico productivo.

– Sector estatal enfocado hacia los medios fundamentales de producción desde la perspectiva del desarrollo, así como hacia sectores –puede ser de manera parcial o total– y recursos estratégicos, concentrador y promotor del esfuerzo fundamental para desarrollar actividades con alta intensidad en el uso del conocimiento y de tecnologías de avanzada, con el objetivo de incrementar de forma sustancial el valor agregado de las producciones nacionales.

– Entorno microeconómico caracterizado por un mercado regulado desde el Estado, que se distinga por la funcionalidad de los instrumentos monetario — mercantiles en cuanto a su capacidad de movilizar incentivos y, con ello, estimular la racionalidad empresarial en la toma de decisiones y consolidar un ambiente real de autonomía relativa a nivel microeconómico.

– La funcionalidad de los instrumentos monetario — mercantiles debe generar un ambiente microeconómico único, es decir, en igualdad de condiciones para todos los actores. No descarto que, en función de la complementariedad, existan situaciones donde el sector estatal goce de preferencias, pero siempre bajo criterios de eficiencia económica y efectividad social. En este sentido, es posible que el término más adecuado no sea el de igualdad de condiciones, sino el de relativa y racional equidad.

– El aporte por el trabajo debe ser el criterio fundamental que determine la situación del individuo en la sociedad, con independencia del sector donde labore, y criterio fundamental para establecer las referencias de equidad social. En tal sentido, es esencial materializar las vías que garanticen regular de manera efectiva la concentración de la propiedad en el sector no estatal y evitar el enriquecimiento ilícito.

– Un sistema de garantías laborales y de seguridad y asistencia social adecuado a la heterogeneidad que distingue a la sociedad cubana contemporánea y en particular a los nuevos actores. La protección debe ser plena sin distinción de ramas o sectores.

CLC: Estos rasgos distintivos marcan el estado de deseo, el lugar al que se quiere llegar. ¿Qué transformaciones serían necesarias para alcanzar o acercarse a ese escenario?

CPS: El «qué» de lo que se necesita hacer está recogido en lo fundamental en los documentos rectores aprobados en el VI y VII congresos del PCC, que como sabes cuentan con un amplio consenso social, renovado recientemente durante el proceso de aprobación de la nueva Constitución de la República. En adición, existe un amplio debate que puede contribuir a la realización de algunos ajustes teniendo en cuenta el desarrollo de los acontecimientos en los años más recientes.

Lo que ha fallado, por decirlo de alguna manera, ha sido el «cómo» de la implementación de estas transformaciones; han existido insuficiencias importantes que reclaman con urgencia el rediseño de un nuevo enfoque.

Para garantizar que estas transformaciones promuevan una mayor eficiencia económica sistémica y progresiva, y se expresen con la efectividad social requerida, deben estar sustentadas en el incremento de la productividad del trabajo y del empleo en condiciones dignas, elementos esenciales para garantizar un proceso paulatino de inclusión social sostenible que responda al concepto de prosperidad desde la perspectiva socialista.

Lo anterior exige de manera inexorable la observancia de un conjunto de principios básicos para garantizar una implementación exitosa. El proceso de actualización, como plataforma donde se insertan estas transformaciones, debe ser continuo e interrelacionado, no discreto y desconectado.

En tal sentido, las transformaciones no pueden ser bajo un enfoque que se caracterice por la segmentación o fragmentación del escenario económico, y muchos menos hacia el interior de un sector.

De nada vale avanzar en un sector sin la coherencia requerida respecto al otro; la condición de liderazgo del estatal y la de complementario del no estatal, se construye, se consolida, se desarrolla y se legitima desde la integralidad del enfoque transformador.

Otro aspecto de vital importancia está muy relacionado con la determinación de la secuencialidad, simultaneidad e integralidad entre las diversas medidas que se adopten dentro del enfoque trasformador. Obviar o subestimar lo anterior, explica las causas que propician que las medidas no funcionen o funcionen de manera parcial. Peor aún, en algunos casos provocan nuevas y más severas distorsiones que profundizan las complejidades de nuestro entorno productivo. La conducción de los procesos económicos y sociales se complejiza y ante la ausencia de otras herramientas, se profundiza la discrecionalidad y verticalidad en el proceso de toma de decisiones.

Algo que es elemental y debe ser considerado como el punto de partida para garantizar el éxito de cualquier proceso transformador y de las medidas asociadas al mismo, es la creación de las condiciones indispensables o mínimas para garantizar la viabilidad y el desarrollo coherente de los procesos que permitirán alcanzar los objetivos y metas diseñados, a partir de una gradualidad bien pensada.

Es cierto que la realidad práctica nunca será un laboratorio que garantice las condiciones óptimas; esperar por estas en muchas ocasiones tiene como resultado no hacer nada por tiempo indefinido, pero no garantizar las condiciones mínimas necesarias es un paso al vacío que frustra cualquier proyecto por noble y necesario que sea.

Un ejemplo que ilustra con claridad lo que quiero decir, fue la irrupción intempestiva y desastrosa del comercio electrónico en nuestra realidad nacional, a lo que se sumó un manejo mediático ineficaz y poco crítico por parte de las autoridades; nadie duda de su necesidad y modernidad, y sobre todo, que en un futuro podamos disfrutar de sus bondades, pero los procesos de aprendizajes no pueden ser tan costosos, sobre todo en términos de generación de expectativas y credibilidad.

En síntesis, si hablamos del «cómo», hay que discutir sobre creación de condiciones, gradualidad –entre otras cuestiones en función de la maduración, desarrollo y consolidación de las referidas condiciones–, secuencialidad, integralidad a nivel general y particular, sistematicidad y continuidad, todos estos principios esenciales para garantizar el éxito del redimensionamiento empresarial que demanda nuestro país.

La construcción del escenario esbozado, exige transformaciones de gran profundidad y alcance en nuestro entorno económico y, por ende, con amplia trascendencia para la vida política y social del país, que deben estar sustentadas sobre un sólido y efectivo consenso social, legitimado por la participación inclusiva de la sociedad en su conjunto.

CLC: Creo que la propia experiencia del proceso de transformaciones hasta el momento habla de la importancia del «cómo». ¿Cuál ha sido esa experiencia, tanto en el sector estatal como en el no estatal?

CPS: Permíteme responderte, en un primer momento, examinando la situación de cada sector por separado.

De acuerdo a la Comisión de Implementación y Desarrollo el «sector estatal» ha sido objeto de más de 100 medidas –en 2019 se añadieron otras 28–, durante los últimos diez años en el contexto del proceso de actualización. Sin embargo, los resultados no son los esperados.

La mayoría de estas medidas se han caracterizado por su sesgo sectorial y por estar muy enfocadas a aspectos particulares del funcionamiento interno de las entidades, siguiendo la tradición de los procesos de perfeccionamiento empresarial anteriores y que tampoco ofrecieron grandes resultados. Se trabaja mucho en la base, pero no se transforma el entorno micro y macroeconómico del país, es decir, el ambiente natural donde se desenvuelven los sectores, entidades o agentes económicos, premisa fundamental para promover y generar una secuencia de cambios que se mueva de lo general a lo particular, fundamentada en una lógica sistémica e integradora.

En la mayoría de los casos las medidas van dirigidas a mitigar manifestaciones, cuyas causas son originadas por distorsiones de carácter sistémico, es decir, deformaciones estructurales de nuestro entorno económico. Por ende, los resultados obtenidos en la mejor de las situaciones son parciales y de muy poca durabilidad temporal; en otros profundizan las distorsiones que en principio nos proponemos resolver.

La demandada y consensuada transformación profunda e integral de nuestro entorno económico se pospone y, en su lugar, se opta por su estratificación o segmentación. En consecuencia, se delimitan y desconectan espacios para cuya gestión se crean reglas específicas, diversas según sea el caso, y que en muchas ocasiones privilegian a unos actores y perjudican a otros, sin que quede claro la fundamentación económica de las mismas.

Todo ello cuando lo que se necesita es propiciar el fortalecimiento del tejido productivo nacional a partir de la creación de incentivos que promuevan encadenamientos –naturales, no hechos a mano– hacia el interior de la economía, que favorezcan una inserción internacional sostenible y que brinde la mayor soberanía posible.

Las reglas específicas profundizan la segmentación del sector, lo que hace más difícil y casi imposible la conformación de esquemas de políticas públicas que permitan la conducción de la economía por métodos indirectos de alcance universal. En consecuencia, se consolidan los métodos administrativos y verticales en la toma de decisiones y la apelación a consignas que pierden su efectividad al tener que enfrentarse a incentivos que apuntan hacia direcciones opuestas, debido a las distorsiones generadas por el sistema de precios y las condiciones de mercado que prevalecen en la actualidad en la economía cubana.

Estas cuestiones no son coherentes con el sistema de dirección descrito en la Conceptualización, más bien le restan potencialidad al alcance y funcionalidad de sus componentes, entre ellos a la planificación centralizada. Al no cambiarse el entorno económico, las instituciones públicas no pueden enfrentar el reto de evolucionar hacia una gestión más moderna y efectiva. Tampoco contribuyen al liderazgo del sector estatal dentro de nuestro sistema económico, ni a la creación de las condiciones necesarias para que la aclamada autonomía empresarial comience a ser una realidad efectiva.

A propósito, muchos enuncian y otros tantos reclaman la necesaria autonomía empresarial, pero esta no será una realidad si no se acompaña con una transformación profunda del entorno micro y macroeconómico que le aporte sostenibilidad y efectividad. Solo te lo ilustro, en las condiciones actuales sería como estimular a un amigo a conducir un vehículo sin frenos, limpiaparabrisas y luces en medio de una noche oscura y bajo una fuerte tempestad, lo cual no solo resultaría muy riesgoso y temerario, sino también un consejo con cierta dosis de superficialidad.

CLC: ¿Ha sido diferente la experiencia de las transformaciones en el sector no estatal?

CPS: El «sector no estatal» se promovió en condiciones de un entorno inadecuado e inconsistente, desde el punto de vista institucional y económico, para garantizar su gradual consolidación y desarrollo coherente con el modelo económico y social que nos proponemos construir.

Luego de la gran avalancha de los primero años –en la actualidad existen alrededor de 614 mil cuentapropistas en el país, en 2007 la cifra andaba por los 138 mil; por su parte los ocupados en el sector no estatal representan en la actualidad una tercera parte del total de trabajadores–, vino una gran parálisis.

Las normas jurídicas vigentes desde el 7 de diciembre de 2018 para el ejercicio por cuenta propia fueron consideradas como un freno, en vez de una contribución para su avance, según advirtió un Estudio de la Red de Emprendimiento e Innovación de la Universidad de la Habana, integrada por profesores de diferentes facultades y centros de esta institución, así como de algunas entidades externas.

Muchos se lamentan de esta situación e incluso consideran que más que un freno significó un retroceso, y es lógico, el tiempo pasa y prevalecen las indefiniciones en el campo de la implementación. Sin embargo, desde el punto de vista de la construcción sostenible del socialismo en Cuba, es mejor reconocer los errores y rectificar a tiempo para no comprometer el futuro de manera irreversible.

La cuestión ahora es montarnos nuevamente en ese vagón del tren de la actualización, y crear las condiciones necesarias para retomar el camino, ahora sí, con más prisa y sin más pausas.

No parece lógico que un fenómeno de carácter económico y social surja y se desarrolle de forma coherente si no se sustenta sobre una legitimidad e institucionalidad transparente y lo más precisa posible, siempre progresiva en su desarrollo, pero con un punto de partida donde se garanticen las condiciones mínimas para su arranque.

Te menciono algunos elementos que fundamentan esta afirmación. No se creó la red mayorista necesaria para la reproducción natural y legal de los emprendimientos privados, lo cual atenta contra la reproducción familiar y personal de los trabajadores de ese sector, cuestión primordial. Ante esta realidad surge la disyuntiva de qué hacer para vivir y surge la alternativa de «luchar».

Por tanto, las condiciones de partida «naturalizaron oficiosamente» el surgimiento de vías alternativas para aprovisionarse y garantizar el proceso productivo que en muchos casos desbordaban la legalidad.

Su concurrencia al mercado minorista como consumidor, genera externalidades muy negativas para el consumidor minorista originario, al profundizar las condiciones de escasez e inestabilidad que caracterizan a la red minorista estatal y propiciar presiones inflacionarias adicionales al desdoblarse y ofrecer sus bienes y servicios en la referida red minorista.

También propiciaron la proliferación de cadenas de suministros y sistemas logísticos que, aunque resuelven necesidades, en muchas ocasiones desprotegen tanto a consumidores intermedios como finales, y privan al Estado de flujos financieros en divisas y en moneda nacional. Contribuyeron además a una mayor expansión y consolidación de los canales de sustracción y desvíos de bienes y recursos del sector estatal.

La política tributaria implementada tiene falencias importantes al tratar de mitigar por esta vía las grandes diferencias que existen entre los ingresos en este sector y el sector estatal. Se trata de resolver un problema actuando sobre sus manifestaciones y no sobre las causas que le dan origen, a mi juicio, en lo fundamental vinculadas a las distorsiones que distinguen a nuestro entorno monetario.

Por otra parte, el marco legal actual no garantiza con efectividad que los negocios privados cumplan los deberes que les corresponderían como entidades con personalidad jurídica, generando distorsiones laborales, entre las que se encuentran la extensión de la jornada laboral por encima de las ocho horas y la ambigüedad en la contratación, lo que favorece situaciones de precariedad, discriminación e inseguridad laboral.

Estas, en muchas ocasiones, prosperan porque las realidades en cuanto a ingresos y condiciones materiales suelen ser mejores en el sector no estatal que en el sector estatal.

En este sentido, el objetivo debe ser homogenizar de manera equitativa los deberes y derechos laborales y prestaciones sociales con que cuentan los trabajadores de ambos sectores, así como los deberes y derechos de los empleadores. Entre otras cosas, también a esto se refiere la definición de un sistema económico único, y lo refuerza el carácter socialista del mismo.

Su carácter inclusivo no debe permitir distinciones y mucho menos vacíos elementales en cuanto a regulación en materia de derechos y deberes laborales. La situación de la pandemia, aunque de carácter muy extraordinario, nos dejó muchas lecciones en esta materia que debemos revisar. La protección debe ser plena para todos los trabajadores sin distinción entre sectores o ramas.

Las herramientas y políticas diseñadas para enfrentar las desigualdades deben evolucionar a tono con la diversificación y complejización experimentadas por el entramado social cubano en los últimos años.

Los enfoques centralizados, genéricos e igualitarios van perdiendo efectividad y requieren ser complementados.

El nivel de cobertura estadístico para el seguimiento y estudio del desarrollo del sector no estatal en la economía cubana no es el idóneo, tampoco lo es para su adecuada conducción. Existen vacíos claves para los análisis efectivos, entre otras causas debido a su no reconocimiento legal como sector productivo.

La no diferenciación entre propietarios empleadores y empleados invisibiliza las relaciones entre ambos, cuestión esencial para trabajar en la mitigación y compensación de los niveles de explotación del hombre por el hombre asociados a la propiedad privada.

Lograr la diferenciación adecuada entre sector residencial y sector productivo también es muy necesario para identificar y estudiar el trasvase de subsidios, totalmente ineficiente desde el punto de vista económico y ambiental, promovido por las condiciones actuales y determinar con claridad el consumo productivo de recursos estratégicos con el objetivo de diseñar políticas de precios y de ahorro en realidad efectivas. Al invisibilizarse su condición de sector productivo y diluirse en el sector residencial, muchos de estos negocios reciben insumos básicos, como electricidad, agua y gas a precios subsidiados, que nada tienen que ver con sus referencias para formar precios.

El enfoque científico como método de trabajo de nuestras instituciones públicas, demanda una mayor fundamentación de los análisis y decisiones en cifras y datos cada vez de mayor calidad. El desarrollo de las estadísticas y su uso como herramienta de dirección social debe acompañar a la evolución y desarrollo de los acontecimientos y representar la heterogeneidad de nuestra sociedad contemporánea; no podemos olvidar que el perfeccionamiento continuo de nuestro sistema informativo depende de su uso sistemático y científico.

Como puede apreciarse, muchas de estas distorsiones no son precisamente debido a la necesaria diversificación de la formas de gestión y de propiedad, ni a la propia naturaleza de la propiedad privada, sino a una inadecuada secuencialidad e integralidad de las medidas implementadas.

Desde mi punto de vista, el diseño instrumentado exacerba los aspectos negativos de la propiedad privada, potenciando entonces su incompatibilidad con la construcción del socialismo consensuado.

CLC: Vimos la experiencia de los dos sectores por separado, pero la economía es una sola. En otras partes de esta entrevista has resaltado la importancia de los encadenamientos entre sectores. ¿Cuán limitados están esos encadenamientos hoy?

CPS: Las condiciones actuales no permiten que se desarrolle un proceso de redimensionamiento empresarial de naturaleza integradora que garantice las premisas de liderazgo del sector estatal y de complementariedad del no estatal. El escenario actual es portador de un conjunto de condiciones que no propician el encadenamiento coherente y sostenible entre ambos sectores.

Por otra parte, promueven que el sector no estatal se desarrolle ejerciendo una competencia desleal, en muchos casos involuntaria, donde la causa no es precisamente la propiedad privada.

A continuación te comento algunas de ellas, en lo fundamental relacionadas con la dualidad monetaria, pero sobre todo cambiaria.

Cada vez que interactúan entre sí ambos sectores se generan condiciones que posibilitan el «arbitraje» (ganancias por diferencia de precios) y la existencia de una fuente de emisión monetaria no sustentada por la creación de bienes y servicios en el funcionamiento del Presupuesto del Estado, es decir, cuasifiscalidades. Estas situaciones afectan la funcionalidad del dinero como categoría económica y la adecuada retribución con arreglo al trabajo.

En el contexto actual, las soluciones encaminadas a mitigar estas distorsiones exigirían de mecanismos muy engorrosos que complican la naturaleza y significado de los procesos económicos.

Cuando ambos sectores se interrelacionan, por lo general el sector estatal paga con un peso convertible que en sus balances contables representa un peso cubano, mientras que el sector no estatal recibe un peso convertible que equivale a 25 pesos cubanos. Es muy difícil que las transacciones se realicen en pesos cubanos, pues la capacidad de pago del sector estatal en esa moneda no es suficiente para satisfacer las expectativas de ingresos del sector no estatal.

En la práctica, el sector estatal no paga la cuantía fundamental de los servicios y bienes que recibe de parte del sector no estatal. Se genera un mecanismo de subsidios implícito hacia la empresa estatal, que apuntala una integración artificial e insostenible en condiciones de unificación monetaria.

Estos subsidios son financiados en lo fundamental a través de CADECA, a partir de la intervención directa del Banco Central de Cuba, es decir, emisión monetaria (creación de dinero), dirigida a evitar los desequilibrios en el mercado cambiario de la población y mantener la tasa de cambio fija. Tal situación impacta en las condiciones del equilibrio monetario interno y conspira contra el poder adquisitivo de los salarios e ingresos, en lo fundamental del sector estatal. Esto se agudiza en momentos donde el uso del peso cubano se extiende como único medio de pago dentro de la red minorista estatal.

Tal situación propicia la generación de ganancias extraordinarias en el sector no estatal, en un aparente marco de legalidad, que hace más difícil el cumplimiento de las aspiraciones de garantizar en lo posible la no concentración de la propiedad y discernir acerca de la legitimidad de la riqueza acumulada.

Los encadenamientos que se producen entre ambos sectores bajo las condiciones actuales, en muchos casos no serán posibles en un escenario de unificación monetaria y cambiaria y se interrumpirán de inmediato al desaparecer el mecanismo de subsidios descrito con anterioridad. Desde esta perspectiva, los que en apariencia hoy constituyen resultados positivos para la integración de ambos sectores, en el mediano plazo carecen de sostenibilidad.

En lo que se refiere a las relaciones del sector no estatal con el Presupuesto del Estado la situación tampoco es favorable. Se estableció hace varios años que sus contribuciones tributarias deben ser pagadas en pesos cubanos, por tanto, estos aportes están sobredimensionados con relación a los que realiza el sector estatal. Los primeros, en muchos casos, tienen un origen o referencia respecto al dólar y al peso convertible a partir de la tasa de 25 por 1, mientras que los segundos se conforman al 1 por 1 para ambas monedas.

Esta situación propicia el surgimiento de una cuasifiscalidad sui generis, que se traduce en otra fuente generadora de distorsiones para el equilibrio financiero de la economía. Al mezclarse peras con manzanas, existe la posibilidad de asignar pesos cubanos provenientes del circuito de 25 por 1, al circuito que trabaja 1 a 1, lo que originaría profundos descalces monetarios. Lo anterior se suma al conjunto de razones que distorsionan el significado económico del déficit fiscal como variable clave en el proceso de análisis y toma de decisiones a nivel macroeconómico de la economía cubana.

También propicia la sobreestimación de la importancia, dinamismo y capacidad productiva del sector no estatal dentro de la economía nacional, cuando muchos analistas, obviando las cuestiones señaladas, tratan de sacar conclusiones sobre estos temas a partir de la evolución de sus contribuciones al Presupuesto.

Otro aspecto a considerar está relacionado con el hecho de que el sistema de precios oficial vigente en el entorno monetario actual rompe la continuidad y coherencia adecuada entre los precios mayoristas y minoristas de la economía, separando al proceso productivo de su realización y por ende de su reconocimiento social.

Tal situación se manifiesta en lo fundamental para los empleados en el sector estatal. En ese sector el valor agregado bruto creado en la producción se valora a una tasa de cambio muy inferior a la que se utiliza como referencia para formar la mayoría de los precios en el comercio minorista liberado.

Lo anterior inhabilita cualquier solución al problema del poder adquisitivo de los salarios en el sector estatal en las actuales condiciones.

En otras palabras, no existe correspondencia entre las perspectivas del salario como medida de trabajo y medida de consumo.

Se paga salario al uno por uno y ese mismo salario concurre a un mercado donde una gran parte de los bienes y servicios necesarios para la reproducción del individuo y sus familias se precian utilizando referencias cambiarias, márgenes, coeficientes u otros mecanismos, muy superiores.

Tal situación genera incompatibilidad entre el nivel de vida y los resultados del trabajo, erosionando en forma considerable las potencialidades del salario para movilizar a las fuerzas productivas en el sector estatal y limitando la necesaria manifestación de la ley de distribución con arreglo al trabajo, algo esencial para la construcción del socialismo.

En el sector no estatal los mecanismos de formación de precios están más alineados a la realidad nacional, toman como referencia la del 25 por 1, e incluso en muchas ocasiones debido al encadenamiento directo o indirecto con el sector turístico también se utilizan referentes internacionales. Esto explica que los ingresos de los empleadores y empleados que laboran en ese sector, superen de manera significativa en muchos casos a los salarios e ingresos de la actividad estatal.

Esta diferencia de ingresos y salarios se convierte en un incentivo negativo para lograr la adecuada interrelación entre ambos sectores si en realidad se busca consolidar el liderazgo del sector estatal, como núcleo productivo concentrador y promotor del esfuerzo fundamental, para desarrollar actividades con alta intensidad en el uso del conocimiento y de tecnologías de avanzada con el objetivo de incrementar de manera sustancial el valor agregado de las producciones nacionales.

El diferencial salarial a favor del sector no estatal, sitúa en condiciones desventajosas al sector estatal para retener al personal calificado en particular y a los recursos humanos en sentido general, necesarios para cumplir con el propósito anterior, lo que constituye un contrasentido. La inevitable transferencia de recursos humanos del sector estatal hacia el no estatal que supone el proceso de redimensionamiento empresarial, no debe debilitar las capacidades del primero para la reproducción del socialismo en Cuba.

CLC: Una pequeña y aparente digresión. ¿Esto implica que es la dualidad cambiaria la causa de los bajos salarios en la economía? ¿Existen posibilidades de incrementos salariales en la actualidad?

CPS: El poder adquisitivo de los salarios depende de muchos factores. En particular, la dualidad cambiaria vigente introduce una distorsión sui generis que propicia que los mismos bienes y servicios sean valorados de manera distinta en la esfera de la producción y en la esfera de la circulación. Esto constituye una deformación estructural, que por supuesto se hace más evidente en el sector estatal. El valor de lo creado en una esfera es menor al valor que circula en la otra, a pesar de que en términos de trabajo socialmente necesario estemos hablando de las mismas cantidades.

Si no se rompe esa desigualdad artificial, se mantendrá la brecha entre el poder adquisitivo de los salarios y las necesidades reproductivas de los trabajadores. En estas condiciones, las posibilidades de incrementar el salario a partir de cambios en los patrones distributivos o incrementos de la productividad solo mitigarán la brecha, pero no la anularán. De todas formas, cualquier incremento de salario que se traduzca en incremento de su poder adquisitivo será bienvenido, sobre todo en el corto plazo, pero no representará la solución real y definitiva al problema que abordábamos con anterioridad.

Luego de estas precisiones, podemos afirmar que en las condiciones actuales son posibles los incrementos de salarios fundamentados en los aumentos de la productividad del trabajo. Ahora más que nunca se necesita ajustar, consolidar y perfeccionar los sistemas de pagos vinculados a los resultados. Esto es factible en el sector empresarial, donde labora alrededor del 60 por ciento del total de los ocupados, por supuesto, teniendo en cuenta las condiciones actuales. Pero insisto, este es el tipo de acciones que se convierten en paliativos transitorios, por no remover las causas de fondo que originan las distorsiones.

El otro camino está relacionado con la preservación del poder adquisitivo de los ingresos. En este caso no hablaríamos de aumento sino de evitar en lo posible su erosión, es decir, manejar de manera adecuada las presiones inflacionarias y mitigar sus expresiones concretas en aumentos de precios.

Lo anterior puede lograrse no solo con incrementos de la productividad del trabajo, sino también apelando a cambios en los patrones distributivos, me refiero a las proporciones entre acumulación y consumo, y consumo pagado y no pagado.

En intercambios con funcionarios chinos, estos insistían en que los proyectos inversionistas serían exitosos si estaban acompañados de la adecuada inversión en el consumo y la urbanización vinculados. Le concedían especial atención no solo al incremento de las capacidades productivas relacionadas con equipamiento, tecnologías e infraestructura productiva de todo tipo, sino a la inversión en el ser humano, es decir, en la fuerza de trabajo como factor decisivo del proceso productivo. No me extiendo más para evitar que la pequeña digresión se convierta en el tema central de la conversación; a los dos nos apasiona el tema.

CLC: Claro, volvamos a cómo el entorno complejiza los encadenamientos entre sectores. ¿Qué implicaciones tiene esta desconexión entre sectores o esta especie de economía a «dos velocidades»?

CPS: En estas condiciones el desarrollo del sector no estatal se vuelve contraproducente, generándose un conflicto de intereses que explica hasta cierto punto el surgimiento de regulaciones restrictivas, paralizaciones, retrocesos e indefiniciones que, a primera vista, parecerían incoherentes con las políticas enunciadas con relación al sector no estatal en los documentos rectores y con las necesidades que nos impone la actual coyuntura.

En realidad, lo que se vuelve contraproducente y resulta incoherente es no cambiar el entorno en busca de condiciones que permitan la compatibilidad de las políticas deseadas, eliminado las verdaderas causas generadoras de estos conflictos.

El inicio de los procesos define en muchos casos la evolución y desarrollo de los mismos en el mediano y largo plazo. No por gusto uno de los refranes populares más conocidos reza que árbol que nace torcido jamás su tronco endereza. Las transformaciones deberían enfocarse, de manera estratégica, en lograr un escenario donde no existieran estas brechas salariales y, de existir, lo lógico sería que favorecieran al sector estatal a partir de trabajos de mayor complejidad y productividad. También en restablecer la funcionalidad de la distribución con arreglo a la cantidad y calidad del trabajo.

Existen experiencias que aunque perfectibles todavía, muestran las potencialidades propiciadas por la alianza entre el sector estatal y los actores privados, me refiero a las actividades de alojamiento y restaurantes, la producción porcina, entre otras.

Seamos transparentes, el objetivo del socialismo en Cuba no es desarrollar el sector no estatal y la propiedad privada per se. Está bien claro en las definiciones consensuadas que estos serán complementarios al sector estatal y a la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción.

Te reitero, la fuente generadora de los conflictos o de las distorsiones comentadas, en primera instancia, no son ni la propiedad privada, ni el sector no estatal, sino la implementación de trasformaciones incompletas, fragmentadas y sin un enfoque integral.

CLC: ¿Cuáles serían entonces los imperativos del redimensionamiento empresarial? ¿Cómo podríamos resumir la manera en que estos dos sectores confluirían en sus transformaciones? ¿Quién precede a quién?

CPS: La necesaria expansión y ampliación del sector no estatal no debe producirse de manera generalizada y acelerada en las condiciones actuales, me refiero a las que provocan las distorsiones ya comentadas. La economía es un todo, un sistema, su transformación no se puede seguir diseñando de forma fragmentada y sectorializada.

El redimensionamiento empresarial es parte integrante del proceso de actualización, aquel no puede desgajarse de este si se quiere tener éxito. De igual manera, la reforma descentralizadora de la gestión de la propiedad estatal y la diversificación de las formas de propiedad deben enfocarse de manera integrada y coherente en ambos sectores.

Es cierto que en las redes sociales varias voces claman por una apertura apresurada del sector privado, en muchos casos la argumentan como la solución más eficiente para destrabar las fuerzas productivas, enfrentar la coyuntura e incluso acceder a la senda del desarrollo. En aras de facilitar esa dinámica se aboga por la necesidad de sustituir la lista positiva por una negativa. Aquí el punto a debatir es si existen las condiciones para hacerlo y preservar la nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.

También se alega que el desarrollo de los emprendimientos privados no puede esperar a las trasformaciones necesarias en el sector estatal, dejando para un segundo momento a estas últimas. Este enfoque evidencia un distanciamiento explícito o implícito de lo consensuado en la conceptualización de nuestro modelo económico y, sobre todo, de su carácter socialista.

En ambos casos se obvia que las mayores potencialidades productivas y tecnológicas del país se encuentran, con mucho, en el sector estatal. El reto es implementar las medidas y mecanismos que las movilicen y fortalezcan su capacidad de arrastre. Hacia esa dirección debe dirigirse el esfuerzo principal, lo que asegurará una relación proporcional en cuanto a dinamismo, vigorosidad y crecimiento de ambos sectores, por supuesto, guardando las distancias que suponen el liderazgo de uno y el papel complementario del otro. En este sentido, la reforma del sector estatal debe generar un círculo virtuoso.

El desarrollo de los emprendimientos privados no puede propiciar enajenación alguna de los activos fundamentales del sector estatal. En las condiciones actuales, una apertura acelerada del sector privado, sin cambios en el entorno micro y macroeconómico y desconectada de los que se realicen en el sector estatal, reforzaría el éxodo de la fuerza de trabajo preparada y calificada hacia el sector privado. Nadie puede negar que el activo más preciado de nuestro país, creado por la Revolución en todos estos años y su mayor fortaleza para la construcción del socialismo, es precisamente el potencial humano.

En adición, avanzar en la expansión del sector no estatal, a partir de realizar cambios en la forma de propiedad acompañados de transformaciones en el ambiente de gestión con alcances parciales, focalizados o fragmentados y no de carácter general, solo refuerza la percepción inadecuada de que el problema está en la forma de propiedad y no en el entorno de gestión. Significa continuar alimentando el enfoque de inviabilidad adjudicado a la propiedad social y, por ende, al socialismo. Estas cuestiones, entre otras, postergarían y profundizarían la complejidad de las trasformaciones necesarias en el sector estatal.

Por otra parte, para avanzar con sostenibilidad en el desarrollo del sector no estatal es necesario establecer, crear y engrasar los mecanismos de acceso a mercados legales de insumos en medio de nuestras limitaciones de recursos actuales, lo que requiere gradualidad. Esto pasa por crear un mercado y los mecanismos de regulación que propicien la interrelación adecuada entre ambos sectores, lo contrario reforzaría las distorsiones económicas, financieras, políticas y sociales actuales.

Tampoco se pueden dar nuevos pasos en el sector privado sin garantizar los derechos laborales y reflexionar de manera profunda sobre las desigualdades existentes. Establecer normas claras que permitan diferenciar entre una micro y pequeña empresa (de paso te menciono de manera muy rápida las dimensiones que veo para el emprendimiento privado en las actuales condiciones) y el trabajador por cuenta propia independiente, lo cual es fundamental para diseñar políticas adecuadas y diferenciadas para mitigar, como ya te dije, la proliferación de las condiciones que propician la explotación del trabajador en ese sector.

Como se sabe, el éxito de cualquier proceso de reforma depende en gran medida de la capacidad institucional para conducirla con eficiencia y efectividad. En eso también hay que trabajar con agilidad y con profundidad, pero también con gradualidad. Es necesario establecer una institucionalidad que incentive, apoye y genere condiciones para producir un tejido productivo sin asimetrías entre todas las formas de propiedad.

Estos son algunos argumentos, hay otros, para afirmar que el desarrollo del sector privado requiere de una gradualidad responsable, si en realidad se quiere avanzar con la sostenibilidad requerida y evitar tropiezos y regresos. En este camino no se puede perder de vista que el objetivo estratégico es conformar un sector estatal capaz de arrastrar y dinamizar al sector no estatal. Este último no puede desarrollarse a partir del languidecimiento del primero; todo lo contrario, el vigor y empuje del sector estatal es el motor que impulsará y hará crecer al sector no estatal. Desde esta perspectiva el sector no estatal será tan dinámico como lo sea el sector estatal.

En la actual coyuntura, y ahora me refiero a la situación económica derivada de la pandemia, la prioridad en lo concerniente al sector no estatal debe ser concentrarnos en garantizar acciones de protección inclusivas e implementar medidas fiscales y crediticias que contribuyan a su recuperación lo más rápido posible, toda vez que en el laboran alrededor del 30 por ciento de los ocupados en la economía.

También constituye una urgencia avanzar en la eliminación de las trabas que frenan su desarrollo en la agricultura y en las micro y pequeñas industrias productoras y comercializadoras de alimentos a nivel local y territorial.

Estos serían, a groso modo, los objetivos de corto y mediano y largo plazo que visualizo al mirar y reflexionar sobre las transformaciones de nuestro modelo económico y social. Este sería el punto de llegada que visualizo en el horizonte.

La apuesta por el sector estatal, no contradice la necesidad del no estatal, más bien la refuerza. Si nos debemos recriminar algo es no realizar esas transformaciones con la celeridad que exigen los tiempos históricos para la construcción del socialismo en Cuba. Los documentos rectores informan, ubican, descubren, evocan y estimulan, pero solo las voluntades políticas hacen posibles los cambios.

Déjame terminar dándote las gracias por tu tiempo y agradeciendo a La Tizza por brindarme este espacio.

CLC: Gracias Carlos. Creo que estas tres entregas han sido un buen ejercicio para acercarnos a un debate que es mucho más complejo y diverso en posiciones de lo que se cree de manera común. En esa diversidad y complejidad, no obstante, radica su riqueza. Lo más fácil es avanzar por caminos comunes o trillados. La Revolución siempre fue un acto de osadía, una marea de rupturas y quiebres. Sin renunciar a su espíritu primigenio, lo tendrá que seguir siendo. Gracias de nuevo y ojalá te tengamos pronto en otras colaboraciones con La Tizza.


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Vea aquí las entregas anteriores de la serie y de esta entrevista:

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