Con la cuchilla al cuello

Por La Tizza / Nota editorial: “Se le acabó el tiempo a «la zona de paz»”.

José Benlliure. La barca de Caronte (1919)

Donald Trump ha expresado que la opción militar contra Venezuela está sobre la mesa. Varios destacamentos militares norteamericanos y colombianos aguardan la orden. Es de esperar que Brasil, Perú y Ecuador se presten para una invasión militar inminente.

A los pueblos de América Latina y el Caribe nos asiste la obligación de resistir la invasión militar contra Venezuela haciendo uso de todos los medios a nuestro alcance.

El imperialismo y los sectores dominantes del capitalismo están decididos a poner de su lado la mayor reserva de petróleo del mundo; para conseguirlo no les importará un milímetro de nuestros reclamos por el “respeto a los derechos humanos” o la resolución “pacífica” de eso que muy equivocadamente se llama “conflicto”.

La Unión Europea da también los primeros pasos en la misma dirección. En el cénit del descaro, Pedro Sánchez, presidente sin votos de España y tan “socialista” como Juan Guaidó “presidente legítimo de Venezuela”, quiere reconocerle autoridad a este último.

Como si no fuera suficiente –nunca lo es cuando del imperialismo se trata –, Pablo Iglesias, desde su chalet de 600.000 euros en Madrid, y después de protagonizar su serie televisiva con Iñigo Errejón disputándose las pocas migajas que el capitalismo franquista español les entregó a los indignados, quiere hacer que, incluso, Podemos, se desdiga sobre lo que manifestó en otras épocas de la Revolución Bolivariana.

Veamos el desprecio de Europa, el desprecio de los dominantes, el mismo de la socialdemocracia alemana ante el asesinato de Rosa Luxemburgo y el ascenso del nazismo, el mismo del Partido Comunista Francés frente a la lucha del pueblo de Vietnam y a la lucha de liberación nacional del pueblo argelino.

Se le acabó el tiempo a “la zona de paz”. Los muertos día a día por hambre, miseria y asesinatos selectivos, así lo demuestran. Aunque ha habido declaraciones importantes de China y, sobre todo, de Rusia, los pueblos humillados y vilipendiados de siempre no podemos esperar nada eficaz como no sea el diestro manejo de la empuñadura. Ya en otras épocas les vimos como espectadores pasivos esperando de qué lado ubicarse.

Ahora, debemos crear brigadas internacionalistas para que “la nación” recobre sentido. Brigadas en cada uno de nuestros países dispuestas a pelear por la soberanía, la independencia y el socialismo en Venezuela y en toda la América, desde Alaska hasta Islas Malvinas. Dar continuidad al proyecto aniquilado de San Martín, Bolívar, Azurduy, Manuelita, Zapata, Villa… y la Segunda Independencia siempre incompleta de Martí.

Constituyamos estas brigadas internacionalistas dispuestas a trasladarse hacia Venezuela de inmediato, cuyo gobierno podría ordenar encargados en cada embajada de América Latina para organizar los destacamentos.

En el caso específico de Cuba, nos asiste la responsabilidad histórica de expresar que una invasión contra Venezuela sería también contra Cuba. El primer objetivo sería resistir la estocada invasora y vencerla; después, asestar duros golpes al ejército colombiano, y a los que acepten acompañarlo; finalmente, alimentar una rebelión continental que les imponga una pesadilla de la que no puedan despertar ya nunca más.

Frente a timoratos y “bien portados”, pacifistas que perdieron los apellidos y en consecuencia, la vida, colonizados de izquierda, y por supuesto: burgueses, hoy siguen a la orden del día aquellas palabras de Fanon: “El colonialismo no cede si no es con la cuchilla al cuello”.


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