Por Ángel García
23 de marzo 2022
Día de la Liberación del África Austral
Hemos venido aquí conscientes de la gran deuda que hay con el pueblo de Cuba. ¿Qué otro país puede mostrar una historia de mayor desinterés que la que ha exhibido Cuba en sus relaciones con África?
Nelson Mandela
Ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo.
Fidel Castro
Este 23 de marzo marca el 34 aniversario de la epopeya de Cuito Cuanavale (diciembre 1987 — marzo 1988), considerada la mayor batalla convencional vivida en el continente africano desde la Segunda Guerra Mundial. En el sureste de Angola, donde convergen los ríos Cuito y Cuanavale, a unos 1.000 kilómetros de la capital, Luanda, se libró uno de los conflictos más significativos de todas las luchas de liberación nacional de la región.
Algunos historiadores se refieren a este hito como el «Stalingrado[1] negro» o el «Ayacucho[2] africano» por su valor estratégico, pues la derrota del ejército invasor sudafricano a manos de las tropas internacionalistas cubanas y las Fuerzas Armadas Populares por la Liberación de Angola (FAPLA) selló la independencia de ese país y la de Namibia, y marcó el inicio del fin del oprobioso régimen del Apartheid en Sudáfrica.
Como un acontecimiento tectónico, el mapa político y geopolítico de África cambió para siempre. Henry Kissinger, en el libro de sus memorias,[3] tuvo que reconocer que la Revolución cubana actuó en África como una superpotencia.
Después de su excarcelación en 1990, Nelson Mandela visitó Cuba en 1991 y pronunció un histórico discurso:
La derrota decisiva del ejército racista en Cuito Cuanavale — dijo — fue una victoria para toda África. Esta victoria en Cuito Cuanavale es la que permitió a Angola disfrutar de la paz y establecer su propia soberanía. La derrota del ejército racista hizo posible que el pueblo de Namibia lograra su independencia.
Operación Carlota: la misión militar cubana en Angola
La Batalla de Cuito Cuanavale fue, tal vez, el episodio más significativo de la gran misión militar internacionalista cubana que comenzó en noviembre de 1974. El Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA) estuvo a punto de proclamar la independencia de esa nación cuando el régimen racista sudafricano, junto a las fuerzas contrarrevolucionarias de la Unión Nacional por la Independencia Total de Angola (UNITA), invadió el país por el sur, para impedir que los revolucionarios angoleños asumieran el poder e instaurar en Angola el ignominioso sistema del Apartheid.
De haberse consumado la invasión, Angola habría muerto antes de nacer. Fue en aquella delicada circunstancia que Agostinho Neto, dirigente histórico del MPLA, pidió ayuda a Cuba, país pequeño, bloqueado y ubicado a casi 11.000 kilómetros de distancia, cuya respuesta, sin embargo, cambió el curso de la historia en toda la región del suroeste africano.
La respuesta de Cuba fue afirmativa, ya que no podía quedarse de brazos cruzados mientras el régimen del Apartheid invadiera a un pueblo hermano, lo cual dio origen a la Operación Carlota, una misión internacionalista que duró 16 años (1975–1991), y que consolidó la independencia de Angola, Namibia y le asestó un golpe mortal al régimen del Apartheid.
Durante esa década y media, más de 300.000 cubanos y cubanas participaron en la epopeya internacionalista, entre militares, médicos, educadores, constructores y artistas. Nunca antes en la historia contemporánea mundial se había visto un esfuerzo internacionalista de esa magnitud.
La operación se bautizó Carlota en honor a una esclava negra lucumí que lideró la sublevación de esclavos del ingenio azucarero Triunvirato en la provincia de Matanzas, en noviembre de 1843. Carlota había sido herida en combate en 1844 y luego descuartizada, por el único delito de querer ser libre. La Operación Carlota en Angola sería su «venganza».
Luego del primer esfuerzo militar cubano en Angola, ya para marzo de 1976, todos los soldados sudafricanos habían sido expulsados de ese territorio y la Revolución cubana comenzó a regresar sus combatientes a suelo cubano.
Sin embargo, Sudáfrica incursionó dentro del territorio angolano varias veces, produciendo muchas agresiones y acciones terroristas contra el gobierno central del MPLA, con el apoyo de Estados Unidos e Inglaterra (recordemos que en aquel periodo estaban los gobiernos ultra-reaccionarios y anticomunistas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher). Esta situación obligó al gobierno de Angola, una vez más, a pedir la ayuda militar de Cuba. Como consecuencia, el gobierno cubano mantuvo tropas en el país por más de 15 años.
De la Operación Saludando Octubre a la batalla de Cuito Cuanavale
Ya para finales de 1987, la mayoría de las tropas cubanas habían retornado a Cuba y las FAPLA quedaron en manos de asesores soviéticos, quienes, fieles a su propia doctrina militar, insistieron en que el ejército angolano mantuviera una ofensiva constante para expulsar definitivamente a los sudafricanos y tomar el Estado Mayor de la UNITA, en el sur del país.
En este punto, las direcciones militares soviéticas y cubanas tuvieron muchas diferencias, pues para Cuba, esa no era la forma en la que se peleaban guerras en el tercer mundo.
Cinco brigadas angoleñas se concentraron en el sur del país para una ofensiva final, bautizada Operación Saludando Octubre. Desconociendo los principios de la guerra asimétrica (una insistencia del alto mando cubano y motivo de discusión entre los cubanos y los soviéticos), la ofensiva permanente produjo desgaste en las tropas de las FAPLA. Hasta ese momento, el enemigo sudafricano no había aceptado el combate frontal y se replegaba continuamente, apenas sin ofrecer resistencia táctica.
Las FAPLA no solo se agotaban, sino que también se alejaban cada vez más de su retaguardia, lo que permitió a las fuerzas sudafricanas rodearlas y lanzar la contraofensiva. Entonces, los revolucionarios angolanos fueron sometidos a un brutal hostigamiento del enemigo sudafricano, principalmente por la artillería de largo alcance de 155 mm, de los tipos G-5 y G-6 y los lanzacohetes múltiples Valkiria, así como a los frecuentes golpes de su aviación.
Ante esta situación, la URSS ordenó a sus asesores regresar a Europa. Las tropas angoleñas se encontraban cercadas tanto por unidades sudafricanas como por la UNITA. Una vez más, el gobierno de Angola le pidió ayuda a la Revolución cubana.
El Comandante en Jefe Fidel Castro entendía claramente que esa difícil situación no se solucionaba solo con el envío de más combatientes. Determinó que había que resolver la situación de una vez y para siempre: la expulsión total de las tropas sudafricanas de Angola. Para eso, era necesario enviar grandes fuerzas antiaéreas, tanques, aviones de guerra y artillería.
Cuba se deshizo de sus propias defensas anti-aéreas y aéreas para enviarlas a Cuito Cuanavale y lograr la solución definitiva. La aviación, artillería, los blindados y las tropas especiales cubanas, junto con los combatientes de las FAPLA, desgastaron a las fuerzas sudafricanas y las obligaron a replegarse por detrás de la frontera de Namibia.
En la Batalla de Cuito Cuanavale, la destreza de los pilotos cubanos de los MIG-23 fue especialmente destacada. En el muro en ruinas de una instalación, dentro del escenario de la batalla, un soldado sudafricano escribió: «Los MIG-23 nos partieron el corazón». Se le rompió la espina dorsal al régimen racista de Pretoria.
En Cuito Cuanavale, la Revolución cubana se lo jugó todo, hasta su propia existencia; se arriesgó a una batalla de gran escala contra Sudáfrica, una de las potencias más fuertes de las ubicadas en la zona del tercer mundo, una de las más ricas, armada hasta los dientes. Se corrió el riesgo de debilitar las defensas cubanas.
¿Por qué arriesgaron tanto los cubanos por un pueblo que quedaba a más de 11.000 kilómetros de distancia? Fidel lo explicó así en 1975, en la clausura del Primer Congreso del PCC:
Algunos imperialistas se preguntan por qué ayudamos a los angoleños, que qué intereses tenemos nosotros allí. Ellos están acostumbrados a pensar que cuando un país hace algo es porque está buscando petróleo, o cobre, o diamante, o algún recurso natural. ¡No! Nosotros no perseguimos ningún interés material, y es lógico que los imperialistas no lo entiendan, porque se guían por criterios exclusivamente chovinistas, nacionalistas, egoístas.
¡Estamos cumpliendo un elemental deber internacionalista cuando ayudamos al pueblo de Angola!
Notas
[1]La batalla de Stalingrado fue la mayor de la Segunda Guerra Mundial. En ella, el Ejército Rojo derrotó al del Tercer Reich y sus aliados, significando una severa inflexión en la guerra y el principio del fin del nazismo en Europa.
[2]La batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento comprendido dentro de las campañas terrestres de las guerras de independencia hispanoamericanas (1809–1826) en el continente. La capitulación del ejército español marcó el fin de las guerras de independencia en América del Sur.
[3] Amazon.com. Recuperado el 23 de marzo de 2022, de https://www.amazon.com/Kissinger-Complete-Memoirs-Upheaval-Renewal/dp/B01MSIJJHH
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