¡Vencer o París!

Participación de la Sociedad y cambios de ideario

Por Antonio García, Primer Comandante del ELN


¿Por qué «¡Vencer o París!»? La mayoría de los procesos de Paz entre estados y movimientos guerrilleros de la región han seguido una ruta de desarme, desmovilización y reinserción que ha obedecido a las exigencias de los sectores de la oligarquía y burguesía dominantes. Tal estrategia busca eliminar la violencia de las armas sin resolver la violencia social sistemática del Estado y el carácter excluyente del Capitalismo. «¡Vencer o París!», fue una consigna de los noventa en Colombia. Nacida de la ironía sabia y ácida que emerge de las entrañas del pueblo, al observar que combatientes de las guerrillas y sus conducciones políticas aceptaban prebendas, beneficios y becas al exterior para abandonar las armas. Lo que en realidad constituía un abandono de principios de lucha.


La propuesta inicial del ELN referida a la construcción de un camino para superar la crisis, contando con la participación activa de la sociedad, nació en un campamento guerrillero en el sur de Bolívar a principios de febrero de 1996. Se llamó Convención Nacional, luego viajó a otros campamentos y se fue llenando de contenidos en la medida en que fue siendo una propuesta colectiva en el seno del ELN.

Luego recorrió escenarios de diálogos con el gobierno a lo largo de la segunda mitad de la década de los noventa, moviéndose por Venezuela y Cuba. Ahí se fue vinculando a encuentros con sectores de la sociedad. En Europa se paseó por España, Francia, Alemania y Suiza. Como muestra de ello están los Acuerdos de Maguncia y Viena. Fue creciendo, tomando otros rostros como Acuerdo Nacional y Diálogo Nacional. Siempre buscó construir consensos sociales como fundamento de propuestas alternativas a la crisis del país.

En los gobiernos de Uribe estuvo presente en la Mesa de Diálogos. Se intentó un diseño de paz que redujera la intensidad de la confrontación militar mientras se abrían escenarios de participación política. Se llegó a hablar de la posibilidad de realizar la Convención Nacional en un contexto de cese al fuego, pero no se pudo lograr.

Luego volvió a retomarse en las conversaciones con el Gobierno de Juan Manuel Santos. Se presentó como uno de los puntos esenciales de la Agenda de Negociación y se le llamó: Participación de la Sociedad en la Construcción de la Paz.

No fue fácil colocar este punto como centro del proceso de paz, pues en el viejo modelo de solución política, para nada se consideraba el papel de la sociedad en la construcción de los cambios del país.

En el acuerdo con Santos la Participación de la Sociedad… estaba amarrada de pies y manos. En el reajuste del acuerdo de agenda que se hace con el gobierno actual, se sitúa como el corazón del proceso de paz.

El 3 de agosto se da inicio al cumplimiento del acuerdo de Cese el Fuego Bilateral, con Mecanismos de Monitoreo y Verificación, y de la Participación de la Sociedad, al instalar el Comité Nacional de Participación, como instrumento especial y transitorio compuesto por más de 80 personas seleccionadas, quienes, bajo la orientación de la Mesa de Diálogos, realizarán el diseño del Proceso de Participación de la Sociedad.

Durante el tiempo que falta de este año se realizarán varios eventos regionales, sectoriales y nacionales con la participación de los diversos sectores sociales para construir el diseño asociado con las temáticas a discutir, escenarios de debates y metodologías, así como también definir los participantes. Se trata de que este proceso de diseño sea realizado con la sociedad.

Como se puede apreciar, la participación de la sociedad aún no ha iniciado, y desde su diseño debe estar incluida.

https://medium.com/la-tiza/las-luchas-del-pueblo-e8d99d06e54b

Podríamos decir que estamos ante un acontecimiento inédito para Colombia, en cuanto a poder contar con un escenario de debate democrático que permita realizar un diagnóstico de los problemas del país y luego construir como Acuerdo Nacional una Agenda de Transformaciones. Algo así como un parlamento alternativo con la participación de todos los sectores de la sociedad. Un ejercicio que contribuirá para hacer de Colombia una sociedad más justa, democrática e inclusiva.

En efecto, luego de recorrer 27 años la propuesta de Participación de la Sociedad, en su versión original como Convención Nacional, y luego de hacer un recorrido por varios países y escenarios, asomó la cabeza y el cuerpo el 3 de agosto en el evento de instalación del Comité Nacional de Participación, realizado en Bogotá. Se vio el colorido de pieles y culturas, de rostros concretos de la Colombia real y profunda. También se sintió la ausencia de los miles que no pudieron llegar por falta de espacio. Esa es la Colombia que jamás podrá caber en los espacios cerrados y en la antidemocracia.

Se empezaron a escuchar las primeras ideas de manera sintética o resumida. Lo que el ELN tenía que decir fue expresado de manera concreta por el Comandante Pablo Beltrán. La verdadera voz está por escucharse y es lo que vendrá luego del diseño. Otras cosas salieron en las palabras de cierre que hizo el presidente Petro, que bien valdría mencionar.

Entre las cosas que se le escucharon hubo una muy especial. Al hacer referencia a la consigna del Ejército de Liberación Nacional de: «¡Ni un paso atrás… Liberación o Muerte!» dijo que estuvo de moda en la década de los sesenta, pero ya no tenía vigencia. Ahora no podía decirse: «Vencer o morir», sino: «Vencer o vivir».

Vale recordar que en la década de los setenta sí había una guerrilla en Colombia que decía «Vencer o París». A lo mejor entendían que la vida debía ser otra cosa o se tenían otras expectativas.

Para quienes hemos sido dirigentes sociales o dirigentes guerrilleros, por encima de todo está la vida. No sólo nuestra vida personal, sino la de las comunidades, la de la gente olvidada. Y es por esas vidas que estamos dispuestos a morir luchando. Claro que no es por defender esa vida miserable y de muerte que el pueblo padece, sino para ayudar a crear otra vida distinta, humana y digna. También tenemos claro que en la lucha que realizamos es prioridad mantenernos vivos para lograr cumplir la misión. Así nos lo enseñaron y lo seguimos inculcando.

Vida y muerte; al final es una sola y única la existencia o el paso por este mundo, si se sabe vivir para defender la vida colectiva. Pero cambiar una consiga para claudicar o disfrazarla es otra cosa. Debemos recordar que las negociaciones pasadas dejaron dudas en la gente, sobre todo en los luchadores, pues muchos aflojaron en la lucha. Unos fueron francos y otros disfrazaron sus flaquezas con un cariz político. Sin duda que cada guerrilla que se desmoviliza constituye una muestra de debilitamiento y genera incertidumbre para el pueblo, para los desposeídos. Desde luego que pueden haber análisis políticos sobre las razones del alzamiento armado, de su vigencia o no, pero también el pueblo recurre a él haciendo un derroche de valor, y en eso también sabemos que a algunos les faltó.

En varios momentos de la historia de Colombia y del mundo se dijo que la realidad había cambiado y que la lucha tendría que ser de otra manera. Así se justificaron desmovilizaciones y flaquezas, pero el país siguió sin cambiar. Dichas organizaciones se negaron a transformarse para seguir luchando y prácticamente claudicaron. Ahora se nos quiere hacer ver como si tuviésemos un pensamiento anquilosado y negado al cambio.

Pero es todo lo contrario. El ELN ha cambiado a lo largo de su historia y por eso se ha mantenido y ha llegado hasta aquí; con una propuesta de reconstruir la nación sobre la base de la participación de la sociedad en la nueva visión de los cambios y en su materialización. Las modificaciones del ELN, sus transformaciones internas recorrieron varios campos: políticos, militares, orgánicos, culturales y filosóficos. No son desconocidas, desde hace décadas, las causas ambientales, de género, energéticas, del decrecimiento y la austeridad en el uso de los recursos para que las futuras generaciones puedan existir. La necesidad de un mundo distinto, más horizontal, donde exista otro orden de cosas para poder enfrentar la crisis civilizatoria que amenaza la existencia de la humanidad, la vida y el planeta mismo. La principal y más grande transformación del ELN ha sido colocar a la sociedad, a sus gentes, en el centro de sus preocupaciones. También dejar de creerse el relato de que tener un pensamiento de izquierda te convierte en el centro del mundo. Hoy construimos más esperanza junto con los demás. Confiamos y nos apoyamos en el poder del pensamiento y la fuerza colectiva.

No es que no estemos interesados por la transición energética y otros temas de la agenda mundial, sino que ahora lo primero es poner en orden nuestra casa: Colombia.

Llegar hasta este evento no es una casualidad, tampoco ha sido fácil. Hoy se ve como algo histórico. Por eso podríamos preguntarnos por qué no llegamos a este punto antes. Nos habríamos ahorrado tiempo y vidas, pero había otras formas de ver la paz y de abordar la crisis del país que nos llevó al alzamiento armado.

A este evento la gente no asistió a escuchar o echarse discursos. Vino solamente a señalar un camino, a juntarse con otros para que la misma sociedad lo diseñe y lo construya.

Tampoco este evento es para servir de plataforma electoral de nadie. El único fin es buscar un cambio de Colombia para el bienestar y la felicidad de todos. Haciendo de ella una sociedad más justa, equitativa y democrática.

Algunas de las personas que estuvieron en el evento, en otros momentos, han expresado que el ELN se extravió del ideario y del espíritu de Camilo Torres Restrepo. La contundencia de este acontecimiento demuestra lo contrario. Camilo estaría feliz viendo cómo la sociedad, con su participación, diagnosticará los problemas del país. Y luego construirá, con base a un Acuerdo Nacional, una Agenda de Cambios para Colombia.

Si en Colombia existiese una democracia donde el parlamento se interesara por la sociedad, ya esto se habría resuelto. Tampoco en la constituyente del 91 se abordaron las problemáticas de fondo. Por eso podríamos decir que este proceso es con la participación de todos los sectores de la sociedad en múltiples escenarios y por una agenda de interés nacional y social. Estamos ante un Parlamento Alternativo que supera el simple parlamentarismo, para hacer del ejercicio del diálogo y la toma de decisiones la esencia de la democracia.

Tomando como base las palabras del presidente, se abre un debate de fondo. Nada ganaría la sociedad construyendo soluciones sin llevarlas a la práctica, edificando un Acuerdo Nacional para ser presentado al Congreso. Todos los parlamentarios deberían ir a enterarse de los problemas reales de Colombia, junto al pueblo que los padece.


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