A un año de la muerte de Juan Valdés Paz
Por Nestor Napal
El próximo 26 de octubre se cumple un año del fallecimiento del amigo, y Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2014, Juan Valdés Paz. Sirva la publicación de este trabajo como uno de los homenajes a quien, en sus últimos años de vida, estuvo especialmente cerca de nuestra revista.
Pasó un año ya y su vozarrón no se ha ido. Yo, como tantas y tantos dentro y fuera de Cuba, disfruté la calidad humana e intelectual de Juan durante muchos años. Hoy elijo para recordarlo un día de septiembre del año pasado, apenas un mes antes del inesperado final. Le había enviado algunos comentarios sobre un excelente artículo suyo publicado unas semanas antes, que sus entrevistadores titularon «Del socialismo de Estado a la república socialista». A sus ochenta y tres bien cumplidos, Juan atendía con igual dedicación y rigor de maestro los borradores que le enviaban prestigiosos intelectuales antes de publicarlos, las consultas de estudiantes universitarios y las reflexiones de amigos. Rápidamente grabó la respuesta a mi mensaje, extendiéndose por supuesto hacia otros temas de Cuba, con el humor y el rigor habituales. Grabó con sus notas previas en la mano: «déjame ver si entiendo lo que puse aquí». Anunció al inicio que sería breve, pero fueron ocho audios consecutivos. Ahora los escucho otra vez. Habla en una madrugada habanera en su casa de La Víbora, durante 95 minutos, con el dedo apretado todo el tiempo en el micrófono del teléfono: «espérate, que estoy luchando con la bolita esta que se me va debajo del dedo». Habla con el trasfondo del sonido de la lluvia y, a veces, la voz lejana de su inseparable Daysi.
Juan sostuvo en todas las circunstancias su mirada crítica sin abandonar el campo de la revolución.
Transcribo algunos de los comentarios que me envió ese día:
«Si uso un tono que puede sonar académico es porque me propongo tratar los temas con una perspectiva más seria, no como simples opiniones, sino con referencias a conocimientos establecidos, convencionalmente aceptados. El tono académico me exige también usar los conceptos con cierta precisión, con cierto rigor, no usar metáforas, evitar ditirambos.
El concepto de republicanismo socialista lo recogí yo de un grupo de marxistas de Barcelona. Lo recogí buscando respuesta a la pregunta de qué socialismo queremos, sabiendo que no es el socialismo real que vimos en el viejo campo socialista. El republicanismo liberal existente en Cuba antes de 1959 tenía algo de jacobino, incorporaba el tema de la igualdad. En el último capítulo de mi libro La evolución del poder en la Revolución cubana me comprometo con la filiación socialista republicana.»
Sobre la importancia de la constitución y el ordenamiento jurídico como fuente de legitimidad:
«La revolución cubana siempre dio gran importancia al ordenamiento constitucional. Por eso ha habido varias reformas constitucionales. El respeto por el orden jurídico ha sido una fuente de legitimidad de la revolución. Eso se ha desvirtuado en la práctica porque no ha funcionado plenamente un Estado de derecho, entendido como un Estado en que todos los actores institucionales o personales se subordinan a la ley, y la ley es producida por un órgano representativo. El poder se ha ejercido en muchos casos de manera discrecional. La nueva constitución, que fue ajustada y aprobada de forma muy participativa, define a Cuba como un Estado socialista de derecho; por eso es importante recogerla como un instrumento clave, también para el tratamiento político del escenario actual. En mi libro planteo que algunas fuentes de legitimidad históricas del proceso revolucionario han perdido potencia, y destaco como fuentes vigentes la legitimidad jurídica y la legitimidad democrática.»
Su insistencia sobre la centralidad de las reformas:
«Todo lo anterior sirve, claro, si se alcanza un mínimo de bienestar económico, si se cubren las seguridades básicas. Los 90´s enseñan que la población resiste los periodos de crisis si ve algunas señales concretas de recuperación y si existe un discurso político que la estimule suficientemente para llegar a la otra orilla. De ahí la importancia de la implementación del programa de reformas. Expresiones como revolución en la revolución no tienen sentido, la revolución en la revolución es la contrarrevolución. Para resolver su viabilidad socioeconómica y política en circunstancias cambiantes, los procesos revolucionarios tienen que hacer reformas. En las experiencias socialistas que han pervivido, quienes han hecho reformas estructurales son China y Vietnam. En nuestro caso la cultura política predominante no ha sido reformista, las reformas han sido vistas más bien como debilidades, concesiones, exposiciones que aprovechará el enemigo, bla, bla, bla… — como le gustaba repetir a Juan — . Por supuesto, existen siempre factores externos, en nuestro caso, en primer lugar, la agresividad extrema de Estados Unidos; pero la viabilidad del proyecto revolucionario requiere poder desarrollarse en medio de esas condiciones.
Algo que hago siempre que puedo, provocadoramente, es combatir el discurso de la excepcionalidad cubana. Argumento que Cuba ha sido un caso más del socialismo real, con su negación de las relaciones mercantiles y su resistencia a las reformas. La razón para que en Cuba avanzaran posiciones reformistas fue la crisis de los noventa. Nos hemos movido de crisis en crisis. Ojalá no tuviéramos que recorrer ahora un camino primario, el de recrear un mercado que tuvimos hace muchos años y fue liquidado. En varios casos de la experiencia del socialismo real ocurrió eso: se cerraron espacios que finalmente hubo que abrir de nuevo. En las reformas al modelo económico tenemos que volver a incorporar esos componentes que clausuramos en el pasado, como el papel del sector privado y de las relaciones mercantiles. Pero hay otro segmento de las reformas que no implican regresar a lo anterior, que son más complejos: por ejemplo, el tratamiento de la inversión extranjera, la autonomía de las empresas estatales, la descentralización; aquí hay menos experiencia, está todo el debate sobre los aspectos positivos y negativos de las reformas china y vietnamita. Frente a las distintas posiciones sobre lo nuevo que hay que reformar, y las habituales sospechas ante las voces críticas, lo que se hace viable es implementar lo que ya está aprobado, lo que ya no debiera ser objeto de debate: los Lineamientos del 2011 y sus correcciones en los congresos posteriores del partido, también la Conceptualización, que dibuja un modelo de socialismo. Y la nueva constitución y todas las leyes complementarias que están pendientes. Esta es la base del consenso ya alcanzado, que aún no se ha implementado plenamente.»
Juan abundó también en ese día sobre el impacto de la pandemia del coronavirus, sobre la arqueología de la llamada oposición, sobre las estrategias enemigas para destruir el proceso revolucionario cubano. Cierro estas citas con otro de sus énfasis recurrentes, la dimensión cultural de los cambios: «Todo lo que hagamos requiere promover una nueva cultura: si no creamos una nueva cultura jurídica no servirá la nueva constitución, sin una nueva cultura económica no seremos eficientes, sin una nueva cultura civil nunca nos entenderemos».
Te extrañamos, Juan. Qué grande el hueco que nos dejaste. Aún es difícil acostumbrarse a que ya no están ahí tus comentarios agudos, tus ironías en voz alta, bien alta. Fuiste un verdadero maestro para todo aquel que se acercó con preguntas. Promoviste en todos la lectura, la reflexión rigurosa, el pensamiento propio. Fuiste un erudito, por conocer mucho y por siempre querer aprender, siempre estudiar para entender mejor. Un erudito cercano, sin arrogancia alguna. A pesar de los malos momentos que sufriste nunca extraviaste el camino, la mirada crítica ni la lealtad al proyecto revolucionario cubano. A la juventud de esta Cuba de hoy, tan llena de preguntas, le haces falta también. Para muchos jóvenes sigues siendo una guía, continuarán buscando respuestas en tus libros, en tus entrevistas. No es exageración, Juan, no te rías.
¡Muchas gracias por tu lectura! Puedes encontrar nuestros contenidos en nuestro sitio en Medium: https://medium.com/@latizzadecuba.
También, en nuestras cuentas de Facebook (@latizzadecuba) y nuestro canal de Telegram (@latizadecuba).
Siéntete libre de compartir nuestras publicaciones. ¡Reenvíalas a tus conocid@s!
Para suscribirte al boletín electrónico, pincha aquí en este link: https://boletindelatizza.substack.com/p/coming-soon?r=qrotg&utm_campaign=post&utm_medium=email&utm_source=copy
Para dejar de recibir el boletín, envía un correo con el asunto “Abandonar Suscripción” al correo: latizzadecubaboletin@gmail.com
Si te interesa colaborar, contáctanos por cualquiera de estas vías o escríbenos al correo latizadecuba@gmail.com
Deja un comentario