Entrevista con Mario Mariano
Por La Tizza
Mario Mariano es profesor universitario en Brasil, militante del Partido Comunista Brasileño (PCB) y miembro de la dirección del Sindicato de profesores de la enseñanza superior (ANDE SN).
La Tizza: Los últimos resultados electorales en Brasil dieron la victoria a Lula da Silva; pero, al mismo tiempo, evidenciaron la fuerza que mantiene el bolsonarismo. ¿Eran previsibles las recientes acciones ejecutadas por los seguidores de Jair Bolsonaro?
Mario Mariano: Bolsonaro y las fuerzas del capital que apoyaron su elección y su gobierno tenían como agenda constante la amenaza de un golpe de Estado. Recordemos que en la votación por el impeachment a la expresidenta Dilma Roussef, el entonces diputado Jair Messias Bolsonaro dedicó su voto en contra de Dilma, homenajeando a una conocida torturadora de la dictadura militar-empresarial iniciada en 1964.
Los simpatizantes de extrema derecha del expresidente eran constantemente vistos manifestándose en las calles y en las redes sociales, levantando pancartas y banderas a favor de la dictadura de 1964, alentando la intervención militar, ya sea a través de las Fuerzas Armadas de Brasil o de los Estados Unidos.
Hay mucha información disponible en las redes sobre cómo este movimiento de extrema derecha brasileña mantuvo la agenda de un golpe de Estado. En los últimos meses, este movimiento ha organizado, en todo Brasil, campamentos frente a los cuarteles generales mantenidos con dinero de empresarios. Han funcionado como instrumentos de organización y formación, alimentando la necesidad de actuar diariamente para evitar el «retorno del comunismo», la elección de Lula, etcétera.
Cabe destacar en esta pregunta el papel que jugaron miembros de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Bolsonaro y también, en muchos casos, en la organización del movimiento de extrema derecha en Brasil.
Recordemos que el general Heleno, el general Santos Cruz, el general Braga Netto, todos altos funcionarios del gobierno de Bolsonaro, desempeñaron un rol central en la Ocupación de Haití por la MINUSTAH, dejando una estela de destrucción y represión en ese país. Estos militares, de conjunto con entidades como el Club Militar, que agrupa a miembros — mayoritariamente de la reserva — de las Fuerzas Armadas, siempre mantuvieron un discurso en defensa del período dictatorial, «que habría salvado a Brasil del comunismo». Sabemos que la dictadura militar-empresarial iniciada en 1964 profundizó y consolidó el capitalismo brasileño en la lógica imperialista, al mismo tiempo que actuó para desbaratar los instrumentos de lucha de la clase obrera con la persecución y asesinato de militantes sindicales y populares, como fue el caso de los miembros del Partido Comunista Brasileño.
Un brazo importante de este movimiento actual fueron también los clubes de tiro y coleccionistas de armas que crecieron mucho durante el gobierno de Bolsonaro, con incentivos en la forma de decretos y otras normas que facilitaron la adquisición de armas y municiones.
Entonces, ahí tenemos un conjunto de elementos que fortalecieron la vía golpista y que terminaron de materializarse en Brasilia, el 8 de enero de 2023 y ya se habían vivido en las acciones del 12 de diciembre de 2022, protagonizadas por la extrema derecha, como el intento de invadir el edificio de la Policía Federal, la quema de autos y autobuses.
¿Cómo se explica que el bolsonarismo logre semejante calado en ámbitos que pudieran considerarse populares y humildes?
Creo que una de las características de la profundización de los intereses del capital durante el gobierno de Bolsonaro fue la diseminación ideológica de los intereses burgueses en el conjunto de la población brasileña. Esto alcanzó también a la clase obrera.
El ataque a los servicios públicos y a los funcionarios, la defensa de la iniciativa privada, la difusión de la ideología del emprendedurismo neoliberal, el reforzamiento de la agenda anticomunista, la criminalización de los movimientos sociales, la jactancia de los militares, la valoración de los cargos de empresarios, todos esos fueron elementos permanentes de la política burguesa durante el último período.
No se debe olvidar que el gobierno de Bolsonaro y el bolsonarismo tenían aliados en los principales medios de comunicación y en todos los sectores burgueses.
Sabemos que la reproducción de la sociabilidad capitalista depende de la relación recíproca entre el carácter objetivo y subjetivo de este proceso. En ese sentido, la hegemonía burguesa aplicó todos sus instrumentos, ya sea de consenso y/o de coerción, para lograr el mantenimiento de los intereses capitalistas en Brasil. En ese sentido, este proyecto tuvo al bolsonarismo como uno de sus pilares, organizando, financiando y promoviendo una agenda constante de defensa de los valores e intereses de la burguesía. Recordemos que esto se hizo utilizando un arsenal de herramientas de redes sociales, muchas de ellas financiadas por empresarios y por el propio gobierno de extrema derecha, con bombardeos diarios de noticias falsas, uso de cuentas falsas y robots de internet.
En ese sentido, las iglesias evangélicas, en particular, vinculadas a las denominaciones neopentecostales en Brasil, también actuaron en esta difusión de la agenda de la extrema derecha. Varios reportajes en Brasil denunciaron cómo pastores de iglesias evangélicas en la periferia de ciudades de todo el país presionaron a sus fieles para que votaran por Bolsonaro. También organizaron maquinarias electorales contra candidatos de izquierda. A este mecanismo asentado en las iglesias se le conoce como «bancada de la Biblia en el parlamento», una especie de mercado de la fe que incluso tenía pastores involucrados en acusaciones de delitos, vinculados al Ministerio de Educación de Bolsonaro.
https://medium.com/la-tiza/el-fundamentalismo-religioso-en-cuba-8f7daa3f052a
Ciertamente, todo este proceso estuvo permeado de contradicciones inspiradas en las disputas entre fracciones de la burguesía, y en las propias luchas de la clase obrera. Fue un período de muchas movilizaciones, huelgas y paros en Brasil.
Debemos recordar que
la derrota de Bolsonaro en las urnas fue el resultado de una fuerte movilización popular, que llevó a la mayoría de la clase trabajadora, mujeres, negros, pueblos originarios, población LGBTQIA+, a votar por Lula y participar en este proceso, especialmente en la segunda ronda.
¿Qué alternativas se le presentan al Gobierno de Lula que, a pesar de realizar importantes concesiones a sectores políticos «de centro», se enfrenta desde sus primeros días a acciones «de calle» realizadas por la oposición?
Como sabemos, el nuevo gobierno de Lula, desde el período electoral, tiene en su composición elementos vinculados a intereses burgueses, con partidos y entidades incluso de derecha, como el partido União Brasil. En ese sentido, se rearticula una perspectiva de conciliación de clases como propuesta del nuevo gobierno, que en la práctica, por ejemplo, significa la acomodación en el área de Educación de personas vinculadas al movimiento empresarial denominado «Todos pela Educação», que en Brasil se ha articulado cada vez más en torno a agendas vinculadas a la privatización de la gestión escolar. El Sindicato Nacional de Profesores de Instituciones de Educación Superior de Brasil (ANDES SN), del cual soy miembro, ha demandado al nuevo gobierno la revocación de varias medidas privatizadoras y, al mismo tiempo, evalúa negativamente el poder que han mantenido los sectores empresariales en los distintos gobiernos, incluido ahora en el nuevo gobierno de Lula.
El vicepresidente Geraldo Alckimin, por ejemplo, estará a cargo del Ministerio de Industria. Esta es una figura política vinculada a empresarios del campo y de la ciudad, ex-miembro del Partido Social-Demócrata de Brasil al mando de la política en uno de los estados más ricos del país, São Paulo.
En ese sentido,
no queda otra alternativa para las organizaciones de lucha obrera, el movimiento negro, los pueblos originarios, el movimiento sindical y demás sectores del campo popular, que luchar contra cualquier medida que atente contra los derechos de la clase trabajadora.
La experiencia de la pandemia ha mostrado la necesidad de defender y ampliar nuestro Sistema Único de Salud, por ejemplo. Cualquier medida de privatización en este ámbito significa un ataque directo a quienes dependen de un sistema de salud público, gratuito y de calidad, es decir, un ataque a la vida de los trabajadores, las mujeres, los hombres y mujeres negros, la población rural, etcétera.
Al mismo tiempo, el bolsonarismo que queda tras la elección de Lula da señales de que mantendrá su agenda golpista y, en ese sentido, necesitamos ampliar la organización de las masas trabajadoras para defender las libertades democráticas frente a cualquier intento de golpe por parte de la extrema derecha. Sabemos que cualquier retorno a la lógica del poder de la extrema derecha y de los movimientos neofascistas será un revés para la clase obrera en su lucha por defender derechos, o por avanzar un proyecto de sociedad socialista.
¿Estos acontecimientos pueden contribuir a que el Gobierno se corra hacia la izquierda radical o hacia un conservadurismo «conciliador»?
No hay señales de que el nuevo Gobierno Lula pueda tomar posiciones «más radicales hacia la izquierda», en vista de los compromisos, composición y programa presentados hasta ahora.
Lo que existe actualmente es la presión de varios movimientos populares para que el gobierno cumpla lineamientos históricos que se refieren al tema de condiciones de vida, vivienda, salud, educación, agenda antirracista, derechos de los pueblos indígenas, mujeres, entre otros temas.
Sabemos que estas demandas solo pueden presionar al nuevo gobierno basadas en una agenda de lucha que cuente con el más amplio apoyo de la población, y en ese sentido, el fortalecimiento de las organizaciones de lucha en Brasil es fundamental.
ANDES SN ya presentó una serie de demandas al nuevo gobierno y al nuevo ministro de Educación. Exigimos la anulación de la Enmienda Constitucional 95 aprobada por el gobierno golpista de Michel Temer, que congeló el gasto en salud, educación y otras áreas sociales durante 20 años. Demandamos la anulación de Reformas Previsionales que fortalecieron una perspectiva de lógica privatista, por ejemplo, para las pensiones de los servidores públicos. También la anulación de leyes privatizadoras en el área de Ciencia y Tecnología, como la Ley N° 13.243/2016. Hay muchas agendas que exigirán movilización y lucha.
Sin esa presión, sabemos que del otro lado los intereses burgueses seguirán actuando con el apoyo, por ejemplo, de los grandes medios de comunicación para que el nuevo gobierno sea sensible al mercado y sus intereses, que incluyen, por ejemplo, mantener la llamada «responsabilidad fiscal», en la práctica, el compromiso con el mercado financiero y la deuda bancaria.
¿Qué reacción ha tenido la movilización bolsonarista en los diferentes sectores de la izquierda brasilera y movimientos sociales? ¿Cómo se movilizan? ¿A qué apuestan? ¿Cómo es el caso específico del PCB?
En un encuentro con más de 100 organizaciones de movimientos sindicales y populares, el pasado 10 de enero de 2023, se mantuvo la valoración de la necesidad de ampliar la lucha contra los intentos de golpe de la extrema derecha. Ya hay noticias de que los grupos bolsonaristas avanzan hacia nuevos actos golpistas.
El Partido Comunista Brasileño ha orientado mantener un diálogo permanente entre las entidades de lucha, los partidos de izquierda y el campo progresista para articular acciones contra las agitaciones golpistas, exigiendo la detención de todos los involucrados, financiadores y articuladores del golpe. El PCB también ha propuesto la organización de plenos en los estados, para que la organización de la clase obrera en defensa de las libertades democráticas se pueda ampliar en todo el territorio nacional.
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Al mismo tiempo,
el PCB ha afirmado que «la crisis brasileña no se resolverá con medidas paliativas o conciliación de clases», ya que este proceso está conectado a la «crisis orgánica del capitalismo brasileño, que se expresa en la actual crisis económica, social y política».
El movimiento sindical tiene la tarea de contribuir al proceso de reorganización de la clase obrera en Brasil. ANDES SN ha venido trabajando en esta dirección, ya que hay un fuerte proceso de fragmentación y sabemos que es fundamental avanzar en unidad para, por un lado, derrotar a los movimientos golpistas de extrema derecha y, al mismo tiempo, organizar la lucha para promover los intereses de los trabajadores y trabajadoras en el contexto de un gobierno de conciliación de clases.
Ciertamente, cualquier avance que podamos lograr durante el nuevo gobierno significará un alivio para la vida del pueblo trabajador en Brasil, que ha sufrido la muerte de más de 700.000 personas durante la pandemia. Sin embargo,
sabemos cuál es el proyecto del capital para la periferia del capitalismo, que aún en los llamados períodos más democráticos, avanza en la privatización de los servicios públicos, la destrucción del medio ambiente y la persecución de luchadores y luchadoras.
En ese sentido, la posición del PCB es que «en esta coyuntura, los comunistas deben hacer todos sus esfuerzos con miras a reorganizar el movimiento obrero, popular y juvenil, intensificando el trabajo de base con los trabajadores, en alianza con otras organizaciones de izquierda». Desde la perspectiva de construir un frente social y político clasista que reúna a todos los movimientos sociales, populares y juveniles que estén dispuestos a disputar el destino de la nueva situación brasileña en las calles y en los lugares de trabajo.
¿Aprendió Lula de los errores de los tres y medio gobiernos del PT? ¿Qué evidencias hay en uno u otro sentido?
En lugar de pensar en errores, podemos pensar en contradicciones inherentes al proyecto de conciliación encabezado por los gobiernos del PT. A ver, el golpe de Estado contra la expresidenta Dilma, así como la detención ilegal de Lula, contó con un amplio apoyo de la burguesía. Entre ellos, por ejemplo, se encontraban empresarios vinculados a la educación privada que incrementaron su fortaleza económica, precisamente durante los gobiernos del PT, a través de programas que financiaron, por ejemplo, la educación superior privada con una fuerte presencia de la educación a distancia.
Es en ese sentido que hemos afirmado que la solución a los problemas que vive la mayoría de la población brasileña solo puede ser resuelta integralmente a través del avance de un proyecto de construcción del socialismo y del poder popular, fortaleciendo los intereses de los trabajadores, mujeres, pueblos indígenas, negros y negras, personas LGBTQIA+ que, en ese sentido, son intereses que chocan con el proyecto del capital en nuestro país, en nuestra América Latina y en el mundo.
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