Planificación, descentralización y mercado: una fórmula necesaria en el socialismo

Entrevista a Carlos Pérez Soto (II) por Carlos Lage Codorniu

Moisés Finalé «La salida» (Díptico), 2016

De la serie: «Transición socialista, planificación y mercados»

Vea aquí las entregas anteriores de la serie y de esta entrevista:

https://medium.com/la-tiza/socialismo-con-mercados-subordinar-el-mercado-a-un-proyecto-social-de-reproducci%C3%B3n-ampliada-de-la-91232374586fhttps://medium.com/la-tiza/socialismo-con-mercados-subordinar-el-mercado-a-un-proyecto-social-de-reproducci%C3%B3n-ampliada-de-la-91232374586f


Desde La Tizza seguimos conversando con el Doctor en Ciencias Económicas Carlos Pérez Soto, profesor auxiliar de la Universidad de La Habana, poseedor de una amplia y diversa experiencia como funcionario del gobierno cubano y quien actualmente se desempeña como trabajador por cuenta propia.

En esta segunda entrega, conversamos sobre un tema medular para el desarrollo en Cuba, como país pequeño, bloqueado, subdesarrollado y que se plantea la transición socialista: la planificación.


Carlos Lage Codorníu (CLC): Carlos, la planificación es considerada como uno de los elementos distintivos de los procesos de transición socialista. Por ello, con mucha frecuencia es parte del discurso político, de la proyección de los medios de comunicación y del debate académico y público en general. Sin embargo, ¿entendemos todos lo mismo cuando hablamos de planificación?

Carlos Pérez Soto (CPS): En nuestro país, por muchos años, ha prevalecido una interpretación inadecuada del significado y alcance de los conceptos referidos a la planificación, la centralización y el mercado, sobre todo en lo concerniente a sus interrelaciones e integralidad funcional en el entorno económico y social socialista. Hay que reconocer que estas interpretaciones, y el debate que generan, no son exclusivos de la Isla y han estado presentes, con matices muy diversos, desde mucho antes en otras latitudes.

En Cuba, estas interpretaciones, fundamentadas en enfoques diversos, se han manifestado con mucha fuerza en el plano subjetivo y también en el objetivo, es decir, en la discusión teórica sobre el adecuado diseño del modelo económico, así como en su implementación y operatoria.

En la última década, los debates enfocados en encontrar las vías para la actualización del modelo económico y social, y los consensos que sirvieron de base para la elaboración de los documentos rectores, representaron un avance significativo en el tratamiento de estos temas.

Sin embargo, todavía quedan lagunas en lo subjetivo y la implementación concreta de las ideas no cuaja.

También, podemos encontrar algunas posiciones que se aferran a obviar lo consensuado de forma directa o indirecta, y se aprovechan, de modo oportunista, de los pocos avances logrados en su implementación.

La cercanía del VIII Congreso del PCC y del proceso de rendición de cuentas y reflexión colectiva asociado al mismo, en medio de la compleja situación que enfrentamos, potencian y actualizan el debate sobre estos temas.

Una de las causas fundamentales que generan confusión en la comprensión e implementación de la planificación está asociada al sobredimensionamiento y casi absolutización del papel de esta dentro del sistema de dirección económico y social implementado en nuestro país, lo que debilita el carácter sistémico que debe fundamentar su enfoque y la interrelación multidireccional que debe existir entre cada uno de sus componentes.

Como se sabe, el sistema de dirección está compuesto por la planificación, la regulación, la gestión y el control.

En gran medida, el alcance y la efectividad de la planificación están determinados por el desarrollo cualitativo y efectividad práctica de los demás.

Todos tienen que apuntar hacia la misma dirección y evolucionar en su diseño y en su implementación de manera coherente y armónica en función de los objetivos planteados. No puede obviarse la conexión recíproca que existe entre cada uno de los componentes.

La relación entre estos no es de subordinación sino de complementación, donde las disparidades generan incoherencias cualitativas.

Todos interactúan entre sí, y la funcionalidad particular de cada uno de ellos depende de la funcionalidad de los demás.

La planificación, por su naturaleza, no tiene capacidad de sustituir el papel de los otros. No reconocer lo anterior debilita la efectividad del sistema de dirección económico y social en su conjunto, propiciando fallas que han sido asociadas indebidamente al proceso de planificación. Así, el empeño de rectificarlas no siempre resulta exitoso, entre otras razones, por haberse dirigido hacia el lugar equivocado, generando un círculo vicioso difícil de romper.

CLC: Existe entonces, a tu juicio, una separación entre definición de metas para el crecimiento y el desarrollo (planificación) y la regulación, gestión y control de los procesos económicos. ¿Qué distorsiones puede generar o ha generado no comprender esta diferencia o asumir como «planificación» lo segundo?

CPS: Entre las distorsiones más significativas propiciadas por la absolutización de la planificación dentro del sistema de dirección, puede mencionarse la de atribuirle de manera exagerada, o más bien, reducir sus funciones a la de asignar recursos en el corto plazo. Esto no debe confundirse con la necesidad de balancear y buscar equilibrios entre la disponibilidad y demanda de los recursos fundamentales o estratégicos.

En la asignación de los recursos juega un papel determinante el desarrollo y diseño de los otros componentes del sistema de dirección.

Por ejemplo, la inexistencia de un mercado de divisas para el sector empresarial y la no convertibilidad del peso cubano, refuerzan la función distributiva al detalle y la forma vertical que debe asumir la planificación en esa área. En este caso, la planificación es consecuencia de las decisiones adoptadas en el campo de la regulación, gestión y control. Cualquier modificación que se pretenda realizar en el enfoque de planificación en esta área, debe partir de cambios en el resto de los componentes del sistema de dirección.

Debe reconocerse que la planificación, por su naturaleza, adolece de mecanismos que permitan ejercer una conducción efectiva de la actividad económica en tiempo real. Para ello se requiere estructurar un sistema de políticas públicas, efectivo e integrado, y crear las condiciones desde el punto de vista institucional y del entorno económico, que posibiliten potenciar sus capacidades de influir y movilizar de manera directa e indirecta la actuación de los agentes económicos, en correspondencia con la evolución real de la coyuntura y los objetivos deseados.

La ausencia de estos elementos induce a la utilización excesiva de la discrecionalidad y al predominio de un ambiente donde prevalecen las decisiones administrativas, creándose el espacio para la implementación de los procesos conocidos como ajustes del plan, sobre todo, en el ejercicio anual de la planificación. En lo fundamental, por su marcada verticalidad, estos procesos propician conductas inerciales que conspiran en contra de la acción creativa y proactiva de los agentes económicos y, en muchas ocasiones, afectan la integralidad y armonía impregnadas en el plan original.

En otras palabras, se apela en nombre de la planificación a un contrasentido de la misma.

CLC: Con frecuencia se hace alusión a la planificación como un atributo único de las experiencias de transición socialista. ¿Cuán desarrollada es la planificación en la experiencia internacional?

CPS: No debe identificarse el término «planificación» — genérico — con socialismo.

La planificación, de una u otra manera, está presente en la mayoría de los diseños de modelos económicos y sistemas de dirección contemporáneos. Esta no solo existe en el socialismo, como tampoco el mercado le es exclusivo al capitalismo.

En sentido amplio, planificar es la posibilidad de contrastar alternativas, establecer estrategias y el conjunto de metas y objetivos que las hacen medibles para su evaluación sistemática, dirigidas a influir en la trayectoria de corto, mediano y largo plazo de los eventos. Es decir, consiste en un ejercicio consciente y racional de toma de decisiones anticipadas, con pensamiento de futuro dirigido a trasformar el estado actual a partir de propiciar un cambio tendencial de los acontecimientos para alcanzar el estado deseado, reduciendo en lo posible el nivel de espontaneidad e improvisación. Se concreta en una guía de acción o plan, que debe distinguirse por su perfectibilidad y flexibilidad en correspondencia con el desarrollo y evolución de los acontecimientos.

No se trata de predecir el futuro, sino de posicionarse lo mejor posible para tener éxito en una serie de escenarios probables, lo que significa tener comprensión de estos y estar preparados para enfrentar los posibles cambios. En tal sentido, Winston Churchill consideraba que los planes eran de relativa importancia, pero la planificación era esencial.

La posibilidad de planificar surge a partir de los avances logrados en las ciencias sociales, y el desarrollo de su potencialidad depende en gran medida de la profundización de estos estudios y la capacidad de innovación que tengamos para incorporar sus resultados a los procesos de dirección a todos los niveles y planos de la vida social.

La planificación exige un profundo conocimiento y dominio de las leyes que rigen o influyen en los procesos económicos y sociales; muchas de ellas de carácter objetivo y con expresión universal, independientemente de la filiación política o ideológica que se comparta. Planificar sin tomarlas en cuenta se traduce en voluntarismo político, falta de integralidad y de sostenibilidad. Esto de ninguna manera pone en duda la esencia política e ideológica que distingue al ejercicio de la planificación.

En línea con lo anterior, considero que la frase planificación teniendo en cuenta el mercado, que mucho se usa en estos tiempos en nuestro país, evidencia falta de compresión del significado y alcance de la planificación; conocer y dominar el mercado es parte esencial de la planificación.

Otras funciones que tradicionalmente se le han asignado a la planificación, como la ejecución e implementación de la estrategia, y el seguimiento y control de los resultados — en Cuba llamadas fases de ejecución y control — , a mi juicio dependen mucho más del resto de los componentes del sistema de dirección: regulación, gestión y control.

CLC: Has dicho en otras ocasiones que las mismas herramientas se pueden utilizar con diferentes objetivos. ¿Cuánto podemos aprender de la experiencia internacional en términos de planificación, pero también de regulación, gestión y control?

CPS: El conocimiento profundo de las experiencias internacionales y el intercambio directo y abierto con especialistas extranjeros representantes de diversas escuelas teóricas y alternativas de modelos económicos es fundamental.

No obstante, los funcionarios y especialistas cubanos deben tener una sólida preparación teórica, un profundo conocimiento de nuestra realidad práctica, una sincera convicción, no dogmática, y un total compromiso con lo que queremos hacer en nuestro país. La comunicación no puede ser en un solo sentido, es conveniente que los especialistas extranjeros conozcan o estén familiarizados con nuestras realidades; en ello los interlocutores cubanos tienen gran responsabilidad.

Se trata de poder analizar, reflexionar, contrastar, intercambiar y asimilar racionalmente estas experiencias. Solo así podremos injertar en nuestra realidad al mundo y preservar nuestro tronco, como lo aconsejaba Martí. No podemos asumir en estos intercambios una actitud pasiva y mucho menos que el resultado de los mismos nos induzca a una copia mecánica; ya tuvimos esa experiencia y no fue positiva.

Debemos conocer a profundidad lo que no queremos hacer y el por qué, no como consigna, sino como conocimiento científico. En este sentido, hay que profundizar en el neoliberalismo y sus consecuencias en términos generales y particulares — por ejemplo, las causas que explican el pobre desempeño de las economías desarrolladas en el enfrentamiento de la pandemia, o como se explica que el 1 por ciento de la población mundial posea más riqueza que el 99 por ciento restante — ; y en los errores que condujeron al fracaso de la experiencia socialista soviética y de los países europeos.

Hay que estudiar la experiencia latinoamericana y entender qué la hace la región más desigual del planeta y cuáles son las condiciones que favorecen la subordinación de los intereses nacionales (en temas de política interna y externa, sociales, ambientales y otros), a los intereses del capital internacional. Los avances y retrocesos de los movimientos de izquierda. En particular, lo sucedido en Bolivia y Ecuador a pesar de los buenos resultados macroeconómicos.

La región asiática es muy interesante por la convivencia de diversas alternativas de desarrollo que han sido exitosas en sentido general. Debemos comprender mejor lo acontecido en China y Vietnam. El caso surcoreano es muy interesante, por un lado evidencia una experiencia de desarrollo exitoso relativamente rápida y por el otro la influencia de la geopolítica en el desarrollo.

En todos los casos es necesario detectar las experiencias positivas, aprender de ellas y estudiar las posibilidades de incorporarlas a nuestro proceso de actualización. En fin, hay mucho que estudiar y que aprender y, por supuesto, mucho más que hacer.

La orientación política e ideológica, forma y contenido del diseño y mecanismos de implementación de la planificación como componente del sistema de dirección social (lo mismo sucede con el resto de los componentes) depende en lo fundamental de los objetivos e intereses a que este responda: la globalización de la dominación imperial que promueve el unilateralismo y la competencia fundamentada en el neoliberalismo reproductor del capital y depredador; o la globalización de la solidaridad que promueve el multilateralismo y la cooperación sustentada por la economía solidaria y sostenible, enfocada en la reproducción de los valores individuales y colectivos del ser humano. Dentro de esta última podemos ubicar la alternativa de planificación socialista y el concepto de planificación centralizada.

CLC: Un lugar común en los debates sobre planificación es identificar la planificación centralizada como la fuente de todos los males. ¿Debería matizarse ese debate? ¿Existen espacios de la planificación que sí merecen ser centralizados?

CPS: Antes de responderte esta pregunta te preciso que las reflexiones que te expondré están asociados a la evolución histórica y las condiciones contemporáneas de nuestro país. Me refiero a un proceso de transicion socialista en condiciones de subdesarrollo, donde la alternativa socialista es una condición para acceder al desarrollo y no una consecuencia de este. También se fundamentan en el enfoque filosófico esbozado por el Che, quien asumía una posición que privilegiaba la acción consciente y organizada como creadora de realidades sociales.

Como ya te dije la planificación centralizada en el plano económico le es inherente a la economía socialista, donde prevalece la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción. Hay que ubicarla en la perspectiva de actuación macroeconómica, lo que facilita la comprensión del significado del término centralizada.

Su acción está dirigida a resolver cuestiones que no se visibilizan desde una perspectiva sectorial o desde la mirada de los diferentes actores económicos enfocados en la microgestión. Su misión es articular y armonizar estos intereses en función del interés de la nación. Lograr cohesión en el pensamiento y acción a todos los niveles con el propósito de alcanzar las metas consensuadas. Es una herramienta de dirección enfocada a concretar el pensar como país, y por ende fundamentada en la participación.

Debe diseñarse con el objetivo de resolver los desequilibrios estructurales e insuficiencias de la economía que impiden el desarrollo de las fuerzas productivas, a partir de la instrumentación de políticas de gobierno con enfoques sistémicos, integrales y sostenibles que respondan a una visión estratégica y consensuada a mediano y largo plazo.

La planificación centralizada y la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción son dos conceptos estrechamente interrelacionados, cobran real significado y contenido cuando se enfocan de conjunto y se desarrollan y potencian de manera armónica y coherente en términos prácticos.

Por un lado, la planificación centralizada se refiere a la capacidad de estructurar de manera consciente la estrategia de desarrollo de la sociedad, vista como tendencia, a partir de la posibilidad brindada por la propiedad social de influir directamente sobre los medios fundamentales de producción y los sectores y recursos estratégicos asociados a estos. Por el otro, el concepto de propiedad social sobre los medios fundamentales de producción cobra sentido, no cuando absolutiza, sino cuando distingue a los medios de producción portadores de la cualidad de desempeñar un rol determinante en el desarrollo económico y social de la nación.

De lo anterior se derivan tres cuestiones esenciales; la primera, los medios de producción por sí mismos no son portadores de esa cualidad, esta se define en correspondencia con el momento histórico y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas; la segunda, la viabilidad de la estrategia de desarrollo asumida depende en gran medida de la adecuada identificación de los medios fundamentales de producción, lo que estará en total correspondencia con el contexto histórico para el que se defina la mencionada estrategia; y tercera, si como principio la propiedad social se ejerce sobre aquellos medios de producción que cualitativamente son fundamentales, el resto pueden ser gestionados por otras formas de propiedad.

De esta forma, se reconoce explícitamente un entorno caracterizado por la convivencia de distintas formas de propiedad que deben ser tomadas en cuenta por la planificación centralizada y, en consecuencia, incluidas en la estrategia de desarrollo de la nación resultante.

Bajo este enfoque se concibieron las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico Social hasta el 2030 aprobadas en el VII Congreso del PCC, celebrado en abril de 2016. A propósito, el Plan en sí mismo debe concretarse lo antes posible, inicialmente su presentación fue prevista para finales de 2018. Este no debe ser asumido como la sumatoria de los diversos planes sectoriales y locales. Todo lo contrario, luego de un gran ejercicio de retroalimentación, el plan nacional debe emerger como la sombrilla bajo la cual se conciben y armonizan los planes mencionados.

CLC: Sigamos matizando la discusión. Asumes la planificación centralizada como la capacidad del Gobierno para conducir el proceso de desarrollo y la gestión de desequilibrios macroeconómicos. Sin embargo, ¿necesita la planificación centralizada operar en una economía también centralizada?

CPS: No debe confundirse la planificación socialista con la existencia de una economía totalmente estatal, y mucho menos con la gestión centralizada de la misma. Aunque el término centralizada aparece en ambos conceptos, su significado es diametralmente diferente. En el primero, se refiere a la posibilidad de tomar decisiones a nivel central sobre las tendencias fundamentales que conforman la estrategia de desarrollo a partir de un proceso inclusivo generador de consensos nacionales, y de la capacidad aportada por la existencia de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción.

En el segundo, se refiere al uso sobredimensionado de la discrecionalidad administrativa en el proceso de toma de decisiones, complementado por un canal de comunicación basado en lo fundamental en la unidireccionalidad y verticalidad, cuestiones incorporadas en el diseño e implementación de los distintos componentes del sistema de dirección, en muchas ocasiones, debido a la inobservancia del carácter heterogéneo de la estructura económica de la sociedad y la inadecuada percepción sobre el papel de los diferentes medios de producción en el proceso de desarrollo.

Todo esto dentro en un escenario donde las categorías económicas fundamentales, entre otras, dinero, precios de bienes y servicios, salarios, tasa de interés, tasa de cambio, etc, se caracterizan por su desconexión, entre ellas y con relación a las condiciones reales de los procesos productivos y distributivos. Tal situación trastorna sus contenidos y las inhabilita como referencias confiables para la toma de decisiones; más bien, las sitúan como fuentes generadoras de distorsiones, limitando considerablemente cualquier esfuerzo del gobierno o de los actores económicos para favorecer el acceso a un ambiente de autonomía empresarial relativa.

Los aparentes avances alcanzados en esta dirección parten de la segmentación o fragmentación del entorno económico, evadiendo su transformación integral, creando islas y desconectando procesos económicos, lo cual desde mi punto de vista no es lo más recomendable. En síntesis, se mutilan las relaciones monetario mercantiles, los instrumentos asociados a estas dejan de ser complemento de la planificación y el modelo resulta incompatible con la autonomía relativa de la gestión empresarial, sinónimo de la participación consciente, creativa e innovadora de los actores económicos. El camino para lograr una verdadera autonomía empresarial pasa inexorablemente por la transformación de este escenario; proclamarla sin hacerlo profundizará las distorsiones ya existentes.

Sobre estas cuestiones aún persisten los debates, aunque en términos teóricos a mi juicio hay definiciones claras en los documentos rectores. El reto consiste en aplicar con la mayor celeridad posible y con la secuencia adecuada lo aprobado, reconociendo la necesidad del perfeccionamiento continuo en correspondencia con la evolución de los acontecimientos, y siempre enfocados en alcanzar la visión de la nación consensuada. Estos documentos contienen innovaciones transcendentales para la transformación estructural de nuestra economía con impactos importantes en la vida política y social del país, aún pendientes de ser aplicadas.

CLC: Quizás el debate persiste porque no se interpreta de igual manera lo consensuado o porque las fuerzas que se opusieron a esas ideas aprovechan la lentitud de su implementación para intentar detenerlas definitivamente. En cualquier caso, refleja que los documentos siguen “vivos” y que la mejor manera de defenderlos, como dices y como ha llamado el Presidente, es acelerar su implementación.

Volvamos al par planificación centralizada — economía descentralizada. ¿Defiendes entonces que la planificación centralizada necesita, para ser efectiva, operar en una economía descentralizada?

CPS: La planificación centralizada requiere que sus directrices de carácter general sean trasmitidas, interpretadas y ejecutadas de manera eficiente y efectiva para compulsar la actuación consciente de los ciudadanos, rasgo distintivo de la planificación. Para ello, es necesario construir y consolidar un sistema de comunicación fluida y mutuamente comprensible, bidireccional, entre los decisores políticos y los diversos actores económicos y sociales, que garantice la adecuada interpretación, asimilación y adecuación a las condiciones específicas de cada uno de ellos, reconociendo el carácter heterogéneo de la estructura económico social de la sociedad cubana contemporánea.

Lo anterior se erige como premisa fundamental para estimular la participación activa, creativa e innovadora que integre adecuadamente los valores éticos que fundamentan los intereses nacionales con la racionalidad empresarial, creando los espacios necesarios para mitigar la posible contraposición de intereses y para dirimir los conflictos que inevitablemente se produzcan, con pensamiento de país.

En tal sentido, es indispensable una gestión descentralizada de la actividad económica que garantice una adecuada coordinación entre verticalidad (no imposición) y horizontalidad (integración del tejido productivo nacional, encadenamientos naturales), a partir de mecanismos de trasmisión eficientes capaces de conjugar ambas vertientes, tanto en lo referido a la planificación, como al resto de los componentes del sistema de dirección, en las diferentes instancias: sectoriales, territoriales y microeconómicas.

En este escenario, la gestión del gobierno debe caracterizarse por su activismo y proyección inclusiva, enfocada en maximizar su capacidad para movilizar el potencial de las fuerzas productivas, creando las condiciones necesarias que le permita conducirlas hacia las mejores alternativas y respuestas al reto de construir la visión de la nación consensuada. En este entorno la racionalidad empresarial se robustece en función de aportar la sostenibilidad necesaria a los objetivos nacionales, propiciando la posibilidad de buscar respuestas a las viejas y nuevas contingencias.

Ello exige pasar de la gestión administrativa, discrecional, a la gestión fundamentalmente financiera, lo cual no se logra si no existe una transformación profunda del entorno económico y el marco institucional actual y esta se asume de manera uniforme y coherente por todos los componentes del sistema de dirección.

Este sistema debe reconocer e incorporar adecuadamente el carácter monetario mercantil de las relaciones de producción y distribución y propiciar que los instrumentos y variables asociados al mismo recuperen su contenido. Esto exige un enfoque profundamente científico desde la perspectiva de la economía política, ya que este reconocimiento e incorporación será válido en la medida que fortalezca las capacidades del sistema de dirección para alcanzar las aspiraciones de los cubanos de construir una nación soberana, independiente, democrática, socialista, prospera y sostenible.

La cuestión no es desconocer estas categorías económicas, tampoco mutilarlas, sino aprender a utilizarlas en la construcción del socialismo. Un martillo puede ser un arma criminal, sin embargo, esto no justifica su estigmatización y mucho menos el no reconocimiento de su utilidad como herramienta de trabajo.

Este nivel de descentralización, por ningún motivo minimiza el rol fundamental de un Estado organizado, responsable de velar por el bienestar y prosperidad de la sociedad y la imperiosa necesidad de una sociedad con un elevado nivel de participación en la adopción de decisiones y en la solución de problemas de carácter nacional.

Tampoco significa o sugiere prescindir de un Estado capaz de maximizar la posibilidad real de movilizar, redirigir capacidades productivas, recursos estratégicos y recursos humanos con agilidad, eficiencia y efectividad para enfrentar organizadamente contingencias excepcionales.

Esta posibilidad debe garantizarse, en primera instancia, con la adecuada selección de los medios de producción y sectores o actividades que se consideren fundamentales para la conducción del desarrollo, y su mantenimiento bajo formas de propiedad social.

Bajo este enfoque no se inhabilita la posibilidad de balancear a nivel central la asignación y distribución de determinados recursos considerados como estratégicos, buscando una adecuada interrelación entre lo que en economía se conocen como mecanismos de sintonía gruesa y fina en alusión a la manera que se sintonizaban las emisoras de radio en la época de nuestro padres y abuelos.

Incluso, la experiencia internacional y los acontecimientos actuales vinculados a la Covid, demuestran que ante contingencias extraordinarias, pandemias, desastres naturales, no queda otra alternativa que recurrir al gobierno, ya que está demostrado que esos acontecimientos exigen de la acción colectiva coordinada. No se les puede hacer frente por cuenta propia; tampoco puede dependerse únicamente del sector privado.

Muy a menudo, las empresas que solo se enfocan en maximizar las ganancias encuentran en las crisis oportunidades para subir los precios, situación que exige un enfoque regulatorio que garantice más que nunca los intereses nacionales. En el socialismo, y particularmente en Cuba, la prioridad debe estar enfocada a potenciar la acción colectiva como parte de la ética social, incluso más allá de nuestras fronteras. Somos herederos del pensamiento martiano y fidelista.

Esta posibilidad de integrar los intereses de la macrogestión con los de microgestión es vital para estimular la participación efectiva de las diversas formas de propiedad que confluyen en el modelo económico, a partir de propiciar la adecuada interpretación, gestión y control del proceso de implementación de la estrategia de desarrollo consensuada.

Hay que resaltar que la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción no limita el derecho de propiedad de acuerdo al sector donde se participa en los procesos económicos y sociales; este derecho es universal, por tanto, también la posibilidad de gestionar y controlar el desempeño del sector estatal es universal, a partir de vías directas e indirectas de participación.

El sistema de dirección tiene que diseñar un escenario donde el resto de las formas de propiedad participen de manera ordenada, pero consciente, activa e innovadoramente, en función de la estrategia de desarrollo consensuada, que permita un sistema de gestión y control social efectivo y también de alcance universal.

CLC: Y aquí resulta determinante el sector estatal, cuya centralidad en el proceso de desarrollo no puede ser solo una cuestión nominal, de mandato.

CPS: En efecto, un elemento determinante para la adecuada regulación de la participación de las restantes formas de propiedad en el proceso económico y social, es la conformación de un sector estatal eficiente, efectivo y por tanto competitivo, sobre todo en lo que se refiere a su funcionamiento cualitativo tanto en la operatoria táctica como estratégica, lo cual constituye la premisa fundamental para que la condición de complementariedad asignada al resto de la formas de propiedad en el modelo económico no constituya un freno para las fuerzas productivas y el desarrollo.

Insisto en la activación integrada y coherente del derecho de propiedad a nivel social, incluyendo todas sus formas de expresión, por considerarlo un elemento indispensable para la participación consciente de los diferentes actores en el proceso productivo y en la consecución de la visión de la nación. En particular, la activación del ejercicio consciente y real de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción con alcance universal, es una premisa fundamental para la planificación centralizada y, en consecuencia, para la formulación y concreción de la estrategia de desarrollo y el fomento de la unidad nacional. Todo esto con el propósito de evitar el frustrante y tan negativo proceso de enajenación del sentimiento de propiedad para la construcción del socialismo.

Para lograr lo anterior es necesario avanzar con celeridad en el fortalecimiento de nuestra institucionalidad, de la efectividad de las políticas públicas y de la funcionalidad del mercado, en las conexiones de estos elementos con las necesidades de nuestro desarrollo, de manera tal que constituyan un sistema integrado al servicio de las demandas del desarrollo y la satisfacción de las necesidades humanas básicas de toda la población.

CLC: Hablas de la importancia de la efectividad de las políticas públicas. A mi juicio ese es un «agregado» del Plan Nacional de Desarrollo que no se ha valorado en toda su magnitud: la urgencia de un Gobierno eficaz. ¿Se trata de un reconocimiento implícito de que para que la planificación funcione es necesario un Estado con capacidad para hacer cumplir lo que se propone y un entorno que facilite la utilización de sus instrumentos de política?

CPS: El marco institucional y regulatorio debe responder a la estructura económica heterogénea de la sociedad de forma clara y efectiva. En el Plan Nacional de Desarrollo Económico Social hasta el 2030 se incluye como uno de sus seis ejes estratégicos el referido a la gobernanza, denominado como gobierno socialista eficaz, eficiente y de integración social, donde se abordan estas cuestiones de manera general. Reitero, urge la concreción del Plan en todas sus dimensiones.

Este eje es portador de un pensamiento innovador en esta materia y debe ser implementado como elemento esencial para la transformación económica y social de nuestro país, para la conformación de nuestro sistema de dirección económico y social, aspecto fundamental para el perfeccionamiento de la planificación centralizada, a partir del desarrollo integral y armónico del resto de sus componentes.

Debemos consolidar un sistema de instituciones de administración pública modernas, con adecuados balances entre objetivos y recursos, y equipos de profesionales competentes, motivados desde la perspectiva científico técnica e inspirados por la ética revolucionaria, capaces de garantizar la adecuada efectividad y eficacia en el diseño e implementación de las medidas necesarias para impregnarle una mayor agilidad, integralidad y sistematicidad al proceso de actualización de nuestro modelo económico.

En tal sentido, como ya te dije, es fundamental concretar la definición adecuada del orden y secuencia con que deben ser implementadas dichas medidas, evitar la improvisación, propiciar el diálogo y el intercambio de opiniones y consultas con expertos y sectores involucrados, en dependencia del alcance de cada medida.

Es necesario continuar revisando el diseño de las estructuras de Gobierno de la administración central del Estado y su funcionalidad; se requiere una definición más precisa del significado y alcance de las funciones estatales y de su necesaria separación y adecuada interrelación con la gestión empresarial.

Aprecio todavía una tendencia muy marcada en el accionar de los ministerios hacia un enfoque microeconómico, cuando lo correcto sería que ese acercamiento se basara en la creación de condiciones macroeconómicas que permitan la utilización más eficiente y eficaz de los recursos y el adecuado funcionamiento del nivel microeconómico, no en su suplantación.

Un factor esencial para incrementar la racionalidad y eficiencia del accionar de las instituciones de la administración central del Estado, ministerios e institutos, es la incorporación de la ciencia como premisa fundamental de su gestión. Todo lo anterior fortalecerá la gobernabilidad del país y la credibilidad del Gobierno, aspectos básicos para enfrentar la coyuntura actual.

Desde la perspectiva de la planificación, se requiere mayor consolidación de su institucionalidad macroeconómica. Los organismos rectores de actividades y recursos estratégicos, de conjunto con el Ministerio de Economía y Planificación, deben lograr una mayor integración como sistema de planificación macroeconómica, propiciando una mayor eficacia, efectividad, coordinación e integralidad en la gestión de los equilibrios macroeconómicos en el corto, mediano y largo plazo.

Para ello se requiere establecer un sistema de balances nacionales que permita la gestión integral de las capacidades del país en lo referido a las actividades y recursos estratégicos (transporte, energético, hidráulico, utilización de la superficie terrestre, capacidad constructiva, disponibilidad de divisas, alimentos, ingresos y gastos de la población, entre otros) garantizando crecimientos económicos armónicos y proporcionales congruentes con las metas de desarrollo, a partir del diseño de un proceso inversionista coherente y con visión estratégica, dirigido a crear las capacidades requeridas para alcanzar las referidas metas.

Se trata de fortalecer la capacidad del Estado para conducir la orientación del desarrollo y el cumplimiento de las funciones de regulación, gestión y control, sintetizando de manera efectiva las posibilidades que brinda la opción socialista de construir futuro a partir de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción y la participación efectiva de todos los actores sociales, garantizando que el aporte por el trabajo sea el criterio fundamental que determine la situación del individuo en la sociedad, y fomentando a nivel social relaciones de solidaridad y de complementariedad que promuevan un mayor énfasis en los intereses colectivos y nacionales. A mi juicio este enfoque es lo que realmente distingue al contenido innovador del sistema de dirección económico y social socialista en Cuba.

CLC: En términos de capacidad institucional también es clave la utilización de la ciencia para la conducción de las políticas macroeconómicas o la regulación de los mercados. Has defendido que conducir los mercados no es abrir una licencia, establecer algunos controles o poner «un cartelito». ¿En qué medida la gobernanza también depende de la conducción «macro» y la regulación «meso» de los mercados?

CPS: Como dices, resulta relevante para una mejor gobernanza la búsqueda de mayor efectividad y complementariedad en el diseño e implementación de las políticas macroeconómicas, me refiero a las políticas monetarias, fiscales, comerciales, etcétera. Estas deben funcionar como interfaces que permitan conducir la ejecución real de la actividad económica y alcanzar los objetivos y metas trazados por la planificación, sobre todo en su dimensión de corto y mediano plazo, y en situaciones donde no ocurran contingencias extraordinarias.

Desde esta perspectiva el plan anual busca equilibrios macroeconómicos fundamentales, en términos gruesos, reduciendo espontaneidad e incertidumbre, y las políticas macroeconómicas se erigen como herramientas de sintonía fina para la conducción de la ejecución real de la actividad económica y el propósito de alcanzar las metas planteadas. Como ves, hay una relación muy estrecha entre la planificación y las políticas macroeconómicas; las últimas se subordinan a la primera, pero la planificación difícilmente resulte viable sin la incorporación de las segundas, no de manera nominal sino efectiva, al sistema de dirección.

La efectividad de las políticas macroeconómicas, además del mencionado desarrollo institucional, requiere de una adecuada transformación de nuestro entorno macroeconómico y microeconómico, lo que a su vez plantea la necesidad de restaurar la funcionalidad del mercado cubano.

Sin embargo, no basta con eso, es necesario propiciar el diseño y consolidación de los mecanismos de transmisión de estas políticas. Los gobiernos diseñan estos mecanismos como esquemas que definen los instrumentos con que cuentan y cómo estos accionan sobre un sistema de variables económicas capaces de influir en objetivos operativos, intermedios y finales.

Definir estos esquemas sobre la base de criterios científicos fortalece la capacidad de las autoridades macroeconómicas de transmitir señales e influir de manera directa e indirecta en la microeconomía con el objetivo de garantizar la efectividad de la conducción económica del país, aportando la estabilidad y certidumbre necesarias para garantizar el éxito de las políticas estructurales y la equidad deseada en la distribución de los ingresos.

Para que estos esquemas funcionen, para que los instrumentos de políticas puedan influir sobre sus objetivos, es necesario el ordenamiento de los mercados en la economía. En las condiciones actuales, un aspecto básico para garantizar la funcionalidad del mercado cubano está vinculado con la necesidad de concretar el ordenamiento del entorno monetario, en busca de recomponer la funcionalidad de las relaciones monetario mercantiles, sus instrumentos y las variables que lo conforman. Este reordenamiento debe abarcar un conjunto de transformaciones que sobrepasan, pero no contradicen, el objetivo táctico de eliminar la dualidad monetaria y cambiaria.

No basta con la presencia de una moneda y una tasa de cambio, debemos tener una moneda nacional que cumpla de manera correcta con sus funciones dinerarias, es decir, que actúe como equivalente universal, y una tasa de cambio que transparente los precios relativos tanto hacia el exterior como el interior de nuestra economía, en correspondencia con las condiciones coyunturales.

Es cierto que es necesario potenciar la funcionalidad de la esfera real de la economía, y que en buena medida la efectividad del sistema monetario depende de esta. Sin embargo, no puede perderse de vista que el adecuado funcionamiento de la esfera monetaria contribuye al desarrollo de la esfera real de la economía, mientras que sus debilidades agudizan sus contradicciones.

El reordenamiento del entorno monetario en sí mismo no generará riquezas, pero sí transparentará muchas de las distorsiones presentes en nuestra operatoria económica, propiciando un diseño más efectivo e integral de las medidas de carácter estructural dirigidas a acelerar el proceso de actualización, al tiempo que fortalecerá y jerarquizará el sistema de incentivos a nivel microeconómico y la capacidad de respuesta de las diferentes formas de gestión o actores económicos, fomentando de manera natural los encadenamientos productivos, la sustitución de importaciones y el incremento de las exportaciones y de esta manera, contribuyendo a eliminar trabas que hoy limitan el desarrollo de las fuerzas productivas.

CLC: Hagamos una aparente digresión. ¿Te parece la unificación monetaria una medida de la mayor urgencia, incluso en la actual coyuntura que vive el país?

CPS: Te comento una frase que leí en una crónica escrita por Leonardo Padura: «la ya casi eterna dualidad monetaria que desvirtúa todo el entramado financiero, económico y comercial del país quizás debería ser otro de los asuntos que, ya que estamos en crisis, debería vivir su propia crisis y buscar la cada vez más necesaria solución». Me parece que la sugerencia es atinada y debe ser tomada en cuenta.

Dos de las cuestiones que más se debaten con relación a la unificación son: en qué momento hacerla y cómo compensar sus impactos. Padura sugiere que aprovechemos el momento, dado que los impactos, por otras causas ya son inevitables y que salgamos de la crisis con ese tema resuelto. En otras palabras, «matar dos pájaros con un tiro».

CLC: Volvamos al tema de la regulación de los mercados y su importancia para reforzar la institucionalidad y la gobernanza. ¿A qué te refieres cuando hablas de un «mercado funcional»?

CPS: Sobre este tema creo que son necesarias dos precisiones básicas; primera, en Cuba el mercado existe, pero es portador de grandes distorsiones, y no precisamente atribuibles al capitalismo, sino a las formas y estructuras adquiridas bajo un modelo de dirección que hoy nos proponemos actualizar.

En muchas ocasiones estas distorsiones imposibilitan un adecuado diagnóstico, ya que invisibilizan las verdaderas causas de los problemas que se pretenden solucionar y las medidas implementadas, más que resolver el problema, terminan profundizando estas distorsiones y trasladando sus efectos a los planos político y social, afectando con ello la reproducción socialista de nuestra sociedad.

Por tanto, se requiere como punto de partida una refundación profunda e integral del mercado, encaminada a eliminar o mitigar las fuentes de distorsiones que imposibilitan o complejizan, más allá de lo natural, los procesos de regulación, gestión y control. No concebirla y concretarla como una de las prioridades del proceso de actualización, sería como construir un rascacielos sin los cimientos necesarios.

La segunda precisión, es que no se trata de un mercado regulador, sino de un mercado regulado, sin que esta acción atrofie su funcionalidad, sino que reoriente la lógica de la ganancia y la competitividad empresarial a potenciar las capacidades que permiten alcanzar la prosperidad desde la perspectiva de nuestro socialismo. Constituye un gran reto que requiere, con mucho, del pensamiento innovador solicitado por el presidente de la República, por supuesto, también de los canales de participación necesarios para que se materialice.

CLC: Una crítica frecuente a los economistas es el considerarse «el ombligo del mundo» o apelar a funciones matemáticas y supuestas leyes universales para dar solución a problemas que tienen múltiples condicionantes sociales. ¿Crees que la planificación es un proceso que se discute únicamente en el plano económico?

CPS: La planificación centralizada, como herramienta fundamental para la concepción de la estrategia de desarrollo económico y social de la nación, es mucho más que economía. Aparece como la posibilidad de asegurar los intereses de la sociedad en su conjunto, que van desde garantizar el desarrollo humano, la equidad y la justicia social, la protección del medio ambiente, la preservación y explotación racional de los recursos naturales, el potencial humano, científico técnico y la capacidad innovadora del país, la identidad cultural; hasta la defensa del país, la seguridad ciudadana, independencia nacional, etcétera.

Ninguno de estos propósitos puede dejarse al arbitrio de los diferentes actores económicos y sociales, porque sobrepasan su función social. Sin embargo, exigen el perfeccionamiento y fortalecimiento de la institucionalidad del país, de sus sistemas democrático, jurídico y de dirección económica y social.

También demandan el perfeccionamiento de su organización territorial con el propósito de lograr una mayor articulación entre los niveles nacional, provincial y municipal, a fin de potenciar la eficiencia y la eficacia de las políticas públicas, los canales de participación ciudadana y sus capacidades para promover el desarrollo y la consecución de la visión de la nación consensuada.

Todo ello, con el objetivo de consolidar una sociedad segura, justa, cohesionada y solidaria, que se distinga por: la equidad proveniente del fortalecimiento del principio de la distribución de la riqueza creada según la cantidad y calidad del trabajo aportado, la consolidación de las conquistas de la Revolución en materia social y una mayor participación efectiva y responsable de los ciudadanos en la toma de decisiones.

El objetivo final y distintivo de la estrategia de desarrollo socialista, no es el desarrollo económico expresado en el incremento del patrimonio material de la nación per se, es el desarrollo integral y pleno de los seres humanos.

No por gusto en la bases del PNDES hasta el 2030, aprobadas en el VII Congreso del PCC, uno de los ejes estratégicos contemplados fue el denominado como «Desarrollo humano, equidad y justicia social»; sin negar la transversalidad que caracteriza el papel de los ejes estratégicos, este se erige como el que nuclea, armoniza e integra a los restantes.

CLC: Te he oído decir más de una vez que conducir una economía sin estadísticas es como aterrizar un avión sin relojes. ¿Qué relevancia tienen las estadísticas para la conducción de la economía y la planificación? ¿Cuáles son los retos en este sentido para nuestro país?

CPS: La información estadística, vista como la métrica o expresión cuantitativa de los fenómenos económicos y sociales, es el punto de partida para la elaboración de diagnósticos, construcción de escenarios y elección de alternativas, establecimiento de objetivos y metas, seguimiento de los acontecimientos; evaluación del cumplimiento de dichas metas y objetivos, del impacto de las medidas de política adoptadas en función de la conducción y corrección de las desviaciones, etcétera. Esto es válido para los diferentes horizontes temporales, incluyendo los procesos de toma de decisiones de coyuntura y también para los diversos niveles o instancias en las que se desarrollan los procesos económicos y sociales.

Lo anterior no tiene discusión; sin embargo, no implica utilizar o aceptar cualquier información. No podemos olvidar que lo que medimos influye en lo que hacemos, y si medimos de manera errónea, haremos algo equivocado. La información de calidad debe ser oportuna, regular, confiable, homogénea.

En las condiciones actuales de Cuba, una de las tareas fundamentales de los especialistas en estos temas es lograr revertir la carencia de información económica realmente efectiva para estos trabajos. Para ello, es necesario tener suficiente claridad conceptual de lo que se requiere y no obviar que el proceso de construcción y perfeccionamiento de los sistemas estadísticos demanda recursos y la retroalimentación continua entre las instancias que construyen el sistema estadístico y aquellos que los utilizan analíticamente. Lo que no se usa con rigor no se perfecciona y mucho menos se desarrolla.

En Cuba enfrentamos un reto que demanda pensamiento innovador a la hora de construir y utilizar las estadísticas. Existe una moneda, el CUC, con dos tasas de cambio respecto al CUP, 1 por 1 en el sector empresarial y 1 por 25 en el sector de las personas naturales, que como se sabe es también un sector productivo. De forma indirecta, el CUP, también tiene dos tasas de cambio respecto al CUC y con relación al USD. Más que la dualidad monetaria, la dualidad o diversidad cambiaria es el problema.

Muchas veces se construyen indicadores que de manera explícita o implícita obvian esta peculiaridad. Existen indicadores que son reconocidos y de uso muy difundido internacionalmente y, sin embargo, en Cuba pierden efectividad y en muchos casos distorsionan el análisis económico y, por ende, la toma de decisiones. Entre otras situaciones, esto se manifiesta cuando se comparan indicadores que relacionan los activos monetarios de la población con otros macroeconómicos como el PIB; en la construcción de indicadores referidos al presupuesto (por ejemplo, muchos de los ingresos tributarios se denominan en CUP, con independencia del sector que los generó y su relación con el CUC o el dólar de origen). También sucede cuando se encadenan actores estatales y el sector privado. En otras palabras, se mezclan peras con manzanas. Las distorsiones asociadas a la diversidad cambiaria complejizan aún más el tema de las estadísticas, aunque no son las únicas.

Es muy importante garantizar la calidad del contenido conceptual y metodológico de los indicadores utilizados. El uso de indicadores mal construidos, inadecuados e incompletos conduce a la adopción de políticas deficientes en muchas áreas y debilita la capacidad de evaluar el impacto de las medidas tomadas con integralidad.

La pertinencia analítica de los resultados que brindan los estudios de los fenómenos económicos y sociales a partir de la utilización de métodos cuantitativos no solo depende de la disponibilidad de información de calidad. Es necesario garantizar la adecuada fundamentación teórica y científica de la modelación que se realice y su diseño en función de los matices que incorporan a la práctica internacional las particularidades de nuestro entorno macroeconómico, microeconómico e institucionalidad.

El uso de información inadecuada, la modelación sin fundamentos científicos y/o a partir de una fundamentación conceptual importada, sin su adecuada «tropicalización», genera resultados espurios.

CLC: Volviendo a la imagen del avión y los relojes; no solo es importante tener estadísticas (relojes) para el aterrizaje, sino para el vuelo. Es decir, no sólo son necesarias para tomar decisiones complejas y evaluar su impacto, sino para monitorear el día a día de la economía y apelar a esa «sintonía fina» de la que hablabas antes. En este sentido, ¿vale la pena discutir, no solo la calidad, sino «qué» indicadores o relojes utilizar?

CPS: En efecto, resulta relevante la construcción de sistemas de indicadores que garanticen la potencialidad e integralidad analítica requerida para la elaboración de la estrategia de desarrollo, su seguimiento y constante evaluación. La falta de integralidad del sistema de indicadores seleccionados, tendrá un reflejo inevitable en el alcance de las políticas adoptadas y erosionan la debida articulación que debe existir entre crecimiento y desarrollo.

Existen innumerables experiencias, reconocidas en el ámbito internacional, de políticas en exceso centradas en el PIB y en la prudencia fiscal, que inciden de forma negativa en aspectos claves para el bienestar humano, tales como la inseguridad, la confianza, la desigualdad, la sostenibilidad, el acceso a servicios básicos de salud, educación, la protección de los recursos naturales y el cuidado del medio ambiente, el desarrollo de la ciencia y su impacto en la vida económica y social, etcétera.

Una mayor integralidad del sistema de indicadores permite elaborar diferentes alternativas y sopesar los costos y beneficios, dando la oportunidad de realizar elecciones más efectivas e integradoras. Las herramientas de diagnóstico cobran importancia para que las autoridades puedan identificar problemas antes de que las situaciones se salgan de control y posibiliten la elección de las herramientas correctas para encararlas.

Por ejemplo, en Cuba en el quinquenio comprendido entre 2012 y 2016 se registró un crecimiento promedio anual superior al 3 por ciento. Sin embargo, cuando se examina la estructura por actividades económicas se observa que las relacionadas con el comercio, el turismo y las construcciones ganaron participación dentro de la estructura del PIB, a expensas de la industria nacional y la agricultura. Esta tendencia reforzó la dependencia importadora de la economía, restándole valor cualitativo a los referidos crecimientos. Tal situación debe ser corregida. El proceso de planificación debe combinar indicadores que le permitan advertir estas distorsiones, garantizando que los crecimientos del PIB estén acompañados de una estructura que progresivamente se encamine a la sostenibilidad.

Lo mismo sucede con el desempeño del sector turístico. Su evaluación a partir del número de visitantes, ingresos totales, ingresos por habitantes, es necesaria pero no suficiente desde el punto de vista del desarrollo. Incluso estos indicadores pudieran volverse contraproducentes desde esta perspectiva. Deben ser complementados con otros que reflejen la capacidad de arrastre del sector con relación al resto de la economía, su interacción con el medioambiente, entre otros, con el propósito de asegurar mejores evaluaciones y decisiones sobre la política inversionista del país.

Antes te había dicho que el PNDES no es la sumatoria de los planes sectoriales, implica la integración y armonización de estos bajo un pensamiento de país. Urge la elaboración de la estrategia nacional de desarrollo económico y social, aún pendiente.

Por último, cuando se habla de información es necesario hablar de comunicación. La implementación de una política comunicacional eficaz tiene una gran importancia. En el terreno económico y en un ambiente de confianza, transparencia y credibilidad, forma parte del arsenal de herramientas a disposición de los decisores de política; las informaciones que dan cuenta del desempeño macroeconómico son indispensables para la toma de decisiones en el plano microeconómico.

CLC: Mirando el tema desde otra arista, ¿no tener estadísticas equivale a decir que no se tengan metas? ¿Las metas siempre son cuantitativas? ¿Cuál es la relación entre metas de desarrollo e indicadores cuantitativos?

CPS: Por supuesto que no. La elaboración de la estrategia de desarrollo requiere una secuencia de pasos (puede revisarse el diagrama 1 incluido en el documento referido a las bases del PNDES hasta 2030 aprobado en el VII Congreso del PCC) que van de lo general a lo particular. Entre los primeros pasos se encuentra la elaboración del diagnóstico y la determinación de las brechas cualitativas existentes entre la situación actual y la que se desea alcanzar, a partir del establecimiento de metas cualitativas.

El primer nivel de desagregación de metas cualitativas está contenido en la visión de la nación. Esta constituye el núcleo duro que define el estado o situación que se desea alcanzar y se erige como la guía para la organización y estructuración de los trabajos dirigidos a conformar la estrategia de desarrollo.

En nuestro caso se define como soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible, sintetizando las aspiraciones que han caracterizado la lucha por la plena emancipación y unidad de la nación a lo largo de nuestra historia y que han sido refrendadas por la mayoría de nuestro pueblo en cada uno de los procesos democráticos y de participación popular desarrollados a lo largo de la Revolución cubana. El más reciente, la aprobación el pasado año de la nueva Constitución de la República.

Un segundo nivel de desagregación de las metas cualitativas lo constituyen los ejes estratégicos, que poseen un carácter transversal por su impacto en la mayoría de las actividades, las ramas y los territorios del país. Se erigen como las fuerzas motrices que permiten estructurar y concretar la estrategia de desarrollo, siendo portadores del contenido cualitativo esencial de las nuevas transformaciones que demanda la situación actual para alcanzar la visión de la nación consensuada.

En nuestro país se concibieron seis, ya te mencioné dos, el de gobierno socialista, eficaz, eficiente y de integración social y el de desarrollo humano, equidad y justicia social. Los otros cuatro son: el de trasformación productiva e inserción internacional, el de infraestructura, el de potencial humano, ciencia, tecnología e innovación, y el de recursos naturales y medio ambiente.

En torno a estos seis ejes se establecieron veintidós objetivos generales y ciento seis objetivos específicos, que indican las acciones, medidas y políticas necesarias para su consecución. Estos constituyen el tercer nivel de desagregación de las metas cualitativas.

De forma adicional, se establecen los sectores estratégicos, que identifican aquellas actividades con potencial económico estratégico y gran efecto multiplicador para alcanzar la transformación estructural de la economía cubana y hacia las que se debe focalizar el esfuerzo científico, tecnológico, humano, financiero y organizativo.

Como ves, hay todo un sistema estructurado de metas cualitativas por niveles que constituyen la guía u hoja de ruta para alcanzar el desarrollo. Sin embargo, se necesita un sistema de indicadores, muchos de ellos de carácter cuantitativo, que permita gestionar ese camino. A tono con la imagen del avión, estos serían los relojes y las referencias que necesita el piloto para garantizar la efectividad y seguridad de su vuelo transoceánico; a su vez, forman parte importante de la calidad de la tecnología puesta a su disposición.

Este sistema de indicadores es necesario para determinar las brechas de desarrollo desde la perspectiva cuantitativa, crear un sistema de planes con secuencia temporal, establecer los presupuestos necesarios, diseñar las medidas efectivas e integrales necesarias para el cumplimiento de las metas y objetivos, y crear los mecanismos de evaluación y retroalimentación que permitan la verificación sistemática del cumplimiento de los objetivos propuestos y las correcciones y ajustes en los casos que sea necesario.

CLC: Gracias Carlos, creo que hemos podido abordar un grupo importante de aristas de la planificación, en el contexto actual de nuestra economía. Aún faltan temas por tratar, especialmente referidos a los retos de la transformación productiva del país. Sobre eso estaremos hablando en nuestra última entrega. Hasta entonces.


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