Por: Germán Sánchez
[Ponencia presentada en el Coloquio a propósito de los cincuenta años de la revista Pensamiento Crítico].
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Las casi doce mil páginas que integran los cincuenta y tres números de Pensamiento Crítico, son heterogéneas por la diversidad de autores, temas y enfoques y, a la vez, están marcadas por la coherencia teórica y la fidelidad revolucionarias del grupo de jóvenes que dirigen y editan la revista.
Cercanía y distancia, en apariencia una paradoja, es en verdad la postura epistémica idónea que permite valorar la utilidad política y teórica de la revista en el lapso que existió, también ahora, y quién sabe durante cuánto tiempo más.
No es la nuestra una visita de cortesía a Pensamiento Crítico. La hacemos para auto ayudarnos a asumir con tino los debates del presente y la búsqueda colectiva de respuestas pendientes y de otras que reclama el acontecer nacional y mundial. Tampoco es acertado, lo sabemos, leer escritos de valor más coyuntural fuera de su contexto, ni valorar el conjunto de la revista de tal manera.
Comencé a trabajar a los veinte años en el Departamento de Filosofía en 1966, junto a una veintena de entusiastas y estudiosos jóvenes, la mayoría alumnos de Historia, Letras y Economía.
Fernando Martínez, Aurelio Alonso, Hugo Azcuy, Marta Pérez Rolo, Mireya Crespo, Rolando Rodríguez, Ricardo Jorge Machado, Jesús Díaz, Thalía Fung, Elena Díaz, Juan Valdés Paz, Isabel Monal, Niurka Pérez, Marta Blaquier, Luciano García y otros entrañables compañeros, formaban en aquel momento la generación más “vieja”. Ellos, los viejos, promediaban 27 años. Nosotros, 22.
¿Por qué ese grupo de audaces pudo echar a un lado los manuales soviéticos, en apogeo desde 1962 y adoptar una perspectiva teórica marxista auténtica, con un enfoque histórico y por ende arraigada en la cultura cubana?
¿Cómo explicar que en apenas dos años reformularan el programa docente de la asignatura filosofía marxista, e hicieran y publicaran tres textos para auxiliar a los alumnos?
¿Qué razones los motivan a sacar en febrero de 1967 la revista Pensamiento Crítico, con plena conciencia de sus intenciones y deberes en aquel tiempo singular?
Una revista portadora de las más diversas ideas políticas, históricas y teóricas, con énfasis en aquellas que dentro de la izquierda abrían brechas hacia el avance de proyectos anticapitalistas de sesgo socialista.
Una publicación que se propuso mostrar y estimular las nuevas maneras de hacer política revolucionaria y las que consideraba ideas certeras para crear el socialismo y el comunismo por caminos diferentes a los trillados, entonces cada vez más resbaladizos y bordeados de peligrosos desfiladeros.
En sus páginas destellan los heréticos años sesenta del pasado siglo y al releerlas o hacerlo por primera vez, a cinco décadas de distancia, provocan admiración y asombro. Y lo más importante: potencian la necesidad y el deseo de seguir dando la justa siempre inconclusa de las ideas.
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La revista nace y existe en una atmósfera de debate nacional e internacional y por ello no puede dejar de ser polémica. Hay disputas dentro de la revolución y las más importantes son públicas. Abarcan temas de política cultural, filosofía marxista, economía política del socialismo, acerca de la transición socialista y sobre la pedagogía para enseñar el marxismo.
En ese tiempo han cuajado en Cuba dos corrientes de pensamiento. Grosso modo, una que consideraba el modelo y la experiencia del llamado socialismo real como guía para desarrollar en Cuba nuestro proyecto, con las adaptaciones pertinentes. Y otra, que hacía énfasis en la singularidad del proceso histórico revolucionario cubano y en la creatividad y autonomía que debían presidir el desarrollo del socialismo en la Isla.
En rigor, lo que subyace es la porfía sobre el cauce estratégico de nuestra transición socialista, en lo político, económico y cultural. Y también, por ende, respecto de la política exterior y cómo conducirla.
La revista surge en una circunstancia de esplendor de la influencia de Cuba en nuestra América y en el resto del Tercer Mundo. Cuba se erige en un bastión contra el eurocentrismo, el colonialismo y el neocolonialismo, y esos serán nervios vitales de la publicación.
A nivel global existen vigorosas tendencias de pensamiento en las izquierdas y numerosos cruces de ideas, tanto a escala teórica como política. PC asume tal realidad con simetría, lucidez y lealtad al liderazgo histórico de la Revolución, que encabezado por Fidel desempeña un rol destacado en el espacio internacional. Incluso en sus silencios: por ejemplo, no publica nada de las disputas chino-soviéticas. Ella se esmera en ser espejo de las peleas revolucionarias de todos los pueblos de América Latina, el Caribe, Asia y África.
En sus páginas irradian los principales teóricos y dirigentes revolucionarios de estos países. Por ejemplo, Fidel Castro, Che Guevara, Ho Chi Minh, Roque Dalton, Camilo Torres, Carlos Lamarca, John W. Cooke, Franz Fanon, Eduardo Galeano, León Rozitchner, Theotonio Dos Santos, Darcy Ribeiro, Sergio Bagú, Gerard Pierre Charles, Michael Löwy, Fabricio Ojeda, Turcios Lima, Carlos Marighela, Amílcar Cabral, Francisco Weffort, Rui Mauro Marini, Luis Vitale y André G. Frank.
De Europa occidental y Estados Unidos, son numerosos los autores publicados. Esto les permite a los lectores el lujo de conocer vertientes esenciales del pensamiento marxista y de otras corrientes de izquierda a través de sus propios exponentes, aunque siempre la revista sostuvo una mirada crítica e independiente, y rechazó todo tipo de eurocentrismo. Entre otros, destacan: György Lukács, Karl Korsch, Perry Anderson, Louis Althusser, James Petras, Henri Lefebvre, Herbert Marcuse, Roland Barthes, Lucio Magri, Hamza Alavi, Maurice Godelier, André Gorz, Harry Magdoff, Ernest Mandel, Bertrand Rusell y Theodor W Adorno.
Además, numerosos revolucionarios de varios países visitan la sede de la revista, a veces invitados por el Consejo de Dirección y otras a iniciativa de ellos o de órganos del Estado y el Partido, por ejemplo, de manera reiterada enviados por el comandante Manuel Piñeiro Losada. Se teje así una conexión indispensable para conocer sus luchas y divulgarlas con acierto. Muchas veces, sin figurar en las letras, tal nexo político y espiritual es visible en los contenidos, en el tono y en el diseño gráfico de la publicación.
Miles de ejemplares estuvieron bajo la mirada y en las mochilas de combatientes del continente y sus páginas, en esos parajes, resultan aún más subversivas.
Es impresionante confirmar la actualidad y el realce teórico, cultural y político de la revista, al repasar la copiosa nómina de dirigentes, pensadores y de textos publicados, procedentes de los cinco continentes.
Me atrevo a decir que ninguna revista semejante del pasado siglo en el orbe, divulgó tal diversidad de expresiones de la praxis y del pensar revolucionarios y de corrientes afines ¡Y ello tiene aún más relevancia, porque Pensamiento Crítico apenas duró cinco años!
Rectifico: quise decir se publicó durante un lustro, porque ella no ha dejado de existir y lo prueba este encuentro que hoy celebramos:¿Acaso los herejes arden en la hoguera?
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Pensamiento Crítico es un fruto natural de la revolución en el ámbito de las ideas. Los textos que publica así lo prueban. Cuando ve la luz en febrero de 1967, el Che ya está en Bolivia, empeñado en empujar el proyecto de liberación del continente y ha dejado en Cuba conceptos teóricos y logros prácticos, relacionados con la transición socialistay la revolución social.
La revista surge en la coyuntura en que Fidel imprime especial vehemencia al desarrollo del pensamiento original de la Revolución cubana y a pensar con cabeza propia.
No es casual, por ello, que el primer trabajo teórico que publicara Fernando Martínez, también en febrero de 1967, se llamara El Ejercicio de pensar y que otros miembros del Consejo de Dirección de la Revista y del Departamento de Filosofía, por ejemplo Aurelio Alonso, Hugo Azcuy, Ricardo Jorge Machado, José Bell, Pedro Pablo Rodríguez, Elena Díaz, Jorge Gómez, Niurka Pérez, Carlos Tablada y Ramón de Armas, fuesen espadachines notables en defensa del derecho a crear nuestra propia teoría revolucionaria y en interpretar certeramente la historia nacional.
Fidel dice en 1966: “Porque el hombre que del manual se aparta, lo despellejan”. “Hay mentalidades que tienen hábitos serviles. Hay el vicio del satelismo mental”.
Recordemos la siguiente alusión suya a la existencia de posiciones diferentes entre los revolucionarios cubanos, que cinco décadas después han mutado pero no han desaparecido:
“En nuestro país –dice Fidel–, en nuestras propias filas, desgraciadamente hay hombres que se escandalizan cuando se escucha una palabra, un argumento, una razón que no es exactamente como aparece en el librito. La experiencia nos enseña que la interpretación incorrecta de los libritos o la interpretación unilateral de los libritos, ha costado infinidad de errores”.
Y sentencia: “Quien no quiera equivocarse con cabeza ajena, que sea capaz de pensar con cabeza propia”.
Luego agrega:
“Respetamos la manera de pensar de otros; cada uno que construya su socialismo o su comunismo, como le dé la gana. Pero, por favor, que respeten también nuestro derecho a construir nuestro socialismo y nuestro comunismo, como nos dé la gana. Ese camino, nosotros mismos tenemos que aclarárnoslo mucho todavía”.
A esa filosofía política y teórica se afilia Pensamiento Crítico desde sus orígenes y trata de contribuir con humildad y lealtad a su avance.
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Todos recordamos lo que el Che escribe en su Diario de Campaña el 26 de julio de 1967, en la selva boliviana: “Rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios”, dice él a propósito del significado histórico de la fecha.
Ese mes de julio de 1967, en el número 6, el editorial de Pensamiento Crítico afirma: “…los revolucionarios dirigidos por Fidel Castro tuvieron que luchar contra una poderosa reacción, pero también contra una supuesta “ortodoxia revolucionaria” […]”. ¿Acaso es fortuita tal coincidencia de ideas?
Es obvio que la similitud de las dos afirmaciones no es casual. Se trata de una manera de pensar, que se estrena y avanza en los años sesenta, a consecuencia del original triunfo y del pujante desarrollo de la Revolución cubana.
PC nace en el fragor y bajo la influencia de tales ideas y cambios radicales, impregnada del ánima hereje de la Revolución Cubana. Y esta perspectiva analítica es la que orienta a nuestros compañeros en la selección de los contenidos a publicar.
Es una saludable criatura engendrada por la joven Revolución y se incorpora con sus armas, las ideas, a la rebelión que su creadora encarna y promueve. Y como ella, es creativa, polémica, sin compromisos mezquinos, ni alardes ni pedanterías. Internacionalista sin concesiones ni dependencia a potencia alguna, leal al pueblo cubano, y comprometida con las justas emancipadoras en todo el planeta. Y al igual que los demás hijos e hijas de la Revolución, sus miembros cometen errores y aprenden a hacer la revista, haciéndola.
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Algo que recomiendo, es leer las notas y editoriales. Varias son luces intensas y de larga duración, como las leds. Ayudan a ver más claro las verdades, en medio de algunas sombras que oscurecen las búsquedas de hoy.
Veamos esta, del №16:
“La teoría marxista, cuyo origen es inexplicable al margen de la historia de las revoluciones, que representan momentos de máxima tensión social, ha llegado a convertirse, por obra y gracia de una involución posterior, en un soporífero expresado en una serie de tesis, estructurada y acabada, que ignora precisamente lo que se supone sea su objeto: la realidad social y su transformación consciente”.
Y esta otra, en el №41:
“El marxismo tiene historia, y el simple expediente de considerarlo siempre igual a sí mismo, o el de expurgar las vertientes que no nos parezcan aceptables, sólo tiene la consecuencia de sustraernos experiencias que a veces han sido amargamente pagadas por el movimiento revolucionario, y estimulan la detención dogmática de un pensamiento que se hace entonces inútil e indigesto”.
Lamentablemente, esta afirmación prefigura lo que acontece en Cuba poco después, entre 1971 y 1986.
Y, por último, escogí el siguiente fragmento de una respuesta que ofrece el Consejo de Dirección a la revista Santiago, a mediados de 1971. Dice:
Hoy siguen a la orden del día –quizá con mayor fuerza, por los meses cruciales que se viven- los problemas centrales que la Revolución le ha planteado al designio comunista: cómo lograr integrar la viabilidad del desarrollo económico, la organización y la estimulación del trabajo a través de métodos no burgueses, la educación de los adultos para una democracia de trabajadores, y de los niños y adolescentes para considerar todo lo existente digno de ser superado a la luz de un ideal comunista.
En breve les contaré el azucarado destino de ese número de Santiago. Resulta sorprendente y aleccionador.
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Es menester exaltar las notas que introduce la revista a muchos textos de autores extranjeros, con el ánimo de que los lectores deduzcan sus propias conclusiones.
También se publican artículos de disciplinas científicas, útiles a la investigación social. Un ejemplo de ello fue el número dedicado a los sistemas, modelos y teorías, preparado por el Grupo de Lógica Matemática del Departamento de Filosofía, en el que aportan relevantes trabajos algunos de sus miembros, entre ellos Luciano García, Eramis Bueno, Marta Blaquier, Niurka Pérez e Hilda Sosa.
No es mi propósito examinar los seis o siete ejes temáticos más importantes que soportan los cincuenta y tres números, y menos sería posible para mí analizar los cientos de trabajos publicados por la revista. He preferido soltar estas ideas a los que me escuchan.
Sí deseo comentar que la revista nunca pretendió erigirse en una publicación antisoviética, porque este fue uno de los argumentos espurios que se empleó contra ella. Se dedicó un número a la Revolución Bolchevique y otro al último Lenin. Y si no aparecen artículos de soviéticos contemporáneos de la revista, es obvia la explicación: nuestras librerías estaban bien dotadas de publicaciones que los contenían. Tal vez, sin embargo, algo más pudo hacerse. Esto suponía cierta flexibilidad política, sin rozar el oportunismo, o una postura insensata de confrontación.
Como dije, Pensamiento Crítico aprendió sobre la marcha, al igual que todo el colectivo del Departamento de Filosofía, en el que teníamos discrepancias, a veces muy gruesas.
Sin embargo, a saber por mí, nunca hubo ofensas ni arbitrariedades, y prevaleció el respeto mutuo y el debate sincero.
En nuestro proceso formativo y de investigación y docencia, existieron errores de unos y otros, de todos en alguna medida. ¿Dónde no se han cometido en Cuba? ¿Quién no ha tenido deslices? El dilema de Pensamiento Crítico es que no tuvo opción para rectificar, al dejar de existir debido a variables condicionantes de escala macro y temperatura fría, asociadas a la supervivencia de la Revolución.
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Un intelectual argentino, Nestor Kohan, publicó hace algunos años un largo ensayo dedicado a Pensamiento Crítico. Se trata del primer intento serio en el exterior de sistematizar un balance teórico y político sobre la revista.
Refiriéndose a la contribución de varios miembros del Departamento de Filosofía y de PC, concluye Néstor:
“Por la coherencia alcanzada en sus posiciones historiográficas, sociológicas, políticas, filosóficas, ideológicas y pedagógicas, la producción teórica de todos estos jóvenes constituyó de algún modo una escuela y una corriente de pensamiento cubano y de sus ciencias sociales, insertas en lo más rico, original y radical del marxismo latinoamericano”.
Puedo agregar con humildad, que tal apreciación es la más común que he escuchado durante cincuenta años de quehaceres en este continente.
Néstor termina cuestionándose las razones que provocaron el cierre de Pensamiento Crítico en junio de 1971. ¿Cómo explicar lo inexplicable? –se interroga él y expone con sinceridad sus conjeturas.
En mi opinión, lo más importante es que la mayoría de los miembros de la Dirección de la revista y del Departamento de Filosofía, continuaron leales a nuestra revolución y no han dejado de investigar y expresar con rigor científico y sinceridad ética sus ideas. Tal conducta y los aportes a la cultura nacional realizados por varios miembros de la Dirección de la revista y del Departamento de Filosofía, representan el mejor antídoto contra la nostalgia, el encono y la esterilidad, que acompañan a la soberbia de los pases de cuenta.
La historia y sus tozudos hechos, han hecho el balance y en el futuro este se enriquecerá, pues a Pensamiento Crítico le ocurre como al vino y los metales preciosos. Su legado de ideas y experiencias, incluso su cierre intempestivo en junio de 1971, servirá por mucho tiempo para contribuir a conseguir los ideales a los que sirvió en el lustro de su militante existencia.
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Hay quienes critican de manera acerba el pensamiento único asociado al imperialismo y la globalización neoliberal, y tal vez sin percatarse siguen atrapados en la telaraña del llamado marxismo-leninismo patentado en la antigua Unión Soviética. Me refiero a aquel pensamiento único que no podía entender ni aceptar una revista que se propuso luchar a la vez contra las oligarquías y los dogmas revolucionarios. Hasta la gráfica de un cerebro o el búho distintivo, generaron interpretaciones prejuiciadas a veces intrigantes.
Hoy son incontables los portadores de fecundas ideas críticas, en sucesivas nuevas etapas de avance del pensamiento revolucionario cubano, que incluye importantes revistas como Temas, libros de ciencias sociales y en menor medida artículos de prensa, aunque en los últimos tiempos hay destellos alentadores sobre todo de los jóvenes. Y como dijera Silvio Rodríguez recientemente, a pesar de que aún Internet tiene limitada cobertura en la población, los mejores debates ocurren cada vez más en la red de redes.
Todas estas reverberaciones acrecientan el optimismo. Enhorabuena, aunque son insuficientes dado el rol que le corresponde desempeñar en la Cuba de hoy a los dirigentes políticos, investigadores, científicos sociales y periodistas de opinión.
En nuestra sociedad actual, es casi imposible que alguien pueda ordenar e imponer de modo arbitrario su criterio, sin que provoque respuestas oportunas de otros revolucionarios, dentro del Partido, la UJC y las demás organizaciones o en las catacumbas del pueblo.
Baste citar la decisión previa al VII Congreso del PCC de no discutir entre toda la militancia dos documentos medulares, lo cual fue impugnado por muchísimos revolucionarios, y Raúl con sabiduría rectificó a tiempo este sensible error. Porque en esta compleja encrucijada, que él nos ha alertado es la última oportunidad de salvar la revolución, más que nunca el ejercicio de pensar con cabeza propia resulta indispensable y es la única ruta que conduce a la auténtica unidad de los revolucionarios y de toda la nación.
A los defensores trasnochados del pensamiento único en el universo de las ideas revolucionarias, es menester ayudarlos a salir del marasmo.
No hay una teoría social oficial, así como no hay una matemática o biología oficial. Pensamiento Crítico, aunque muchos creían que era oficial, pues se trataba de algo atípico, jamás cumplió tal rol y todas las decisiones las adoptaba su dirección. Trabajaban con plena libertad.
PC es una especie de medidor –no el único, por supuesto–de las políticas oficiales del país para conducir el desarrollo del pensamiento revolucionario cubano. Eduardo Galeano dijo con ironía rioplatense que si el diario Granma hubiese existido en la época de Napoleón, todavía sus lectores no sabrían lo sucedido en Waterloo. Sin duda, una hipérbole crítica de fines pedagógicos y ánimo fraterno, incierta aunque algo hay que extraer de ella.
¿Cuándo llegará el momento en que Pensamiento Crítico deje de ser un tabú en nuestra prensa y en la percepción de algunos compañeros con responsabilidades institucionales? ¿A quién debe corresponder la encomienda histórica, a nivel oficial, de ponderar el significado de esa revista en la evolución del pensamiento revolucionario cubano? ¿Habrá que esperar cinco siglos?
Por los indicios que se observan hoy, pareciera que sucederá mucho antes. He sabido con fruición que este evento ha sido apoyado por la secretaría ideológica de la UJC y es estimulante ver en el machón de la revista Cuba Socialista, en su nueva época dirigida por Enrique Ubieta, el nombre de Fernando Martínez Heredia entre los miembros del Consejo Editorial.
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Les cuento ahora cuál fue el destino del número 2 de la revista Santiago, donde aparecía la entrevista al Consejo de Dirección de PC. En junio de 1971, cuando se supo que dejaría de circular, ya estaba impresa la revista Santiago. Y de inmediato, un “perseguidor de cualquier nacimiento”, orientó quemar todos sus ejemplares en los hornos del central azucarero América.
Este émulo de Torquemada de las ideas, no se había enterado que allá cerca de la heroica ciudad, en la Gran Piedra, un teniente pundonoroso del Ejército impidió que asesinaran a Fidel, persuadido de que las ideas no se matan. Y no conocía que el Che insistió siempre que las ideas no se destruyen a palos. Ni leyó jamás a Martí, ni sabía que Fidel siempre sostuvo que la Revolución es hija de la cultura y de las ideas.
Sigo con el cuento. En 2010, como homenajeado en la Feria del Libro de ese año, Fernando prepara una excelente antología de Pensamiento Crítico que asume la prestigiosa editorial Oriente. Él decide incluir el texto aludido de la revista Santiago, con una nota al pie de página donde explica el aciago final en el central América…
Y ocurre el desenlace. Cuando recibe el libro impreso, con seguridad muy contento porque por primera vez se republicaban textos de Pensamiento Crítico, no puede creer que la nota haya sido escrita con tinta invisible. Alguien la eliminó. Y lo peor: nadie quiso asumir la responsabilidad.
¿Cuándo terminarán los maltratos a la reflexión crítica dentro de la revolución? ¿En qué momento desaparecerán los prejuicios y las pretensiones de imponer un pensamiento único, aunque a veces lo disfracen con apariencias de flexibilidad, respeto y equilibrio? Quienes así razonan y actúan, ¿no se darán cuenta que de tal modo debilitan en vez de fortalecer a la Revolución?
¿Acaso debe aceptarse que la indispensable unidad de los revolucionarios es argumento para cercenar o distorsionar el ejercicio de investigar, crear y producir nociones nuevas, que desarrollen la teoría marxista y contribuyan a certeras decisiones políticas y de Estado?
En este mundo tan complejo y donde las ideas se mueven a todas partes a la velocidad de internet, ¿no se debiera situar en un plano más priorizado el papel y el desarrollo de las ciencias sociales y la divulgación del pensamiento revolucionario de todos los confines del planeta y en especial de nuestra América?
¿Hará falta una segunda época de la revista Pensamiento Crítico, al menos en versión digital?
“O inventamos o erramos”, aseveró un maestro ilustre de nuestra América. A inventar nos sigue incitando la obra inconclusa de Pensamiento Crítico y a preservar con ideas coherentes y fidelidad sin dogmas ni temores infundados, nuestro proyecto histórico martiano, marxista y fidelista.
Porque, en efecto, los sacrílegos no arden en la hoguera: la encienden…
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