Meter las manos antes que pase a otras ligas

Por Fernando Luis Rojas, a propósito de un texto de Luis Emilio Aybar y los comentarios que ha generado

El autor es ensayista e investigador


Hace unas horas un amigo, después de leerse el texto El único que debe concentrar la propiedad es el pueblo de Luis Emilio Aybar, me comentó: “Primera vez que veo a un crítico del sector privado proponer otra alternativa. Hasta ahora solo veía gente criticar nada más… pero nada propositivo. Aunque control popular no es la vara mágica”. Después de afirmarme que había leído también los comentarios de Pedro Monreal y el trabajo Qué capitalismo y qué socialismo. Sobre un texto de Luis Emilio Aybar, de Miguel Alejandro Hayes, me dijo que veía algo de razón en todos, “así de complejo es el mundo. O yo estoy jodido y soy un confundido”. Lo animé a escribir para La Tizza, a lo que respondió: “(…) ¡que va asere! Yo no estoy en esas ligas. Yo soy un loco ahí, un renegado práctico. Me contento con leerlos”.

Este amigo, que para más señas, ha trabajado en el sistema empresarial estatal, pasó por los avatares de intentar la aprobación de una cooperativa no agropecuaria, y ahora es Trabajador por Cuenta Propia, me activó las alarmas. Debía apurarme en comentar antes que, sobre todo a partir de las preguntas formuladas por Pedro Monreal, la discusión transite a otros niveles de elaboración. No mejores ni peores, otros. Aunque es verdad que al leer indicativos como: Luis Emilio Aybar (Sociólogo e investigador cubano), pero sobre todo: Miguel Alejandro Hayes (Marxista cubano. Articulista en medios independientes como La Joven Cuba y Rebelión, con temas de política, sociedad, filosofía y economía política. Editor de La Trinchera, y coordinador de la mesa debate Trinchera Abierta), uno se limita un poco.

Debo confesar mi alegría al leer estos trabajos. Ni Luis Emilio, ni Monreal, parten –en mi criterio– de una posición binaria que califique “lo estatal” como lo bueno, y “lo privado” como lo malo (o viceversa). De lo que trata el trabajo de Luis Emilio Aybar, según lo entiendo y el autor declara en las primeras líneas, es de las “relaciones y proporciones entre los distintos tipos de propiedad” en el Proyecto de Constitución cubana que se discute; y sobre todo, reivindica “la propiedad del pueblo”, con una acotación esencial: no es la que hoy se presenta como propiedad estatal (o socialista), si no “la que está por realizar”. Para muchos podrían significar palabras vacías, utópicas, pero en El único que debe concentrar… se presentan seis propuestas concretas “que pudieran ser favorecidas por la nueva Carta Magna si esta las abordara directa o indirectamente” y tres propuestas más para “procesos transversales (…) débilmente desarrollados en la actualidad”, relativos a:

1- más amplia información pública sobre los asuntos en discusión, y sobre los resultados de la participación;

2- la solidaridad entre sectores y territorios, como única forma de construir intereses colectivos y evitar el sectorialismo y las desigualdades y;

3- poder real para las bases sociales, incrementando hasta donde sea factible la participación directa, asegurando el control popular de los cargos electos y designados, y otorgando más poder a los órganos legislativos.

Por eso me alarma la lectura que hace Miguel Alejandro Hayes, al atribuir a Aybar una simpleza como “(…) entonces, queremos el mejor de los mundos posibles, luchamos por construirlo, pero para ello el malo tiene que salir del juego”.

No encuentro en El único que debe concentrar…, el tono del discurso político desde el poder cubano que presentaba las reformas de los primeros noventa como indeseables concesiones al capitalismo, ni afirmaciones como las hechas por Rafael Cervantes y Ortelio Pérez en 2003: “A la hora de identificar los cambios en la estructura de la sociedad cubana en la década del 90, es importante distinguir entre coyuntura y tendencia. El descenso relativamente brusco de los trabajadores en la economía estatal y el aumento en otros tipos de economía, una vez que el país se empieza a reproducir sobre las bases de las nuevas relaciones económicas exteriores, difícilmente puede ser interpretado como una tendencia para los próximos años”[1]. Luis Emilio Aybar es “crítico” del sector privado en la misma medida que lo es de “la empresa estatal” realmente existente, que se presenta per se como socialista.

Esto me confirma otra certeza. Para el que escribe, su producción es un texto, que se transforma en mil por sus lectores. Por ejemplo, lo que para Monreal es un déficit al reducir “las discusiones sobre el régimen de propiedad que se han producido en el marco del debate constitucional (…) a las dos posiciones identificadas: la crítica a una mayor protección a la propiedad socialista y la crítica a la insuficiencia de mecanismos a disposición del pueblo para ejercer su función como propietarios”, en Miguel Alejandro Hayes se transforma en una lectura sistémica y general de la batalla entre socialismo y capitalismo. Ello tiene su origen en lo siguiente, los comentarios de Monreal tienen como centro el lugar de la propiedad en el proyecto Constitucional, y ello coincide con el núcleo del trabajo de Luis Emilio Aybar. En el caso de Hayes, todavía no he identificado el centro. Solo al final nos dice: “Si se me preguntara, qué tiene que ver todo esto con la Constitución, diría que al igual que Marx pienso que el problema bien planteado, garantiza la mitad del éxito. Por eso, es necesario que apuntemos hacia las dinámicas que verdaderamente representan un peligro para un modelo social socialista, lo que lleva consigo conocer qué es el capitalismo y qué el socialismo, para no atacar lo que no es, y no pensar en construir lo que no es”. En este caso, repito con mi amigo “o yo estoy jodido y soy un confundido” pero, ¿acaso no estamos asistiendo aquí a la discusión de esas dinámicas?

Pero vamos por partes. El único que debe concentrar… plantea la pertinencia o no de discutir sobre el régimen de propiedad que aparece en el Proyecto constitucional. Monreal habla en sus comentarios sobre la admisión de la propiedad privada como funcional al modelo socialista actualizado y realmente, sobre este particular hay una vieja discusión. Yo diría que es un debate no saldado, y que en el contexto cubano actual, tenemos la amenaza de que se reduzca a su aceptación a partir de constituirse en realidad consumada, disminuyendo así la discusión sobre sus posibilidades, alcance y relaciones. Allí creo que tributa el texto de Luis Emilio Aybar, ¿nos decidimos a ir más allá en la polémica, o nos quedamos con una legitimación que puede responder –en algunos casos– más a la fuerza de las circunstancias que a una real comprensión del lugar de la propiedad privada en la transición?

Coincido en que las tensiones sobre las formas de propiedad van más allá de la propiedad estatal y la privada. Aunque en rigor, el trabajo de Aybar habla –según entiendo– de cuál tendrá un lugar dominante y en eso, con un “pero” acompañante, coincide Monreal: “Estoy muy de acuerdo con defender la centralidad del sector estatal, pero eso no puede hacerse haciendo abracción de la realidad concreta del país”. No es un descubrimiento que la propiedad privada puede o no ser funcional al capitalismo o al socialismo, como ocurre también con la propiedad estatal. Entonces cabe la pregunta, ¿qué propiedad privada?, ¿qué propiedad estatal?, ¿qué relaciones? Y debo confesar que ninguno de los trabajos resuelve esto, aunque el de Luis Emilio es el que más avanza respecto a la estatal desde el control popular.

No sé por qué, en El único que debe concentrar…, Aybar –como ha hecho en otras ocasiones– no desarrolla el problema desde la existencia de otras formas de propiedad. Él ha insistido varias veces, por ejemplo, en las potencialidades socializadoras de las cooperativas. Y ya que Monreal menciona “la realidad concreta del país”, no pueden soslayarse los problemas asociados a la cooperación en el escenario plural de las formas de propiedad.

Hay criterios diferentes entre los mismo economistas, por ejemplo, Ricardo Torres definió en 2015 como una de las características de las nuevas políticas “que no todo lo no estatal se percibe de la misma forma”, y en este sentido reconoce que, públicamente, se ha defendido la legitimidad de estimular más la formación de cooperativas. A criterio de este especialista “[…] el cuentapropismo y las cooperativas urbanas están concentrándose en un ámbito sectorial muy semejante”, sin embargo “[…] las cooperativas disfrutan de personalidad jurídica propia y un régimen tributario más laxo”[2]. Sin embargo, esta insistencia “pública” se ha concentrado en el sector urbano. En el trabajo Factores Claves en la Estrategia Económica actual de Cuba, también del 2015, el investigador y ex-ministro de economía José Luis Rodríguez menciona la disminución del 20% en la cifra de cooperativas agropecuarias y lo asume como un proceso no concluido[3]. Por otro lado, en 2013 Camila Piñeiro daba cuenta de las trabas en el proceso de cooperativización: a pesar de la aprobación del Decreto-Ley №305 De las cooperativas no agropecuarias, su carácter “experimental” se convertía en un mecanismo para limitar determinadas iniciativas. En este sentido, plantea la investigadora que en el marco de las reformas se adoptan medidas que “[…] parecen indicar que ha sido menos complicado aceptar la creación de pequeñas empresas privadas no simples que la creación de cooperativas”[4].

Aunque no soy un especialista, me parece entender que la cooperativización (cuando se respetan los principios de la misma) tiene un potencial socializador superior que otras formas de propiedad y gestión. Realmente, en mi cerrado ámbito de relaciones, he coincidido con personas a los que se ha dificultado más obtener la aprobación para una cooperativa no agropecuaria que una licencia de Trabajo por Cuenta Propia.

Esto se conecta con uno de los temas que se menciona en los tres trabajos, y que tiene una connotación fundamental: el de si existe o no un tránsito al capitalismo en Cuba. En el texto de Aybar, el asunto aparece en la encrucijada que identifica y las posibles salidas: “seguir igual”, “continuar avanzando hacia el capitalismo” o “re-lanzar el comunismo cubano, a partir de sus propios acumulados”. A Monreal no le pasa inadvertido, pero como más sabe el diablo por viejo que por diablo, se limita a calificar la segunda salida posible como “extraña” y devuelve la pelota a Luis Emilio Aybar –que responderá o no– con la pregunta “¿Cuál es la evidencia de que Cuba hubiese estado ya adentrándose en una senda capitalista y que lo que restaría es simplemente seguir avanzando por ella?”.

El que sí se lanza ante la cuestión es Miguel Alejandro Hayes: “Por otro lado, si nuestra sociedad transita hacia el capitalismo, elemento con el cual coincido (resaltado de FLR), no es por esos emprendedores, sino por la acumulación originaria que solo las élites políticas pueden realizar, y porque como grupo social nos alejamos de hacer de las necesidades del hombre el centro del sistema, que se evidencia en el deterioro de algunas conquistas sociales en materia de salud, educación e ingresos (pobreza)”. La pregunta de Monreal a Luis Emilio me parece muy pertinente para Hayes. Lo que en el autor de El único que debe concentrar… se presenta como posibilidad, para el de Qué capitalismo y qué socialismo…, constituye una certeza. Lo interesante radica en los argumentos que menciona Hayes: acumulación originaria por las élites políticas, distanciamiento de las necesidades del hombre como centro del sistema y deterioro de algunas conquistas sociales en materia de salud, educación e ingresos (pobreza). Todas estas cuestiones las desarrolla –no solo las menciona– Luis Emilio Aybar en su trabajo y en otro anteriormente publicado con el título El proyecto de Constitución abre puertas a la privatización de la propiedad social. Pero bueno, ya dije que un texto se multiplica en sus lecturas (o en sus no lecturas).

Aunque creo que la cuestión de las posibles salidas puede explicarse con mayor amplitud, señalo que estas aparecen al final del apartado La concentración estatal, y no en uno referido al “sector privado”. Además, me parece entender que estas posibilidades tienen un carácter más amplio que las “formas de propiedad”. En rigor, las menciones a capitalismo y socialismo están marcadas por un tratamiento transversal que incluye las formas económicas, pero también las subjetividades, liderazgos, el sistema político, la cultura acumulada, el sentido común de las personas, entre otras.

Vuelvo a las múltiples lecturas (y lectores) de un texto de este tipo. Por ejemplo, para Monreal no queda clara “la supuesta opción de «seguir igual»”. Argumenta que “el país ha cambiado y seguirá cambiando por razones objetivas”. ¡100% de acuerdo! Lo que ocurre es que la frase, sin más, podría aplicarse para 1959, 1961, 1968, 1971, 1976, 1986, 1993, 2006, 2008, 2011… Luego señala “(…) además, lo que queda claro de los principales documentos que guían la reforma (Lineamientos y Conceptualización) es que existe una decisión y una propuesta para no seguir igual”. Monreal trae un tema fundamental, a propósito de lo que se discute: el proyecto Constitucional. ¿Cómo se articulan documentos como los Lineamientos y la Conceptualización con la Constitución? A mí no me queda suficientemente claro y quizás podría ayudarme a comprenderlo. Lo digo seria y sinceramente. En los debates del proyecto que realizó la Asamblea Nacional, por ejemplo, en algunos momentos los Lineamientos y la Conceptualización parecían tener un “papel regulador u orientador”, en otros, parecía defenderse su condición de implementación práctica de políticas que debían subordinarse a lo que se estipule en la futura Constitución. En las discusiones del proyecto en que he participado (o conocido) en centros de trabajo, CDR, casi no se han mencionado los Lineamientos ni la Conceptualización.

Otra cuestión, vinculada a los documentos guías (de la reforma o de toda la actividad jurídica). En Cuba, desde 1959, ha sido una cualidad –con menor o mayor variación– las tensiones entre la norma y su implementación (desviaciones incluidas).[5] Este constituye un elemento principal. Ya que hablamos de documentos rectores y realidades, cualquier análisis sobre Lineamientos, Conceptualización y Constitución pasa por el tamiz de relacionar la letra con su aplicación. Ello nos lleva al control popular en un sentido más amplio que el terreno económico, y son precisamente las consideraciones sobre control popular uno de los puntos fuertes del trabajo de Luis Emilio Aybar.

Como dije antes, varias preguntas de Monreal son muy pertinentes e imagino que llevarán la discusión por otros cauces. El debate sobre esa lucha entre formas capitalistas y socialistas, abre subtemas de larga data en los marxismos, pero no solo en ellos. Un ejemplo, cuando hablamos de socialismo –en singular–, ¿a qué nos referimos?, ¿al proyecto como recursos ideales o a la facticidad como salida o resultados reales de ese proyecto? ¿Nos paramos en la perspectiva de defender la idea de que las experiencias de “socialismo realmente existente” no eran “propiamente socialistas”? Pero entonces, ¿qué valoración hacemos de los efectos que acumuló culturalmente la legitimación pública por varias décadas de que “ese era el socialismo”? China y Vietnam es un asunto abierto y ciertamente hay un acumulado en esta discusión. La revista Temas, por ejemplo, dedicó el Último Jueves de febrero del pasado año a China y Vietnam: ¿qué lecciones? y el número 66 de la revista (abril-junio de 2011) a este particular, bajo el lema Otros socialismos. Por último, sobre la apostilla que realiza Monreal a “lo que se plantea en el texto acerca de los mecanismos que deberían existir en Cuba respecto al control del proceso económico en el socialismo” y su recomendación de que “se verían beneficiados si se tomase en consideración que ya existe un cuerpo teórico producido por el marxismo contemporáneo acerca de por lo menos tres dilemas claves”, coincido plenamente, pero le pediría respetuosamente precisara ¿qué entiende por marxismo contemporáneo?, porque estas también constituyen discusiones de larga historia en los marxismos.

Dedico las últimas palabras a Miguel Alejandro Hayes y su Qué capitalismo y qué socialismo… Por razones lógicas, un colaborador de La Joven Cuba –publicación que lo ha sufrido en carne propia y a veces con alevosía– debía conocer el efecto de recortar frases y sacarlas de contexto. Ciertamente, la izquierda ha vivido el “viejo dilema [aquí yo diría ha tenido la práctica, porque no veo planteado el dilema] (…) de echarle la culpa al otro”, pero también desde las izquierdas se han hecho revoluciones, se ha subvertido el orden y se han entregado miles de vidas, a propósito del próximo centenario del asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.

Finalmente no entiendo, después de leer el texto varias veces, cuáles son las distancias esenciales entre el trabajo de Hayes y los citados El único que debe concentrar… y El proyecto de Constitución abre… de Luis Emilio Aybar. Ya antes incluso, Miguel Alejandro Hayes en Constitución y educación (28 de septiembre) había mostrado cierta comunión con el propio El proyecto de Constitución abre… (10 de septiembre) y La educación cubana y los nombres artísticos del capitalismo de Dayron Roque, publicado en La Tizza el 5 de septiembre de 2018.

Hasta aquí estos comentarios apresurados y, de seguro, falibles. Pido disculpas anticipadas por cualquier lectura equivocada, de todas formas, lo que para el autor es un texto, se multiplica en los lectores. El mismo texto es uno para Luis Emilio, otro para Monreal, otro para Hayes, otro para mí. Yo solo quería meter las manos antes que la discusión pase a otras ligas.

Notas

[1] Cervantes Martínez, Rafael y Ortelio Pérez Díaz. Transición, igualdad y estructura socioclasista en Cuba a inicios del siglo XXI. En Colectivo de autores. Los cambios en las estructuras socioclasistas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2003. p. 54.

[2] Torres, Ricardo. Hacia una necesaria discusión sobre el «sector privado». En <http://progresosemanal.us/20150706/hacia-una-necesaria-discusion-sobre-el-sector-privado/> acceso de 17 de julio de 2015.

[3] Rodríguez, José Luis. Factores Claves en la Estrategia Económica actual de Cuba. http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/04/21/factores-claves-en-la-estrategia-economica-actual-de-cuba-ii/.

[4] Piñeiro Harnecker, Camila. Repensando el socialismo cubano. Propuestas para una economía democrática y cooperativa. Ruth Casa Editorial/Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 2013. p. 73.

[5] Este asunto es trabajado ampliamente por Juan Valdés Paz en su reciente libro La evolución del poder en la Revolución cubana, Tomo I. Rosa Luxemburg Stiftung Gesellschaftsanalyse und Politische Bildung e. V. 2017.


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