Editorial de La Tizza sobre la agresión imperialista a Venezuela
La situación actual en América Latina demuestra que la paz no será un resultado de declaraciones «de alto nivel», acuerdos o pactos, sino del avance en la lucha contra el imperialismo y de la aniquilación resuelta de la oposición doméstica a los procesos revolucionarios.
¡Que nadie se confunda! En las condiciones de articulación del capitalismo mundial no es posible que esa oposición sea «autóctona», «independiente» o «nacional». Los intentos por utilizar al Estado para «educar» a las clases dominantes, «convencerlas» de pagar impuestos más altos sobre la acumulación, «regular» los medios de socialización –no solo de comunicación– de su ideología y «compatibilizar» sus intereses con las demandas populares, han fracasado.
La paz burguesa ha ido cobrando metódica y puntualmente la vida de líderes políticos y sociales. Colombia es un buen ejemplo. La apelación de los desmovilizados al cumplimiento de roles de arbitraje que balanceen la correlación de fuerzas, ha fortalecido una fe instrumental y suicida en el Estado.
Pero no es museable la memoria. Lo han probado los adolescentes chilenos que desencadenaron las protestas recientes con aquella consigna que supo discernir tan bien entre 30 pesos y 30 años. El miedo se hereda menos de lo que imaginábamos.
Los factores desencadenantes de una invasión en Venezuela por parte de los Estados Unidos y sus aliados se están consolidando:
1- La necesidad de una solución de guerra para factores de política interna
Ha sido un desastre el manejo interno de la crisis por el coronavirus. Han superado el record de muertes diarias a causa de la enfermedad. En año electoral, la imagen de Donald Trump se deteriora de modo inevitable. El desprecio inicial por la amenaza pandémica y los resultados de «su estrategia», son cada vez peores. El sistema sanitario está al borde del colapso, los supuestos «logros económicos» de la era Trump –a los que han confiado su casi seguro triunfo electoral– no solo amenazan con desaparecer en las próximas semanas, sino que el sistema económico productivo se acerca a un shock que puede volverse irreparable frente a sus competidores más importantes en la disputa hegemónica de las potencias centrales.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52114455
La guerra petrolera entre Rusia y Arabia Saudita ha llevado casi a la quiebra al sector energético. La movilización del complejo militar industrial y el apoderamiento de las riquezas naturales únicas de Venezuela es una de las tablas de salvación del imperialismo yanqui.
2- El dominio y apoyo de los actores aliados
La Comunidad Europea ha apoyado la solución para una «transición democrática» en Venezuela pero la crisis sanitaria lastra sus posibilidades de protagonismo ante las aspiraciones interventoras de Estados Unidos. Países como Inglaterra, Alemania y Francia pueden beneficiarse del nuevo reparto de la matriz mundial de recursos naturales.
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3- El control sobre la región donde se desarrollarán las operaciones y una correlación de fuerzas favorables
La función golpista de la Organización de Estados Americanos (OEA) está consolidada. Luis Almagro ha sido ratificado y ello expresa la continuidad de la histórica posición dominante norteamericana sobre la organización.
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La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) padece impotencia y ha caído en desuso; México y Argentina poco o nada han podido hacer para revitalizarla. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América–Tratado de Comerico de los Pueblos (ALBA–TCP) ha sido muy dañada con el Golpe de Estado militar en Bolivia, hecho que al consolidarse en el tiempo ha permitido a Estados Unidos eliminar un actor político regional importante contra su poderío. Brasil y Colombia son aliados incuestionables. Lula salió de prisión pero eso no ha significado un aumento ostensible del potencial de resistencia del pueblo. En Uruguay regresó la derecha, y la política tradicional de hacer gobierno de coalición con la oposición ha neutralizado al Frente Amplio.
4- El establecimiento de posiciones dominantes en la opinión pública internacional
Estados Unidos y sus aliados han consolidado la visión de que «Venezuela está dominada por una dictadura». Nicolás Maduro es un terrible «dictador» y tiene más relaciones con el narcotráfico que el conjunto de la clase política dominante de Colombia y los Estados Unidos, mayores productor y consumidor respectivamente.
5- El control sobre el terreno de operaciones
El bloqueo aeronaval consumado en las últimas horas, establece un control total sobre el Pacífico y el Mar Caribe y corta a Venezuela los vínculos con sus hermanos. Cuba queda rodeada para enviar ayuda. A Venezuela no le quedará más remedio que librar su propio Playa Girón, junto a todos aquellos y aquellas revolucionarios e internacionalistas de América Latina que concurran a la defensa del chavismo.
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Si llegara a consumarse la agresión imperialista
Estados Unidos busca que el factor de desunión y desgaste interno sobrepase las posibilidades de cohesión y eficacia de las fuerzas bolivarianas. Ello les permitiría precipitar un anhelado levantamiento militar encabezado por «actores cívicos» con el santo y seña de Juan Guaidó o cualquier otro que funja como puente para la transición. Estados Unidos preferiría un «desenlace interno» que parezca democrático y termine con el gobierno revolucionario bolivariano preso o perseguido.
Si llegara a consumarse la agresión a Venezuela, los pueblos tendremos que convertir ese escenario en una posibilidad para «atacar dentro».
Dado el bloqueo de sus fronteras terrestres y marítimas, el
internacionalismo con la revolución bolivariana debe concentrarse en
el desquiciamiento de los gobiernos proyanquis de la región, que estarán enfocados en prestar toda la asistencia a los imperialistas.
Los efectos psicológicos del coronavirus y la relativa distracción de los asuntos nacionales producto de la invasión a Venezuela, configurarán un contexto propicio para el asalto al poder mediante acciones múltiples y simultáneas, pero organizadas y ágiles. Para hacer frente a esas acciones, las derechas en el gobierno dispondrán de menor ayuda de Estados Unidos, enfrascado como estará en quebrar la resistencia del chavismo.
Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Uruguay, El Salvador, Guatemala, Honduras, Perú, pueden convertirse en una secuencia ascendente de «contagios» de otro tipo.
Ante el reformismo entronizado en muchos movimientos sociales, la pérdida de horizonte político y valor de algunos de sus dirigentes y la creencia, desasida del análisis histórico–concreto, en las «vías legales», serán saludables las escisiones tendientes a la radicalidad y replanteo de esos movimientos. La reactivación de un sector de las FARC en Colombia nos aporta una evidencia.
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Para Cuba, se abre otra necesidad de rebasar enérgicos llamados diplomáticos a la comunidad mundial. La ONU es, en última instancia, cómplice de los dominantes. Las «naciones unidas» que se solapan en sus siglas después de la II Guerra Mundial, son las naciones del capital. «Unidas y concertadas les iría mejor para expropiar», es el mensaje de fondo de su «multilateralismo». Pero las disputas de potencias como Rusia, China y EE.UU por la preeminencia mundial harán naufragar también esa «buena voluntad».
Cambiar en el mercado mundial interferón por fusiles pudiera ser otra contribución de Cuba al avance de la liberación de América Latina.
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