Las dos “Joven Cuba”.

Por: Josué Veloz Serrade

Bandera del Movimiento 26 de Julio en la fachada del Hotel Parque Central, mayo de 2017, La Habana, Cuba.

Al nombrar las fuentes del socialismo cubano, el profesor Fernando Martínez Heredia menciona tres que son a mi juicio fundamentales: la Revolución popular de independencia con una ideología y práctica radical y democráticas; la cultura adquirida a partir de las prácticas y las ideas de justicia social, socialismo y democracia durante la república burguesa neocolonial; y las ideas, los ideales y la organización de las luchas en los 50[1].

La tesis de la que parto se despliega en otro aspecto. Tales elementos pueden estar anunciando una cuarta fuente que quizás merezca atención. Y que puede ser decisiva para el presente y el futuro de Cuba. Me refiero al peso de los liderazgos populares en la asunción de ese imaginario socialista radical y su conexión con las tácticas de luchas y las masas que lo abrazarán y se apropiarán de él. Los liderazgos en Cuba tienen un recorrido verificable a lo largo del tiempo en nuestras luchas. También es posible medir cuando esas luchas reciben golpes demoledores en el momento que esos liderazgos se pierden por diversas razones.

Pablo de la Torriente Brau, en un texto dedicado a Guiteras y Aponte, aportará algunos elementos acerca de la personalidad del primero que nos permiten una reflexión acerca del papel de los liderazgos en una Revolución y las coordenadas subjetivas que les atraviesan. A su vez ello permite hacernos preguntas acerca de los usos y manejos de las figuras y líderes cuando ya no están por cualquier motivo. Estos usos y manejos tienen sus peculiaridades tanto en el campo dominante como en el revolucionario. En ambos espacios se configuran actitudes y rasgos que son fundamentales para las causas de los sectores populares. Y en el caso de la Revolución Cubana, resultan decisivos para las disputas permanentes en torno al proyecto socialista.

¿Qué quiso decir Pablo cuando expresaba que la Revolución era como una “fiebre en la imaginación” de Guiteras, tenía “el impulso de miles”, “hizo más que miles”, “irradiaba calor”, “era como un imán de hombres, y los hombres sentían por él atracción”? Sin dudas, nos está poniendo frente a la cuestión del líder en un proceso revolucionario, y de los procesos de identificación de las masas que se condensan en torno a él.

No me adentraré en todas las variantes de este pensamiento, que abarca espacios tan disímiles como la filosofía, la sociología, la psicología y –dentro de esta en particular– los aportes del psicoanálisis en los marcos del pensamiento freudiano. El propósito de esta ponencia es develar la importancia del estudio en profundidad de los procesos subjetivos que participan de la construcción de líderes en un proceso revolucionario a partir de una síntesis de actitudes y rasgos que intervienen en la asimilación del legado de Antonio Guiteras. A mi juicio, estos rasgos y actitudes tienen una historicidad en Cuba y es posible demostrar su expresión condensada en la figura de Fidel Castro. Por tanto, léanse estas actitudes y rasgos en el hoy y en el futuro que vendrá.

La historicidad de los procesos de asimilación y apropiación de la figura del líder en las revoluciones cubanas, deja abierto un campo de estudio no abordado longitudinalmente, pero imprescindible. No solo para comprender los avances, retrocesos o estancamientos de procesos u organizaciones; sino por la utilidad de ofrecer coordenadas en la búsqueda de los resortes culturales, ideológicos y subjetivos necesarios al proyecto socialista de la Revolución para el presente y el futuro que se dibuja. Uno pudiera registrar, por ejemplo, el papel de Martí y las características de la Revolución sin Martí. Su papel en la ideología y práctica radical en el Partido Revolucionario Cubano, y ese mismo partido sin su presencia. La guerra de independencia con la figura de Maceo como líder de contenido popular radical y su evolución posterior. Cada uno de ellos merecería lógicamente un estudio en profundidad que permita develar las minuciosidades de los manejos que de sus figuras se hicieron, en el campo de los dominantes y en el de la Revolución.

Lo interesante también es notar los retrocesos de las organizaciones al perder esas figuras y cómo comienzan a formar parte del imaginario popular convirtiéndose en referentes que después serán instrumentos de luchas posteriores. Ambos fenómenos se dan a la vez. Es decir, hay un impacto de la pérdida de esas figuras en el presente de las organizaciones de las que se trate, mientras su legado se instala en una especie de sustancia subjetiva que puede ser nuevamente encarnada en luchas posteriores.

Con Guiteras ocurre un proceso similar, hay una Joven Cuba con Guiteras y otra sin Guiteras. Y en una figura como la de él, en la que confluyen distintas posiciones frente a su práctica, se puede observar, con nitidez, los procesos por los que pasa una figura de su talla frente a la posteridad. Se producen posiciones contradictorias de las distintas organizaciones revolucionarias o no revolucionarias sobre su figura, se va construyendo una leyenda de componentes míticos que bebe de su actuación pero que el imaginario popular soldará e integrará a su modo.

Posterior a la muerte de Guiteras, a lo interno de la Joven Cuba comienzan a observarse un conjunto de conflictos y contradicciones que terminarán destruyendo a la organización. Entre ellos: la búsqueda de protagonismo, la pérdida de consenso en torno a los objetivos iniciales y las pugnas entre distintas tendencias y los oportunismos.

Ahora me referiré a tres posiciones que se mostraron frente a su legado, las dos primeras –aunque pueden estar presentes tanto en los dominantes como en el campo revolucionario– son siempre funcionales a la dominación. La tercera está siempre en el campo revolucionario y cuando no es integrada por un movimiento en su estrategia de lucha, termina pervirtiéndose este.

1- Someterlo por parte de la reacción más extrema a la demonización y a la construcción de un sujeto horroroso con el cual nadie podría identificarse. En momentos donde el peso de su figura radical se hace demasiado notable, entonces se le omite, se le imponen silencios, se deja de nombrarlo provocando que no pueda ejercer como referente de interpelación al sujeto colectivo. Hay que decir que las omisiones o silenciamientos pueden también estar presentes en los modos y prácticas de organizaciones del campo revolucionario. En este caso se pueden adicionar las omisiones selectivas o los énfasis de desplazamiento. En las primeras, los aspectos más radicales de su comportamiento son obviados en las historias escritas y puestas a circular. En el segundo, se empieza a nombrar relevante a lo irrelevante o lo que no es central en su práctica; por ejemplo: Guiteras puede ser un “hombre honrado” o un tipo “duro y guapo”.

2- Una segunda actitud es la de su utilización oportunista en discursos, conmemoraciones y homenajes que permiten utilizar su imagen o sus características para imponer o consolidar procesos que lo niegan en sus esencias. En ocasiones los dominantes hacen uso de su figura pero desligándolo de su pasado revolucionario. O toleran su presencia mientras no se vuelva un instrumento de liberaciones. Pero en el campo revolucionario encontramos la misma actitud, su legado empieza a ser disputado incluso en la memoria de aquellos que le acompañan. ¿Quién estaba más cerca, quién no? ¿Quién sí era Guiterista y quién no lo era? ¿Quién es la Joven Cuba y quién no lo es? Pareciera que el nombre sustituye lo nombrado y entonces ser de la Joven Cuba sería llamarse “Joven Cuba”.

3- Al mismo tiempo en que transcurren las anteriores actitudes, se despliega la captura por parte de los sectores populares del imaginario de la figura de Guiteras. Entra en los discursos, en las frases, expresiones populares y relatos de carácter heroico o de leyenda. Sirve, a su vez, como un elemento de identificación en dichos sectores que puede ser en ocasiones utilizado por la dominación y los oportunismos o puede permanecer como magma no visible dispuesto a la contienda. Los procesos de identificación de las masas con los líderes pasan por anhelos en el plano de las emociones y no en el de aspectos racionales. Eso hace que muchas veces los elementos más profundos e irreverentes de la figura de la que se trate se mantengan refractarios a la estrategia de utilización que intenta desmontarles.

Pero en la construcción de esos liderazgos hay también un conjunto de rasgos que son necesarios a tomar en cuenta en los procesos revolucionarios. Cuando estos rasgos, que están presentes en Guiteras, son ignorados o tratados con torpeza, conducen irremediablemente al abismo a cualquier proyecto. Expondré algunos, aunque puede haber otros no abordados aquí:

1- Las condiciones reales de formación y actuación por la que transitan los revolucionarios no explican directamente su conformación en calidad de tales. Si uno los analiza a cada uno de ellos, se dará cuenta que trascendieron sus condiciones reales de existencia y el curso que ellas determinaban. No es cierto que fueron héroes desde pequeños.

2- La asunción de elementos contrahegemónicos y radicales. Tienen una relativa independencia de las formas de pensamiento vigentes y su práctica radical jalona al pensamiento revolucionario una y otra vez.

3- Comprenden que la movilización de los sectores populares es la vía mediante la cual disputar los poderes establecidos y, a su vez, la tarea organizativa más decisiva e importante. Ello hace en Guiteras que el establecimiento de un frente antibatistiano no sea una actitud oportunista sino el modo indispensable para acceder a la unidad mínima para alcanzar objetivos de lucha determinados.

4-La honestidad y el sacrificio que se imponen y la asunción de esto frente a los demás permite una consolidación de los procesos de identificación subjetiva necesarios para que los grupos o colectividades en lucha se sientan representados. Surgen y se consolidan en los procesos de lucha y de actuación social. Y no se producen de manera natural o genética.

Los retos del hoy: los dos Fidel…

¿Qué nos pueden decir estos elementos delineados en Guiteras de la Cuba de hoy? ¿Cuánto de ellos puede estar contenido en la posteridad de Fidel? Con la muerte de este último se inicia el proceso de asimilación de su figura y práctica revolucionarias. Solo adelantaré algunas hipótesis de análisis que deben ser profundizadas con posterioridad.

En Fidel se pueden observar muchos de los elementos antes abordados. Su decisión final de no habitar estatuas nos coloca frente a un acto de lucidez en torno a las utilizaciones de figuras para instalar procesos que niegan en sus esencias a la práctica revolucionaria que impulsaron. El significante “Fidel” se convierte entonces en un territorio en disputa y los modos en que el campo revolucionario se sitúa frente a ello, serán decisivos. A la vez, miles de cubanos comienzan a decir: “Yo soy Fidel”.

¿Será que Fidel entendió la necesidad de liderazgos colectivos sin estatuas? Cuando Freud abordaba la cuestión del líder, extraía un elemento interesante. Las masas siguen y se identifican con aquella persona que creen puede amarles a todos por igual. En una entrevista que le hacen a Almeida al hablar de Fidel, este se refiere al episodio de la caída de un compañero durante la travesía en el yate Granma. Cuando Fidel dijo que no seguirían la ruta hasta que apareciera el compañero perdido en el mar, Almeida expresa: “ahí nos dimos cuenta que este no abandona a nadie”. En esta perspectiva un líder es la expresión de procesos complejos de identificación de las masas e indudablemente la simbología cristiana de padre salvador es fundamental en el desarrollo de esas identificaciones. En los procesos revolucionarios esos elementos de identidad tienen que estar conectados a las aspiraciones populares. Al partir físicamente, nos plantea interrogantes sobre la posteridad. Porque sus usos y utilizaciones pueden estar del lado de la dominación o de la Revolución. Hasta en las estrategias de la reacción para destruir el proyecto socialista cubano su figura estará presente. En verdad no solo hay dos Guiteras ni dos Fidel, hay varios, pero la lógica binaria permite distinguir cuál es el necesario a la dominación y cuál a la Revolución.

Hay un cuadro de Fidel en el bar privado “Up and Down” y en las oficinas de la burocracia. Hay otro recorriendo las calles, en los sueños y anhelos de la Revolución profunda que nos hizo sujetos a muchos. En esa tamaña disputa hay que ver quién gana a quién.

Hace unos días pasaba frente al Hotel Parque Central. En uno de los balcones estaba la bandera del 26 de julio, me puse a pensar:

¿La bandera toma al hotel, o el hotel toma la bandera? ¿Cuál Guiteras y cuál Fidel ganarán?

[1] Martínez Heredia, Fernando, 2007: La Revolución Cubana del 30. Ensayos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.


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