La utilidad de Guiteras

Por Fabio E. Fernández Batista

Hoy la palabra revolución no es bienvenida en muchos círculos. En los días que corren, el canon posmoderno impulsa el abandono de las grandes utopías que dieron vida a los sueños de la modernidad. El capital -en apariencia cómodo tras su triunfo frente a esa formidable amenaza que fue el socialismo en el siglo XX- nos invita a que asumamos lo superfluo como trascendente. Para no pocos, el debate que marca la dinámica mundial es dilucidar quién es mejor: Cristiano o Messi.

Tal epidemia de bobería ha llegado también a estas tierras. El embate de la globalización y la crisis que define a nuestra sociedad desde inicios de los noventa crean condiciones para que la cultura de la banalidad y el consumismo haga estragos entre los cubanos. Con una simple mirada a nuestro alrededor vemos como el capitalismo, supuestamente derrotado, reverdece en los más diversos predios. Está allí, agazapado tras el canto hedonista del Paquete y entre las relaciones asimétricas que establece el próspero dueño de un bar con la estudiante universitaria que en las noches se convierte en su camarera.

En momentos como este, muchos no le encuentran sentido a una actividad como la que nos ocupa. Con tanto yuma en La Habana al que esquilmar, qué hacemos aquí hablando de Guiteras. Si se parte de la lógica economicista que -minuto a minuto- gana espacio en nuestra sociedad, los reunidos en este salón estamos “perdiendo el tiempo”.

Precisamente es la realidad arriba descrita la que valida un homenaje como el de hoy. Mucha faltan nos hacen Guiteras y esa pléyade de jóvenes -de espíritu y actitud- que a lo largo de la historia se han opuesto al mundo sin equidad que los poderosos pretenden vender como natural. Ellos resultan fuente de inspiración en la lucha contra la injusticia. Son instigadores perennes de la acción, en tanto fueron rebeldes e inconformes frente a la realidad que les tocó vivir. Su praxis revolucionaria constituye evidencia de la posibilidad, siempre existente, de lanzarse al ruedo con tal de cambiar la sociedad. Para los revolucionarios de Cuba y el mundo, tiene mucho que decir el héroe de El Morrillo.

En Guiteras puede rastrearse la apuesta por un socialismo imbricado con las raíces de nacionalismo revolucionario cubano. De forma simultánea, emergen en su ideario los ecos del proyecto liberador martiano y la iconoclasia de buena parte de la tradición socialista. El camino revolucionario que escogió se alejó de la asunción mimética de esquemas modelados en realidades ajenas. La revolución fue para él un acto de creación, conectado con la singularidad del escenario concreto que pretendía subvertir. En el marco de los convulsos años 30, Guiteras -heredero de la irreverencia de Mella- abrió el camino hacia una interpretación del socialismo a partir de las particularidades nacionales.

Asimismo, legó su vocación por la violencia revolucionaria como legítima fórmula de lucha de los oprimidos. La sensibilidad de estos tiempos parece condenar al ostracismo a cualquier manifestación de enfrentamiento violento, mas desde el pasado Guiteras nos pregunta si las minorías explotadoras cederán pacíficamente su poder. El alma de la Joven Cuba lanza dardos inquietantes hacia esa izquierda que, de tan pacífica, se ha vuelto funcional al sistema capitalista.

Por otro lado, permanecen vigentes las lecciones del antimperialismo guiterista. En un contexto de “normalización de relaciones” con los Estados Unidos, se erige cual pertinente alerta la disección de Guiteras acerca de los efectos que para el país traía la dominación del capital norteamericano. En consonancia con su espíritu, debemos anudar con el vecino del Norte las relaciones de intercambio que necesita nuestra economía, siempre y cuando ello no derive en la cesión de la más mínima cuota de soberanía. A su vez, si el actual inquilino de la Casa Blanca asume la abierta hostilidad como base de su política hacia Cuba, la intransigencia guiterista -esa que no se amedrentó ante Roosevelt, Welles y Caffery- ha de ser acicate para nuevos años de resistencia.

De igual forma, son valederas las experiencias que como revolucionario inserto en las estructuras del poder gubernamental dejó Guiteras. No fue él uno de los tantos luchadores que no lograron acceder a las magistraturas políticas que confieren el dominio sobre el aparato estatal. El Gobierno de los Cien Días y las contradicciones que lo acompañaron merecen ser estudiados por aquellos abocados a la acción revolucionaria. Un trabajo como Septembrismo preserva su vigencia, en tanto dialoga con el campo de fuerzas en que queda insertó todo proyecto de remodelación de la realidad social. El texto -más allá de su conexión con un escenario histórico específico- posee claves útiles para la teoría revolucionaria.

Es de lamentar que el legado guiterista sea, pese a su trascendencia, ninguneado en más de un sentido. En el mundo no es demasiado conocido, ni siquiera entre los militantes de la izquierda latinoamericana. Corresponde pues a los revolucionarios de Cuba divulgar su pensamiento como parte de lo mejor de la tradición socialista gestada en esta Isla. Al mismo tiempo, debemos rescatar a Guiteras del relativo olvido que persigue a su figura en nuestra propia realidad. Superar el ritual de las efemérides y el epidérmico saber que se adquiere para responder una pregunta de la prueba de ingreso resulta imprescindible si queremos honrar a plenitud el esfuerzo de este revolucionario cabal. El proyecto socialista cubano necesita ser más plural si pretende garantizar su hegemonía en los años por venir. En el esfuerzo por redefinir nuestro socialismo, necesitamos que Guiteras nos acompañe.

Siempre es difícil hablar de los héroes. Ante su legado empequeñecemos. Una simple comparación entre sus vidas y las nuestras causa rubor. Ellos no son dioses, “simplemente” hombres que cargan sobre sí el decoro de la humanidad en pleno. De Guiteras y sus compañeros de empeño qué decir. Quizá lo mejor sea pedir auxilio al poeta y clamar con él al viento:

Menos mal que existen

los que no tienen nada que perder

ni siquiera la muerte

Menos mal que existen

los que no miden qué palabra echar

ni siquiera la última


Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *