La crisis de poder en El Salvador y el peligro de la violencia política.

Por Berne Ayalá

Foto: RTVE

Tomado de La Flecha Nativa, blog del autor.


El Salvador es un país cuya importancia geopolítica ha sido probada en varias ocasiones de la historia. Estados Unidos ha venido impulsando una política intervencionista en sus propósitos por derrocar al gobierno de Nicolás Maduro; hoy que el proyecto llamado «Guaidó» ha fracasado, se abren con rapidez otros escenarios en el agitado campo de la geopolítica. Lo que hoy sucede en nuestro país está vinculado de manera directa y estrecha a esos acontecimientos. La derrota del proyecto antisandinista. La misma estrategia utilizada en Venezuela fue implementada en Nicaragua, cuya finalidad era romper los equilibrios de poder a cuya cabeza ha estado el Frente Sandinista; Estados Unidos también fracasó en esos intentos. La estrategia favorita de los intervencionistas de cualquier época es debilitar a los Estados y confrontar a sus habitantes por medio de su sistema de partidos, organizaciones sociales y religiosas, en general confrontar y dividir a sus comunidades para poder ejercer un dominio político extranjero.

La lucha de poderes entre el Órgano Ejecutivo y la Asamblea Legislativa empeorada esta semana en El Salvador, además de tener sus propias particularidades en lo referente a nuestra situación doméstica, está vinculada a una vieja estrategia de Estados Unidos destinada a tomar el control de todas las decisiones estratégicas de sus países por medio de sus aliados coyunturales.

Ese es el verdadero trasfondo de esta crisis, no es lo que en apariencia se muestra, no es el simple ataque del presidente contra los partidos políticos, la mediatización de juicios amañados por casos de vinculación de políticos con pandillas, exigencias de aprobación de préstamos, convocatorias inconstitucionales de un órgano de Estado a otro; esa es solo la apariencia, estamos ante una situación muy grave que podría desencadenar en episodios de violencia política y rompimiento del orden constitucional, que es lo que a Estados Unidos le favorecería para conducir su política en la región.

El viejo concepto del golpe de Estado contra el Órgano Ejecutivo se debe desechar en este momento, el golpe puede conducirse desde éste contra el principal órgano de Estado, la Asamblea Legislativa.

En esa línea, bajo los argumentos del desgaste y descréditos de los partidos políticos, no es exagerado inferir que se ha abierto una fisura muy grave en el orden constitucional que podría llevar incluso a la utilización de la policía y el ejército como en otros momentos de la historia nacional. Las consecuencias en el campo de la violencia política podrían ser muy graves, ante la ya deteriorada paz social de las y los salvadoreños.

Las personas sensatas, intelectuales, progresistas, religiosas, académicas, comunidades en general, deben poner mucha atención a este momento, desechar discursos de odio y en su lugar proponer soluciones alejadas de la violencia. Ante un desencadenamiento de la violencia política no serán los hijos de los ricos los que mueran, serán como siempre, los hijos de los pobres.


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