Julio Antonio Mella

Por Leonardo Fernández Sánchez*: “Parecía envolverlo una tensa y cálida onda humana: exuberancia alegre de vivir y de hacer.”

Fotografía: Tina Modotti

*Fragmentos de un trabajo de Leonardo Fernández Sánchez. En las cuartillas originales está incluida la siguiente nota al pie: Este trabajo, escrito por Leonardo Fernández Sánchez, ha sido entregado por su compañera, Aida Hernández Hernández, con fecha 9 de febrero de 1969, a los fines de su divulgación, a la Comisión “Leonardo Fernández Sánchez” del Instituto “Julio Antonio Mella”. El original de este documento aparece sin título; tanto por esta circunstancia, como por la fecha y el contenido de este, parece que Leonardo lo escribió con el propósito de hacer posteriormente un trabajo más amplio y completo sobre Mella y su par ticipación en las históricas luchas que este encabezó. No queriendo dar la calificación que implica toda titulación, tanto la compañera Aida Hernández como el responsable de la mencionada Comisión, han creído bien que este trabajo de Leonardo lleve por título simplemente el del nombre del gran precursor de nuestras luchas antimperialistas y sociales que lo inspiró: Julio Antonio Mella.

Texto tomado de La Gaceta de Cuba, №6, Noviembre/Diciembre 2017, pp.45–47


1923

En el parque Maceo hay una concentración de estudiantes. En la tribuna una figura atlética, gallar da, saco verde y pantalón de franela, zapatos de dos tonos, fuerte el mentón voluntarioso, alta y poderosa la cabeza, luminosos los ojos, sobre los que llamea la melena rebelde, relataba, el gesto amplio, cálida y apasionada la voz, marcada por un ligero ceceo y el relampaguear de las imágenes, una entrevista con el presidente Zayas.

Era, para nosotros, párvulos del primer año de bachillerato, el gran Julio Antonio Mella, líder de la Colina, que bullía por entonces en nuevos alumbramientos.

Me impresionó la gran energía vital que dimanaba de su figura. Me acerqué. Fue el comienzo de una noble asociación de fraternal amistad y comunión ideológica y política que habría de durar hasta el 10 de enero de 1929.

Yo dirigía la revista Instituto; Mella inspiraba la revista Alma Mater. Le visité frecuentemente en la sastrería de su padre, el viejo don Nicanor. Me hablaba de la juventud, de la Reforma Universitaria, de los pueblos de Nuestra América, de la absorción económica norteña, de Ingenieros, de Vasconcelos, de Rodó y de José Martí, de los tiempos nuevos. El siglo xx era para él un gran siglo de la Revolución.

Nosotros, los cubanos, teníamos que andar más aprisa, porque habíamos recibido la independencia recortada con un siglo de retraso… De los políticos no se podía esperar nada. “Los viejos partidos, conservadores y liberales, ignoraban el problema del siglo: el problema social”. Había que orientar y organizar a las juventudes.

Éramos pocos; pero seríamos muchos. Cuba debía ser libre: nunca lo había sido, ni económica, ni políticamente. La única esperanza estaba en las fuerzas nuevas: “los tiempos señalaban un destino glorioso para la nueva generación republicana”. No podíamos traicionar la misión de la juventud. Había que llevar el mensaje a todo el pueblo. “Él tenía la seguridad de realizar sus ideales antes de que el brillo mortal de los años cubriese de nieve su cabeza”.

Teníamos que estudiar para saber más. El sensualismo era un gran enemigo. Debíamos huir de los vicios que enervan el cuerpo y la mente. Nuestra meta era la perfección individual y social.

Trabajaríamos por ella. El Milagro Griego le apasionaba: estudioso devoto de la antigua Grecia, sus pensadores y mitología, hallaba en ella un ideal de belleza. Debíamos ser fuertes y ser sabios.

Sus palabras fluían naturalmente. Era un entusiasmo pleno de optimismo, de sana alegría… Rehuía el tono apostólico y la frase estudiada. Sin embargo, tras esta sencillez fraternal, se revelaba una voluntad inflexible, una fuerza vital que se creía capaz de remodelar su país y el mundo. Esta fuerza hallaba por entonces su expresión exterior más brillante en la tribuna, en la asamblea tumultuosa, en la manifestación de calle, donde se ejercían al máximo sus excepcionales condiciones de líder natural, su impresionante poder de atracción multitudinaria.


1924

La reforma es torpedeada en la Universidad. La Universidad Popular se traslada a los centros y locales obreros. Más tarde funciona en el Instituto de La Habana de cuya Asociación de Estudiantes soy presidente. Mella funda la Liga Antimperialista y la Federación anticlerical de Cuba. Intima con líderes obreros, Penichet, Carlos Baliño, amigo de Martí, Alfredo López, etc. Colabora en casi todas las publicaciones sindicales cubanas. Se funda la Confederación de Estudiantes de Cuba de la que es Presidente y yo Secretario. Viajes al interior: Oriente, Matanzas, divulgación social, y organización de los trabajadores azucareros. En agosto publica el folleto Cuba, un pueblo que jamás ha sido libre.

Machado es electo presidente. Dos conocidos artículos de visión profética: “El pueblo se ha dado un nuevo amo en su democracia de carnaval”, y “Machado: Mussolini tropical”, se publican en Juventud.


Febrero de 1925

Visita los centrales de la región de Banes. Dormimos en un hotel. En la mañana he sacado el peine de mi pistola. Un amigo a quien se la he prestado un poco antes, le ha colocado una bala en el cañón y devuelto sin advertírmelo. Toco el gatillo, una bala me atraviesa la mano izquierda y pasa junto a la cabeza de Julio que duerme cerca. Se despierta sobresaltado. De la mano herida mana abundante sangre. “Un poco más y aquí termina la revolución”, dice serenamente.

Septiembre de 1925

Incidente personal con Méndez Peñate. Es expulsado por un año de la Universidad. Su carta al Consejo Universitario es un notable documento humano.

Es curioso que al cabo de tres años de tempestades universitarias para reformar los Estatutos se apliquen en su parte más reaccionaria, más injusta y más alejada del espíritu nuevo de la Universidad en su parte penal casualmente, a uno de los que más lucharon por reformarla.

Mi expulsión es una venganza. A los vengadores no se les pide justicia; se les vence; o se les emplaza para el día en que puedan ser vencidos. No es simplemente una venganza: ustedes mejor que yo saben quiénes son los más interesados en separarme de la Universidad y causarme el supuesto daño de no ser doctor de la eficiente Facultad de Derecho. Es una venganza de hechos anteriores y algunos sin conexión con el Alma Mater. Ciego será el que no lo vea. Una vez expuestas mis ideas sobre este Auto de Fe en pleno siglo xx, nada más tengo que decir. Vuelvo a repetir que ustedes no podrán hacer justicia, no porque sean injustos, sino porque tienen un concepto distinto al mío de la justicia.

Me retiro de la Universidad satisfecho de haber servido en todos los instantes a mis ideales, y de no haber claudicado, ni haber recibido un solo beneficio de ella, como otros tantos que vistieron con el uniforme del reformismo para medrar.


Noviembre de 1925

[…] Recibo una nota de Julio: ha declarado la huelga de hambre. Comité Pro-Libertad de Mella. Actúo de Presidente. A medida que pasan los días se acentúa el hervor popular. Demostraciones estudiantiles y obreras en toda la Isla. El Presidente Calles, el senado mexicano, el senado argentino, el cabildo municipal de Buenos Aires, piden su libertad. Ramón Vasconcelos y Germán Wolter escriben brillantes artículos en su defensa. En

México, Nueva York y Buenos Aires hay demostraciones ante los consulados de Cuba. Millares de telegramas. El Comité Pro-Libertad de Mella está en acción permanente. Orosmán Viamontes es el abogado, Gustavo Aldereguía, el médico. Forman parte del Comité, además, Rubén Martínez Villena, Luis F. Bustamante y Jacobo Hurwitz, estudiantes peruanos exiliados por Leguía, Gustavo Machado, Carlos Aponte, Salvador de la Plaza, Eduardo Machado, exiliados venezolanos, Jorge Vivó Aureliano Sánchez. Otros muchachos estudiantes y obreros actúan junto al Comité.

Hacia el día diecisiete de la huelga, reunión angustiosa del Comité. Mella ha sufrido un grave síncope. Aldereguía, alterado, informa que si no se pone fin a la huelga dentro de veinticuatro horas Mella morirá, porque no habrá posibilidad de recuperación ulterior. Julio le ha dicho: “Estoy perdiendo la facultad de discernir. Queda a mis amigos tomar en lo adelante las decisiones”. El dilema es: alimentar a Mella a la fuerza, o aceptar la responsabilidad de su muerte si no llega la libertad en veinticuatro o cuarentaiocho horas. El Comité se divide.

Menudean los incidentes personales y las acusaciones exaltadas. Triunfa la opinión de que Machado no resistirá veinticuatro horas más la presión nacional e internacional. Sostuve este punto de vista. Mella es libertado. El Asno con Garras, cuyo estribillo era “A mí no me sopetea nadie. Si come, lo suelto, si no come, muere”, se doblegó a la opinión continental.


Noviembre de 1926

Salgo de Cuba. A fines de enero llega Julio Antonio a París. Vamos a Bruselas. Allí están Nehru, el discípulo de Gandhi, actual premier de la India, Henri Barbusse, los delegados del Koumintang, que marcha entonces victoriosamente hacia el norte, José Vasconcelos, Ramón P. Denegri, ministro de México en Berlín, Haya de la Torre, otros muchos hombres de la América y el mundo.

Mella es electo al Presidium por la América Latina y redacta la tesis sobre América. Visita la URSS. En abril retorna a México.

En México Mella es el Secretario Continental de la Liga Antimperialista de las Américas, libra batallas pro Sandino con el Comité Manos Fuera de Nicaragua, editorializa en los periódicos obreros mexicanos; cuando no es en una liga agraria, está con los mineros de Jalisco. Funda la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios de Cuba.

[…]

Mella ha madurado políticamente en México. Su pensamiento es siempre claro, con una como avizoración genial de futuro, pero hay en él una comprensión más realista del momento cubano y de las fases de la liberación. En la tribuna su palabra ha perdido algo de brillo tempestuoso, pero ha ganado en precisión, reciedumbre y objetividad. Es siempre el gran compañero fraternal, el guía, el amor y la ayuda para todo el que llega de Cuba.

[…]

La patria lejana le obsede. En agosto se pierde de la Ciudad de México. Nos enteramos de que ha estado en Veracruz buscando las posibilidades de entrar ilegalmente a Cuba. En septiembre tiene reservada una entrevista conmigo: se decide mi viaje a Cuba.

[…]

Octubre 10. — Llego a La Habana en un buque de carga de Tampico. Veo al general Peraza. Precisamos una entrevista con Mendieta. De México han llegado informes de los agentes de Machado sobre mi desaparición. Se me supone en Cuba. Soy localizado, y un día de noviembre me arrestan tres agentes. Castillo de la Fuerza.

[…]

Días después se me extrae de la prisión: a la Judicial y el barco. Alguien en las oficinas de la Judicial se me acerca: “Hay un plan para asesinar a Mella. Sale gente de aquí. La información la tenemos del propio Palacio”.

Deportado a los Estados Unidos. El 27 de noviembre salgo de Cuba. Le escribo extensamente a Julio: seguridad de que ha salido gente de Cuba para suprimirlo. Debe tomar precauciones. Insisto en toda mi carta sobre ello. La fuente de la noticia es de crédito. La carta, única pieza de convicción en los inicios, es ocupada en las habitaciones de Julio Antonio, e incorporada al proceso.

El 11 de diciembre llega a México José Magriñat, encargado de la dirección técnica del asesinato. Recibo una carta de Mella contestándome. En la carta una frase: hemos recibido recados de uno que acaba de llegar de Cuba con noticias. En otra carta posterior que recibo hacia el primero de enero: “El amigo que nos trajo informes de Cuba, sabes quién es, el amigo de Menocal famoso, nos parece sospechoso”.


1929

El 10 de enero muere Julio en circunstancias desconocidas. El 23 de enero en el Madison Square Garden, ante más de veinte mil personas, dije, en nombre de Cuba, las palabras que la emoción indignada y el inconsolable dolor cubano me dictaban.

He conocido a todos los líderes del movimiento revolucionario cubano y a muchos en América. No he conocido a ninguno que reuniese el conjunto de excepcionales cualidades de Julio Antonio Mella. Se ha de juzgar a esta figura de nuestro país no por lo que hizo, con ser mucho, sino por lo que pudo haber hecho y no le permitieron hacer. Murió a los veinticinco años.

Se ha de situar a Mella en un momento cubano en que no han cuajado aún las condiciones políticas y ambientales para un radio de acción personal de más grande magnitud histórica.

Personalidad magnética, prestancia física, inteligencia clarísima, de anticipaciones geniales, singular talento político para apresar la realidad circundante, pero con un sentido de buceo profundo y panorámico en las causas últimas y finales. Austeridad personal, método en el estudio y en el trabajo, capacidad organizadora, excepcional dominio en el mitin y la calle.

Orgánicamente era una rara síntesis de unidad del pensamiento y de la acción: su ideal de perfección individual. Parecía envolverlo una tensa y cálida onda humana: exuberancia alegre de vivir y de hacer. Fue y será por siempre un arquetipo de la juventud: el más completo líder, en calidades potenciales, que ha producido Cuba republicana.


* El autor (1907–1965) fue un destacado comunista cubano. Brazo izquierdo de Julio Antonio Mella. Luchador contra las tiranías de Machado y Batista. Fundador del primer Partido Comunista de Cuba.


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