Por: La Tizza
Que el socialismo se valiera del poder para serlo, y que no se convirtiera en poder autorreferencial: por eso luchó Guiteras. ¿Era marxista? Cuando se produjeron conflictos entre obreros y patronos en algunos centrales durante la revolución cubana del 30, fueron a preguntarle qué debía hacerse: “vaya y dé la razón a los obreros”, fue la respuesta que espetó como un balazo. Guiteras es parte integrante de un marxismo y socialismo cubanos que se definen por las prácticas, no por declaraciones.
La suya fue la muerte de los que saben que lo único a perder son las cadenas. Su pensamiento y actividad estaban al servicio de la revolución social, no de teorías incapaces de salir a la calle alguna vez a pelearla. La posteridad de Guiteras ha sido, por un lado, la que instauran las posrevoluciones: se le denigra o se le utiliza. O la de compuestos de sangre y fuego latentes en las entrañas violentas de las masas que esperan a que se les señale el camino.
La nación de Guiteras es con todos los humildes, oprimidos, trabajadores. Y esta solo puede ser hoy creación de los revolucionarios que están en la trinchera opuesta a Trump y sus asesores, a los “inocentes” de los cambios de fechas, y también, a los dogmas de nuestro campo.
Aquel Morrillo de muerte, con su mirada atravesada entre los goznes de la república vendida a ladrones y tiranos, es un dedo acusador que señala la profunda y sutil alianza entre manzanas “Kempinski” y el imperialismo que orina ahora de otra forma monumentos inviolables.
Cuando Fidel, el 8 de enero de 1959, dijo que esta sí era la verdadera Revolución, allí estaba también Guiteras. Y ahora andan los dos juntos velando por que no deje de serlo. Si ello sucediera, otra vez Morrillos y Moncadas habrá.
La Tizza presenta este nuevo dossier con trabajos discutidos en el homenaje a Antonio Guiteras que tuvo lugar el pasado 8 de mayo en la sede del Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”.
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