«En aquel verano de partos»

Por Germán Sánchez Otero


En ocasión del 86 aniversario del natalicio de Marta Harnecker el 18 de enero de 1937, publicamos una versión de las palabras pronunciadas por Germán Sánchez Otero en el acto realizado en la Sala Che Guevara de la Casa de las Américas, el 7 de mayo de 2015, para homenajear a Marta Harnecker con motivo de recibir el Premio Libertador por su libro Un Mundo a Construir (Nuevos Caminos).

Dos amigos y colaboradores de nuestra revista, Germán Sánchez Otero y Camila Piñeiro Harnecker, se unieron en el empeño de hacernos llegar este trabajo.


I.

Los días 4 y 5 de diciembre de 2004 se celebró en Caracas el primer encuentro mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Fue el más relevante evento de tal género que se hiciera en Venezuela en toda su historia.

Participaron más de 300 destacados hombres y mujeres de la cultura mundial. Algunos conocían a Chávez de forma directa. Muchos no lo habían visto ni oído en persona, ni habían palpado a la Revolución Bolivariana antes. Existían en varios de ellos evidentes prejuicios y dudas hacia el líder bolivariano: su origen militar, estilo «populista», ideología ecléctica…

Al terminar el encuentro, tres días después, ninguno escapó de la seducción de Chávez y nadie quedó sin comprender que esa revolución había iniciado la disputa por una nueva época en «Nuestra América».

En aquella memorable ocasión, el Comandante-Presidente realizó un dinámico intercambio con los participantes en el teatro Teresa Carreño, y también habló en el acto de clausura, realizado en el hotel Alba Caracas, el 5 de diciembre. En ese discurso, sorprende a casi todos al decir: «Hay que retomar el estudio de las ideas socialistas. Sus tesis auténticas, sus tesis originales. Revisar errores, revisar aciertos. Reenfocar, reorientar y tomar el rumbo que hay que tomar».

Dichas palabras tienen ahora un valor histórico: Por primera vez él expresa, de manera pública, la necesidad de retomar el socialismo. Y un mes después, el 30 de enero de 2005, define en Porto Alegre el curso socialista de la Revolución Bolivariana.

Tal vez ustedes se pregunten: ¿Qué relación existe entre el libro que nos congrega y estas evocaciones que recién hizo el presentador? Respondo mediante otra pregunta: ¿Acaso es fortuito que en el propio año 2005 Chávez instituyera el Premio Libertador, con el fin expreso de promover y fortalecer el pensamiento crítico y emancipador en el mundo?

Levantar el proyecto y la utopía socialista del pantano en que había caído, él sabía que requería del soporte de ideas renovadas junto a prácticas revolucionarias exitosas.

II.

Marta no fue sorprendida por la declaración de Chávez en el evento de los intelectuales, pues estaba involucrada a fondo en la Revolución Bolivariana y tenía una fecunda relación personal con él.

Ella había llegado a Caracas semanas después del golpe de abril de 2002, a fin de realizarle una larga entrevista al líder bolivariano, que pronto convertiría en el libro Hugo Chávez Frías. Un Hombre, un Pueblo.

Chávez conocía las faenas intelectuales y militantes de Marta, desde sus años más jóvenes en Chile y luego en Cuba. Por ello no tardó en proponerle que se quedara en Venezuela un tiempo, a fin de que ofreciera sus experiencias y conocimientos al proceso bolivariano. Nuestra querida amiga reaccionó feliz, pues se sentía en Venezuela como pez en el agua. Allí estuvo acompañada de su esposo, Michael Lebowitz, destacado pensador marxista canadiense que también aportó su sabiduría teórica con humildad y compromiso revolucionario.

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Fui testigo de la abnegada labor de Marta con decenas de colectivos sociales y dirigentes políticos bolivarianos en cursos, talleres y conferencias, o sumergida en estudios de experiencias comunales. Era usual verla de prisa, irradiando optimismo y ofreciendo didácticas lecciones basadas en prácticas e ideas revolucionarias que atesora en su espacioso cofre intelectual. Incluso en el sitio donde se hospedaba, a cualquier hora, atendía a personas humildes que querían oír sus opiniones y le pedían orientaciones para sus comunidades.

¿Cómo explicar que una escritora que ha publicado más de 80 libros y cientos de artículos y ponencias, y ha realizado una labor de divulgación audiovisual tan vasta, sea a la vez lo que llamamos una «militante de base»?

¿Por qué ella es capaz de comunicarse de ambos modos con sus contrapartes, sean intelectuales, dirigentes, revolucionarios o militantes y personas de cualquier nivel?

III.

Solo si echamos una mirada a su vida, podría despejarse esta aparente paradoja. Desde muy joven, Marta tuvo motivaciones humanistas e inclinaciones políticas. En los años sesenta estudia Psicología y forma parte de una agrupación católica, que trabajaba en fábricas y en poblaciones humildes. Visita Cuba en sus años verdes y la revolución la cautiva. Pronto parte a Francia, donde es alumna del filósofo marxista Louis Althusser.

Al regresar a Chile, en 1968, siente la necesidad de socializar conocimientos y publica su primer libro a partir de sus notas de las clases de Althusser: Los conceptos elementales del materialismo histórico. Por primera vez milita en un partido de izquierda, el Partido Socialista, el de Salvador Allende.

Tengo entre mis privilegios y satisfacciones más preciados, haber conocido a Marta en el Chile de Allende, algún día invernal de 1971. Dos años antes ella había publicado ese primer libro aludido, que pronto se convertiría en arma eficaz de varias generaciones de adherentes a la revolución en «Nuestra América».

Aquel experimento chileno de sueños y tanteos, la imantó de tal modo que decidió mutar la cátedra universitaria por el quehacer periodístico: el semanario Chile Hoy. Creado y dirigido por su talento, esa revista se convirtió en certera pieza de artillería de ideas, en vehículo para el diálogo de distintas corrientes de izquierda y promotora de esperanzas en torno al proyecto socialista dirigido por el presidente mártir.

Chile Hoy fue un ejemplo de buen periodismo: objetivo, crítico y estimulador del debate plural, sin perderse en el laberinto de las intrigas y demás pasiones letales que tanto han perturbado a la izquierda. La vocación pedagógica y política de Marta se expresa también en ese tiempo a través de sus Cuadernos de Educación Popular.

IV.

Luego del golpe fascista en Chile de 1973, cava su trinchera en Cuba. Pronto funda con otros chilenos exiliados el Boletín Informativo del Comité de Solidaridad con la Resistencia Antifascista, titulado Chile Informativo, una publicación que llegaba a los exiliados chilenos en todo el mundo. En nuestra patria forma familia con uno de los comandantes históricos de la Revolución cubana y de nuestra América, Manuel Piñeiro, y tiene a su adorada hija, Camila, en 1979.

Como militante exiliada en Cuba, no cesa un instante de combatir por su amada patria. A la vez, en el decursar de los años siguientes se convierte en una referencia primordial para la izquierda regional, que encontró fuerza, optimismo y orientación en sus decenas de libros teóricos y de divulgación, entrevistas a relevantes dirigentes y en investigaciones suyas sobre experiencias de poderes locales auspiciados por gobiernos de izquierda en varios países.

En esos años, ella supo honrar con humildad las posibilidades que tenía de mantener nexos con cientos de dirigentes latinoamericanos, al ser la esposa del legendario comandante cubano Barbarroja, jefe del Departamento América del Comité Central del PCC. Tuve así el honor de percibir muy de cerca los afanes y destellos de Marta, destinados a estimular los quehaceres liberadores de nuestros pueblos, sin dogmatismo ni compromisos oportunistas.

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Su brújula inequívoca ha sido su noble corazón solidario y la apuesta a las transformaciones radicales y realistas, sin dobleces frente al mercado y el individualismo. Su única utopía, que la nutre y desvela, es contribuir a crear alternativas socialistas genuinas y sumar a los que podrían compartir esa aspiración.

Ella no se desanimó cuando cayó el Muro de Berlín en 1989 y desapareció la Unión Soviética, en los años en que cobraron auge las corrientes claudicantes en la izquierda y muchos llegaron a suponer que sería imposible alcanzar nuevas victorias y hasta borraron de su léxico las palabras imperialismo y socialismo.

Al contrario, fue entonces más fiera y tesonera en estimular las ideas marxistas auténticas y en exaltar las potencialidades revolucionarias que existen en nuestras tierras.

Afirmó con vehemencia en todas partes que el mal llamado «socialismo real» pereció por errores reiterados de sus dirigentes y que, en este lado del Atlántico y el Pacífico, como lo venía demostrando Cuba, era posible avanzar hacia derroteros socialistas que se nutrieran de nuestra historia y surgieran de la imaginación y el bregar colectivos.

En la Isla nos impresionaba a diario. Parecía un meteoro. Sus ansias solidarias y convicciones revolucionarias hicieron que se sumase de modo apasionado a la lucha de su pueblo contra el fascismo, en el apoyo a muchos procesos revolucionarios de otros países latinoamericanos y también en el estudio de experiencias comunitarias de nuestro país y relativas a la creación del Poder Popular.

V.

Su libro Los conceptos elementales del materialismo histórico alcanza un éxito rotundo. Cientos de miles de jóvenes y militantes de la izquierda latinoamericana y de otros lares lo hacen suyo. No exagero, dije cientos de miles.

Comprende su responsabilidad en la formación teórica y política de tanta gente y decide actualizar y enriquecer el didáctico texto, según las nuevas experiencias y conocimientos que acumula sin cesar. Solo en español se imprimen más de 65 ediciones que suman un millón de ejemplares. ¡Un millón de ejemplares!

¿Existe algún libro de divulgación del marxismo que haya alcanzado tal cantidad de ejemplares en nuestra región? Hasta donde sé, creo que ninguno lo supera, por ahora.

Marta se convierte desde Cuba en una referencia de las ideas y de los quehaceres del movimiento revolucionario y popular latinoamericano. Aquí funda el centro de Memoria Popular Latinoamericana (Mepla), donde se realizan trabajos de sistematización de experiencias de luchas comunitarias y de poderes locales con fines de divulgación y formación, que incluyen folletos acompañados de documentales y otros productos audiovisuales.

Entrevista a numerosos dirigentes de organizaciones políticas y sociales del continente, insumos que después convierte en folletos y libros. Gracias a ella, a su constancia y método sistémico, se pueden conocer de manera más integral y rigurosa las opiniones e informaciones de tales dirigentes sobre sus respectivos procesos de lucha y acerca de temas globales de interés.

Formulo otra pregunta: ¿Conocen ustedes a alguien que como Marta haya realizado una labor de ese género, de tal envergadura y con tanta utilidad en las respectivas coyunturas, y de elevado valor para la posteridad? Marta es, en mi opinión, el intelectual latinoamericano que más ha divulgado el ideario marxista y los procesos de cambio en nuestro continente. Y lo ha podido ejecutar porque, ante todo, es un ser humano que tiembla de ira ante la injusticia y comprendió desde muy joven que muchas veces los escritos teóricos solo son comprensibles en públicos reducidos, asumiendo códigos de comunicación de mayor amplitud. Por esto también debemos exaltar y seguir su ejemplo.

VI.

Este libro que hoy presentamos en Cuba, ganador del prestigioso Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2013, engrosa una lista que sobrepasa los 80 títulos de su autoría: ¡Más de una obra por año de vida!

Mas lo importante es

el valor social y político de esos textos, escritos con el ánimo de servir a los pueblos en lucha. Algunos exponen hechos históricos y procesos de cambios como el cubano, el chileno, el venezolano, o el ecuatoriano; otros contienen entrevistas colectivas o individuales a dirigentes de la izquierda; un grupo refleja experiencias comunitarias y de poderes locales animados por partidos revolucionarios y progresistas; varios exponen y debaten conceptos teóricos y políticos, así como experiencias de la izquierda y los movimientos sociales en nuestra América.

En esta última fase de su producción de ideas, ha publicado los siguientes libros: La Izquierda en el Umbral del siglo XXI (1999); La Izquierda después de Seattle (2001); Reconstruyendo la Izquierda (2006); Venezuela: una revolución sui géneris (2006); Inventando para no errar: El socialismo del siglo XXI (2010); Ecuador: Una nueva izquierda en busca de la vida en plenitud (2011).

Y, por último, en 2013, este que hoy presentamos, Un Mundo a Construir (Nuevos Caminos), que ella dedica al Comandante Hugo Chávez, iniciador y principal impulsor de una posible nueva época de nuestra América, tema central del texto.

Marta es una intelectual revolucionaria, en el pleno sentido del concepto: piensa y actúa conectada siempre con los ideales y las luchas de los oprimidos. ¡Y lo viene haciendo sin pausas durante más de medio siglo!

En sus escritos y en el lenguaje coloquial, al referirse a la izquierda ella nunca habla en tercera persona; siempre se expresa en primera del plural. Se siente parte y actúa de tal modo. Incluso, no guarda distancia oportunista ante errores y debilidades que han existido o aún perviven, a veces encubiertos.

Dice, por ejemplo: «NUESTRA principal tarea debe ser promover y facilitar la participación protagónica del pueblo»; «TENEMOS que empezar a construir el socialismo sin tener todavía un pueblo que haya hecho suyos los valores socialistas»; «En un mundo en que reina la corrupción y existe un creciente descrédito (…) de la política, es fundamental que SEAMOS capaces de encarnar en NUESTRA vida cotidiana los valores que DECIMOS defender».[1]

Precisamente, lo más preciado que ella nos ha regalado, ha sido ese modo suyo de pensar, sentir y actuar, coherente con la utopía socialista que ha defendido siempre.

Un Mundo a Construir (Nuevos Caminos) es, hasta donde conozco, la obra más completa que se ha escrito sobre los cambios ocurridos y los nuevos escenarios que vienen creándose en la región, durante los últimos quince años.

Aborda las conquistas alcanzadas a escala hemisférica y por varios pueblos de nuestra América, a partir del ascenso de la Revolución Bolivariana. Destaca el núcleo duro de gobiernos integrado por Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, que se han planteado con signo propio transiciones socialistas. Y entrega al lector útiles informaciones y comentarios en particular sobre estos tres últimos procesos.

Analiza los problemas, oportunidades y retos que se derivan de los nuevos escenarios hemisféricos y nacionales –donde se hace más complejo el enfrentamiento a los adversarios internos y foráneos, encabezados por los Estados Unidos–.

Concentra su atención en el decisivo papel que le corresponde desempeñar a las fuerzas revolucionarias y progresistas, a fin de crear y avivar nuevas alternativas socialistas y fortalecer las existentes y otros procesos de signo progresista.

Examina el potencial existente en los partidos y organizaciones sociales de izquierda para encarar tales desafíos, luego de exponer su criterio sobre el polémico concepto geometría–política.

De manera prolija y sincera identifica los errores y debilidades más reiterados en las mencionadas fuerzas, que anula o retarda –hasta que las superen– sus posibilidades de convertirse en conductores de procesos anticapitalistas.

Marta, en la primera página, dedica el libro a su admirado Comandante Chávez. Toda la obra, en verdad, es un homenaje suyo al líder bolivariano. Reconoce que no podría haberse escrito sin la intervención de él en la historia de nuestra América. «Muchas de las ideas que se exponen en este trabajo –dice ella–, están relacionadas de una u otra manera al dirigente bolivariano, sea a su pensamiento, sea a sus acciones a nivel interno, o a nivel regional y mundial».

Y agrega: «Nadie puede dudar que entre la América Latina que recibió y la América Latina que dejó hay un abismo».

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VII.

El libro consta de tres partes.

La primera, que la autora nombra «América Latina avanza». Ahí ofrece un breve recuento de los sucesos nacionales y de los principales procesos regionales que han transformado el mapa político continental, poniendo énfasis en el notable cambio que ha habido en la correlación de fuerzas políticas respecto de los Estados Unidos.

«Hacia dónde avanzar: El socialismo del siglo XXI», titula a la segunda parte, que ocupa la mitad del texto. No es casual esa extensión, por la relevancia estratégica que encierra el apasionante tema que, por cierto, en el buscador de Google acumula millones de referencias.

Ella lo expone en 128 páginas, desde el origen del concepto «Socialismo del siglo XXI» –que atribuye a Chávez– y las diversas acepciones que han proliferado del polémico nombre, hasta las ideas originales de los creadores del marxismo que a su juicio mantienen vigencia. Y problematiza todo, al penetrar los procesos que se experimentan en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

La tercera y última parte la consagra al Instrumento político –así llama ella al partido– para construir una nueva hegemonía.

Consciente del amplio rechazo existente a la política y a los políticos, ella aduce que no se trata de los partidos de la izquierda tradicional. Aclara que los partidos son las agrupaciones políticas que estén al servicio de los movimientos sociales y no los manipulen como «poleas de transmisión».

Sostiene que los partidos son indispensables para crear el socialismo del siglo XXI, que tengan objetivos y tareas claras, de orientación anticapitalista. Expresa que lo importante para los gobiernos de izquierda y progresistas no es el ritmo del avance –que lo determina, dice, la correlación de fuerzas–.

Lo esencial según ella es mantener el rumbo acertado, con militantes que sean portadores de la cultura y la ética que desean para toda la sociedad. Un partido que combata el burocratismo y capaz de ejercer la crítica pública a sus cuadros, a fin de preservar su liderazgo ante el pueblo.

Son muchísimos los asuntos que aborda Marta en este libro. Identifiqué 43 temas principales y más de 140 complementarios. Algo a exaltar es su celo por citar a los más de 250 autores cuyas ideas utiliza, incorporándolas de modo fluido al corpus de su argumentación.

He leído varios de los últimos libros publicados por Marta. En todos he aprendido y en especial ha sido así esta vez. No coincido con ella en todo, y esto nos alegra a ambos, mas predominan las coincidencias.

VIII.

Considero que en Cuba debemos acoger este libro como un suceso editorial. Convertirlo en fuente de ideas y de conocimientos de las numerosas experiencias directas en las que la autora ha participado o ha estado en contacto, lo que se respira en todas las páginas. Es también un homenaje a Marta, por su incansable solidaridad hacia Cuba y su lealtad a Fidel.

Su lectura permite comprender los enormes y acelerados cambios que ocurren en nuestra América. No es menester mencionar ejemplos, pues son noticias cada día.

Solo quisiera comentar que las actuales tendencias positivas, tanto en la mudanza de las relaciones hemisféricas como en el auge de gobiernos revolucionarios y progresistas, también son consecuencias del acumulado histórico de las luchas que se multiplicaron bajo el influjo de la Revolución cubana.

Además, ¿quién puede soslayar el quehacer político sistemático de solidaridad e influencia que ejercitó nuestro Partido, el gobierno y las organizaciones de masas y sociales bajo la guía diaria de Fidel, durante más de cincuenta años?

¿Qué habría ocurrido en el continente si la Revolución cubana hubiera desaparecido en los años noventa, bajo los efectos de la desintegración de la URSS?

Un periodista cubano de hace muchos años, Mario Kuchilán, decía que cada meta es un punto de partida. Los objetivos que se han alcanzado a nivel hemisférico, regional y nacional son motivo de extraordinario júbilo. Pero

ya sabemos que el imperio no desmaya, tiene a su favor la hegemonía ideológica y cultural de la sociedad burguesa,

y aunque viene perdiendo espacio comercial y económico frente a China, aún sus empresas transnacionales y los instrumentos financieros globales bajo su égida son predominantes.

Tiene alta capacidad para manipular a la opinión pública en casi todos los países, y chantajear y captar dirigentes de la izquierda que se deforman cuando acceden al gobierno. También conocen las técnicas del gatopardismo y son capaces, como ya hacen en algunos países, de adoptar el lenguaje y hasta ciertas demandas de la izquierda. Y ni hablar de su fuerza militar, con lo cual, visto de conjunto tal poderío multidimensional, nos queda mucha tela para cortar.

Ciertamente, la cosecha que hoy recogemos en la América Latina y el Caribe, resulta de muchos años de siembras y esmerada atención a ellas. Ahora

corresponde no subestimar las plagas, o sea, el vasto poder de los adversarios; evitar los optimismos infundados y la autocomplacencia triunfalista; y aprovechar el clima favorable para sembrar más y con más calidad. Porque el imperio no descansa y es predecible que lance pronto una contraofensiva.

Existen otros actores fundamentales en la región para liderar juntos estas nuevas jornadas. Sin embargo, seguramente coincidimos en que el papel de Cuba es fundamental, tanto o más que en décadas pasadas.

Aunque los métodos sean en parte distintos, se requiere de nuestra parte la misma pujanza y la capacidad para saber, mediante una visión crítica, qué sucede en cada país y extender la solidaridad oportuna a los luchadores que la necesiten, en primer lugar, de índole moral, aunque no solo; también mostrando experiencias propias y sirviendo de enlace con otros. Y más…

IX.

Pido disculpas si me he extendido. Marta no es culpable. Su libro estimula muchísimo a pensar, y es un excelente motivo para rendirle homenaje a su excelsa historia de vida. Ella cumple desde sus años mozos

el primer deber de un intelectual revolucionario: cavilar y decir verdades, y hacer todo lo necesario desde la trinchera común de los luchadores que sueñan con un mundo de auténticos seres humanos.

Mi homenaje hondo y sincero a Marta. Tal vez soy el único cubano que por casualidad la ha disfrutado en estos últimos cuarenta años de sus tres etapas de vida: la chilena, la cubana y la actual. O mejor, una sola, pues Marta es una luchadora sin fronteras.

Por ello, me alegra hoy recordarla en aquellos días de julio de 1979, en que amamantaba a su preciosa bebé de meses, Camila Piñeiro, mientras se mantenía al tanto de la ofensiva final del pueblo nicaragüense contra el dictador Anastasio Somoza y hacía todo lo posible para desde su ternura apoyar a los combatientes sandinistas, que lograron vencer el 19 de julio y ella fue aún más feliz, en aquel verano de partos…

Notas:

[1] Las palabras en mayúscula corresponden al autor del texto, Germán Sánchez Otero.


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