Por José Cela
No soy historiador, no voy a entrar mucho en la historia. Partimos de lo que es consenso entre los que estamos aquí: lo fundamental del fundamentalismo es, valga la redundancia, la intolerancia, la intransigencia. Es más una actitud que un contenido. No es una idea, sino una actitud. Actitud de rechazo: rechazo por la convicción de que se tiene toda la verdad y la única verdad, y por lo tanto todo lo demás no vale y es opuesto al avance de la verdad. Ese es el resumen de los fundamentalismos, aunque, en términos históricos, el origen del vocablo «fundamentalismo» se sitúa al final del siglo xix; en realidad aparece por los que empezaron a llamarse fundamentalistas en un sentido positivo en su inicio, en el sentido de que «nosotros vamos a lo fundamental», que después se convirtió en otro sentido porque «al ir a lo fundamental ustedes están excluyendo a mucha gente».
Pero es una cuestión de la historia de la humanidad, no solo a nivel religioso, sino a nivel de las intransigencias individuales y colectivas — y los fundamentalismos de cualquier tipo son esas actitudes de intransigencia fundamental que no están basada en la ignorancia, como suele pensarse — . No es que la gente no sepa y rechace los conocimientos; sino que está basado, en lo esencial, en el miedo. O sea, el fundamentalismo se basa en el miedo, el miedo a que la novedad pueda afectar a la persona o al grupo y por lo tanto es un rechazo a lo que pueda afectar a las personas o al grupo por miedo. Si hablamos de miedo estamos hablando entonces de un fenómeno muy fácilmente manipulable y en la historia lo que tenemos son actitudes de miedo que se daban de manera colectiva en situaciones de guerra, de hambre, situaciones de cambio profundo, y utilización; es decir, manipulación de ese miedo colectivo por intereses de poder. De forma que coincido en gran medida con quienes dicen que el fundamentalismo tiene que ver mucho con el poder. Al fin y al cabo, es una relación de búsqueda de un poder absoluto ganado por términos desleales: «a base del miedo me apropio del poder».
Si nos ponemos a buscar dónde está la raíz del fundamentalismo, está en las actitudes que nacen del miedo, actitudes personales, personas que por situaciones particulares entran en situaciones de miedo y buscan entidades a las que unirse y que les den seguridad. Y eso se puede traducir en situaciones sociales, políticas, económicas, de otro tipo, que crean inseguridad en los grupos sociales y facilitan el que esos grupos busquen algo que les dé seguridad, aunque sea falso. Estamos hablando de una cuestión que no es tanto racional y de contenido, como de tipo emocional; los fundamentalismos tienen su base más en una actitud emocional que en una base racional.
Pero, ¿cuál es la relación de esto con la religión?, pues, las religiones sacralizan. La religión tiende a dividir el mundo entre lo profano y lo sagrado, y cuando mi verdad se sacraliza me siento más seguro de agarrarme a ella, porque siento que eso no se mueve: es la búsqueda de la inmovilidad. Sin lugar a dudas, estoy de acuerdo con los que dicen que el fundamentalismo es «conservador», no, como necesidad, de derechas, pero sí conservadora; es la actitud de conservar, conservar lo que sea, porque «me siento inseguro y no quiero perder lo que tengo, y me agarro a eso, aunque eso se esté cayendo, pero me agarro porque me da seguridad personal». De forma que la presencia de los fundamentalismos religiosos se produce porque la religión les va a añadir el elemento de la sacralización.
Es interesante que en este sentido los fundamentalismos van más a prácticas religiosas que a contenidos de fe, porque lo que da la seguridad es el pensamiento, la idea de que «yo haciendo esto, uniéndome a este grupo, tengo seguridad». No se va tanto a los contenidos religiosos en sí mismos como a la seguridad que dan las religiones organizadas en rituales, con una organización interna religiosa, que a ese grupo le transmite seguridad en las situaciones de inseguridad.
En el fondo tenemos un problema de absolutización de verdades. El problema no es cuál es la verdad o si es verdad o no tal idea o cosmovisión. El problema es que la verdad es asumida como única y toda otra cosa es oposición a la verdad y es dañina. Y eso justifica de tal manera que los fundamentalistas llegan a dar la vida e incluso a matar. Los fundamentalismos llegan a crear condiciones de guerra, de asesinato a otros, por razones de esta creencia que está en busca de la seguridad. De forma que la raíz está en el miedo que se convierte en conciencia de que el peligro está en el otro.
En las religiones se producen los procesos de sacralización que provocan el fundamentalismo y tienen lugar, por igual, los procesos contrarios. Si se toman los textos del Evangelio, Jesucristo está rompiendo con los fundamentalismos de los fariseos de la época. Es decir, él rompe con un atarse a la Ley como tabla de salvación. Y está creando inseguridad en un pueblo que, oprimido por el Imperio Romano, sentía seguridad en unirse a las prácticas religiosas judías para conservar su identidad y conservar su seguridad y Jesucristo empieza a desestabilizar eso. Por lo tanto, lo que narran los evangelios es una actitud desestabilizadora más que estabilizadora, y eso se produce en muchos movimientos religiosos, líderes religiosos, que lo que presentan es procesos de cambio que se justifican por la fe religiosa. De forma que la religión no siempre es fundamentalista en el sentido de conservadora para dar seguridades, sino que muchas veces es dinamizadora de procesos de cambio. Insisto, el elemento fundamental está en el miedo.
Si nos situamos en el contexto más actual, la entrada en la Modernidad para los fundamentalistas fue un momento de crisis. Las inseguridades que trajo la Modernidad al cambiar las estructuras en las que funcionaba el mundo occidental en ese momento supusieron una crisis para muchos grupos, en ese momento crearon inseguridades muy grandes y provocaron reacciones fundamentalistas. El proceso de globalización de la Modernidad, con todo su dinamismo de transformaciones económicas en otras zonas del universo provocó también reacciones fundamentalistas en el hinduismo, en el budismo, en el islamismo, en todas las religiones. Fueron pueblos que se sintieron amenazados por los cambios y recurrieron al elemento religioso como elemento que les dio seguridad y al que acudieron para defenderse de los cambios.
La Modernidad supuso una crisis y una aparición de muchas reacciones fundamentalistas no necesariamente religiosas, porque también se daba el fenómeno de religiones que se dinamizaban y eran capaces de responder a los cambios. Por lo tanto, ¿cuáles son las condiciones que preparan el campo para la Modernidad?, condiciones que crean inseguridades, por ejemplo: identidad amenazada, un pueblo que es conquistado, que de pronto sufre una migración muy fuerte, un pueblo en el que se dan cambios muy fuertes, cambios culturales por la entrada de las nuevas tecnologías, un pueblo en el que hay cambios políticos o un pueblo en el que hay situaciones de crisis económicas muy grandes… todas esas situaciones que provocan inseguridad son los caldos de cultivo para el fundamentalismo, aunque no lo producen per se. Esta actitud de los fundamentalistas se da en la Modernidad principalmente ante la separación de Estado y religión. Hasta ese momento, religión y Estado han estado unificados y el problema de la laicización provoca inseguridades.
El fundamentalismo se produce no cuando hay una verdad diferente sino cuando se instaura la certeza de que «mi verdad vale cuando es aceptada por todos». No es que «yo creo en una verdad, porque si yo creo en una verdad puedo entrar en diálogo con los otros». Pero «cuando yo creo que la validez de mi verdad se cumple cuando es aceptada por todos y si no es aceptada por todos no vale, yo necesito que todo el mundo acepte mi verdad, acepte unánimemente mi verdad, el principio de la ideología, de la religión, de lo que se esté imponiendo, porque eso es lo que da seguridad, el que sea aceptada por todos, no que yo la tenga, porque si no se acepta por todos está en peligro». Al fin y al cabo, los fundamentalismos tienden a la creación de totalitarismos no necesariamente religiosos, es una verdad que tiene que ser aceptada por todos y si no lo es, ella — la verdad del otro — «me pone en peligro y por tanto tengo que defenderme de ella». Todos creemos tener la verdad, pero de manera habitual no nos afecta el que otros tengan otras verdades, se puede vivir con eso. Pero «cuando yo pienso que las posibilidades de sobrevivencia se dan solo cuando todos tienen la misma verdad, siento que se debe imponer esa verdad», y entonces es el pensamiento totalitarista el que está en el fondo de los fundamentalismos.
¿Cuál es el caldo de cultivo? Las situaciones de crisis, que crean inseguridades generales. Eso da oportunidad al florecimiento de los fundamentalismos. Cuando un pueblo entra en crisis, se siente inseguro, esa inseguridad puede ser manipulada de manera muy fácil. Y ese es el segundo elemento: los fundamentalismos son fácilmente manipulables por los que tienen el poder, y pueden manejar los fundamentalismos en función de las luchas por el poder. En el contexto actual, sin dudas, que la crisis de migrantes está siendo trabajada para crear valor político en contra de los migrantes. En la actualidad, uno de los elementos de manipulación más fuertes que hay son las fake news o noticias falsas. El poder de la comunicación es muy fuerte y la comunicación de noticias falsas puede acentuar en estos casos de inseguridad que es el caldo de cultivo de los fundamentalismos, puede hacer sentir que estamos más amenazados de lo que estamos en realidad y, por tanto, ponernos en actitud de rechazo y en actitud de formar grupos políticos de rechazo a los cambios que se dan.
En resumen: el caso de los fundamentalismos es un caso de manipulación del poder, es un caso de lucha por el control del poder, basado en el miedo; y por tanto la apertura a la información, la apertura a la participación, la apertura a las nuevas oportunidades y a los cambios, es el elemento mejor para combatir los fundamentalismos, al contrario de los elementos represivos, que son los elementos que los confirman.
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