Dominación imperialista, guerra contra la vida y disputa hegemónica

Por Henry Mora Jiménez*

Transcripción revisada de intervención en el panel inaugural del XV Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios. La Habana, Cuba, 27–29 de febrero de 2024.


Quiero en primer lugar agradecer a quienes han organizado este gran evento y saludar fraternalmente a todas y todos los presentes. Y como este panel se refiere a las nuevas formas y modalidades de dominación del imperialismo y a las luchas de los pueblos, la ocasión es absolutamente propicia para reconocer el heroísmo del pueblo cubano frente a la continuada agresión imperialista por más de 50 años y la heroica resistencia del pueblo palestino por su legítimo derecho a la existencia como pueblo y como Estado soberano, frente al genocidio ejecutado por el sionismo que hoy gobierna en Israel.

¿Cuáles son las formas más apremiantes, desafiantes, amenazantes del imperialismo y del capitalismo que hoy nos amenazan?

Bueno, voy a mencionar solo algunas: quiero mencionar cinco, para luego hacer dos breves conclusiones, también vinculadas con el tema de este panel.

La primera de las grandes amenazas, que el imperialismo nos presenta en su fase actual, es una amenaza directa contra la vida. Es el hecho de que cada vez estamos más cerca del ecocidio. No pareciera que ninguna de las formas en que se se puede enfrentar el cambio climático — según los abanderados del «capitalismo verde» — , realmente pueda detener y, menos aún, revertir el ecocidio, que se aproxima a paso acelerado. Si no, véan lo que fue la COP28 en Dubái, que parecía más una reunión de grandes empresarios al estilo Davos, y que fue presidida nada más y nada menos que por el ministro del Petróleo de Emiratos Árabes Unidos. ¡Es realmente inaudito! Pareciera que hubo ahí un quiebre en la forma en que desde las Naciones Unidas se está enfrentando esta amenaza y haciendo participar a los líderes que, realmente, atentan contra las posibilidades de hacer algún cambio frente el ecocidio en curso.

La segunda gran amenaza que quiero mencionar es la nueva escalada del neoliberalismo. El neoliberalismo no solamente asume hoy en día la forma neofascista. De hecho, es el legítimo heredero del fascismo europeo de los años veinte, treinta y cuarenta del siglo pasado. Pero hoy asume una forma todavía más amenazante. Y es que el neoliberalismo hoy es una religión: la religión del mercado total.

Y esa amenaza va directamente contra las posibilidades de la propia sobrevivencia humana, porque encarna la pretensión de mercantilizarlo todo, de privatizarlo todo, la pretensión imposible de una sociedad de mercado. Ya no les basta solo con una economía de mercado, ahora quieren una sociedad de mercado, donde las propias relaciones humanas y hasta los sentimientos humanos se mercantilicen. Es la pretensión de convertir al ser humano en «capital humano». De manera que sigue siendo necesaria la reflexión sobre las nuevas amenazas que el neoliberalismo representa, sobre todo para nuestros pueblos en América Latina y el Caribe.

Lo tercero que quiero mencionar es el ascenso, incluso vertiginoso, de la extrema derecha en el mundo. Algunos le llaman «la nueva derecha» o «conservadurismo radicalizado». Lo hemos vivido con Trump, lo hemos vivido con Bolsonaro, lo estamos viviendo con Milei en la Argentina y lo estamos viviendo en muchos países europeos, e incluso también en otras regiones, como en la India.

Efectivamente, se trata de una radicalización de la derecha a nivel mundial que ahora lanza su «combate cultural por la hegemonía». Pero hay muchas facetas de la extrema derecha actual que simplemente no podemos igualar con lo que ocurría con el ascenso de las derechas en los años veinte y treinta del siglo pasado. Por ejemplo, no podemos ver este ascenso solo en términos de partidos. Ahora son movimientos, incluso movimiento de masas. Esos movimientos de extrema derecha se mueven muchas veces por sentimientos y hasta uno podría decir que son irracionales. Sin embargo, captan, movilizan, convocan y entusiasman inclusive a sectores importantes de las juventudes en nuestros países.

Más aun, todas las posiciones antihumanistas de los fascismos de los años veinte, treinta y cuarenta hoy reaparecen con un ropaje bastante cambiado. Ya no es un movimiento a partir del Estado, sino que ahora es un movimiento a partir del mercado y de las grandes burocracias de las empresas transnacionales. Estas burocracias ahora dominan la gran mayoría de los medios de comunicación.

La cuarta amenaza que quiero mencionar es la creciente posibilidad de una manipulación a escala industrial de las conciencias humanas.

Antes se mencionaba en este foro la importancia de la autoconciencia, la autorreflexión y la autonomía de las y los sujetos.

Si hay una forma en que la autoconciencia está siendo triturada por todas estas amenazas que he venido mencionando — y hay más, desde luego — es la pretensión del capitalismo de transformar al ser humano en «capital humano». Y, por favor, dejemos de usar esas dos palabras como si se tratara de un término de moda. En realidad, es la máxima expresión del fetichismo del mercado.

Si el capitalismo quiere seguir su escalada de dominación y explotación a nivel mundial, tengámoslo claro, tendrá que intentar convertirnos en «capital humano», para lo cual, entre otras condiciones, tendrá que aplastar definitivamente la autoconciencia humana. Ese sería el triunfo definitivo de las élites que controlan y que definen las estrategias del capital y del imperialismo. De manera que, efectivamente, esa es una lucha mundial que nos compete a todas y a todos.

Y, por último, quiero mencionar una amenaza en la que Franz Hinkelammert insistía mucho: el vaciamiento radical de la democracia y de los derechos humanos, también a nivel mundial.

Desde luego que la democracia liberal capitalista es una democracia sumamente limitada. Eso bien lo sabemos. Pero incluso esas formas de democracia liberal han sido capturadas por las grandes élites y por las corporaciones transnacionales. Eso también arrasa con los mismos derechos humanos, que han sido banalizados. Muchas veces son vistos por los extremistas de derecha como «distorsiones del libre mercado». A ese nivel hemos llegado.

De estas cinco amenazas quiero extraer dos conclusiones.

La primera: la izquierda sola no puede luchar exitosamente contra estas y otras amenazas. Estamos enfrentados a tal nivel de asedio, a tal nivel inédito de guerra contra la vida, que la izquierda sola no puede tener éxito en detener esta nueva «cruzada» de la «globalización». Ni siquiera en alianza con el progresismo. Necesitamos ver, en cada caso, cómo buscamos alianzas incluso con sectores conservadores no radicalizados, cómo construimos «bloques históricos», con aspiraciones de poder también, para lograr, en los distintos aspectos en que vayamos avanzando, desmontar y revertir estas amenazas, que son contra la vida, como todas y todos lo tenemos muy claro.

Y la segunda: es importante rescatar, recuperar el sentido y el horizonte de la emancipación humana. Los proyectos transformadores son muy importantes, sea como sea que se les llame, «proyectos de transformación», «proyectos de desarrollo», «proyectos de liberación», incluso.

Sin embargo, más que proyectos, como se dijo insistentemente en la presentación, tenemos que recuperar la idea de emancipación. ¿Emanciparnos de qué? Bueno, de toda forma de esclavitud, de explotación, de opresión, del patriarcado, de la colonialidad, etcétera, etcétera.

Muchas gracias y

«Hasta la victoria siempre».


* Profesor de la Universidad Nacional de Costa Rica, Grupo de Pensamiento Crítico.


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