Por Patricia Belli: “…quiero vivir en un estado de derecho…¡no de derecha!”
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Yo creo en la igualdad entre los seres humanos sin distingo de nada, creo en la vida, cuido mi huerto -no en estos días de zozobra-, quiero libertad de expresión para todos, escucho a quienes piensan diferente, creo en la crítica y la autocrítica, soy atea, creo en la importancia del arte, del juego, del sexo no reproductivo, en la diversidad sexual, en todas las diversidades, creo en el aborto como decisión de las mujeres sobre nuestros cuerpos, creo en la solidaridad, en el afecto, en una educación pública que promueva la empatía, el pensamiento crítico, el pensamiento creativo, creo en la seguridad social como un derecho, creo en el planeta y quiero vivir y que otros vivan, me tiene sin cuidado la real academia de la lengua y sus reglas machistas, quiero vivir en un estado de derecho…¡no de derecha!…no creo en la derecha con sus fascismos, o sea, si creo…: en su maldad…en su capacidad de oprimirme, de cooptar mis pensamientos y mis deseos en beneficio de su propio patrimonio, pero trato de no dejarme seducir.
La derecha no financia esta lucha de resistencia, la financiamos todos los que estamos en ella. La financio yo, comprando medicamentos y comida para quienes tienen mas valor que yo poniendo el cuerpo frente a la represión. La financio yo invirtiendo mi tiempo en crear imágenes, en buscar palabras, sin que nadie me pague. Esta lucha la financio yo poniendo dinero en un costal enorme que sostenemos entre cienes de miles de personas, para comunicarnos, para darnos ánimo, cuidarnos, alimentarnos, curarnos. La financio yo con mi mente, con mi corazón, con mi carrito viejo, con la suela de mis zapatos que marchan y marchan y marcharán.
Yo he visto, porque no soy ciega, los avances que el país ha hecho con el gobierno del Frente, he visto las carreteras, la infraestructura, el empleo…entiendo que las reformas al INSS no eran la peor opción, dadas las circunstancias, que también entiendo no son producto de causas naturales, sino de una herencia de corrupción de varios gobiernos, incluyendo protagónicamente al actual. Mi modelo de organización política no es el partido, pero el Frente era para mí, hasta hace tres semanas, un mal menor, lo único que podía pensar factible, hoy aquí. Y por eso me acomodé hasta la represión criminal del 18 y el 19 de abril. La inquina con que persiguieron y golpearon esos cuerpos en protesta, eso me cambió. Y los muertos me cambiaron, le dieron otra vuelta a la tuerca que soy en este engranaje. No una vuelta a la derecha, ¡por favor!, una vuelta hacia la conciencia, hacia la determinación de que aquellos que juraron defender a la gente no pueden asesinarla. Aquellos que hicieron la revolución no pueden impunemente usurpar la herencia que nos legaron, para cobijar sus crímenes.
Yo no comparto la visión de cada persona y grupo en esta lucha, no quería ver la bandera del frente quemada, pero entendí que aquello ya era un trapo, un cadáver de símbolo después de tanta violación por parte del partido-gobierno. Yo quisiera no marchar con personas del PLC, quisiera que mis amigos sandinistas estuvieran conmigo ahora, quisiera que mis amigos médicos estuvieran metidos en las universidades curando heridos, yo no elijo quien está de este o del otro lado, incluyendo a los oportunistas, pero se que es la resistencia lo que la moral empuja, porque hay demasiado muerto en la conciencia.
Y quiero un diálogo, a pesar de mí misma y de mi resentimiento brutal contra los asesinos. A pesar de todo, acepto la necesidad del diálogo, para no terminar en el colapso.
Pero… el pero no lo pongo yo.
Lo pone quien acepta en un discurso cuatro puntos, cuatro condiciones mínimas, cuatro garantías mínimas y esa misma noche viola, en orgía de violencia los mismos puntos que aceptó en la tarde.
Y ahora, ¿qué?… Y ahora ¿cómo?…
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