Daños colaterales: Ucrania un año después

Por Antonio García

Foto: EFE

Antonio García es Primer Comandante del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN). El 31 de julio de 2022 La Tizza publicó la entrevista «Las luchas del pueblo», uno de los trabajos más leídos el pasado año.

Hoy, el Primer Comandante del ELN comparte algunas reflexiones sobre la guerra entre Rusia y Ucrania.

https://medium.com/la-tiza/las-luchas-del-pueblo-e8d99d06e54b


La OTAN, que debió disolverse cuando desapareció su supuesta razón de ser, la Unión Soviética y que mostró en su agresión contra Serbia, en 1999, su desprecio por el derecho internacional y el Consejo de Seguridad de la ONU, se ha convertido en el brazo armado que, de conjunto con la OMC y el FMI, defienden el orden imperialista del Gran Capital.

A partir de 1990 vinieron en cascada las invasiones militares, a manera de reconquistas, a Afganistán, Irak y Libia, desconociendo así los espacios multilaterales, para luego avanzar contra Siria. Allí, no obstante, el contrapeso de Rusia y el apoyo de Irán, aliados del Estado sirio, contuvieron las apetencias de la OTAN. En efecto, Rusia, ya con otras condiciones estratégicas a partir del siglo XXI, responde al cerco geopolítico que le pretende imponer la OTAN.

Es en ese contexto que la OTAN y los Estados Unidos desatan, a través de Ucrania, su plan contra Rusia, que inició con la convulsión del 2014 y la resistencia de las provincias del sur de Ucrania, Donetsk y Lugansk.

El gobierno de Kiev desata entonces la barbarie durante ocho años. El saldo es más de 15 mil muertes. Nada hizo la OTAN para frenar la violencia nazi contra Donetsk y Lugansk, que recientemente han sido incorporadas al territorio ruso.

Rusia, a solicitud del gobierno de estas repúblicas y en busca de consolidar sus intereses geopolíticos, entra en guerra con Ucrania y se desata una conflagración bélica que ha desnudado a la OTAN como el verdadero comando de los dispositivos de agresión que desde Europa se lanzan, en esencia, contra Rusia.

La OTAN abiertamente ha entregado inteligencia operativa, marcado nuevos objetivos estratégicos, entregado armas cada vez más poderosas y de más alcance, con lo cual ha profundizado y alargado el conflicto, con presencia de asesores y mercenarios de sus países. Todo el llamado Occidente, encabezado por los Estados Unidos, se ha empleado a fondo para que «Ucrania se defienda y resista hasta el último ucraniano» en su propósito de salvaguardar el predominio del imperialismo estadounidense. Ya son, según datos entregados por el Mossad israelí, más de 150 mil los muertos en Ucrania.

Esta confrontación también ha mostrado las debilidades militares, tecnológicas, logísticas del sistema de control de la OTAN. Rusia, en cambio, ha demostrado una notable destreza en sus operaciones armadas y en la capacidad técnico-industrial de sus armamentos. La ciudad de Bakhmut, tomada ya en parte por las tropas rusas, es la puerta para irrumpir en el territorio donde se define la victoria.

Las propuestas de iniciar negociaciones de paz que van surgiendo son bloqueadas por la OTAN, que aún no cumple sus objetivos político-militares en este frente de guerra abierta. La posibilidad cierta de una respuesta rusa a la participación sostenida y creciente de la OTAN, puede desembocar en un conflicto nuclear.

Colombia votó en la ONU al unísono con la OTAN. Ya murieron nueve mercenarios colombianos combatiendo de ese lado.

El objetivo de Estados Unidos, que comanda la OTAN, es Rusia. Pretende con ello desestabilizar la configuración de un orden mundial multipolar y pluricéntrico, que está en camino ante la crisis de hegemonía del imperialismo estadounidense y la inoperancia de los organismos multilaterales. Lo demás, según la doctrina de los Estados Unidos, podría decirse que son meros «efectos colaterales»: no les importa que Ucrania se hunda o desaparezca.


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