Construir el socialismo no es tarea para burócratas

TIZZA DE REBOTE: Nueva sección en La Tizza

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Por Ramón Cobas Avivar

No salgo del asombro cada vez que leo o escucho a relevantes dirigentes, politólogos, académicos, burócratas o «simples actores» — cubanos o no — hablar de la nueva a realidad del escenario económico en Cuba.

Intentaré explicarme a través de un ejemplo entre muchos, leído recientemente en las redes sociales.

…Pero también será necesario y consustancial a ese eje estratégico primero de «Gobierno eficaz y socialista e integración social» que los «dueños» conozcamos cuáles son esas empresas que están en pérdidas, las que nos pertenecen a todos. De las otras, de las que no son del pueblo, que se ocupen sus gestores [el destacado corresponde a Ramón Cobas Avivar]. No basta con decir que un número determinado de empresas es propiedad de todo el pueblo. Los dueños necesitamos saber, quizás cada seis meses, quizás cada un año, cuáles son — de todas sus empresas, de esas 1.700 y tantas — las que no logran cumplir con el mandato más importante: producir riqueza para todo el pueblo…

Construir el socialismo no es un juego, una consigna. Sus principios están claros, enmascararlos, re-enunciarlos o distorsionarlos es tan grave o peor que combatirlos.

No basta con las intenciones, estas deben expresarse en la realidad, en el discurso diario, en la formulación de la estrategia.

Mucho se ha hablado del surgimiento de los nuevos actores económicos en la nueva — y valga la redundancia — realidad cubana. No hay un día en que no se hable del tema, en casi todos los casos — de forma consciente o no — se dislocan principios científicos, ocultan realidades y posicionan conceptos, creando matrices de opiniones que, a mi modo de ver, son el preámbulo — guste o no a los burócratas — para abrir y entronizar prácticas de carácter capitalista.

No podemos, bajo ningún concepto, permitir tales prácticas; en ello se juega el carácter socialista irrevocable que suscribimos en nuestra Constitución. Esta no puede ser letra muerta, palabras bonitas, discursos de advenedizos de guayaberas con botas enfangadas lejos de los surcos.

En Cuba, basta con que se posicione una frase o etiqueta para que detrás de ella se vayan oportunistas e ignorantes que repiten disparates dañinos y lo peor, se tracen estrategias, planes y chequeos para cumplir las orientaciones dadas.

Lo triste es que académicos, ilustrados pensadores que gozan de gran prestigio popular y dirigentes a cualquier nivel dejan deslizar ingenuamente tales aberraciones.

Si queremos realmente construir el socialismo en Cuba, su formulación no puede ir permeada de conceptos anti-socialistas; ante este nuevo escenario, el árbol no puede nacer torcido.

Cuando se habla de potenciar a las «empresas estatales socialistas» sobre las otras formas de producción no estatales a qué se están refiriendo.

https://medium.com/la-tiza/no-se-puede-postergar-el-di%C3%A1logo-abierto-y-permanente-con-los-trabajadores-65a76ddaa073

¿Acaso estamos fomentando actores económicos capitalistas dentro de Cuba? ¿Las Pymes, cooperativas, el trabajo por cuenta propia no deben cumplir parámetros socialistas, aun cuando sus medios de producción sean particulares? ¿No surgen dentro de un país que apuesta por el socialismo? ¿Se eximen del escrutinio regulador, de sus funciones sociales? ¿Les permitiremos la apropiación de la plusvalía, la acumulación de capitales? ¿Ayudaremos a la formación de nuevos ricos? Donde queda aquello que «… de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo…»

El discurso debe ser claro, sin ambigüedades, sin sofismas: todas las formas o actores económicos que surjan en Cuba, ya sea en el turismo, la agricultura, los servicios, etcétera, deben expresarse en su accionar en el mismo escenario, al mismo nivel y con las mismas regulaciones sociales, éticas y económicas. Todas deben responder de manera irrenunciable a satisfacer las necesidades siempre crecientes de la sociedad en su conjunto y no a las necesidades de grupos, personas o castas sociales, aunque sean privadas. ¿O es que las Pymes y las cooperativas no son empresas — por mucho que difieran en sus estructuras organizativas — similares a las en ocasiones distorsionadas estructuras empresariales estatales, «privilegiadas» entre otras cosas con la populista etiqueta de «estatales socialistas»?

Queda claro que uno de los pilares de las diferencias entre capitalismo y socialismo no es, precisamente, el modo de distribución de las riquezas sino el modo de pertenencia de los medios producción. Queda claro que algunos actores económicos en Cuba llevan en sí el germen capitalista de la propiedad privada sobre los medios de producción, lo que no implica ni debe implicar nunca que respondan a objetivos particulares, que sus frutos o funciones no estén decididamente enfocados al bienestar social, a la creación de riquezas para el pueblo y no a la acumulación de capitales y el buen vivir único de sus propietarios.

Estas nuevas formas de producción son, y tienen que ser, actores económicos socialistas tan iguales como las llamadas empresas estatales socialistas. Si ello no ocurre, estaremos inyectando dentro del entramado público de la economía cubana las primeras células cancerígenas, que irremediablemente más temprano que tarde invadirán el cuerpo socialista de la Revolución cubana, metástasis que será incurable por mucho que hagamos para evitarlo. Sería demasiado tarde, a menos que nos plateáramos un nuevo Realengo, un nuevo Granma, una nueva Sierra Maestra, un nuevo Girón.


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