Con Venezuela, con Nuestra América

Por Aurelio Alonso: “Y no habrá consuelo para quien no (…) se percate de lo que le toca”.

Los Estados Unidos han proclamado ya su decisión de invadir Venezuela con las armas, y comenzado incluso movimientos militares, sirviéndose principalmente de Colombia, su aliado principal en esta aventura. Y de Brasil, donde la anulación del reformismo popular, que gobernó hasta 2016, culminó con el inadmisible encarcelamiento de Lula para impedir su regreso a la presidencia, acción que se reveló como escalón decisivo para la ejecución del plan mayor.

Rescatar para el imperio la gran potencia económica del continente, Brasil, no requería de un casus belli, y ya con la impunidad necesaria en las fronteras, consumar la ansiada apropiación del reservorio principal de petróleo del mundo –y de otros recursos naturales– y más al alcance por su cercanía, era el objetivo.

Si Venezuela cayera en las manos de Washington, el siglo XXI, que comenzó cargado de posibilidades luminosas para los pueblos de esta América, vería desvanecerse las esperanzas de soberanía y de justicia social que alentaron los gobiernos capaces de decir NO al ALCA en Mar del Plata en 2005.

No nos hallamos ante un peligro local: es la suerte de nuestra América la que se juega ahora en las tierras del Orinoco. Una excepcional responsabilidad para nuestros hermanos venezolanos y para la solidaridad de los pueblos del Continente hacia la revolución bolivariana.

A los Estados Unidos nunca les interesó la supervivencia, ni el bienestar, ni los derechos de nuestros pueblos. Se demostró desde la usurpación de la mitad del territorio mexicano en la primera parte del siglo XIX. Se confirmó cuando, después de ver, como espectadores, desangrarse a los cubanos durante treinta años por su independencia, deciden adueñase de la guerra contra España, agotada ya por la resistencia insurrecta, proclamar como suya la victoria, y dejar sentadas las bases de su dominación continental. Desde entonces sobran los ejemplos de violencia desde Washington, siempre en función de intereses estadounidenses y con el costo a pagar por nuestros pueblos.

La entrada de Hugo Chávez en la historia significó que el siglo XXI comenzara de manera diferente, y el imperio no lo soporta. Esa es la única verdad. La única razón de sus amenazas. Por tal motivo el futuro recordará siempre con orgullo a las generaciones a las que haya tocado vivir comprometidas con el presente y el futuro, este gran desafío.

Y no habrá consuelo para quien no quiera compartirlo o no se percate de lo que le toca.

Es la hora de decir No al imperio y a sus lacayos, junto al pueblo de Venezuela y su liderazgo reconocido, desde todos los rincones del Continente. La voz de la vergüenza de nuestra América debe escucharse ahora cómo nunca.


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