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Written by: Memoria

«Chuta, para ser general de un Ejército de nuevo tipo primero hay que ganar la guerra».

Por Hugo Guzmán, director del periódico chileno El Siglo

La Tizza comparte esta entrevista, publicada originalmente en El Siglo, a uno de los militantes chilenos que se formaron en Cuba para combatir, por todas las vías pertinentes, la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet.

Breve presentación

Vasili Carrillo Novoa nació en la comuna de Lota, provincia chilena de Concepción, en 1957. A finales de los años setenta, era subteniente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba y estaba a cargo de una Compañía de Tanques en la provincia de Matanzas.

Con 13 años había ingresado a las Juventudes Comunistas de Chile (JJCC), fue integrante de la Brigada Ramona Parra en Lota y desarrolló actividades culturales. Fue detenido y torturado en dictadura. Debió salir al exilio, inicialmente hacia la República Democrática Alemana (RDA). En los ochenta fue miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Hijo de Isidoro Carrillo Tornería, asesinado por Augusto Pinochet.

Llegó a oficial de las FAR porque fue uno entre el centenar de jóvenes militantes comunistas que aceptó ser parte de «La Tarea». Así se denominó en 1975 el trabajo de implementación de la política militar del Partido Comunista (PC) de Chile que vino a romper el llamado «vacío histórico» de la colectividad y abrió paso a encarar con las armas a la dictadura que ejecutaba el terrorismo de Estado, asesinando y desapareciendo entonces a decenas de militantes del PC, las JJCC y otras organizaciones de la izquierda chilena y del movimiento sindical y social.

Se cumplen este mes 50 años de «La Tarea». En entrevista, Vasili Carillo, uno de los protagonistas de esa historia, narra parte de lo que fue dicha experiencia, que incluyó combatir en Nicaragua.

¿Por qué celebrar ese hito de la «La Tarea», del Partido Comunista?

– Más que celebrar queremos conmemorar los 50 años de «La Tarea Militar», porque pensamos que hoy todo lo que fue la lucha combativa y frontal contra la dictadura, se quiere invisibilizar por todos los sectores políticos del país.

Estos 50 años no debe ser solamente el momento de reivindicar el significado que tuvo «La Tarea» para quienes enfrentamos a la dictadura, sino también el aporte que significó en la construcción de un camino que, si bien no fue el que terminó con la dictadura, constituyó un aporte para poner fin a ese régimen. No solo fueron los compañeros comunistas, fueron rodriguistas, miristas, socialistas, lautaristas, y eso hay que reivindicarlo, no se puede ocultar u olvidar.

¿Es la reivindicación de la lucha armada contra la dictadura?

– A mí no me gusta el concepto de lucha armada. Se trató más bien de la implementación de la política militar por parte no solamente de los comunistas, sino de otras organizaciones, donde se incorporó el elemento militar a las formas tradicionales de lucha contra la dictadura.

La derecha y la dictadura fueron cerrando puertas a salidas democráticas, todo el mundo sabe que promovieron políticas de exterminio de militantes de izquierda o ciudadanos, desarrollaron la represión y el uso de las armas contra el pueblo, y en ese contexto nadie puede negar que el elemento militar para enfrentar a una derecha y unos militares que aplicaron el terrorismo de Estado, que instalaron una institucionalidad a partir de la fuerza de las armas, era necesario y legítimo; había que tener una política militar.

Para que lo sepan las nuevas generaciones o recordarles a los que tienen mala memoria, ¿en qué consistió en concreto esa tarea militar del Partido Comunista, quiénes participaron, quién convocó? Entiendo que tuvo un papel central el Comandante Fidel Castro y Cuba.

– La Tarea Militar comenzó el 16 de abril de 1975, en La Habana, en el marco de una fecha sumamente importante para Cuba que es la primera derrotada del imperialismo yanqui en Playa Girón, cuando quisieron invadir la isla y fueron derrotados.

Surgió a partir de la decisión de la dirección del Partido Comunista y de un apoyo de Fidel. Al inicio era muy volátil la idea. Lo único claro es que había que formar cuadros político-militares tanto para enfrentar a la dictadura como, posteriormente, con el término de la dictadura, construir una doctrina de defensa y un Ejército de nuevo tipo; tener cuadros que pudieran ingresar a cumplir un papel en unas nuevas Fuerzas Armadas.

¿Era tener oficiales para unas Fuerzas Armadas nuevas, posdictadura?

– Exactamente. La visión de la dirección del PC, de Fidel, era formar cuadros político-militares profesionales que permitieran enfrentar el presente -de esos años- y lo que vendría a futuro. Bueno, igual no había total claridad sobre ese plan.

¿Y quiénes fueron convocados, quiénes fueron los primeros?

– Los primeros fueron un grupo de aproximadamente 50 compañeros, jóvenes, hombres y mujeres, que habían salido becados de Chile a Cuba durante el Gobierno de la Unidad Popular, a estudiar medicina.

Ellas y ellos fueron los primeros que dieron el paso al frente… Dejaron su carrera, abandonaron su proyecto personal. Posteriormente nos fuimos incorporando jóvenes que habíamos salido al exilio y después compañeros que habían sido expulsados de Chile después de permanecer un año o un año y medio en los Campos de Concentración de la dictadura.

Se podría pensar, hablando de 1974, 1975, que podía haber una preparación militar mínima, corta, específica, para volver a luchar a Chile, es decir, una preparación básica de combatiente o resistente. Pero ese plan era para formar oficiales profesionales, que harían carrera en distintas especialidades.

– Te vuelvo a reiterar, la iniciativa y la visión que había era tener oficiales, tener gente preparada para combatir a la dictadura, pero también que después asumieran tareas militares en las Fuerzas Armadas. Otra línea era preparar gente que volvía más pronto a la lucha de resistencia. Pero nosotros fuimos a academias militares a estudiar carreras militares.

Fueron a academias militares…

– Sí. Fue algo muy importante, porque era inédito. Cuba, Fidel y las Fuerzas Armadas Revolucionarias nos abrieron las puertas a academias militares para formarnos. Y no era fácil. Entramos inicialmente 120, 150, y muchas y muchos desertaron, se fueron, no siguieron, porque ser militar no es algo fácil, hay que tener vocación.

¿Había un nivel de exigencia académica y disciplinaria?

– Claro, era alto el nivel académico, y la exigencia diaria, física, de disciplina. Estábamos de lunes a viernes, a veces hasta el sábado en la academia, encerrados, estudiando, levantándonos a las cinco de la mañana, no teníamos un trato especial, éramos un cadete más, teníamos las mismas exigencias que un cadete cubano.

Te cuento que entre nosotros había compañeros que tenían 25, 28, 35 años, y no era fácil para ellos; si no era fácil para mí que tenía 18 años, imagínate para ellos: vivir la exigencia académica, física, psicológica, vivir el estudiar en una academia militar y estar lejos de nuestras familias, de nuestras amistades.

¿Qué recuerdo, que sensación te quedó de esos profesores y esos compañeros cubanos en la academia?

– De tremenda gratitud. No solamente de los oficiales, de nuestros compañeros, sino del pueblo cubano.

Yo le dije una vez a (Alberto) Mayol cuando era candidato del Frente Amplio, estando en Lota, que me molestaba que ellos hablaran de la Revolución Cubana en forma tan despectiva, tan irrespetuosa, tan irracional, sin saber el aporte, la bondad, el cariño, de la Revolución Cubana, sobre todo en el apoyo a la lucha contra la dictadura. Por eso, hasta el día de hoy, puedo decir que el cien por ciento de los compañeros que estuvimos en diferentes momentos formándonos en Cuba, viviendo en Cuba, pese a todas las dificultades que pudimos tener, somos unos tremendos agradecidos de la Revolución Cubana.

Si tú me preguntas qué recuerdo y qué sensación tengo, es gratitud enorme de su actitud solidaria, cariñosa, internacionalista, y particularmente en entender la necesidad de nuestra formación.

¿Y tú vivencia cómo fue?

– Yo estaba exiliado en la RDA, tuve que salir después de estar preso, ser torturado… había salido muy a contrapelo y lo único que quería era volver a Chile. Y a mí, el compañero Orlando Millas, junto con Carlos Toro, me convocan a una conversación.

Yo tenía 17 años y ya se había planteado que volviera rápidamente a Chile de forma clandestina, pero diferentes situaciones lo impidieron. Bueno, en esa conversación con Millas y Toro me dicen: «compañero, ya no va a ir a Chile, pero va a ir a aprender a mandar y obedecer».

Me quedé con eso y al poco tiempo me dicen que me voy a Cuba. Como joven militante disciplinado de las Juventudes Comunistas, viajé a Cuba sin tener mucha claridad de a qué iba y, cuando llego, el compañero Rodrigo Rojas, que fue el primer encargado de La Tarea Militar en La Habana, me dice: «tú vas a ser formado como un futuro general de un Ejército de nuevo tipo». Eso fue todo.

Me integré al grupo y vino todo el proceso de formación. Estando en Cuba, inevitablemente empiezas a recibir no solo la formación profesional, técnica, política, militar, sino que también se te empieza a inyectar todo lo que significa la Revolución Cubana, desde el punto de vista de las convicciones, de los valores, desde el punto de vista del internacionalismo, y de la historia de ellos.

Ustedes se graduaron de la academia militar y salieron al campo laboral militar en Cuba. ¿Cómo fue esa experiencia? Tú estuviste en Matanzas, a cargo de una Unidad de Tanques.

– Indudablemente fue una tremenda experiencia porque implicaba ya no ser alumno de la escuela militar, sino transformarse en jefe, como instructor de tropas cubanas de distintas unidas militares. Fue una experiencia gigante en función de nuestra formación. No solamente en la formación militar, sino en el espíritu revolucionario, internacionalista de Cuba.

Mira, nosotros llegamos en 1975, y en 1976 se produjeron las grandes movilizaciones de tropas cubanas hacia Angola, a apoyar la defensa de Angola y su independencia; fueron movilizados miles de oficiales y de tropas. Nosotros estábamos en segundo año de la carrera, en la Escuela Antonio Maceo, y fueron convocados los alumnos de tercer año y enviados a cumplir la misión internacionalista a Angola.

Nosotros golpeamos las puertas de nuestros jefes, nuestros mandos en la escuela militar, y dijimos que queríamos ir. Sabemos que fue decisiva la presencia militar cubana en Angola y en África.

Ustedes fueron parte de unas Fuerzas Armadas que ganaron una o dos guerras, que derrotaron al Ejército de Sudáfrica, que derrotaron a fuerzas militares apoyadas y financiadas por Estados Unidos, que lograron consolidar la independencia de Angola, el fin de Apartheid en Sudáfrica y la liberación de naciones africanas. Ese fue el Ejército donde ustedes se formaron y trabajaron.

– Es así como lo dices. Fuimos parte de unas Fuerzas Armadas Revolucionarias victoriosas y que entregaron todo.

África le debe mucho al pueblo cubano; en Angola, Mozambique, Sudáfrica, Etiopía, la lucha contra el Apartheid. Ese espíritu internacionalista se transmitía en nuestra formación. Lo vivimos cuando después fuimos a Nicaragua, a El Salvador, eso no solo fue a partir de nuestras convicciones, sino de las enseñanzas que nos inculcaron Cuba, las FAR, el pueblo cubano.

Y algo pasó con eso un par de años después.

– Sí, eso llevó a que en el año 1979, a esos jóvenes que habíamos empezado «La tarea» en 1975, y que ya éramos oficiales, trabajábamos como oficiales en las FAR de Cuba, nuevamente por iniciativa de Fidel se nos convocara y se nos planteara la necesidad de asumir la responsabilidad de la lucha internacionalista en Nicaragua.

Lo asumimos. Y cuando tú vas a Nicaragua y participas y entregas un granito de arena en la lucha insurreccional que llevaba años el pueblo nicaragüense y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), empiezas a entender y a mirar desde otra perspectiva la lucha, los objetivos y yo particularmente me dije:

Chuta, para ser general de un Ejército de nuevo tipo primero hay que ganar la guerra.

Y ganar la guerra, para nosotros, era terminar con la dictadura, combatirla. Ahí empezamos el proceso de construcción de la política militar del Partido Comunista que, además, te recuerdo que en 1977 el PC había hecho un Pleno de su Comité Central, que es histórico, porque ahí se habla del «vacío histórico» en la política general del partido en cuanto a no haber tenido una política militar durante muchas décadas.

¿Cómo fue aquello de ir a combatir a Nicaragua? ¿Fue Fidel personalmente a verlos y convocarlos?

– Nosotros fuimos acuartelados en ese tiempo por iniciativa de Fidel. No sabíamos para qué nos estaban acuartelando, estábamos en una unidad militar.

Y de repente aparece Fidel, en persona, como a las 11 de la noche y nos saluda. Después, en esas formas típicas de Fidel, se coloca en una pizarra, agarra una tiza -no había como ahora plumones para pizarras-, pinta el mapa de Nicaragua, y comienza a explicarnos la situación en ese país y nos dice que el FSLN necesita el apoyo, para la ofensiva final, de unidades regulares de artillería. Nos dice que los cubanos no podían enviar a sus Fuerzas Armadas y nos dice que habían pensado en nosotros.

Nos emocionamos mucho. Es difícil describir lo que pasaba en la mente de cada uno de nosotros. Pero Fidel nos dice que tenía que esperar la respuesta del emisario que había enviado a Moscú a hablar con la dirección del Partido Comunista de Chile, a ver si autorizaban nuestra ida a combatir a Nicaragua.

Se fue. Y a las tres horas, eran como las tres de la madrugada, vuelve y nos dice: «Iba llegando a mi casa a descansar y recibí un télex de Moscú» y nos lee el télex. Decía que Don Lucho, Luis Corvalán, «da respuesta positiva».

En ese momento nos paramos todos y cantamos la Internacional. Fidel estaba muy emocionado. Estábamos respondiendo a nuestra formación y convicciones. Al otro día partieron de inmediato cuatro compañeros, después partimos en grupos más grandes, y así llegamos al Frente Sur, en la frontera con Costa Rica.

Hay un punto de inflexión, específicamente en 1975, en la línea política del PC. Asume una política militar.

– Por supuesto que hubo un punto de inflexión y no solo en 1975, sino que a partir del mismo 11 de septiembre de 1973, porque tienes que recordar que el Presidente Salvador Allende enfrentó a la dictadura, enfrentó el golpe militar combatiendo, resistiendo.

Podríamos decir que fue el primer combatiente, el primero que resistió, junto a sus compañeros en La Moneda, junto a compañeros apostados en ministerios, como el Ministerio de Obras Públicas, junto a compañeros que enfrentaron el golpe en poblaciones como La Legua, en cordones industriales. Ahí comienza el punto de inflexión realmente. Cuando el Partido Comunista y otras fuerzas políticas comienzan a ser golpeadas militarmente, represivamente, a través de la acción criminal, terrorista, de la derecha y la dictadura. Comienza una aniquilación, un ataque a la población, comienzan las ejecuciones, las desapariciones, las torturas, las detenciones, los violentos allanamientos, los asesinatos.

¿Hay una relación entre «La Tarea» y lo que fue después el concepto de la Rebelión Popular de Masas y la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez?

– Por supuesto que sí. No solamente eso. Hay una relación con la lucha, con la voluntad, con la decisión de combate contra la dictadura de parte del pueblo y de la experiencia que fue desarrollada aquí en Chile, antes de «La Tarea Militar». Hay que entender que antes del año 80, cuando Luis Corvalán anuncia la política de Rebelión Popular, ya existía el Frente Cero al interior del partido, grupos de militantes que incluso sin formación militar, realizaban acciones combativas, acciones de sabotaje contra la dictadura. Por lo tanto, hay que tener claro que no pretendemos conmemorar y mirarnos al ombligo los oficiales que fuimos formados en «La Tarea». «La Tarea Militar» fue un elemento que contribuyó a la lucha que se desarrollaba en Chile.

¿Qué frase usarías para sintetizar lo que fue «La Tarea»?

– «La Tarea Militar» del Partido Comunista fue una necesidad histórica, en un momento histórico en que había que prepararse en todos los planos para combatir a una derecha y a una dictadura tan sangrientas, tan criminales, como las que hubo en Chile durante 17 años. Sin ese ingrediente hubiese sido imposible llegar al término de la dictadura a finales de la década del ochenta.

¿Qué responderle a la gente de derecha, de extrema derecha y a otros sectores que cuestionan esta tarea, que cuestionan el apoyo de Cuba, que dicen que eso demuestra que el Partido Comunista es violentista y antidemocrático?

– Es importante la pregunta que me haces, porque creo que estamos viviendo un momento complejo, momento donde no solamente la derecha funciona en el marco del negacionismo de lo que fue la dictadura y la violación a los derechos humanos, sino que soy un convencido de que si la derecha hoy o mañana tuviera la necesidad o la oportunidad nuevamente de ejercer el terrorismo de Estado y la fuerza de las armas contra la democracia y el pueblo, lo volvería a hacer.

Por lo tanto, la respuesta no la voy a dar yo o la va a dar el Partido Comunista o el pueblo. La respuesta la da la historia universal e instituciones muy importantes. Sin la decisión, el combate, la consecuencia y la dignidad de los partisanos en Europa, no se habría terminado con el fascismo nazi. La doctrina social de la Iglesia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, avala el derecho a rebelarse contra las tiranías. Por último, la derecha en este país no tiene ninguna autoridad moral para criticar y cuestionar el uso de las armas, de lo militar, contra una dictadura atroz y criminal de la cual fueron parte, la impulsaron y aún la defienden, y serían capaces de volver a repetirlo.

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Etiquetas: , , , , , , , , , , , Last modified: 12 abril, 2025