«Abel no nos faltará jamás»

Por Haydee Santamaría / Carta a sus padres desde la cárcel de Guanajay

Foto: Disamis Arcia / La Tizza

El pasado 30 de diciembre se cumplieron 100 años del natalicio de Haydee Santamaría. En su centenario, cercano al setenta aniversario del asalto al Moncada (que para ella fue el inicio de todo), La Tizza publica esta carta escrita a sus padres desde la cárcel de Guanajay.

Esta versión fue tomada del libro Hay que defender la vida, compilación de textos de Haydee Santamaría realizada por Jaime Gómez Triana y Ana Niria Albo, publicada en coedición por el Fondo Editorial Casa de las Américas y Ocean Press / Ocean Sur.


[1953]

Ya estoy en Guanajay. Desde que llegué iba a escribirles, pero sé [que] sabían de mi estancia aquí por Elena [Rodríguez] y Manuel [Hernández], y que sabían estaba muy bien.

Creo hace como quince días estoy aquí, y pensé era mejor esperar unos días para escribirles y contarles algo de esto, y cómo eran las cosas aquí para venir, y si podían y dejaban entrar niños, para que me trajeran a Carín.[1] Puedo decirles que la pueden traer, y las visitas son los domingos de 2 de la tarde a 6.

Quiero que sepan estoy muy bien, que ustedes no se preocupen en venir. Todos los domingos vienen muchas personas y nos traen de todo; además, la comida es buena, así que no deben tener preocupaciones. Sí creo que el domingo que vengan, que no debe ser más de una vez al mes, me lo comuniquen antes, para [que] ese domingo no vengan más visitas, para así poder estar con ustedes y no tener que atender a más gente que sí vienen todos los domingos por ser de aquí. Por eso deben avisar antes de venir. Les repito: estoy de lo mejor.

Si no fuera por la preocupación de ustedes por mí, y por saber el dolor que tienen por pensar que no tendrán más a Abel con ustedes, pudiera decirles que soy casi feliz. Si ustedes pensaran como yo sobre Abel pudieran también, si no ser felices, no ser tan desgraciados como sé que son.

Mamá, Nino, sé bien que nada que les diga les quitará esta terrible pena. Tal vez cuando pasen los años me entenderán; cuando tengan de verdad la seguridad [de] que ustedes son padres privilegiados, que siempre tendrán a ese hijo, y lo tendrán tal y como era: bueno, joven, hermoso. Jamás ese hijo será como tendrán a los otros. Estos otros se convertirán en viejos, feos, agrios. Abel fue, es y será ese hijo que no envejece; siempre seguirá con su cara tan linda. Siempre seguirá para ustedes, para todos nosotros, con su fuerza, con su infinita ternura. Será quien nos haga ser de verdad buenos; será siempre el guía, y para ustedes será el hijo más cercano.

Piensen bien que ya ustedes han sufrido cambios, cambios tan grandes y bellos que, aunque fuera por eso solo, me conformo, soy casi feliz. Abel los ha hecho cubanos, Abel ha logrado que ustedes amen esta tierra, amen la hermosa tierra donde él nació, y creo es lo único que él amaba más que a ustedes.

Cómo ustedes pueden pensar, [que] no tendrán más [a] Abel. Si él desde Santa Ifigenia[2] les ha dicho: quieran a Cuba, quieran a Fidel, y ustedes, aunque antes él se lo pidió, es hoy cuando han entendido esa verdad; yo, si no los viera más a ustedes, sentiría la felicidad de tener siempre padres, porque han sabido ser padres de Abel.

Mamá, Nino, y tú sobre todo, mamá, si me dijiste tantas veces que yo nada más que quería a Abel, que era el único que me importaba de la familia, y hoy vivo, no soy desgraciada, ¿por qué tú no vas a poder vivir, no ser desgraciada? Vas a vivir más que nunca para él, vas a amar lo que tanto él amó; puedes dedicarte a defender lo que era razón de su vida, los trabajadores de Constancia,[3] no los Luzárragas;[4] y por primera vez te oí decir cuánto querían todos los trabajadores de Constancia a Abel, cómo me han acompañado sin pensar si eso los perjudica con los Luzárragas.

Mamá, ahí tienes [a] Abel. ¿No te das cuenta, mamá? Abel no nos faltará jamás. Mamá, piensa que Cuba existe y Fidel está vivo para hacer la Cuba que Abel quería. Mamá, piensa que Fidel también te quiere, y que, para Abel, Cuba y Fidel eran la misma cosa, y Fidel te necesita mucho. No permitas a ninguna madre te hable mal de Fidel; piensa que eso sí Abel no te lo perdonaría.

[S/firma]

Notas:

[1] Nombre abreviado con que familiarmente era conocida Caridad Martín Santamaría, sobrina de Haydee, hija de su hermana Aida Santamaría. Fue uno de los seudónimos más utilizados por Haydee para firmar sus cartas. (Las notas corresponden a la editora del libro, Caridad Tamayo Fernández).

[2] Cementerio de la ciudad de Santiago de Cuba donde reposan los restos de ilustres patriotas y personalidades de la historia de Cuba. Sobresalen el Mausoleo a José Martí, la tumba de Carlos Manuel de Céspedes y la austera roca que resguarda las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro.

[3] Pueblo del central Constancia, en el municipio Encrucijada, antigua provincia Las Villas (actual Villa Clara), donde radicaba la familia Santamaría Cuadrado, y donde nacieron sus hijos. Desde ese lugar salieron Haydee y Abel hacia La Habana en 1951, ella con veintiocho años y él con veinticuatro, para consolidarse como combatientes revolucionarios. La vivienda de la familia es hoy el Museo Azucarero y el central –donde el joven trabajó como dependiente del centro comercial entre 1942 y 1947– lleva el nombre Abel Santamaría Cuadrado.

[4] Se refiere a Mamerto Luzárraga Echeverría, su hijo José Ramón Luzárraga y su pariente Ramón Luzárraga Garay.


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