Cuba, Marx y la política revolucionaria

Por: Ariel Dacal

Palabras en la presentación del libro Marx, política y enajenación, de Wilder Pérez Varona, investigador del Instituto de Filosofía de Cuba, 8 de febrero de 2018, Instituto de Filosofía de Cuba.

Tuve un primer acercamiento a algunas páginas de este trabajo al ser convidado a participar en el tribunal de doctorado donde Wilder lo defendería. Al diluirse esa posibilidad, volví a saber del texto cuando se organizó su primera presentación, ya en formato de libro, en el Instituto de Filosofía, donde el autor, amablemente, me obsequió un ejemplar. Así, una vez más, comencé a sumergirme en esta narración sobre los contextos del pensamiento de ese contundente filósofo y político nombrado Carlos Marx. Acaso la nota más destacable de este texto. La lectura iba a pasos lentos, subordinada al rol de papá a tiempo completo que ha ocupado mis meses recientes, cuando llegó la invitación de Wilder para este día y mi grato e inmediato compromiso con la presentación.

Después de leer cada párrafo y dejarme interpelar por las tesis que redondea el autor, tuve, de un lado, la temida página en blanco, del otro, el montón de sensaciones y provocaciones que suele dejar un libro útil. ¿Qué decir sobre el texto? ¿Cómo decirlo? La respuesta se complicaba, para bien, en el hecho de no tener nada esencial que añadir al excelente prólogo, por breve y bien escrito, que Yohanka León ofreció a esta edición.

Escojo entonces no hablar directamente del libro, entre otras cosas porque ya ustedes lo leerán. Me concentro en comentar por qué me ha sido útil leerlo. Además, toda presentación es una incursión personal pues ningún libro lleva implícito una sola lectura posible. El resultado es siempre singular para el lector/a que la realiza. El momento de cada persona que lee es un catalizador particular para el contenido de cada libro.

En lo que a mí compete, hace algún tiempo me ronda una preocupación, concreta y compleja al mismo tiempo, ¿cómo actualizar las maneras revolucionarias de producir política en Cuba? Desde ella dialogué y controvertí con las ideas que Wilder tejió de manera paciente, valiente y con destacable claridad en sus análisis respecto a la política, más concretamente, a la política emancipadora en la obra de Marx.

Wilder retoma viejas ideas, no en onda retro, ni como alarde de ilustración, ni reducidas a meras reliquias del pensamiento humano, ni narradas de manera críptica, como si el acceso a ellas fuera privilegio de pitonisas y sacerdotes que develan la verdad al común. Por el contrario, muestra que el lenguaje también es un terreno político, y que el contenido de esa política es siempre una opción para quien escribe. Muestra que las ideas no ganan altura por lo abigarrado de su presentación, sino por transparentar sus esencias y por la confortable compresión de lo cotidiano que podemos lograr con ellas.

Su narración me es útil porque recrea al Marx que fraguó, en su experiencia de hombre histórico contextual, las preguntas y las propuestas que tributó, al decir de Wilder, como “proceso a un tiempo político e intelectual”. Aquel quien fue testimonio de su propia tesis que consagra que más allá de interpretar el mundo ha de asumirse su transformación, con centralidad en la emancipación frente a todo tipo de opresión. Centralidad a la que dedicó su saber, su tiempo, su angustia y su trascendencia.

Dos reafirmaciones hallé en la lectura; primero, Marx no da repuestas infalibles al problema de la política revolucionaria en Cuba, pero sí provee un método de análisis dialéctico y lógico, atento a las contradicciones y antagonismos del proceso real, fuente de conceptos vigentes que sirven al imperativo moral, aquí y ahora, de confrontar aquel problema. Segundo, el horizonte utópico pierde sentido cuando no es interpelado por la política realmente existente; y es reverso del mismo equívoco desatender tal horizonte con la mirada exclusiva en la política real.

Las páginas de este libro las asumo como un retorno cubano a códigos imprescindibles para repensar y emprender la política y el poder como instrumentos en la disputa histórica de la clase productora; de un lado frente al capitalismo, y del otro, frente a las distorsiones institucionales e interpretativas que ha sufrido su proyecto emancipador.

Esta lectura me ayudó a entender que no será viable repensar las maneras de hacer política revolucionaria en Cuba sin actualizar debates y experiencias vitales. Por ejemplo:

– Sobre el Estado que enajena de la política a ciudadanos/as y a productores/as, cuyo rediseño es condición para conquistar la democracia;

– sobre el partido ligado a la clase productora, cuyos miembros no se constituyen en clase que dirige a los trabajadores/as, sino en fuerza que les ayuda a autodirigirse;

– sobre la sociedad civil, distorsión surgida del secuestro de lo político por el Estado, cuya restitución parte de asumir la política como actividad social, dígase, la politización ampliada de la sociedad;

– sobre el sujeto pueblo, que se concreta políticamente en su condición dual de ciudadano/a y de productor/a;

– sobre la crítica a la economía, que pasa por asumir que la emancipación social está en una nueva unidad entre economía y política, no reducida a un horizonte puramente teórico, sino imperativo en el dominio de la práctica histórica de la clase trabajadora.

Leer el trabajo de Wilder me ha servido de impulso para moldear en respuestas la preocupación sobre cómo actualizar las maneras revolucionarias de producir política en Cuba. Desafío que, traduciendo a Marx, apunta a crear y asentar una libertad desconocida por el Estado coercitivo burgués y por el Estado burocrático. Pasa por asumir como su contenido esencial la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora capitalista, y contra la clase administradora en el socialismo vigente. Se concreta en evitar que el Estado y el partido se desarrollen como entes independientes, por encima o contrarios, a la sociedad política de los ciudadanos/productores.

Solo me resta agradecer a Wilder su contribución, y reafirmar, con muchísimo aprecio, la utilidad que noto en su labor para el empeño de repensar y rehacer la política emancipadora en Cuba.


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