Por: Lissy Villar
Es cierto que debería también hablar de la realidad en Cuba. Es un artículo que queda pendiente. No solo por el Día Internacional de la Mujer, sino porque el feminismo es una lucha de todos los días y en todos los espacios, no solo en el mundo sino en Cuba, mi país.
Es un trabajo pendiente aunque digo que mi lucha es también en mi calle, en las palabras que digo en una guagua, a quien me acosa en esa misma calle, a las pequeñas sutiles violencias que vivimos en nuestras relaciones de pareja, con nuestras amistades, con nuestra educacion, y dentro de nosotras mismas.
En esta ocasión comparto una lucha que no es distante a la mía, porque hay que vibrar con las realidades de todas las mujeres del mundo. Porque vibro yo con esas realidades. Desde aquí también Paramos.
La feminista y periodista argentina Carolina Rosales Zeiger conversó con La Tizza y comentó su posición sobre las luchas feministas en Argentina y el Paro este 8 de marzo.
LV: ¿Cómo se movilizan las mujeres y el movimiento feminista argentino?
CRZ: El movimiento de mujeres en Argentina tiene una particularidad respecto de muchos países de Latinoamérica, y es que es profundamente autogestivo. Si bien existen ONGs o dependencias estatales, el grueso -por no decir casi la totalidad- es producto de la organización espontánea de mujeres, lesbianas, gays, bisexuales y trans. Esta característica lo hace muchas veces estar muy solo -que todo sea cuesta arriba- pero también construir bases muy sólidas: en cada 8 de marzo (Día internacional de la mujer trabajadora), 25 de noviembre (Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer) o 28 de septiembre (Día de Acción Global por un aborto legal y seguro) las calles se llenan cada vez más de mujeres manifestándose por sus derechos; y las barriadas, las escuelas, las universidades, los partidos políticos y los movimientos culturales tienen más sectores dedicados a pensar y accionar respecto de la temática de géneros.
Pero este carácter autogestivo también lo hace totalmente heterogéneo: integran el movimiento feminista en Argentina partidos de la izquierda tradicional, agrupaciones de la izquierda independiente, organizaciones sociales de base, sectores autonomistas e incluso sectores más ligados a cierto consevadurismo.
Por alguna razón -que seguro no sea magia- a pesar de todas las diferencias y disputas internas, logramos que el movimiento se una en el grueso y camine a paso firme hacia un crecimiento mundial.
LV: El #8M, ¿un paro feminista?
CRZ: El #8M es en Argentina un producto del movimiento #NiUnaMenos, surgido en junio de 2015, que significó un quiebre a nivel de la visibilización, masificación e incluso instalación de los temas de la agenda feminista en los medios masivos de comunicación. Con ese viento de cola empezamos a pensar en resignificar los 8 de marzo e intentar agendar nuestras estrategias comunicacionales. Hay que tener en cuenta que veníamos de una serie de conquistas legales en nuestro país, durante la gestión del Gobierno anterior (de Crisitina Fernández de Krichner), que incluía el Matrimonio igualitario (entre personas del mismo género) y el derecho a la Identidad de género para el colectivo trans, y eso también brindó una tierra fértil para profundizar ciertas luchas. Pero todo esto sucedió en un contexto mundial que dio lugar al Movimiento de base Paro Internacional de Mujeres (PIM) integrado por mujeres organizadas de más de 24 países.
Nuestro país está pasando por una fuerte regresión en materia de políticas de derechos humanos, además de un fuerte ajuste económico que impacta antes que a nadie a las mujeres, y el paro de 2017 fue el primer paro que se le hizo al presidente Mauricio Macri. Esto demuestra que el movimiento feminista hoy es quizá uno de los principales eslabones en la lucha por la igualdad y la liberación de las políticas neoliberales.
La organización del 8M 2018 la hicimos desde espacios asamblearios horizontales, donde todas tienen voz. No permitimos que participen varones porque necesitamos construir la fuerza de nuestras voces y para eso precisamos volver a escucharnos. Además las participantes cargan con historias de todo tipo y muchas de ellas han pasado la vida subordinadas a varones: a sus padres, a sus jefes, a sus maridos. Queremos evitar cualquier cosa que pueda incomodar la pulsión comunicativa de las participantes.
Las asambleas se replican en todo el país y luego articulamos entre las provincias: en la Ciudad de Buenos Aires participan entre 1000 y 1500 mujeres de manera espontánea y autogestiva. Algunas van en representación de sus organizaciones, partidos o sindicatos, y muchas otras de manera autónoma. En las asambleas, luego de un debate general, nos dividimos en comisiones y tratamos los temas estratégicos para la movilización: marcha y recorrido, documento oficial y consignas de cabecera, seguridad (esto se da por el contexto represivo pero además porque no todas las ciudades del país son iguales), prensa y comunicación. Hay un sistema de recolección de información, centralización y articulación posterior. Somos muchas y diversas pero logramos organizarnos.
LV: ¿Cuáles son las principales luchas y demandas de las mujeres feministas en Argentina?
CRZ: Tenemos un tema central que es el Derecho al Aborto. En Argentina el aborto es legal sólo en casos de violación o si peligra la salud mental, emocional y social de la persona gestante. Hay toda una discusión alrededor de ese pasaje de nuestro código penal porque muchas interpretamos que la salud mental y emocional implica no obligar a maternar a una persona que no quiere hacerlo, pero como tanto la medicina como la justicia son patriarcales y el texto se presta a diferentes lecturas, esto no nos alcanza y precisamos una ley donde se explicite que cualquiera puede interrumpir un embarazo, bajo el deseo que tenga, al menos hasta la semana 14 de gestación. Otros de los reclamos tienen que ver con la desarticulación de las redes de trata de mujeres y el proxenetismo y contra todas las violencias. En Argentina se produce un femicidio cada 30 horas, pero además existe la violencia psicológica, simbólica, verbal, laboral, entre otras. Asimismo está dentro de los reclamos primordiales el tema del salario, que aún hoy sigue siendo distinto para un mismo trabajo en hombres y mujeres. También se habla de los trabajos feminizados como el trabajo doméstico, y de las tareas no remuneradas que fueron históricamente endilgadas a las mujeres como “naturales”, que son las actividades que tienen que ver con el cuidado: hacerse cargo de l@s hij@s, limpiar la casa, cocinar, hacer compras, responsailizarse por los adultos mayores, etcétera.
LV: ¿El movimiento de izquierda y el feminismo en Argentina van de la mano?
CRZ: Hoy en día podría decirse que el movimiento de izquierda y el feminismo van de la mano, pero ciertamente creo que es más justo pensar que el movimiento feminista fue haciéndose lugar en los diversos ámbitos, incluidos los partidos. Hay una frase de María Galindo, activista boliviana del colectivo Mujeres creando, que dice: “Nada más parecido a un machista de derecha, que un machista de izquierda”. Creo que es más lógico que la izquierda marche junto al movimiento feminista pero también debemos revisar los procesos revolucionarios del mundo, donde todos eran iguales hasta que había que hablar de mujeres. Al menos hasta hoy, hemos sido invisibilizadas de toda la historia, la que nos gusta y la que no.
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