Por: Josué Veloz Serrade
El día que nos encontramos con el padre François Houtart no sabíamos que restaba poco tiempo para seguir aprendiendo de su vida. Esa vez realizábamos en el Instituto de Filosofía de La Habana un homenaje a Camilo Torres, ese hombre imprescindible del pensamiento y la lucha revolucionaria en Colombia y América Latina. Allí, varios jóvenes fuimos a conocer sus impresiones en la hora actual de América, tan llena de desafíos, enormes como siempre.
Un compañero de luchas pasadas y actuales que le conocía me sugirió que le pidiera una entrevista. Bastó decirle que era miembro del equipo editorial de La Tizza, de la Red de jóvenes anticapitalistas en Cuba y del Proyecto Nuestra América. Respondió rápidamente: “si usted tiene tiempo nos vemos lo antes posible en el Hotel PALCO”. Por más de una hora conversó de diversos temas con una lucidez tremenda. Aceptó nuestra invitación a que asistiera al Coloquio que celebraríamos por el cincuentenario de la revista Pensamiento Crítico, y aunque pudo estar solo unos minutos, les bastaron para abrazarse a Fernando Martínez Heredia y dialogar mínimamente con compañeras y compañeros de la lucha permanente.
Después, la vorágine de los acontecimientos que sucedieron, los trabajos posteriores al coloquio, su agenda apretada por un libro en que estaba empeñado, impidieron que revisara a tiempo la primera parte de esta entrevista que le enviamos.
Ofrecemos íntegramente aquí la conversación de aquella mañana en la que el lector encontrará, más allá de la coyuntura de la que es reflejo, herramientas para desandar viejos y nuevos bosques que nos detienen o apuran el paso.
¿Qué recuerdo de aquella mañana?
Su andar era pausado, su voz prometía incendios en medio de una calma ansiosa y difícil de descifrar. Nos habló de refundar la izquierda, del agotamiento de la izquierda institucional, del carácter destructor del capitalismo –que no cesa– y de la necesidad de creer en las utopías, pese a todo. Su vida entera fue de lucha y se puso al servicio de la clase trabajadora nuestroamericana frente a la hegemonía del gran capital y frente a las derechas que usan ropajes de izquierda.
Terminó recordando ¨como siempre¨ a Camilo (Torres) y alertando premonitoriamente que una paz con dejación de armas y sin las garantías para construir la necesaria justicia social que requiere el pueblo de Colombia se traduciría en un retroceso de consecuencias muy negativas no solo para las FARC y Colombia, sino para toda América Latina y el Caribe. Él entendía más necesario que nunca el legado camilista de la conformación de un Frente Unido para iniciar profundas transformaciones sociales de transiciones anticapitalistas y acabar con las desuniones que no tardan en obrar a favor de las élites dominantes. Tenemos la certeza de que su obra empieza a andar nuevamente en la sobrevida de los verdaderos revolucionarios. Dejémosle hablar en esta entrevista y escuchémosle detenidamente.
Supe de su muerte en la Escuela Florestán Fernández del Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST); allí, la organización le dedicó un homenaje a quien también se sentía parte de aquella experiencia formativa y compartía los sueños de lucha en la patria de Marighella.
Me queda la certeza de que en los muros donde a veces escriben las Revoluciones para siempre, llega una y otra vez Houtart a decirnos con Camilo, cual revolucionarios anti-café:
¡El deber de todo cristiano, es hacer la Revolución!
JV- Asistimos en estos momentos en América Latina al regreso de la derecha al poder político en varios países, donde la izquierda o el llamado “progresismo” gobernaba. ¿Cuáles factores a su juicio pueden explicar este retroceso?
FH: Pienso que realmente hay varios factores, nunca un hecho histórico tiene una sola fuente de acontecimientos, podemos decir en verdad que un primer factor es evidentemente la fuerza de la derecha en el ámbito internacional y en el ámbito nacional de cada país. La derecha nunca renunció a regresar al poder. Por eso está aprovechándolo todo para poder regresar y hemos visto que ha tenido éxito en Argentina, también en Brasil, parcialmente en Venezuela con la victoria en el parlamento y así, es un factor que no podemos olvidar: la fuerza de la derecha apoyada evidentemente por el imperialismo del norte para regresar al poder. Generalmente es una derecha muy dura, totalmente capitalista y a veces todavía la vieja oligarquía; pero también nuevas fuerzas de derecha más vinculadas con el capital financiero internacional.
Eso es un hecho, pero no es el único hecho, porque en verdad representan los intereses de una minoría y como en Brasil o en Argentina se necesitaba pasar por algunos procesos democráticos entre comillas del sistema político, han tenido un cierto éxito en la conquista de una parte de la opinión pública. Por eso se apoyaron en todo lo posible de los defectos o de los errores de los gobiernos progresistas, en particular la corrupción, que ha jugado un papel fuerte para deslegitimar una parte de los gobiernos progresistas en los ojos de la opinión pública.
Esto es un primer factor pero no es el único, otro factor es el hecho de que los gobiernos progresistas fueron posneoliberales en el sentido que han reconstruido una parte de las funciones del estado. Especialmente funciones de redistribución de la riqueza y también de mejor acceso de las clases inferiores a la educación, a la salud, y también políticas de inversión pública.
Pero no fueron poscapitalistas en el sentido de que -y eso ero casi inevitable- una gran parte de la economía local y también evidentemente de las inversiones internacionales quedaron en manos de los poderes capitalistas. Por otra parte tenían un proyecto que usaba un vocabulario de tipo socialista pero que era de hecho una adaptación del capitalismo más que una transformación que podía llegar a más socialismo. Una cierta excepción en Venezuela donde con Chávez hubo medidas más cercanas a la construcción de un socialismo, con las comunas y con la idea, en los últimos años de su vida, del ecosocialismo.
En general, el proyecto fue más un proyecto de modernización de la sociedad que de transformación de paradigma y en particular del paradigma capitalista. Eso es un segundo factor del retroceso de los proyectos.
Han tenido logros absolutamente importantes en este proceso de modernización con un sentido social, logros en la lucha contra la pobreza. En Brasil por ejemplo, 30 millones de personas que salen de la pobreza no se puede decir que sea nada. Lo mismo ocurrió en Bolivia, en Ecuador, Venezuela… en Nicaragua, pero en general con políticas de tipo asistencialistas como los bonos y las bolsas familiares, más que con transformaciones sociales fundamentales.
Esto significó que se crearon más clientes políticos que actores sociales y eso fue posible gracias al alto precio de las commodities, de las materias primas; en particular el petróleo, pero también productos de las minas y de los monocultivos de la agricultura. Durante 10 a 15 años los precios de estos productos fueron altos, y han permitido a estos países ingresos importantes. Renegociaron los contratos con las multinacionales en posición de fuerza y finalmente esto dio a los gobiernos posibilidades concretas de tener este tipo de política de lucha contra la pobreza y de mejor acceso a bienes públicos como la educación, la salud y la cultura.
Con la crisis este modelo se vino abajo porque no había más el mismo nivel de financiamiento público. Venezuela es el ejemplo más importante porque el 80 o 90 por ciento de los ingresos del estado venían del petróleo. La disminución del precio del petróleo en un año de más de 100 o 100 dólares el barril hasta 20 o 25, fue una catástrofe. En Venezuela, es el ejemplo extremo porque toda la sociedad dependía de la renta petrolera que había sido destruida antes de Chávez. Para una sociedad que culturalmente dependía de la renta petrolera la baja del precio del petróleo fue realmente una catástrofe nacional. Antes de Chávez Venezuela había orientado toda su economía sobre el petróleo y prácticamente abandonado otros sectores de actividad económica, en particular la agricultura. Tenía y tiene que importar el 70 por ciento de su alimentación y de un año a otro Venezuela que importaba por 80 mil millones de dólares en bienes del exterior ha podido importar solo 15 mil millones. Eso provocó el desastre, especialmente una disminución enorme de la posibilidad de consumo de la clase media urbana y evidentemente un descontento generalizado.
Bolivia fue una excepción porque Bolivia había tenido una política de reservas y ha tenido una mejor posición para enfrentar la crisis que los otros países pero es solo una cuestión de tiempo porque esta crisis es de largo plazo. Si tomo a Ecuador, que conozco un poco mejor, allá no se habían hecho reservas. Se puede entender que la política era invertir inmediatamente en infraestructura, en educación y en salud. Pero la crisis lo afectó de manera inmediata, no tanto como en Venezuela; porque solamente el 20 por ciento de las entradas del país eran vinculadas al petróleo, pero de manera significativa.
Estos países frente a la crisis reaccionaron de manera muy clásica. Regresaron al mercado, regresaron a la lógica del mercado para tratar de resolver una parte de la crisis. Esto significó para una parte del Ecuador regresar al Fondo Monetario Internacional (FMI), al Banco Mundial (BM); pedir crédito porque el país necesitaba dinero a todo costo. Pedir crédito no solo a estos organismos sino también a Goldman Sachs banco norteamericano, Arabia Saudita, a Katar y a Turquía. Todos países muy democráticos como todos sabemos.
Se han hecho cada vez más concesiones al capital internacional, para la explotación de las minas, para el petróleo, incrementar la producción de monocultivos para la exportación: de azúcar, de bananas, de palmas africanas. También firmar un tratado de libre comercio con Europa, dar en concesión los puertos principales para su renovación a Turquía, a Dubay y a Chile.
Una serie de medidas que hacen que más y más se impone el modelo capitalista en el país y muy claramente el presidente Rafael Correa dijo: lo que estamos haciendo es construir un capitalismo moderno. Este es un capitalismo que acepta la lucha contra la pobreza porque eso amplía la base del mercado, si hay menos pobres hay más gente que pueden consumir. Y podemos decir que los países no progresistas de América Latina han hecho esfuerzos que han disminuido la pobreza también; pienso en Colombia, Costa Rica, México y Chile…a veces casi o si no mejor que los países progresistas pero dentro de la teoría del banco mundial, es decir para ampliar la base del mercado.
Si hay menos pobres hay más personas para consumir. El capitalismo moderno acepta que un trabajo formal es mejor que un trabajo informal, acepta que se organice el seguro social, acepta también pagar impuestos a condición de que el gobierno asegure una estabilidad del país que permite el proceso de acumulación. Ahí está el nacimiento de un nuevo capitalismo moderno que en parte apoya los gobiernos progresistas y en parte no. Los que no apoyan son los que piensan que estos gobiernos progresistas no dan bastante espacio a la reproducción del capital. Los que apoyan son los que dicen: bueno en general las condiciones son tales que eso nos permite continuar un proceso de acumulación.
Especialmente varios sectores como el sector financiero, los bancos, nunca han ganado tanto dinero como con estos gobiernos, tanto en Brasil, en Ecuador, en Bolivia el sector de telecomunicación, el sector de del gran comercio, el sector de exportación de algunos de los bienes primarios fundamentalmente agrícolas; y también el sector de lo que Samir Amín llama la burguesía compradora. Esta burguesía es la que hace el intermediario entre intereses del exterior y la economía del país especialmente ahora en sectores nuevos con los chinos.
Los chinos invierten mucho en América Latina, particularmente en las minas y hay todo un grupo intermediario que está ganando mucho dinero, lo que significa que en la mayoría de los países progresistas hemos conocido un aumento de la influencia de la derecha. Pero de la derecha dentro de los gobiernos, no solamente de la derecha fuera. Mi hipótesis es que la renovación conservadora o la corriente conservadora empieza en los gobiernos progresistas mismos.
Fue muy claro con Dilma, que declaró en 2015 en Naciones Unidas: nuestro modelo ha fracasado y declaró a su regreso al Brasil: debemos dar más espacio al mercado. Es muy claro en la política general del Ecuador también, en Bolivia, y finalmente también en Venezuela con el famoso arco minero del Orinoco donde ya se han hecho concesiones con condiciones absolutamente impuestas por el mercado internacional para la explotación de las minas. Así, asistimos a un doble fenómeno: por una parte una agresividad más grande por parte de las derechas tradicionales que tratan de recuperar el poder político y por otra una derechización de los países progresistas para responder a la crisis.
JV: Ha abordado un poco la situación de Ecuador, nos encontramos a pocas horas de que se realicen las elecciones, y las encuestas dan un triunfo muy cerrado a Lenin Moreno y se pronostican pérdidas importantes de votantes a favor de los candidatos de Alianza País. ¿Cuáles pudieran ser las razones que están detrás de ese escenario?
Pienso que primero si hablamos de personalidades, la personalidad de Lenin es relativamente popular porque ha sido un vicepresidente eficaz especialmente para las políticas a favor de los discapacitados y eso es un factor digamos positivo en la coyuntura. Lenin Moreno no es un hombre de izquierda pero es un hombre de diálogo. El problema es que ha tenido que elegir de vicepresidente futuro a Jorge Glas que es el Vicepresidente actual, y que es la derecha.
Es un hombre de negocio que trabajó mucho en el servicio público pero que tiene un discurso para mí totalmente similar al discurso de George Soros cuando se trata de la lógica económica. Sí, se dice socialista, pero de hecho se ve que en todas las políticas que está apoyando son las políticas de un capitalismo moderno, y la presencia de Glas como compañero de Lenin no fue bien visto de una parte de Alianza País, y Glas no es un hombre muy popular. Eso es un primer límite…
JV: Que salvando las distancias es un poco parecido a la fórmula de Scioli con Cristina Fernández, empiezan a ocurrir cosas parecidas en las elecciones de la fórmula presidencial.
FH: Sí, exacto. Claro con las diferencias, pero es un poco la misma lógica. Esto es la primera cuestión. Una segunda es que con el proyecto de modernización en el país Rafael Correa en particular y Alianza País han decepcionado bastante a los principales movimientos sociales. El movimiento indígena, el movimiento campesino, el movimiento obrero, estudiantes, mujeres y ecologistas etc. Todos habían apoyado la candidatura de Rafael hace 10 años y poco a poco con el desarrollo de las políticas reales tomaron sus distancias. Ahora se encuentran en real confrontación con muchos elementos que explican tales conflictos.
Hay elementos objetivos como políticas de extractivismo. Yo hago la distinción entre la extracción y el extractivismo, la extracción es algo que existe desde siempre; también los indígenas han hecho extracción de minerales pero extractivismo es cuando predomina el valor de cambio sobre el valor de uso. Es cuando entra dentro de la perspectiva del capitalismo y se favorece al extractivismo para dar al estado capacidades de financiar sus políticas sociales. Eso ha provocado muchos conflictos y ahora estamos en uno muy grave con los Shuar, en el que hubo varios muertos. Y que luchan contra la utilización de sus territorios para las minas chinas. Pero provocó el mismo tipo de reacción frente a la marginalización de la agricultura campesina totalmente ignorada y considerada por el mismo jefe de estado como desastre productivo. Frente a esto se desarrolla una agricultura de monocultivos extremadamente dañina de la naturaleza con extensión de la frontera agrícola sobre los bosques y la Amazonia en particular y con condiciones sociales desastrosas no solamente de salarios, sino también de contaminación, productos químicos, y la introducción de los transgénicos y condiciones de trabajo inadmisibles.
Estas condiciones de trabajo son ignoradas porque eso contribuye a la nueva matriz productiva que se quiere imponer es decir; a la exportación que permite al estado retener ingresos. Los que pagan el precio real de estas políticas son los trabajadores, sobretodo los del campo que en gran medida no tienen aún el derecho de organizarse en sindicatos.
Por ejemplo, los trabajadores de la banana no pueden organizarse por ramas, deben organizarse por empresas. Pero la organización por empresa es extremamente difícil porque en las grandes empresas generalmente tienen miedo y se reúnen de manera clandestina no solamente frente a los empresarios, sino también frente al gobierno.
Por otra parte, hay también una destrucción ecológica fuerte. Se mejoró en este sentido pero todavía 40000 hectáreas de bosques son destruidas cada año. Poco a poco las soberanía alimentaria se pierde, así, hay reacciones de algunos movimientos campesinos y ecologistas. Frente a esta situación el gobierno ha tenido como política crear movimientos sociales alternativos es decir pro-gobierno. Creó un movimiento indígena, un sindicato, un movimiento campesino, un movimiento de mujeres, de estudiantes y de maestros etc. Lo que dividió la base y algunos de estos movimientos son muy poco reales.
Cuando se organizan grandes manifestaciones el gobierno financia transporte o comida de los que vienen en las manifestaciones a favor del gobierno, contra los movimientos más tradicionales que organizan manifestaciones de protesta. Todo eso crea un clima evidentemente que un día se traduce políticamente.
Se debe añadir una cosa crítica que es acerca del concepto de estado. El concepto de estado ha sido muy jacobino, es un estado centralizado donde es tradicional en América latina, pero también con un predominio fuerte de la función ejecutiva. Especialmente en manos de un líder carismático que ha tenido tendencia a reproducirse a continuar y a cambiar las constituciones para poder ser reelegidos como en Nicaragua, en Bolivia y parcialmente en Ecuador que se cambió la constitución para permitir la reelección.
Pero al último momento Correa, que de manera muy sabia renunció a presentarse para un tercer mandato ha decidido que esta posibilidad de reelección quedaría para las próximas elecciones y no para estas. Lo que permite a Correa regresar en 4 años y presentarse, tiene 53 años y puede regresar a la política si él quiere. Pero el concepto del estado ha sido bastante burocrático, bastante centralizado y finalmente muy en contradicción con las constituciones. Las constituciones de Venezuela, de Bolivia, de Ecuador, son muy buenas y muy de avanzadas. Se reconoce en Ecuador por ejemplo como en ninguna constitución del mundo los derechos de la naturaleza. Se reconocen además, en Ecuador y en Bolivia el carácter pluricultural y plurinacional del estado; pero como dice un amigo de Bolivia todas las leyes son anticonstitucionales. La constitución queda como un magnífico papel que no tiene aplicación o tiene poca. Y así hubo otra contradicción también con los que fueron actores en la constitución, pienso en Alberto Acosta que fue Ministro de Rafael, Ministro de Minas; economista que fue presidente de la Asamblea Constitucional, pero se separó de Rafael.
Claro que como hay toda una historia personal detrás, en un país pequeño donde todo el mundo se conoce muy bien; él tiene posiciones muy radicales y tal vez demasiado radicales frente a lo que ha pasado.
Finalmente, debemos preguntarnos si era posible hacer de otra manera frente a la fuerza del capital internacional, monopolizado y frente a la concepción del desarrollo que tienen los líderes que aparecieron estos años en estos países. Pienso en Lula, en parte a Chávez, pero Chávez tenía una visión más amplia, pero especialmente también García Linera en Bolivia que tiene una influencia mayor en el modelo de desarrollo o en Rafael Correa. El tipo de modelo de desarrollo que ellos tienen es la modernización de la sociedad pero una modernización acrítica, sin criticar el hecho de que la modernización ha sido absorbida por la lógica del capital. Como lo dice Bolívar Echeverría un autor ecuatoriano que trabajó en la UNAM en México y que publicó un libro que se llama: La modernidad capitalista, que fue reeditado por Álvaro García Linera en Bolivia. Así, este concepto de desarrollo que ellos tienen es muy cercano del neodesarrolismo de la CEPAL de los años 60 e influyó en todo el proyecto concreto.
Uno puede preguntarse si fue posible tener otra política. Especialmente porque hubo un apoyo popular fuerte, en todos los países. Yo pienso que la respuesta es sí, era posible hacer de otra manera pero no es fácil. Para ello la primera condición es tener la certeza de que ya el capitalismo es un modelo insostenible que no va a poder reproducirse de manera indefinida, que ya ha terminado su ciclo histórico por su carácter destructor, más grande que su carácter constructor. Destructor de la naturaleza, de los seres humanos, con una economía de tipo sacrificial, sacrifican millones de personas para la modernización de la sociedad como hoy en China; donde según la organización Mundial de la Salud (OMS) un millón 200000 personas mueren por la contaminación del aire. Hay un crecimiento espectacular pero al mismo tiempo ocurre todo esto.
JV: Es casi una naturalización del genocidio…
FH: Es así, claro el genocidio económico, y lo vemos en todas partes eso es la lógica fundamental del capitalismo. Es por eso que evidentemente sería una ilusión total pensar que se puede organizar el Socialismo de un día al otro, aún con una revolución porque las fuerzas opuestas de intervención estarían inmediatamente listas, también las de intervención militar. Así, una persona como Alvaro García Linera que considero como uno de los grandes intelectuales de América Latina de hoy, pero desde que está en el poder ha perdido mucho de su pensamiento crítico. El dice: ¿ustedes quieren establecer el Socialismo mañana? El dice: el capitalismo tiene por 100 años más, una vida, así que sean un poco más realistas. De verdad, el tiene razón en este sentido, pero la razón no puede ser aceptar continuar el capitalismo. No se trata de aceptar reproducir la lógica del capitalismo sino de buscar transiciones. Yo he dicho varias veces, a veces un poco fuerte: no pienso que la izquierda tiene como misión ser el viagra del capitalismo senil. Capitalismo senil es una expresión que usa Samir Amin. Porque han permitido finalmente la reproducción del capitalismo, debemos pensar entonces cómo construir transiciones que sean realmente pasos hacia otro tipo de paradigma…
JV- Frente a los modelos de transición socialista en un primer nivel ¿cuáles son a su juicio las lecciones para la izquierda en América latina con respecto a la posibilidad de realización de proyectos de transición socialista? Y en un segundo plano, cuando habla de Socialismo del siglo XXI uno puede encontrar distintas posiciones también dentro del discurso político hegemónico de la izquierda en estos años. ¿Cuál es su visión personal sobre los rasgos que debería tener ese socialismo del siglo XXI?
FH: Yo pienso primeramente que la izquierda latinoamericana se enfrenta a nuevos desafíos El primer desafío es definir qué significa el socialismo, porque hay una cierta confusión en la opinión pública. ¿Es Stalin, es Mao, es Pol Pot, es Tony Blair, es Francoise Hollande, todos se dicen socialistas, así el momento ha venido de un repensamiento no desde cero porque ya hubo toda una reflexión enorme desde Marx y aún antes de Marx por los socialistas utópicos, por los anarquistas, hay contribuciones importantes desde un punto de vista teórico- pero pienso que hemos venido a un momento de nueva reflexión. Hemos visto el fracaso de los países socialistas- europeos en particular- y ahora el pasaje de China y de Viet Nanh a una economía de mercado de tipo capitalista que he podido estudiar de cerca porque he estado muchas veces en estos años en estos países y estudiado en particular una comuna vietnamita al norte del Rio Rojo sobre la doble transición, al socialismo y ahora al mercado.
Debemos sí, frente a las dificultades que encuentran los países progresistas de América latina, frente al hecho de que todos los movimientos progresistas aún marxistas que llegaron al poder en África y en parte de Asia, todos se han transformado en neoliberales: pienso en Angola, Mozambique, África del Sur etc. Frente a eso, se necesita una reflexión fundamental para saber por qué estos ensayos de construir un mundo postcapitalista y socialista no han tenido éxito. No digo que son fracasos totales porque hay muchos logros tanto de los países socialistas como de la socialdemocracia pero no hubo un pasaje a otro modelo que a un capitalismo adaptado que se llama capitalismo verde, capitalismo social, capitalismo moderno pero que no cambió lo fundamental. Lo que significa que la izquierda -no solamente latinoamericana- pero en particular sí, debe ser refundada. He tenido una larga conversación últimamente con Lula sobre la situación en general sobre el hecho de que quiere volver al poder en el 2018 y estaba muy animado, lo he visto antes de la muerte de su esposa desgraciadamente, pero él estaba muy animado con esta meta. Muy crítico de varias cosas en América Latina, de la forma política de Nicaragua por ejemplo, también la dificultad para Maduro de encontrar una respuesta adecuada a la situación actual, también la lucha entre movimientos populares y sociales en Ecuador, más crítico todavía en Europa sobre el papel de la socialdemocracia en particular de Francoise Hollande al cual consideraba como el servidor de Merkel. Muy bien, hemos discutido mucho sobre estos aspectos, pero cuando empecé a abordar el Brasil, la situación del Brasil, en particular la necesidad de repensar el modelo eso no era parte de la agenda. Lo que significa en esta perspectiva, regresar al poder en el 2018 pero para hacer lo mismo. Tal vez mejorar un poco, suprimir la corrupción pero sin cambio de modelo y eso no me parece que es el futuro. También encontré esta reacción en el Foro de Sao Paulo que reúne los partidos políticos de izquierda de América latina, y participé en la reunión de San Salvador y me fui muy decepcionado porque era una repetición del discurso habitual y casi ninguna autocrítica. Solamente afirmando solidaridad con Lula, con Dilma, con Evo, con Maduro etc.
Muy bien, pero eso no es un proyecto, debemos trabajar sobre el proyecto, no digo que debemos reinventar todo pero frente a la situación real actual debemos redefinir el proyecto, en función no solo de un pensamiento intelectual, sino de las experiencias de los movimientos sociales de base y ayudar a reconstruir los movimientos sociales a la base. Porque se debilitaron mucho, también por su implicación política que forzó a muchos movimientos a políticas de corto plazo o electorales y cuando los gobiernos en el poder progresistas no crean bastante entusiasmo en los movimientos sociales para absorberlos o ponerlos en función de instrumentos electorales entonces constituyan otros movimientos. Y así, se debilitaron los movimientos sociales en todo el mundo y en América latina en particular.
Pero aún existen experiencias en la base, por ejemplo de agricultura campesina, de agricultura indígena, economía popular solidaria y de cooperativas urbana. Hay un montón de iniciativas, tanto en los pueblos indígenas, como en los otros sectores sociales, que son señales de la posibilidad de otra lógica. Pero por el momento son dispersas, locales y no ayudadas por las circunstancias, pero que existen. Al mismo tiempo que se debe redefinir el objetivo, la meta — que es un trabajo constante- no podemos decir que hay un momento, una verdad, que una vanguardia iluminada debe dar al pueblo. No, es un trabajo permanente porque las circunstancias cambian. Por ejemplo la clase obrera de hoy no es la del tiempo de Carlos Marx, con las nuevas tecnologías, el trabajo físico de masa como en el tiempo de Carlos Marx ya ha desaparecido, eso cambia totalmente la definición de los que es la clase obrera, y la clase obrera ya no es más la única que está dependiente por su reproducción social de la ley del mercado. Ahora hay 3000 millones de personas que viven de la agricultura campesina ya han entrado en la lógica del capital, y el capital financiero encontró en la agricultura la nueva frontera para su acumulación. Son hechos nuevos, también el cambio climático, es una cosa totalmente nueva, que todavía en el pensamiento marxista clásico ha sido poco internalizado. Por ejemplo, cuando estuve hace poco tiempo en Brasil, con el MST, en una reunión de 100 intelectuales brasileños sobre la situación en Brasil y hubo exposiciones muy interesantes de varios economistas sobre la situación de la economía de Brasil, ni una palabra sobre el ambiente, sobre la destrucción del ambiente, de la destrucción de la Amazonia, que está en vía de destrucción por el modelo. El modelo de izquierda no ha internalizado esta dimensión de la destrucción climática, que es fundamental. Debemos tratar -y Marx ya había dado la base teórica de esta integración- cuando Marx habló diciendo que un efecto del capitalismo es destruir el equilibrio del metabolismo entre la naturaleza y los seres humanos en el intercambio de materia. Dice Marx que el tiempo de la reproducción de la naturaleza es diferente del tiempo de la reproducción del capital y es el capital el que impone su tiempo. Eso va a tener consecuencias graves en el futuro. El no podía prever los problemas climáticos que tenemos hoy pero ya establecía la base teórica del ecosocialismo y eso fue olvidado por la teoría marxista, fue totalmente ignorado por los países socialistas que tal vez han destruido más la naturaleza que el capitalismo y esa fue una de las causas del fracaso porque justamente tenían el mismo concepto de modernización sin crítica, modernizar y destruir un mar entero el Mar de Aral, por ejemplo.
La tarea de refundación de la izquierda me parece en dos direcciones: redefinir la meta con los nuevos elementos de hoy, y definir transiciones, pero no transiciones para adaptar el capitalismo a nuevas circunstancias o nuevas demandas ecológicas y sociales o culturales sino cómo pasos hacia un nuevo paradigma. He trabajado un poco sobre un nuevo paradigma que he llamado el bien común de la humanidad pero se puede llamar de cualquier otro nombre no importa, lo importante es el contenido. Es decir, cómo crear un paradigma de vida frente al paradigma de muerte que representa el capitalismo. Por eso la lucha anticapitalista es el fondo de todo, porque es mucho más que un sistema económico. Es una política, militar, una cultura, la colonización de las mentes como se dice, es un conjunto. Por eso una visión holística de la realidad, una visión de conjunto de la realidad es el fondo para redefinir la meta. ¿Cuál tipo? ¿Qué queremos construir? Y para aterrizar en este sentido he pensado que podríamos utilizar cuatro ejes indispensables para cada sociedad, desde la más primitiva a la más compleja. Primero, la relación con la naturaleza, no hay sociedad que pueda vivir sin relación con la naturaleza. El capitalismo tiene como orientación fundamental la explotación de la naturaleza como una riqueza natural. El otro paradigma es el respeto de la naturaleza como fuente de toda vida, física, cultural, espiritual. Si se acepta esta parte del paradigma hay aplicaciones prácticas inmediatas. No se puede aceptar la propiedad privada de las riquezas naturales. No se puede aceptar la mercantilización de los bienes esenciales a la vida como el agua, las semillas etc.es práctico.
Segundo eje: es cómo producir la base material de toda vida, no hay vida sin base material. Y por eso privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio. Para el capitalismo hay un valor solamente, el valor de cambio porque si una cosa no es un servicio, cualquier cosa, cualquier actividad humana no se transforma en mercancía no puede contribuir a la acumulación. Así, se debe transformar todo también la cultura en mercancía, privatizar, liberalizar el comercio. Al contrario el valor de uso es la producciones de bienes y servicios en función de la utilidad, en el sentido amplio de los seres humanos y de la madre tierra.
De nuevo, si se acepta este principio, hay muchas aplicaciones concretas: no se puede aceptar la hegemonía del capital financiero sobre la economía mundial , no se pueden aceptar paraísos fiscales, secretos bancarios etc.
Tercero: la organización colectiva, no hay sociedad de cualquier tipo sin organización colectiva. La idea es que el capitalismo concentra el poder: el poder económico pero también el poder políticoy el poder militar. La idea de transformar el modelo es la democratización, introducir procesos democráticos en todas las relaciones sociales, también hombre y mujer; y también en todas las instituciones sociales. No solamente políticas, sino también económicas, sociales, culturales, religiosas etc. El principio de organización democrática, y de nuevo, hay muchas aplicaciones: la defensa de las minorías, la reforma de las naciones unidas etc.
El último factor es el factor cultural, porque la característica del género humano es de poder representar su sociedad, de construir como un segundo nivel de la realidad. En este sentido la posibilidad de anticipar y actuar sobre su sociedad. Eso significa la necesidad de interculturalidad. Lo que pasa ahora es el dominio exclusivo de la cultura occidental para el desarrollo humano y se ve en todas partes y en todas las sociedades, en China por ejemplo y en el Viet Namh gran parte de la juventud quiere acceder a la cultura occidental porque es sinónimo del progreso y de la modernidad definida como progreso lineal sobre un planeta inagotable. Vemos que eso no es verdad porque el planeta no es inagotable, estamos en el fin de muchos recursos naturales de muchas riquezas naturales, y que el capitalismo llama recursos. El progreso no es lineal, es dialéctico y esta idea del predominio de la cultura occidental impide la contribución de otras culturas a la redefinición de la meta. Y también a la construcción de la ética necesaria para llegar a esta meta y redefinición.
Es decir, esta posibilidad de que estén todos los saberes, las culturas, las ideologías, las espiritualidades, la posibilidad de construir un nuevo paradigma poscapitalista o socialista si se quiere. Eso es extremamente importante porque la realidad humana no es solamente una realidad material sino también cultural. Un ejemplo es el concepto en los Andes del Sumak Kawsay, de Buen vivir concepto inspirado por la filosofía indígena, concepto de visión holística de la realidad, con triple armonía: armonía con la naturaleza, armonía social y armonía personal. Eso es típico de una contribución muy importante a un pensamiento moderno, de renovación de la modernidad, que no significa que se debe adoptar la cosmovisión de los pueblos indígenas para imponerla a la población de Shanghái o a los habitantes de las grandes ciudades europeas. No, cada cultura debe tener su propia forma de expresión, pero el redescubrimiento del carácter holístico de la realidad es fundamental frente a la división y la segmentación de la realidad que la modernidad ha llevado. Que ha permitido al capitalismo imponer su ley al conjunto de la sociedad. Es un poco en esta dirección que veo la posibilidad de pensar el futuro y de definir políticas muy concretas.
JV: Sobre las nuevas formas de expresión de la dominación, observamos un primer presidente negro en los Estados Unidos, un golpe parlamentario en Brasil, Macri en Argentina de presidente, y ahora un supuesto outsider como Donald Trump en los Estados Unidos, y empiezan a aparecer en la escena política de los dominantes figuras que engañosamente pareciera que no “padecen” una ideología. ¿Hay nuevas formas de reconfiguración de la dominación o viejas formas tras ropajes nuevos?
FH: Es un poco difícil decirlo porque el fenómeno Trump es un fenómeno que es de reacción frente al stablishment de Washington pero evidentemente apoyado en otras fuerzas económicas. Pero ahí una crítica, al viejo stablishment por malas razones, porque al final reprocha que no hayan servido a la reconstrucción de la sociedad americana para que sea la primera del mundo. Si no, es el fin del imperialismo, pero es una crítica en parte interesante, también su visión muy aislacionista de la política norteamericana puede tener resultados inéditos positivos por ejemplo que no se metan más en los problemas del Medio Oriente y que se termine la guerra en Siria. Por malas razones pero una posibilidad. Algunos de mis amigos rusos están apoyando a Trump casi sin crítica porque ven la posibilidad de terminar estos conflictos. Vamos a ver porque todo depende de lo que pasa en la realidad. En un cierto sentido hay un paralelo con el nacimiento del fascismo, son cosas diferentes, pero un poco el mismo discurso: anticapitalista entre comillas, racista, nacionalista, triunfalista para la sociedad, ahora americana, antes alemana.
Son similaridades pero a largo plazo solo me parecen incidentes dentro de un sistema que continúa y se reproduce, son variaciones dentro de la lógica fundamental del sistema capitalista. Pero que pueden ayudar a debilitar el sistema, pueden ser también índices de su descenso, índices de la crisis fundamental del capitalismo que no es una crisis dentro del sistema como las crisis de superproducción y de subconsumo pero es una crisis del sistema.
JV: En Cuba se ha vivido en los últimos meses un período de intensa reflexión a partir de la muerte de Fidel. Esas reflexiones son en torno a los desafíos que se abren alrededor de muchas cuestiones. Pero indudablemente la muerte de Fidel se inscribe dentro de una etapa, quizás cierra también un ciclo revolucionario, en particular para Cuba, que cambió la vida de millones de seres humanos para siempre en el camino de la justicia social. Al mismo tiempo hay una reflexión acerca del proyecto de la revolución cubana en un momento en que está aconteciendo la llamada “actualización del modelo económico cubano”.
JV: ¿Cuáles desafíos se plantean a su juicio para Cuba hoy?
FH: No he podido estudiar en detalle la situación cubana. Conozco mejor lo ocurrido en la Unión Soviética, en China y en Viet Namh. Yo veo que la preocupación aquí es evitar el tipo de caos que se provocó en la Unión Soviética después de la caída del Muro de Berlín y la orientación de derecha que se eligió para resolver el problema del impasse que tenía el sistema. También, evitar lo que está pasando en China y en Viet Namh, donde la teoría es: mecanismos del mercado controlados por el estado comunista, pero en la realidad es en gran parte el mercado el que controla el estado. Lo que ha provocado en China, por ejemplo, el hecho de que ahora tienen más millonarios en dólares que los Estados Unidos ¿Cómo evitar estas dos situaciones? En pocas palabras ¿cómo agilizar la economía- lo que era necesario- después de una colectivización demasiado fuerte, sin provocar un nuevo fenómeno de acumulación. Eso evidentemente es difícil, algunos piensan que es imposible. Necesariamente si se abre la economía a algunos mecanismos del mercado se va a provocar fenómenos de acumulación. Eso lo debemos estudiar de manera empírica, si pasa o no: si dentro de los que son privados, de los sectores privados, como las paladares y otros pequeños negocios; o si los que ganan dinero por la colaboración con el capital extranjero, si acumulan o no, si pueden o no. Y si no es una condición esencial para la liberalización de una economía socialista dar condiciones para la acumulación de riquezas.
¿Cómo medir esta acumulación? Y eventualmente ¿Cómo evitarla? Porque no me parece que hay milagros en este sentido el mercado significa esencialmente lógicas de acumulación y así esto significa limitar e impedir eso sin paralizar de nuevo la economía. Se debe estudiar, no solo los discursos, sino las prácticas; porque en Viet Namh se dice: la mejor manera de ser un capitalista es el de tener un alto grado en el partido comunista, y es verdad. Es decir ¿cómo podemos evitar eso?
Es por ello, importante, desarrollar fuerzas de control de los mecanismos. Eso puede significar una confrontación con el poder político, pero tal vez a nivel local se puede. Eso me parece lo fundamental en la experiencia cubana, cómo ser más realista en la organización de la economía, por ejemplo, en la colectivización de la economía agrícola. Eso fue quizás un error porque llega a la no productividad, pero el cambio puede llevar a un proceso de acumulación capitalista. Lo mismo la colaboración con el capital extranjero que puede crear una nueva burguesía compradora o todo el proceso puede crear una nueva burguesía que Samir Amin llama soviética, que no ha tenido ninguna dificultad para ser la nueva burguesía neoliberal de la Rusia actual.
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