Editar la pobreza. Ediciones alternativas en Cuba

Por Alfredo Zaldívar Muñoa*: “Desde esa pobreza, que no es penuria ni indigencia, sino humildad, humanidad esencial…”

Ponencia presentada en el panel sobre proyectos editoriales y promoción literaria fuera de los centros capitalinos de Cuba.

Este trabajo forma parte del dossier Cuba en LASA 2018: un botón de muestra


Pobreza irradiante llamó José Lezama Lima a la que emitían los espejuelos modestos del Padre Varela, el trajecito raído de Martí. Desde esa pobreza, que no es penuria ni indigencia, sino humildad, humanidad esencial, son muchas las alternativas que los editores cubanos, de ayer y de hoy, enfrentamos.

Perdonen la pobreza no irradiante de mi texto, pues la palabra alternativa se escuchará muchas veces en todas sus variantes. Porque la historia de la edición en Cuba es una historia de alternativas.

Sabemos que nuestros primeros “editores” fueron no más que maestros impresores. Lo fue José Severino Boloña, el más ilustre y trascendente, en la colonia y Ucar-García en la república. La gran mayoría de los grandes y pequeños afanes editoriales (libros, revistas y periódicos), desde que en 1720 aparecieran los primeros impresos en la Isla, conforman una historia de alternativas. Revistas y proyectos editoriales lo fueron; ante lo mercantilista o banal, ante la inopia o la desidia social o estatal, como resistencia cultural o inevitable voluntad de comunicar.

Empresas del siglo XX como la del gran Fernando Ortiz, de revistas como Orto en Manzanillo, Bohemia, Carteles, Social, Revista de Avance; La Verónica, de Mariano Altolaguirre, Orígenes (su revista y sus libros), con la impronta de José Lezama Lima; Archipiélago en Caibarién; Ciclón, y otras muchas a lo largo de la Isla, fueron alternativas de sus gestores para cumplir con aquella máxima del gran escritor cubano Enrique Labrador Ruiz, que tanto me gusta repetir: Hay que publicar a toda costa.

No son menos alternativos los empeños editoriales que desde 1959 se acometerían en la Isla.

Con el prestigio de Alejo Carpentier liderando la recién creada Imprenta Nacional de Cuba, que comienza a editar en grandes tiradas y a precios populares lo mejor de la literatura cubana y universal, con editores como Ambrosio Fornet y Edmundo Desnoes, se abre una nueva etapa para el libro en Cuba.

La posterior creación del Instituto Cubano del Libro y su sistema de editoriales de amplio espectro genérico y temático, es también un franco proceso de avance para el libro y la literatura en Cuba que por primera vez se hace sistémico. Y varias instituciones crean sus propias editoriales, bajo el auspicio del Instituto como órgano rector de este sistema, entre ellas la Casa de las Américas, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el Centro Martin Luter King (Literatura religiosa) y más recientemente la Universidad de La Habana, entre muchas otras. Y también aparecen varias revistas del propio Ministerio de Cultura, la UNEAC y proyectos cuasi personales como La isla infinita, La Siempreviva, Amnios, La Noria, etc., que cuentan con el apoyo institucional.

Otros empeños editoriales, en no pocos puntos de nuestra geografía comenzaron a aflorar desde los tempranos sesenta, algunos de existencia efímera, otros como Ediciones Matanzas, editorial que dirijo desde hace doce años, surgida en 1978, que ahora llega a su aniversario cuarenta, de cuya labor hablaré más adelante, porque me gustaría referirme al primer proyecto editorial en que me aventuré a mediados de los años ochenta, exactamente en 1985: Ediciones Vigía.

Un proyecto que surge como una necesidad del movimiento de escritores de Matanzas, que no teniendo los medios necesarios para publicar, ni siquiera en la vieja imprenta de plomo de la Dirección de Cultura, recurre a los métodos artesanales, antes de intentar con medios rústicos hacer una caricatura del libro industrial y busca, conscientemente, la impresión mimeografía, tan cercana al grabado, y los papeles pobres, sobe todo el papel mulato de bagazo de caña, usado entonces solo para embalaje.

Nace así, en el mismo centro de la década del los ochenta una editorial atípica o preferentemente un Taller Editorial. Es el primer proyecto de su tipo asumido por esa generación que emerge en los ochenta y también el primero que, aunque dentro de la institucionalización cubana, nace como iniciativa personal.

Fundadas en 1985 en la ciudad de Matanzas, publica literatura cubana y extranjera de autores noveles y consagrados, clásicos y contemporáneos, en ediciones totalmente manufacturadas, numeradas, firmadas por sus autores, iluminadas a mano, con diseño y dibujos originales para cada edición, en tiradas de cincuenta a doscientos ejemplares y utilizando elementos naturales, papeles reciclados (a veces elaborados en el propio taller), papeles pobres, desecho industrial y cuanto elemento sea afín al texto en cuestión, con afán ecologista y un lenguaje conceptual que pretende un diálogo entre diseño, ilustración y contenido literario, a veces de expresión ingenua, sin que responda exactamente a los criterios de libro objeto, libro de artista, arte povera, arte craft, arte instalacionista, y otros movimientos afines, sino que teniendo en cuenta estas líneas, trata de conseguir un libro de altos valores artísticos con una propuesta estética propia, y un criterio editorial, fundamentado en una rigurosa selección literaria, y una minuciosa factura artística y artesanal, en formatos disímiles, cuidadosamente presentados, donde cada ejemplar deviene único, en la búsqueda de un libro más humano, más alejado de las máquinas, más cercano al hombre.

Es la primera editorial alternativa que gana relevancia, incluso fuera de Cuba.

Cuenta con varias colecciones que alcanzan a todos los géneros literarios y dos revistas, una para niños y otra de literatura general.

Las Ediciones Vigía se han presentado en ferias, exposiciones y eventos de Cuba, América latina, Norteamérica y Europa.

Sus libros se encuentran en colecciones de importantes bibliotecas, museos y centros de arte del mundo, entre ellos el Museo Británico de Londres, la Colección Cubana de la Biblioteca de la Universidad de Miami, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas, en Canarias, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, Centro de Estudios Cubanos de Nueva York, la Casa de América Latina en París, Instituto Cervantes de Viena, el centro de Arte de Banff en Canadá, el Instituto Latinoamericano de Estocolmo y el Museo de Arte Moderno de Nueva York, entre otros, así como en las colecciones especiales de bibliotecas de varias universidades e instituciones de Estocolmo, Viena, Chicago, Michigan, Miami, Houston, New Orleans, Cleveland, Alburquerque, Santa Fe, Canadá, México, etc.

En todos estos países sus editores y artistas han ofrecido conferencias, presentaciones, exposiciones y talleres donde muestran su método de hacer libros.

Ediciones Vigía ha recibido el Premio de la Crítica que anualmente se otorga en Cuba, el Premio a los Mejores Libros del Año de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el Premio del Salón Nacional de la Gráfica, el Premio al Mejor Stand en la Feria Internacional del Libro de La Habana, además de múltiples premios de edición y diseño otorgados a La Revista del Vigía, principal publicación de la editorial, así como el premio La Rosa Blanca, el más importante del mundo editorial infantil en la isla, a la revista de los niños Barquito del San Juan.

Vigía ha sido pionera en Cuba al publicar a autores de la diáspora. Así aparecieron el primer libro en cuba de José Kozer, el primer libro de Gastón Baquero después de 1959, libros de Ruth Behar, Allan West, Cristina García, entre muchos otros, así como textos en su revista de Severo Sarduy, Maya Isla, René Vázquez Díaz, Lidia Cabrera, entre otros. Y una consecuente presencia de autores que ya habiendo publicado en los ochenta, luego de emigrar, siguieron siendo presencia frecuente en sus revistas y libros: Damaris Calderón, Emilio García Montiel, Osvaldo Sánchez, Sonia Díaz Corrales, Daina Chaviano, por mencionar algunos.

Entre los muchos elogios que la crítica ha dispensado a Ediciones Vigía basten los de estos tres importantes poetas cubanos:

Eliseo Diego

…una lección sobre como la belleza no está jamás opuesta a la sencillez y a la modestia.

Fina García Marruz

Estas ediciones de pobreza carmelitana quizás un día sean buscadas. La obra de amor es la que perdura y esta es obra de amor.

Nancy Morejón

Ellos son la nueva expresión de una sensibilidad que transpira ilusiones, buena voluntad, fantasía y tenacidad digna de orfebres renacentistas. Eso son estos poetas y editores que han logrado crear un gusto por el libro ilustrado a partir de una estética que brota de la nada material, del enriquecimiento espiritual.

Vigía es buena literatura, es un libro bello, de fina elaboración, pero más que todo eso, es una esencia.

No solo Vigía edita desde la austeridad. También nuestras editoriales, nuestra industria poligráfica, nuestros medios informáticos son pobres. Quizás esas carencias han exacerbado nuestra imaginación. Han aguzado nuestra inteligencia. Ha desarrollado nuestras capacidades para sobrevivir, improvisar, resistir.

Una historia distinta es la de Ediciones Matanzas

La aparición de este sello editorial en 1978, va a responder también a las necesidades de un movimiento de escritores que requiere de la publicación para comunicarse. Con los recursos de la vieja imprenta de plomo, con impresoras, cajas y linotipos centenarios, la serigrafía como apoyo y la voluntad de los especialistas literarios de la Dirección Provincial de Cultura, aparece la revista Matanzas y una serie de libros con este sello.

A pesar de muchos escollos, en esta primera época ven la luz los primeros cuadernos de escritores con una obra sólida y otros emergentes, y que aún no alcanzaban a publicar sus libros. A principio de los noventa la editorial logra perfilar su diseño editorial y gráfico, pero decae con la crisis del llamado Período Especial, y no es hasta el año 2000 en que se crea el Sistema de Ediciones Territoriales, que logra cierta estabilidad.

La fundación de este Sistema de Ediciones Territoriales, rectorado por el Instituto Cubano del Libro, consistente en la creación de casas editoras en todas las provincias del país, ha constituido la principal reanimación del mundo editorial cubano de los últimos años. A él se añaden cinco sellos editoriales de la Asociación Hermanos Saiz de Escritores y Artistas Jóvenes. Dotados de equipos e insumos para la producción de libros de pequeño formato, este proyecto fue creciendo en volumen y alcance, y ha sobrepasado con creces los propósitos y aspiraciones de sus fundadores. Ha propiciado fuentes de empleo para escritores, profesionales de las letras y artistas gráficos e ilustradores. Algunas de estas casas pueden exhibir un trabajo tan relevante como las editoriales llamadas “nacionales”, adjuntas directamente al Instituto del Libro.

Mi relación personal con Ediciones Matanzas ha sido intensa y extensa. En 1989 apareció mi primer libro bajo su sello. Luego, en 2001 comienzo a trabajar en Ediciones Matanzas como editor, y desde 2003 al frente de su revista. En 2006 asumo la dirección de la editorial, que a pesar de su sinuosa existencia, por su sostenida labor, necesitaba ser refundada. Fue conformándose así un grupo de escritores devenidos editores o correctores; llegaron diseñadores, ilustradores, encuadernadores que, junto a los que ya estaban, impusieron no solo su visión renovadora, sino sobre todo su rigor profesional y su pasión por el libro. Logramos conformar un equipo de trabajo que más que una política intentamos trazar una poética editorial.

Publicar no solo literatura matancera y cubana, no solo de autores cubanos de la Isla, entendiendo que nuestra literatura es una sola; dar a la luz libros de escritores extranjeros, clásicos y contemporáneos; rediseñar colecciones y buscar una visualidad artística atractiva; abrirse hacia temas poco reflejados en nuestros planes anteriores; estimular a los nuevos creadores y dar a conocer a autores de sostenida presencia en nuestras letras, sigue siendo el propósito.

Libros de Sigfredo Ariel, que vive en La Habana junto a los de Damaris Calderón que reside en Isla Negra. De Abilio Estévez que vive Mallorca y Leonardo Padura en La Habana; de José Kozer, Víctor Rodríguez Núñez o Antón Arrufat; de Gastón Baquero o Luis Yuseff. Libros de Cristián Gómez, chileno, Eduardo Chirino, peruano o Margaret Randall, norteamericana. Del palestino Najwan Darwish, el danés Martín Glaz Serup, el cubano de Moa Edurman Mariño o la matancera de Tirry, Laura Ruiz Montes.

Un necesario rediseño editorial y gráfico dio pie a las siguientes colecciones, las que dan una idea del amplio espectro de ediciones Matanzas: Cuarto menguante, para la literatura infantil y juvenil; Abra, para autores noveles; La Madrugada, para autores o temas clásicos; Puente, para autores contemporáneos; La Aurora, para la literatura histórico-social; Caja negra, para ediciones especiales que incluye autores cubanos relevantes, de la Isla o la diáspora, y libros de arte; Los Molinos, para libros de grandes tiradas, auspiciadas por el ICL en su plan especial de publicaciones; Colección Fundación, para el Premio Fundación de la Ciudad que convoca la editorial; Colección Milanés, para el Premio José Jacinto Milanés que convoca la UNEAC en Matanzas. La editorial edita también la revista Matanzas de Literatura y Arte.

Cada vez son más los escritores de la Isla y la diáspora, y también extranjeros, que desean ver sus libros publicados bajo este sello. Premios de edición, de diseño y de la crítica literaria, científico-técnica e histórica, no definen nuestra labor pero dan una idea del camino andado.

Las acciones promocionales de la editorial a través de sus concursos es otra de las vías que experimentamos para estimular la creación literaria. El premio Anual Fundación de la Ciudad de Matanzas, convocado en seis géneros, para todos los escritores cubanos sin límites de edad ni asociación y de temática libre, recibe en cada edición libros de toda la geografía cubana. Además de la dote en metálico el premio consiste en la publicación en la colección jerárquica Fundación. Alrededor del premio hay toda una jornada de encuentros en los que jurados y participantes, así como otros escritores y el público participan en coloquios, homenajes y presentaciones de libros.

No creo que mi texto consiga dar una idea clara del panorama editorial de mi país, ni siquiera de mi editorial, de sus alternativas, pero si alguien, después de esta lectura procura algunas de las revistas o libros que se hacen en Ediciones Vigía, Ediciones Matanzas, o en cualquier punto de la geografía de la Isla, entonces algún sentido habrán tenido escribirlas.

*El autor es poeta y editor. Director de Ediciones Matanzas. Fundador de Ediciones Vigía.


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