12 de octubre: ¿Encuentro entre dos culturas o el Día de la Resistencia Indígena?
Trasfondo político de un debate aparantemente académico
Por: Laura Devia*
[Tomado de su muro personal en facebook]
*Historiadora colombiana, graduada de la facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana .
Hoy recuerdo una discusión que tuvo lugar hace unos años en la Casa Fernando Ortiz. El “gremio” de Historia, al menos el que trabaja en la Universidad de La Habana, debatía la conveniencia de proponer a la Asamblea Nacional del Poder Popular que se declarara el 12 de octubre como el Día de la Resistencia Indígena.
Un gran amigo invitó a varias personas a participar (ese tipo de reuniones suelen tener muy baja convocatoria) y gracias a ese gesto pude estar allí.
No sé cómo describir el mundo de sensaciones (casi todas desagradables) que surgieron en mí a lo largo del debate.
Los argumentos expuestos se centraron fundamentalmente en dos puntos:
1- En Cuba “casi no hubo resistencia indígena” y
2- Es de poco rigor histórico hablar de resistencia indígena desde el propio día 12 de octubre, cuando no hay registro de que alguna manifestación de rebeldía.
Varias personas expusimos nuestros desacuerdos con esas posturas y el tono de la discusión fue subiendo. Luego ya no se trataba de un tema de rigor académico, sino de que “yo estoy muy orgulloso de mis raíces españolas”.
Creo que el colonialismo ese día ganó una batalla más, nosotrxs mismxs dejamos que lo hiciera.
Se abrió el espacio para discutir la posibilidad de resignificar una fecha que en las clases de historia se anuncia como “Encuentro entre dos culturas”, para reencontrarnos con esas raíces (¿perdidas?, ¿olvidadas?, ¿silenciadas?) de una historia precolonial que desconocemos, pero que no necesariamente es aburrida y lineal como la cuentan los actuales libros de Historia.
Se abrió el espacio para sentar una posición política (sí, porque la construcción de los imaginarios históricos es un ejercicio político) frente al colonialismo, en un escenario donde la búsqueda de salidas económicas nos lleva a rastrear a abuelos gallegos para obtener un pasaporte de otro color y donde el turismo demanda el “rescate de la arquitectura colonial habanera”.
Ojo, no estoy diciendo que hay que demoler la Habana Vieja o prohibir que la gente obtenga su ciudadanía española. Tampoco que neguemos a familiares españoles (muchos, migrantes republicanos), ni que arremetamos contra el pueblo español. Hablo de descolonización de la Historia, descolonización cultural.
Por qué podemos hablar de “una sola revolución” desde 1868 hasta hoy, para asumir que la lucha por la liberación definitiva, en última instancia es la misma, y no podemos declarar una fecha, como referente simbólico para la disputa sobre la memoria y la identidad como nación. ¿O acaso la lucha contra la opresión colonial comenzó en La Demajagua?
La rebelión de Hatuey es la primera manifestación indígena contra el poder español (registrada, por los propios españoles, además). No sabemos si antes hubo expresiones de rebeldía individuales, espontáneas o un tanto más organizadas. Solo tenemos el enfoque de los invasores.
Y como a la Historia hay que hacerle todas las preguntas posibles yo pregunto: ¿Habrá protestado la primera mujer taína violada por uno (o varios) de los viajeros? ¿Habrá protestado el primer grupo de personas obligadas a lavar oro bajo el sol tropical? ¿Habrá protestado la primera comunidad que vio arder su aldea para luego construir bajo el látigo español las primeras construcciones de los ocupantes foráneos? ¿o la que vio morir un bosque (mejor dicho, la que se vio obligada a matar un bosque) para el beneficio español? ¿Cuándo se suicidó el primer taíno?, y ese acto ¿lo consideramos expresión de rebeldía o enfermedad mental?
No se trata de rigurosidad histórica (casi nunca se trata de eso). El tema es de lucha de sentidos. De cómo Elpidio Valdés en su última película recibe ayuda de españoles que no son tan malos y patéticos como en el resto de la serie animada, porque ahora hay capital español haciendo posible una película más de nuestro querido héroe independentista.
Se trata de tener conciencia de que el Estado español no abre programas de ampliación de ciudadanía inocentemente y que acceder a sus beneficios no debe significar eliminar “las partes feas” de una historia compartida por siglos, basada en la violencia y en el desprecio al “sometido”.
Se trata de que, en la carrera de Historia, los profesores que imparten los contenidos relacionados con los siglos XIV-XIX cubanos, dejen de decir que antes de la llegada de Colón “no había historia”, que “no es importante”.
Se trata de ser críticos con un modelo cultural que se impone con cada visita de turistas europeos, con sus inversiones en el turismo, con sus programas de ayuda llenos de hipocresía.
El 12 de octubre no hubo ningún encuentro entre dos culturas. Esa fecha marca el inicio de la barbarie colonial que lleva exprimiendo a todo un continente por más de 500 años, pero también representa el comienzo de una batalla campal contra la imposición del capital y contra la esclavitud basada en el color de piel.
De este lado del Atlántico también había imperios antes de la llegada de los invasores a caballo y contra ellos también se rebelaron los pueblos originarios, muchos murieron en el camino de la resistencia, otros, como el pueblo Mapuche, siguen luchando contra cada nuevo invasor.
Tenemos mucho que aprender de ellos y de procesos actuales que retoman esas luchas, para transformar nuestro tiempo, donde hay muchos más imperios y las resistencias siguen siendo menospreciadas por los “custodios de la memoria”.
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