Por La Tizza: “…con el puño izquierdo cerrado hacia arriba, se escuchó en varios idiomas y a viva voz de los participantes, «La Internacional»”
La universalización de los marxismos, a partir del siglo XIX, es una realidad que pocas personas se atreven a contradecir o ignorar. La historia — a veces trágica, vale reconocerlo — de cómo se dio esa universalización (los caminos que ha recorrido, las bifurcaciones que ha tenido y sus contradicciones y complejidades) necesita ser reconstruida como parte de la herencia cultural de la tradición marxista, pero, sobre todo, porque tiene que ser parte de la lucha por la transformación revolucionaria del mundo. Tras las huellas de una de las corrientes del marxismo, la que inauguró Lev Davidov Bronstein –más conocido por Trostki– tuvo lugar del 6 al 8 de mayo un encuentro académico La Habana.
Bajo el impulso decisivo de Frank García Hernández, del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICICJM); y con el concurso del Instituto de Filosofía, la Casa Benito Juárez — sede de los debates — , además del propio ICICJM, por Cuba; así como de la Casa Museo León Trostki, del Distrito Federal del México, logró materializarse el evento de estudio y homenaje al fundador del Ejército Rojo. En Cuba se dieron cita más de cuarenta investigadores extranjeros — no pocos de ellos militantes en organizaciones revolucionarias — que han dedicado parte de sus análisis teóricos e itinerarios políticos a la personalidad y el pensamiento del célebre ocupante del tren blindado soviético durante la Guerra Civil de 1918–1921. Junto a sus pares cubanos — que hicieron las veces de moderadores en las ocho mesas temáticas que sesionaron durante los tres días — esbozaron los avatares políticos y teóricos del impulsor de la IV Internacional.
El día 6 fue dedicado a caracterizar la trayectoria revolucionaria y la biografía intelectual de Lev D. Trotski: sus concepciones teóricas; su desempeño como dirigente político y estratega militar; sus posiciones en la dirección soviética antes y después de la muerte de Lenin; su exilio y su asesinato en México. Fueron revisitadas sus ideas acerca de la Revolución permanente, el desarrollo desigual y combinado, la organización del Estado y la producción fabril en las condiciones de la construcción socialista, entre otras temáticas. Al concluir la jornada, quedó clara que la personalidad de Trotski y su pensamiento tienen méritos propios en la tradición marxista, que necesitan ser comprendidos y explicados como uno de los referentes de los movimientos revolucionarios en el mundo contemporáneo.
Por su parte, las fechas del 7 y 8 de mayo fueron concebidas para entender la trascendencia del pensamiento trotskista en dos dimensiones esenciales: en términos de la teoría política, la estética, el arte, la literatura… en fin de la cultura universal — y para ello, tres mesas sesionaron en una apretadísima jornada intermedia — ; y en términos geográficos, con sus impactos más allá de las fronteras soviéticas, de manera concreta en Turquía, México, Estados Unidos, el Caribe en general, Cuba en particular y Suramérica — temas, con sus especificidades que ocuparon las horas del última día y extendieron las sesiones casi tres horas más de las previstas en un inicio — .
El coloquio cumplió, desde su convocatoria misma, y con el hecho de reunir a tantos investigadores y militantes extranjeros — algunos de ellos por vez primera en Cuba, lo que resaltaron en sus intervenciones — y nacionales, con el propósito de rendir homenaje a L. D. Trotski; una de las figuras más controversiales, satanizadas y difamadas del marxismo revolucionario del siglo XX. Fue una modesta, pero decisiva contribución en ese esfuerzo. En el mismo sentido, fue una oportunidad de poner en común ideas — no siempre coincidentes, y en algunos casos bien divergentes — sobre la trayectoria revolucionaria e intelectual de Trotski y abre la posibilidad — si no la necesidad — de profundizar en no pocos aspectos de su biografía y trascendencia. Se trató de un evento académico — aunque no el sentido más formal del término — ; pero fue, sobre todo, un encuentro de la militancia internacional de tres continentes que se inspira en la tradición marxista inaugurada por el autor de «La Revolución traicionada».
Los días del encuentro fueron también un espacio para la solidaridad militante y comprometida — no exenta de crítica — y el internacionalismo con Cuba y Venezuela, objetivos inmediatos de la agresión imperialista estadounidense. Ello se evidenció en múltiples intervenciones que arrancaron los más sonados aplausos en cada una de las mesas temáticas.
Con toda probabilidad, el saldo más importante del evento fue el conjunto de interrogantes que dejó abiertas — aunque más de un panelista intentó darle su propia respuesta — ; algunas de ellas, pudieran resumirse en:
· ¿cómo dirigir, de forma consciente, organizada y culta, la transición socialista?
· ¿cómo se da la dinámica de las relaciones entre (y la lucha de) clases sociales en la transición socialista?, ¿qué papel desempeña la burocracia en esas dinámicas?
· ¿qué estrategias seguir frente a la reacción capitalista, en especial su expresión más descarnada, el fascismo en sus diversas manifestaciones nacionales e internacionales?
· la internacionalización de las luchas y el internacionalismo proletario, ¿es una táctica, una estrategia, una razón de Estado, una necesidad de la revolución?, ¿cómo practicarla?
· ¿cómo se pervierten las ideas más nobles sobre el socialismo y la transformación revolucionaria de la sociedad?, ¿qué antídotos hay contra la burocratización y las deformaciones?, ¿qué lecciones extraer de la experiencia de la URSS y todo el socialismo del siglo XX?
· si el socialismo no es solo una forma de concebir la producción y reproducción ampliada de la vida material y espiritual de las personas y las naciones, ¿cómo entender un tipo distinto, no opuesto, de arte, literatura, vida cotidiana… en fin, un tipo diferente de cultura — que, en palabras de Trotski no puede ser «proletaria», sino «socialista»?
· ¿cómo procesar y asumir las contradicciones y las diferencias en el campo revolucionario cuando no todas las visiones y las prácticas son coincidentes?, ¿cómo entender a los diferentes, a los antagonistas y a los enemigos?
Las anteriores son solo un muestrario limitado de las múltiples interrogantes que, con sus formas concretas, formuló en diversos momentos Trotski. Él le dio sus propias respuestas, pero la fuerza que aún tienen sus preguntas, da cuentas de la necesidad de volver sobre sus pasos y sobre el conjunto de la tradición marxista en todas sus complejidades y contradicciones, tal y como avanzó el pensamiento revolucionario que no quedó sepultado con los escombros del muro de Berlín.
Cuando cerca de las 19 horas del día 8 de mayo, con el puño izquierdo cerrado hacia arriba, se escuchó en varios idiomas y a viva voz de los participantes, «La Internacional», terminaba el evento dedicado a Lev D. Trotski y la universalización de los marxismos abría un nuevo capítulo, esta vez desde La Habana.
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