Entrevista de La Tizza con la profesora e investigadora Isys Pelier Alvarez
En octubre de 2019 el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello convocó a la III edición del taller Identidad, Cultura y Juventud. Durante el evento, jóvenes profesores e investigadores presentaron los resultados de sus labores de investigación sobre temas relacionados con estas problemáticas.
La Tizza conversó con una de ellas, la profesora-investigadora de la Universidad de La Habana Isys Pelier Alvarez. Graduada de Psicología en 2017, imparte docencia de pregrado en la Facultad de Psicología en los cursos regular diurno (CRD) y por encuentro (CPE). Su tesis de diploma se centró en la autoimagen racial de un grupo de jóvenes capitalinos. Forma parte del proyecto de investigación «Identidades en la juventud. Continuidades, rupturas y emergencias de lo cultural» que coordina la Doctora e investigadora del ICIC Juan Marinello Elaine Morales Chuco. Desde el año 2017, Isys Pelier pertenece al proyecto «Las Universidades contribuyendo a la transformación y la Prevención del barrio Los Sitios» y, recientemente, se incorporó a la Comisión de Investigación del proyecto educomunicativo «Escaramujo».
A continuación ofrecemos el intercambio de La Tizza con esta joven profesora e investigadora.
La Tizza (LT): ¿Cómo combinas tu actividad como profesora universitaria e investigadora? ¿Qué importancia le das a estos ámbitos?
Isys Pelier (IP): La docencia y la investigación son dos aristas que se complementan. Mi trabajo como profesora de la asignatura se enriquece cada día a partir del intercambio con los propios estudiantes y a partir de la experiencia que me brindan los proyectos a los cuales pertenezco.
Estos espacios me permiten conectar con la realidad cotidiana de nuestro país y leerla desde las principales teorías de la Psicología Social, en especial las trabajadas en la asignatura. A partir de esto, los equipos de investigación intentamos realizar propuestas concretas de intervención, que contribuyan a visibilizar determinados grupos poblacionales; así como a reducir las condiciones de desventaja social y brechas de inequidad, en relación a otros grupos.
Entre los principales grupos con los cuales trabajamos en cada uno de estos proyectos, se encuentran las personas que viven en zonas «opacas», según la clasificación de Luisa Íñiguez, como es el caso del Consejo Popular Los Sitios. También realizamos sesiones de trabajo con jóvenes y adolescentes que pertenecen a las Escuelas de Formación Integral, quienes por este motivo son rechazados por otros jóvenes. Trabajamos con estos otros jóvenes y con adultos, en específico investigamos cuáles son sus percepciones en relación a diferentes temas y categorías de la asignatura: la exclusión social, la marginación y los contenidos identitarios que forman parte de cada sector social.
LT: ¿Por qué te interesas en las problemáticas racial y juvenil?
IP: En primer lugar, debo agradecerle a Elaine Morales. Desde un inicio me propuso el tema para realizar mi tesis de diploma y fue quien me mostró los nexos entre el mundo de la Psicología Social y la Exclusión.
Una de las razones que me llevaron a aceptar y continuar estudiando el tema, fue la existencia de personas cercanas a mí que se mostraban abiertamente racistas y discriminaban a todos aquellos que no fueran blancos. En su opinión, estos grupos no merecían los mismos derechos, se distinguían por carecer de inteligencia y eran «genética e irremediablemente» inferiores al resto de la sociedad.
Para mí era increíble cómo, a estas alturas, en el presente siglo, en nuestro país, con nuestra Constitución y sistema político, existían personas que pensaban así y no tenían reparo en decirlo. Y más allá de esto, lo que más me interesaba y actualmente me interesa es descubrir el modo en que se pueden desmontar esos prejuicios y aquellos estereotipos que los sustentan. Considero es uno de los mayores retos para las ciencias sociales y no sólo en relación con la pertenencia racial; sino con cada una de las categorías que históricamente han marcado desigualdades y desventajas sociales.
Uno de los elementos más importantes para los profesionales de la Psicología radica en la base de los prejuicios y de estos comportamientos discriminatorios. Se conoce que tienen una sólida base subjetiva y por ello resulta extremadamente complejo de transformar. Sin embargo, de no lograrse, continuará afectando a personas y grupos; así como entorpeciendo nuestro avance hacia el cumplimiento de leyes y políticas, ya existentes, que abogan por la justicia social. ¿Por qué las juventudes? Precisamente porque es uno de los sectores con mayores potencialidades para un cambio real y es aquel que en un futuro cercano será el encargado de trazar las políticas, dar continuidad y cambiar todo aquello que deba ser cambiado.
LT: ¿Qué importancia tienen para ti los estudios de casos en comunidades «oscuras», a la manera de Luisa Íñiguez?
IP: Como te decía hace un momento, es uno de los temas que en mi opinión revisten una mayor importancia porque aquí radican las poblaciones más vulnerables de la sociedad cubana. Por las particularidades de nuestro sistema político y social, las personas son lo más importante y el cumplimiento de los derechos humanos constituyen la máxima prioridad.
A raíz de la identificación de poblaciones en situaciones de desventaja, se pueden trazar políticas diferenciadas más justas y estrategias que favorezcan un mayor desarrollo de estos territorios. Esto tributa al bienestar de las personas, grupos sociales y por supuesto, al alcance de la tan anhelada visión de socialismo próspero y sostenible.
LT: ¿Qué buscaban en el Consejo Popular «Tamarindo» del municipio Diez de Octubre?
IP: Una de las razones por las cuales elegimos este Consejo Popular radica en su consideración como uno de los territorios, de nivel socioeconómico medio, menos explorados por las ciencias sociales. No llega a tener la supuesta luminosidad de barrios como Siboney ni se distingue por la opacidad de Los Sitios; motivo por el cual resulta necesario explorar las configuraciones subjetivas que subyacen a estas características «más objetivas», como la situación socioeconómica y la pertenencia a determinada clase social.
Para ello, se asume al territorio como una de las variables transversales a los procesos psicológicos como la identidad y que, por ende, matiza las actitudes y comportamientos de personas y grupos. Tal es el caso de los estereotipos y prejuicios raciales, categorías de análisis históricamente vinculadas a las condiciones económicas y a la división clasista de toda sociedad.
LT: En tus investigaciones te acercas a la «marcada distancia entre algunos grupos raciales». ¿En qué consisten estas distancias?
IP: Las distancias entre los grupos raciales consisten en las brechas que reconocen los sujetos, a partir de sus pertenencias a cada uno de estos grupos –mestizos, blancos y negros–. La esencia radica en la atribución de una posición social diferente e inherente a cada grupo.
Esto se exploró a partir de una escala de posicionamiento social. La mayor parte de la muestra refiere que los blancos ocupan los lugares superiores, mientras a los negros se les atribuyen las posiciones más bajas. Algo sumamente interesante que se identifica radica en el condicionamiento que ejercen elementos fisionómicos en la subjetivación y caracterización de las personas, especialmente en las mestizas. No sólo se les atribuye una posición intermedia por su color de piel; sino que se consideran como portadoras de cualidades que favorecen procesos de mediación, en situaciones de conflicto protagonizadas por representantes de los otros dos grupos.
Estos distanciamientos derivan del desconocimiento de puntos en común y, por ende, el reconocimiento de diferencias irreconciliables entre los grupos, especialmente aquellos que pueden representar extremos opuestos –negros y blancos–. Las características aludidas para justificar estas distancias recorren desde las condiciones meramente objetivas –condiciones económicas y estructurales– hasta lo subjetivo. En este último caso, resulta más evidente la elevada carga de prejuicios que matizan las percepciones de estos jóvenes, en relación a los miembros de los exogrupos y del endogrupo.
LT: ¿Qué te interesaría destacar, a partir de los resultados de tus investigaciones, en relación a la imagen que tienen los jóvenes sobre sí mismos?
IP: Uno de los elementos más relevantes es la existencia de percepciones muy estereotipadas en relación a las cualidades de los miembros del propio grupo. A pesar de existir posibles explicaciones como la influencia de los agentes de socialización y los matices que imprime nuestra historia; no se deben dar por sentado que siempre existirán los prejuicios ni naturalizar conductas discriminatorias, excluyentes, hacia los grupos en posiciones de mayor desventaja social.
Los resultados más alarmantes radican en la sobrevaloración de las personas jóvenes blancas, que resulta coherente con la autoimagen positiva de su grupo de pertenencia. Luego, el posicionamiento social intermedio del grupo mestizo; jóvenes que se caracterizan por una autoimagen relativamente positiva de su grupo, derivada de la ambivalencia y la ambigüedad reconocida en las cualidades fisionómicas. Lo más preocupante es que estas consideraciones se desplazan, matizan y configuran la subjetividad individual y colectiva.
Por último, tenemos al grupo de personas jóvenes negras, cuya autoimagen resulta extremadamente negativa y se distingue por estar centrada en la desvalorización. Esto constituye una fuente malestar en los sujetos de la muestra y a raíz de esto, aspiran a la movilidad ascendente. En su defecto, por la real imposibilidad de cambiar de grupo, aparecen mecanismos como el distanciamiento en el plano subjetivo –reconocer aspectos negativos como propios del grupo e inmediatamente referir: «Pero yo no soy así»– y la resignificación de la pertenencia, a partir de la incorporación de otras variables para determinar el posicionamiento social de un grupo racial. En este último caso, se aprecia cómo un joven negro refiere que puede cambiar la valoración de la pertenencia o de ciertos atributos en dependencia del territorio de residencia. Un ejemplo es la siguiente frase: «A las mujeres de aquí les gustan los hombres más ambientosos, guapos, los negritos (…) Pero en otros barrios los negritos no caminan». Es decir, lo que en una zona luminosa puede resultar un estigma –ser un hombre negro–, en otro lugar se convierte en cualidades positivas, motivo de orgullo para los miembros del grupo.
LT: Finalmente, ¿qué pueden aportar estas investigaciones a la definición de políticas públicas?
IP: A partir de estas investigaciones, se pueden identificar los territorios y poblaciones más vulnerables, para diseñar e implementar políticas sociales que contribuyan a mitigar las condiciones de desventajas sociales. No sólo desde la consideración de condiciones «objetivas» –estructurales y económicas–; sino desde la posibilidad de lograr la visibilización y desnaturalización de los contenidos psicológicos que se encuentran en la base de comportamientos discriminatorios, que por lo general afectan a estas poblaciones y que entorpecen el cumplimiento de políticas y leyes propias de nuestra sociedad actual.
No basta con la política y la ley; es necesario conocer los elementos que subyacen desde lo subjetivo y las explicaciones de actitudes y patrones de comportamiento para lograr una transformación real, con vistas al logro de una sociedad como la soñó Martí y como la soñamos tod@s: «Con tod@s y para el bien de tod@s».
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