No hay nada desconectado cuando se hace política

Por Juan Valdés Paz


*Primera parte de la intervención realizada el 15 de octubre de 2020 en el Centro Memorial Martin Luther King Jr. (Marianao, La Habana), en el marco de un análisis de coyuntura para la actualización estratégica de las proyecciones de trabajo de dicha Asociación y las redes que anima.


Después de una ardua batalla — porque yo tengo mujer médico e hija médico — , después de una ardua batalla y de la promesa de que no me iba a quitar el nasobuco, no iba a tocar algo, me iba a echar un líquido para lavarme las manos cada hora… después de todo eso, por fin salí. Lo que te quiero decir [Joel Suárez] es que me has dado la coartada para salir. No te puedes imaginar. Y cómo ocurre el cuento: yo me enfermé antes del coronavirus, vino el coronavirus después; entonces, ahora tengo algo de vulnerabilidad, pero no tanto, la gente te ama tanto que ya tú no puedes ni contigo mismo…

Tú me habías explicado una parte — de eso que has expuesto ahora — en la conversación telefónica, y traté de imaginar qué podía ser útil en la exposición. Tengo que hacer una exposición larga, a pesar de que voy a minimizar los aspectos a los que me voy a referir. Voy a tratar de hacer una mezcla, porque al principio pensé hacerlo de una manera muy diferenciada, pero no me salió del todo. Tú sabes que yo soy un tipo serio y escribo las exposiciones que voy a hacer, por costumbre de maestro, respeto por los alumnos…

Hay, digamos, un diagnóstico del escenario cubano, del cual todos sabemos mucho. Quien sabe más, quien ha oído a Marino Murillo, sabe dos cosas: lo que Marino Murillo te dijo y lo que Marino Murillo no te dijo; y el otro que está «detrás del palo», igual que antes de que hablara… O el ministro de Economía, el único ministro de Economía que no dice ni un número, entonces, se hace realmente muy difícil (…) El común de los mortales quedará conforme, pero a mí, que no me den ni un número, hablando de economía, me hace pensar que es obviamente intencionado. Entonces, tenemos el problema de que hay un escenario actual, al cual me voy a referir con brevedad, pero del cual todos sabemos mucho.

Después está lo que podríamos llamar las tendencias, que nos advierten, en virtud de las políticas que ya existen y se están implementando. Para mí, esto de la implementación de las políticas siempre tiene un grado de error, de insuficiencia, que no acaba de implementarse según nuestra tradición histórica; de manera que, evaluar las tendencias que podemos esperar de las políticas en curso, o que están implícitas en ellas, me parece también importante para el diálogo entre nosotros.

https://medium.com/la-tiza/la-evoluci%C3%B3n-del-poder-en-la-revoluci%C3%B3n-cubana-1975-1991-i-6e5c7dda1750

Y, por último, una breve caracterización de un escenario hasta un plazo, digamos, el año 2025. Puse 2025 porque me gustó el número, espero estar todavía entre ustedes.

Eso es, más o menos. Con esas ideas del escenario [actual], las tendencias y un escenario imaginario para 2025, traté de construir lo que voy a exponer ahora.

He tratado de decir, en todo, «posible», porque el tema de la objetividad en Cuba es muy complicado, porque siempre hay una información insuficiente; entonces, no me echen en cara si no parezco suficientemente objetivo, hay muchas cosas que son de apreciación, obviamente. Y, también, porque objetivos o no, cuando se habla del futuro se es optimista o pesimista, ¿no?, más optimista o más pesimista. Entonces, también he asumido una opción optimista, porque si no pensamos que el futuro va a ser mejor que el presente, entonces, ¿para qué nos reunimos? Esas son algunas de las coordenadas que voy a utilizar.

Constricciones del sistema internacional en lo político

Antes de entrar — estrictamente hablando — en la sociedad cubana actual, quisiera hacer un comentario del escenario externo a la sociedad cubana — lo que en Teoría de Sistemas sería el ambiente del sistema social cubano — , porque la variable externa es tan fuerte y tan condicionante de lo que podemos hacer ahora y podremos hacer de aquí al 2025, tan fuerte que hay que dedicarle un comentario, y en nuestros análisis de futuro tenerlo siempre presente.

Es decir, hablar de Cuba desconectada del mundo en el que Cuba está inserta me parece un ejercicio relativamente banal. Y cuando uno observa a Cuba, a la sociedad cubana con un cierto distanciamiento, lo primero que advierte es que hay — voy a usar un lenguaje técnico — fuertes constricciones externas y fuertes restricciones internas.

De las restricciones internas, más o menos vamos a conversar sobre la marcha; pero quisiera ahora centrarme en un comentario rápido, en lo que yo llamaría las constricciones externas de todo lo que queramos hacer, incluso de las políticas que deseamos, porque tiene que ver mucho con que las podamos o no realizar como las hemos pensado. Oyendo ayer a Marino Murillo se hace claro que ha pintado un pájaro que no se sabe dónde va a volar, en qué jardín va a volar el pájaro este, porque del mundo donde se supone que ese pájaro va a volar no dijo nada, entonces, quisiera hacer ese comentario para tenerlo de telón de fondo del examen del escenario interno nacional.

De estas constricciones externas que son muchas, son — igual que decimos de los sistemas internos de la sociedad cubana — constricciones políticas, económicas, ideológico culturales, civiles, de todo tipo, voy a comentar solo de dos grupos: constricciones políticas y constricciones económicas. Todos intuimos o sabemos algo de eso, ¿no? Yo solo quiero recordarlas.

Primero: el sistema internacional. Se supone que el sistema internacional de Estados, de sociedades nacionales, de Estados nacionales, está dominado por tendencias conservadoras — ahí entra todo lo que ustedes quieran decir: neoliberalismo, globalización neoliberal, lo que alguien ha llamado transición geopolítica, crecimiento de los conflictos, resurgimiento de los bloques, etcétera — . Todo eso en un panorama que marca una erupción conservadora del sistema internacional. Ese es un dato. Es decir, que nuestra radicalidad está cada vez más descolocada del movimiento del sistema internacional.

Esa es una observación. La otra, es que en el sistema internacional, como se observa, todos los días hay un incremento de los conflictos de todo tipo, pero marcadamente de los conflictos militares. Esto es interesante, porque cuando crecen los conflictos militares, el conflicto militar se hace costumbre — y antes nos podía parecer raro un conflicto militar en la frontera chino-hindú — , después de tantos conflictos como los que se están acumulando, al final, un conflicto militar en América Latina parece parte de la normalidad.

De manera que, el hecho de que la conflictividad crezca en el sistema internacional, en esa evolución del sistema internacional, como todos estamos observando, hay un gran problema que puede ser — que toca casi el destino de la humanidad, según su desenlace — la evidente caída del imperio norteamericano: descenso, caída, involución del imperio norteamericano como lo hemos conocido desde la postguerra. De entrada, su condición de única gran potencia mundial se ha debilitado. De la unipolaridad hemos ido de nuevo a la bipolaridad e, incluso, a una nueva guerra fría que ya está oficialmente declarada por Estados Unidos.

Hay esa involución, aunque eso significa, de parte de Estados Unidos, una proyección política tendente a frenar ese proceso o intentar quedar lo mejor colocado posible si no puede evitar esa decadencia. Eso es muy importante, tan importante que voy a recordar una frase que dijo una vez Fidel: «…nosotros estamos locos porque …estaríamos felices de que el imperialismo se suicidara, pero ojo, que no nos caiga encima…».

El problema es que cuando los elefantes pelean, la que se jode es la lagartija — dice también un refrán hindú — . Entonces, aquí el problema es que ese escenario tiene que ver con nosotros, tiene que ver con todos los chiquitos; pero si el chiquito está a 90 millas, tiene una contradicción previa y está en su zona geopolítica privilegiada ya está claro que nosotros tenemos un problema permanente, de larga data, sea un presidente o sea otro, o los que sobrevengan, porque estos son temas de la clase dominante, de los sectores dominantes, del establishment.

No son temas del presidente de turno. Más bien, el presidente de turno es el resultado de las decisiones que han tomado los sectores dominantes para buscar soluciones a estas tendencias que para ellos son tendencias negativas. Estamos viendo, en este momento, que ese intento de recuperación hegemónica de Estados Unidos transcurre bajo la presidencia de Trump y, bueno, es un fantoche, un payaso — como le dijo Biden — que, precisamente porque es un payaso, ha sido utilizado por las clases dominantes para romper los compromisos de los Estados Unidos.

Cuando usted ve cuál es el resultado del trumpismo, es: «no tenemos compromisos con nadie». Han echado al cesto de la basura el derecho internacional, se han ido de la mitad de Naciones Unidas, no les importa Naciones Unidas, están tratando de cambiar, de modificar las tendencias de la globalización porque el gran descubrimiento de una parte importante de la clase dominante norteamericana es que, con la actual globalización, pierden. La actual globalización explica el surgimiento de China como segunda gran potencia y, eventualmente, primera para mediados del siglo. Entonces, ya están claros de que pierden.

En el 2004, los informes del secretariado nacional de los Estados Unidos decían que China era «el enemigo», pero ya se convirtió en política pública una década después. Se preguntan: ¿cómo fue que perdimos este juego?, ¿cómo es que estamos en este juego? Bueno, porque las reglas del juego me perjudican a mí y benefician a China y, eventualmente, a la recuperación rusa, y a nuestro descalabro en el Medio Oriente, y al surgimiento de potencias regionales como Irán o Turquía, etcétera. Es decir, se preguntan: ¿cuáles son las reglas del juego que han hecho que yo pierda y los demás estén ganando?

Por eso es que, visto con una perspectiva macro, lo que está haciendo la clase dominante es buscando a Trump y a los trumpistas, a esa horda, para romper los compromisos de Estados Unidos y establecer sus propias y nuevas reglas. Lo van a sacrificar todo a eso, al final no les importa ni Naciones Unidas, ni el derecho internacional, nada, como se está viendo. Ahora, ¿quién va a hacer eso? Tienen que buscar un salvaje como Trump, sabiendo siempre que va a perder las elecciones o le van a dar un tiro en la cabeza como mínimo, esa es la cuestión. Con Trump se ha iniciado el intento de un proceso de desglobalización, por lo menos en los términos de la globalización existente, cosa que es muy traumática y casi imposible porque la globalización es un proceso objetivo, no es solamente una decisión política. Entonces, de ese intento de ponerle a un proceso real nuevas reglas, se le va a generar un conflicto que no podemos imaginar todavía.

Vuelvo a la idea de que nosotros somos los que estamos en el jardín, nosotros somos las flores del jardín en el que están produciéndose esas broncas. Y terminaría diciendo, al respecto, que en ese proceso de pérdida de hegemonía, de decadencia imperial, la última fortaleza, la retaguardia, el top yard es América Latina. Por tanto, las peores tendencias mundiales se van a reflejar con más fuerza en América Latina, la disociación del sistema internacional — ya estamos viendo — es más fuerte en América Latina, y todos los conflictos y contradicciones se van a exacerbar en América Latina.

Y nosotros, por acción u omisión, seremos de todas maneras los culpables de todo eso. No hay posibilidad alguna de que los gringos «nos perdonen» en ese escenario. Igual siempre vamos a ser culpables. De hecho, la propaganda lo dice: somos culpables de lo que pasa en Venezuela, somos culpables de lo que pasa en todas partes, «los médicos cubanos son agentes». Todo eso forma parte de la parafernalia de enclaustrarnos lo más posible, aislarnos lo más posible para desplegar una política abierta de división de la región y no van a tener freno moral ninguno para dar golpes de Estado, quitar a Morales, hacer trampas electorales, corromper a las instituciones, comprar a la burguesía, a las clases políticas, como está ocurriendo, como estamos viendo. Esto que describo, ¿es un efecto Trump? ¿Los demócratas, Biden, van a hacer una política diferente? Van a utilizar, quizás, un estilo diferente para la misma política.

Por último — no por último, lo último es mucho más tarde — , en esto de las constricciones políticas que tenemos que prever están dos cosas que quería agregar.

Primero, el caso Venezuela. Ustedes recordarán que quien estrenó la política contra Venezuela fue Obama. Al mismo tiempo que declaraba a Venezuela «un peligro extraordinario para la seguridad nacional de Estados Unidos», hacía el pacto con nosotros, establecía «una nueva política para Cuba» y relaciones diplomáticas. No son dos hechos desconectados, porque no hay nada desconectado cuando se hace política, y mucho menos cuando la hace una gran potencia, con miles de expertos y de instituciones, y de consejos y reuniones.

Entonces, el caso Venezuela va a ser, es, prioridad para Estados Unidos. Hay una variante que siempre existe en la historia, que es el papel de los pueblos, cuánto va a resistir el pueblo venezolano, cuánto va a respaldar la opción liberadora. Eso siempre es una incógnita y una combinación de muchas cosas: cultura, liderazgo, identidad nacional, etcétera. No me detengo en eso porque ustedes lo están viendo igual que yo. Lo que yo quiero decir es que Venezuela es para Estados Unidos un test face. Ellos tienen que resolver el problema de Venezuela, porque si después de Cuba — a la que no ha podido derrotar — , Venezuela se convierte en otro foco progresista en la región, ellos no pueden resolver el problema regional. Estarían amenazados en su retaguardia. Eso es, de entrada, digamos, la dirección política del problema; pero quiero recordar que la primera reserva mundial de petróleo está en Venezuela, y si los gringos están tirando tiros en Medio Oriente por el petróleo de allí, ustedes me dirán qué harán por el petróleo que está a 100, 200 millas.

La apuesta [con Venezuela] es a todo: petróleo, minerales, el agua, la frontera con Brasil y con Colombia… Un país que también es caribeño, es un país estratégico, una ficha estratégica, para el cual van a hacer una política dura, gradualmente dura e imparable, creo yo.

Nosotros estamos comprometidos políticamente con Venezuela, no solo porque tenemos gente allí, sino porque el destino de Venezuela tiene que ver con el nuestro. Es decir, nosotros necesitamos a Venezuela, políticamente hablando. No me detengo más, porque todo lo demás está implicado.

La última observación que quería hacer sobre el sistema internacional es que, como resultado de los grandes movimientos geopolíticos y la derechización — a que me estaba refiriendo — el tema nacional, el tema del nacionalismo, se está complicando.

Mientras que, hasta hace poco, como resultado de la historia, el nacionalismo se había convertido en un tema de izquierda — el nacionalismo acompañaba a las intenciones de liberación nacional de los pueblos coloniales, atrasados, era de los chiquitos de este mundo, etcétera — , ya el nacionalismo era, casi por definición, de izquierda; pero ahora, con las tendencias que estamos viendo, está resurgiendo un nacionalismo de derecha. Vean, un momentico, si American first no es un nacionalismo de derecha, o Vox de España o Ciudadanos, o se mueve más arriba, en Alemania… está resurgiendo un nacionalismo de derecha.

Entonces, desde el punto de vista de lo que ustedes llaman la guerra ideológica, la batalla ideológica, tenemos un serio problema, porque yo digo «nacionalismo» en España y todo el mundo dice que estás hablando de Franco — hay un discurso en España nacionalista que es Franco — . Incluso, en el nacionalismo secesionista de Barcelona, es decir, de Cataluña, hay tendencias de derecha, es un estandarte que dirige ahora la derecha, la centro derecha. Ese es un problema que nos atañe a nosotros porque nos complica el discurso, la lucha ideológica internacional, las influencias sobre el Tercer mundo.

Lo dejo, todo eso, en lo que he llamado constricciones del sistema internacional en lo político.

Constricciones del sistema internacional en lo económico

Voy a mencionar algunas constricciones en lo económico, sobre las cuales casi no me tengo que extender, puesto que ya es más evidente para nosotros. Es mucho más evidente, pero quisiera recalcar que la Covid-19 produce, ha producido ya y producirá un trauma en la economía mundial toda — la producción, el comercio, las finanzas, etcétera — de tal magnitud que todavía no lo hemos visto. Estamos hablando de la Covid-19, estamos hablando de la epidemia; pero igual que nos pasa a nosotros, que la epidemia nos va a tirar para abajo a un ocho por ciento del PIB, o más, eso le está pasando al mundo entero.

Ya Europa recibió la noticia de que caerá en un 12 por ciento del PIB. Cuando el capital cae, su primer problema es a quién le pasa la cuenta en primera instancia: a nosotros, y a partir de cierto punto, a su gente. Es decir, a quién le van a pasar la cuenta de la Covid-19, que es un tema inacabado, como ustedes saben, porque estamos en el medio de la pandemia y no hay ninguna vacuna disponible antes de abril del próximo año. Ese es, digamos, el entorno que tiene Cuba, que tiene que ver cuántos turistas vendrán, si los queremos… nosotros, que tenemos al turismo como locomotora. Bueno, díganme dónde va a atracar la locomotora nuestra en lo inmediato. Y no tenemos todavía claro el balance de la pandemia.

Estoy hablando ahora de economía, pero vale para todo lo demás que va a producir la pandemia porque es un suceso histórico inusitado, traumático, que ha afectado tanto a los países centrales como a los periféricos, a todas las clases sociales. Es un fenómeno que no tiene precedentes, y que es casi una guerra mundial lo que está viviendo la humanidad.

https://medium.com/la-tiza/la-evoluci%C3%B3n-del-poder-en-la-revoluci%C3%B3n-cubana-1975-1991-i-6e5c7dda1750

Hay una gran incógnita sobre la que nadie habla: África. Ustedes no se creerán los números de África, ¿qué saben los africanos de quién está infectado y quién no está infectado? Pero el problema de vencer a la pandemia y no poder controlarla en África, es igual a vivir al lado del pabellón de infecciosos. El fin de la pandemia no está claro, ni los traumas que en todos los órdenes — político, económico, civil, ideológico cultural — producirá la pandemia. No tenemos todavía el balance acabado, pero podemos presumir que será desastroso, y en un mundo desastroso, como en las películas esas de ciencia-ficción en que la humanidad empieza después de una gran guerra nuclear… ¿Cómo es el mundo en el que nosotros nos vamos a mover, o en el que tenemos que desarrollarnos? Una constricción muy fuerte. Ya estamos en una recesión económica mundial, ya las consecuencias son visibles.

Estamos viviendo un reforzamiento del bloqueo día a día, semana a semana — como ya se ha dicho — , pero Biden, por poner la idea, la versión más optimista, ¿nos va a quitar el bloqueo? Inclusive, aunque fuera a regresar a las políticas de Obama, por decirlo de alguna manera, retomarlas, colocarse en el 2016 de las relaciones con Cuba, ¿lo va a hacer de una manera directa o va a empezar a negociar con nosotros medida a medida? Porque él vuelve a tener en sus manos un Gobierno demócrata y la posibilidad de traicionarnos. Entonces, no creo que debamos ser muy optimistas, ni hacer ninguna fiesta por el regreso de los Demócratas — que siempre será mejor que este salvaje — , pero Biden constatará que lo que pretendía Obama, que era distanciarnos de Venezuela, no ha ocurrido. Y la política contra Venezuela es bipartidista, es del establishment; entonces, hay que tener en cuenta que no hay mucho que esperar al respecto.

Ya de una manera más concreta, en lo que se refiere a nosotros… Nosotros arrastramos desde los años noventa… déjenme ver si se los digo de otra manera: no reparamos suficientemente en que en el proceso revolucionario Cuba hizo un tipo de inserción internacional sui generis, es decir, en vez de estar en el mercado mundial todas sus relaciones externas, incluyendo las económicas, transitaban bajo acuerdos políticos. El efecto de la caída del campo socialista es que los acuerdos políticos desaparecieron. Cuando el campo socialista europeo dijo: «las transacciones en el futuro son en términos de mercado mundial», nosotros fuimos inviables económicamente. Después apareció Chávez. Y después aparecieron dos hijos pródigos, Rusia se acercó a nosotros — no como antes, pero bueno, se acercó — y nosotros logramos rearticular nuevamente parte de nuestra economía — de nuevo bajo acuerdos políticos — porque, por ejemplo, las misiones médicas en el exterior, que ustedes saben que eran 4.000 millones, son bajo acuerdos políticos. Como se ha visto, cuando se han roto los acuerdos políticos nos hemos tenido que tragar a los médicos nuevamente y devolverlos a Cuba.

Nuestra inserción económica internacional se ha complicado, y una gran parte ha seguido bajo acuerdos políticos. Tenemos acuerdos políticos con Venezuela pero, de pronto, la crisis venezolana nos produce más pérdidas ahora que beneficios, porque ya no tenemos seguro ni el petróleo venezolano y le condonamos la deuda y le seguimos mandando los médicos. Es decir, que otro gran problema del presente y del futuro es cómo nosotros vamos a resolver, como parte de la normalidad, nuestra inserción internacional que es — nos guste o no — en el mercado mundial, porque somos inviables.

Yo creo que una de las cosas buenas que tienen los discursos del ministro de Economía y de Murillo es que no hacen más que hablar de la competitividad en el mercado mundial, que tenemos que tener exportaciones competitivas. Bueno, eso es una novedad, porque yo creo que Fidel Castro supo siempre que éramos económicamente inviables y que, sencillamente, teníamos que resolver eso con acuerdos políticos. Pero eso va a estar en crisis por un largo período y, entonces, dentro de esas inseguridades, una constricción muy, pero muy fuerte, es la inseguridad energética en la que estamos. Tú puedes querer hacer lo que quieras aquí que, si no tienes la energía suficiente, ni siquiera puedes poner el televisor para ver a Murillo. Entonces, yo creo que hay esa constricción.

Termino con estos breves comentarios, porque no es el centro de mi exposición, para insistir en la idea de que tenemos un escenario externo adverso y, en mi opinión, será adverso en el mediano plazo. Llegaremos al 2025 con ese escenario adverso. ¿En qué medida nuestras relaciones con Rusia y China nos podrán compensar? No aparece otra alternativa.

En algunos momentos parece que vamos a mejorar las relaciones con Europa y, de pronto, aparece una Europa más alineada a Estados Unidos que nunca. Estados Unidos la está presionando, como ustedes supondrán, hasta el «gollete», como se decía.

Y, de todas maneras, tenemos que incrementar nuestra dependencia a acuerdos, o relaciones, intercambios, o como quieran llamarle, con Rusia y China. Seguimos en el drama de todo pequeño país, que es que depende de las grandes potencias. Es decir, el nivel de autonomía que tú tienes es limitado. Si ustedes revisan la historia de las relaciones con la URSS, verán los sapos que tuvimos que tragarnos en esa historia, porque la dependencia es una relación objetiva. Más hábil que lo que fue Fidel manejando esa dependencia es imposible, no creo que tengamos capacidad de hacer más que lo que él hizo. Ni ahora, ni en el mediano plazo. Estoy tratando de decirles que, en lo que respecta al escenario externo internacional, soy pesimista de una manera declarada. Estoy tratando de advertir que mi pesimismo es relativamente objetivo.


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