Nuevas formas de lucha

De la serie Relatos de tabaquería

Por Jesús Serrano González

Foto: Miguel Fernández Martínez / Sputnik

Jesús Serrano González nos ha hecho llegar sus memorias sobre la historia e idiosincrasia del sector obrero al que perteneció a lo largo de su vida. Se trata de un grupo de textos que reflejan la tradición oral de los tabaqueros, fuente de los conocimientos, experiencias y anécdotas aquí relatadas. Nuestra contribución ha consistido en seleccionar algunas partes, integrarlas donde fuera posible y ajustar su presentación formal. El lector podrá acercarse a los valores, la identidad y las luchas de un sector que ha expresado con fuerza la historia de un país.

https://medium.com/la-tiza/relatos-de-tabaquer%C3%ADa-228b2db34a58


Los dueños de las fábricas estaban decididos a rebajar días de trabajo porque la confrontación con los Estados Unidos estaba afectando las operaciones de comercio exterior, y la mayor parte de la producción de tabaco tenía como destino la exportación. Esa medida crearía un problema social en medio del proceso revolucionario que se estaba viviendo. Se determinó que el Ministerio del Trabajo — dirigido por Augusto Martínez Sánchez — interviniera todas las fábricas de tabacos y cigarros por el plazo de dos años.

Los interventores, que eran trabajadores y dirigentes sindicales del propio sector, partieron del Palacio de los Torcedores y venían custodiados por dos obreros de cada centro. Era el 15 de septiembre de 1960. Trece días después Fidel convocó a formar los Comités de Defensa de la Revolución, que tendrían presencia también en las fábricas: 28 de septiembre de 1960, exactamente el mismo día en que, 36 años antes, se había colocado la primera piedra para construir aquel edificio proletario. Luego de este llamado muchos trabajadores que no eran milicianos se sumaron a la defensa de las fábricas. Así nació la guardia obrera.

¡Las vueltas que da la vida!

Aquella mañana, cuando llegué al trabajo, me sorprendió ver a dos compañeros en la puerta, cada uno con un fusil, vestidos con el uniforme de milicianos. Pregunté qué sucedía y supe que el Gobierno Revolucionario había decidido realizar la intervención.

Desde 1947 se había organizado en Cuba un movimiento de obreros, conocido como «mujalismo» por el apellido de su líder, cuyo objetivo era destituir y combatir a dirigentes sindicales de orientación comunista. Algunos trabajadores que habían participado de aquel grupo, a los que solíamos llamar «confundidos», se incorporaron al proceso revolucionario luego de 1959. Es el caso de uno de los milicianos que amanecieron custodiando mi fábrica aquel 15 de septiembre de 1960.

Era excelente como tabaquero y se puede decir que durante años tuvo una participación muy activa: en el trabajo voluntario, en la microbrigada, en la guardia obrera. Era, sin duda, un trabajador de avanzada. Con frecuencia decía estar dispuesto a dar la mitad de un brazo si con eso pudiera borrar su pasado. «Lo que cuenta es lo de ahora», le respondían sus compañeros, incluso algunos a los que él, en su momento, se había enfrentado.

La fábrica la trasladaron para una nueva sede y muchos trabajadores fueron reubicados, otros se jubilaron. Un pequeño grupo nos volvimos a encontrar a finales de los ochenta y compartimos un rato, recordando los viejos tiempos. Todos quedamos sorprendidos cuando uno de los presentes contó que aquel compañero, siempre tan traumatizado por el error cometido, un día fue a dar un paseo por la bahía de La Habana con su esposa y su hija, y no se percató que se había montado en una lancha que salía del Mariel.

Las primeras movilizaciones

A medida que arreciaban los ataques por parte del gobierno norteamericano se alistaron más obreros de todas las fábricas de tabaco a las Milicias Nacionales Revolucionarias.

Muchos recibieron entrenamiento por 15 días y se volvieron miembros de batallones de combate, que se diferenciaban de los otros milicianos por la boina de color verde. Negra era la boina de los centros de trabajo; la verde daba mayor mérito: era solo de los que habían pasado aquella escuela militar y habían caminado los 62 kilómetros — la vuelta de Managua — .

Ese fin de año de 1960, como se esperaba una agresión armada, fueron convocados los que pertenecían a batallones de combate. Al año siguiente, otro grupo se incorporó a las brigadas de alfabetización «Patria o Muerte», es decir, que los tabaqueros también pusieron su granito de arena para que el 22 de diciembre de 1961 Fidel declarara al mundo que Cuba era «Territorio Libre de Analfabetismo». Muchas tareas debíamos realizar en simultáneo.

Quienes quedaban en las fábricas redoblaban el esfuerzo para mantener la producción: cumplían su propia labor y la de los compañeros movilizados, incluida la guardia obrera. En los combates de Playa Girón y contra los alzados del Escambray estuvieron representadas todas las fábricas de tabaco, a través de sus obreros de boina verde.

El sindicato único

Los trabajadores de cada departamento, según el oficio o la labor que realizaban, tenían un sindicato distinto. Para buscar más unidad se decidió conformar una sola organización obrera en el sector tabacalero. En 1962 cada fábrica creó una sección sindical que agrupaba a todos los trabajadores del centro, con un ejecutivo elegido en asambleas realizadas al efecto.

A partir de ese momento, los que laborábamos en La Habana pertenecimos al Sindicato Provincial Tabacalero, cuyo secretario fue Sixto Miranda y su primera sede El Palacio de los Torcedores, el Museo del Movimiento Obrero.

Siempre hubo algunos resquemores entre los obreros de los distintos oficios que componen la industria del tabaco. Sin embargo,

cuando llegó el momento de establecer un sindicato único ya nos habían hermanado las madrugadas de guardia obrera y todas las luchas que protagonizamos para llevar adelante la Revolución.


¡Muchas gracias por tu lectura! Puedes encontrar nuestros contenidos en nuestro sitio en Medium: https://medium.com/@latizzadecuba.

También, en nuestras cuentas de Facebook (@latizzadecuba) y nuestro canal de Telegram (@latizadecuba).

Siéntete libre de compartir nuestras publicaciones. ¡Reenvíalas a tus conocid@s!

Para suscribirte al boletín electrónico, pincha aquí en este link: https://boletindelatizza.substack.com/p/coming-soon?r=qrotg&utm_campaign=post&utm_medium=email&utm_source=copy

Para dejar de recibir el boletín, envía un correo con el asunto “Abandonar Suscripción” al correo: latizzadecubaboletin@gmail.com

Si te interesa colaborar, contáctanos por cualquiera de estas vías o escríbenos al correo latizadecuba@gmail.com


Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *