Por Raúl Escalona Abella
Las revolucionarias y revolucionarios debemos alzar la voz.
Declaración de apertura de la Tángana en el Trillo.
Revolución… es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio.
Fidel Castro. Concepto de Revolución.
La voz, la interpretación y la memoria
La muerte de la interpretación consiste en creer que hay signos, signos que existen originariamente, primariamente, realmente, como señales coherentes, pertinentes y sistemáticas. La vida de la interpretación, al contrario, es creer que no haya sino interpretaciones.
Michel Foucault, Nietszche, Freud, Marx.
La actualidad de la significación plantea el problema de la posibilidad de la trascendencia. El sentido inmediato atribuido a un acontecimiento no garantiza su inserción en la memoria histórica. La semiosis en la que se inserta no transcurre en su tiempo, ni es una característica fisiológica de quienes lo acometen, ni climática del lugar donde sucede, aunque estos factores puedan intervenir de una forma u otra.
Los hechos significativos no se vuelven tales por la práctica concreta con que se llevan a cabo, sino mediante otro procedimiento — sincrónico o no — : el relato.
El carácter significativo de lo que ocurre se hilvana en su construcción histórica posterior — inmediata o no — y en la producción discursiva que el suceso logra hacer partir de sí hacia el futuro y hacia el pasado. El relato no es un ejercicio comunicativo en el sentido anglosajón — en tanto difusión de una historia — , sino una práctica discursiva que produce un universo, crea memoria y comunidad. Cada acontecimiento pretende reestructurar las coordenadas de su propia historia para convertirse en el árbol-centro del mundo que intenta fundar.
Así ha ocurrido con la Tángana del Parque Trillo, suceso recordado por constituir una respuesta de los jóvenes en uno de los momentos de apertura del ciclo reaccionario que conmocionó al país en los últimos tres años. Sin embargo, si revisitamos los discursos pronunciados aquella tarde ante la estatua de Quintín Banderas podemos encontrar el sustrato de una singularidad en la respuesta que la convierten en algo más que una reacción mimética, condicionada y automática a lo sucedido días antes en el Ministerio de Cultura.
https://medium.com/la-tiza/la-actualidad-de-la-revoluci%C3%B3n-d7a0405632e
No nos encontramos ante el testimonio de la Tángana, ni su «verdad», sino ante una interpretación de su relato mediante los discursos que fueron el cuerpo constitutivo de su voz.
Algunos apuntes sobre el hecho y la respuesta
… los que llaman al diálogo no quieren escuchar a nadie más que a sí mismos.
No es propósito de este texto historiar lo sucedido entre los días 27 y 29 de noviembre de 2020, existen los testimonios, una sucesiva interpretación de los acontecimientos de aquel día, y los desarrollos que tuvo, pero me permito este breve resumen de acontecimientos para sentar una base.
El Toque reseña que el Movimiento San Isidro (MSI) surgió en 2018 con motivo de la oposición de varios artistas al Decreto 349.[1] En noviembre de 2020, uno de sus miembros, el rapero Denis Solís González fue arrestado en La Habana por desacato.[2] Este suceso provocó una movilización progresiva por parte de sujetos artístico-políticos que ya se encontraban en posición de enfrentamiento directo con el Gobierno y la Revolución. Días más tarde comenzaban encuentros en la casa de Damas 955, sede del MSI, que mediante lecturas políticas y performances pretendían generar un núcleo de protesta alrededor de Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Obsorbo.[3]
El 18 de noviembre varios medios informaban del inicio de la huelga de hambre de «siete activistas opositores» en la sede del MSI. La protesta tenía el propósito de pedir la excarcelación del rapero Denis Solís y el cierre de las tiendas en MLC.[4] Este acontecimiento desató una explosión de apoyo al MSI y fragmentó la opinión pública nacional e internacional posicionando la huelga del grupo de San Isidro y la prisión del rapero como una nueva aparición de ese fantasma inmarcesible de la contrarrevolución que es el «caso Padilla».[5] La huelga se extendió hasta el 26 de noviembre, cuando la casa de San Isidro fue intervenida por autoridades sanitarias debido a que el periodista Carlos Manuel Álvarez había violado el protocolo sanitario para enfrentar la Covid-19 — permanecer 15 días aislado en casa — tras llegar de México y visitar directamente a los activistas.[6] El aislamiento de los activistas provocó una reacción en la prensa internacional e independiente bajo el signo de «un arresto del Gobierno».
En la mañana del 27 de noviembre de 2020 un grupo de artistas, periodistas y activistas en su mayoría jóvenes se congregaron frente al Ministerio de Cultura exigiendo la liberación de Luis Manuel Otero Alcántara y los activistas que le acompañaban del MSI.
El grupo frente al Ministerio fue creciendo durante el día hasta lograr una movilización significativa mediante mensajes en redes sociales, autorganización, curiosidad, deseo contenido tras varios meses de confinamiento pandémico, etcétera. Ante las indecisiones de las autoridades a atenderlos desde el primer momento, llegada la noche los más entusiastas hablan de una cifra de 400 personas haciendo protesta pacífica frente a la casona del Vedado.
En el transcurso de esa misma noche en otro grupo de redes sociales se articulaba una respuesta a estos acontecimientos. ¿Cuál era su naturaleza? ¿Hacia qué apuntaba? Luego de una larga discusión en el grupo organizador,
la respuesta a los sucesos que ocurrían el 27 de noviembre no apuntaba a una reivindicación obstinada de la Revolución, ni siquiera a una defensa a ultranza de sus conquistas, de sus principios, de su belleza y estética; sino que se enfocaba en dialogar con los presupuestos concretos del discurso que emergían de aquel suceso.
El 27N — como se le comenzó a conocer — articuló un discurso antitotalitario, antidictatorial que derivaba en un reclamo democrático liberal,[7] cuya muestra de validez se encontraba en el internamiento de Luis Manuel Otero Alcántara; muestra irrefutable — para ellos — de la naturaleza autoritaria y totalitaria del Estado cubano.
El ambiente mediático que acompañó la protesta, el relato de la prisión de Obsorbo y la detención de Alcántara estuvieron signados por la construcción del Estado cubano como un Estado represor, violento, totalitario, dictatorial, patriarcal, e incluso algunos entusiastas del posmodernismo le denominaron necropolítico. En otro texto dedicamos más espacio a estudiar la anatomía de este discurso que en oposición al Estado totalitario reivindicaba la democracia y pretendía capturar para sí ese significante.
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En una primera disputa discursiva, en la convocatoria a la Tángana en el Trillo, durante la noche del propio 27 de noviembre, se recuperaban una serie de enunciados que respondían en elemental escaramuza a los planteamientos de los manifestantes del Ministerio de Cultura.
Sustratos discursivos de la primera respuesta
…la Revolución somos nosotros.
La frase que lleva por exergo este texto es síntesis de la reivindicación primera, reiteramos: «Las revolucionarias y revolucionarios debemos alzar la voz». La voz constituye medio sonoro de la palabra, metáfora de la presencia y de la existencia. Siempre será una imaginería inquietante la de la voz sin cuerpo, la del cuerpo sin voz, sin expresión, el cuerpo inerme, la inexpresión es síntoma de la muerte.
Los que nos autorreconocemos como «revolucionarias y revolucionarios» «debemos alzar la voz». No puede pasarse por alto la alusión al «deber». Alzar la voz no es solo una opción, sino que se coloca como imperativo deontológico, en «el deber» señalado para las revolucionarias y revolucionarios en ese momento.
En la tradición revolucionaria cubana la alusión al deber tiene una presencia histórica sustantiva, por lo que no es sorprendente que un llamado al bloque de la Revolución comience señalando el deber.
Sin embargo, no se apela a las revolucionarias y los revolucionarios para exigir sin explicar, sino todo lo contrario. La primera razón esgrimida para ejercitar el deber a levantar la palabra es la de denunciar la falsedad del diálogo que se exige desde el otro campo: «Debemos hacerlo porque los que llaman al diálogo no quieren escuchar a nadie más que a sí mismos».
El énfasis de este primer enunciado se centrará en rechazar la idea fantasiosa del diálogo.
¿Cómo pueden dialogar con lo que no existe según ellos? ¿Cómo pueden dialogar con lo que han aniquilado tantas veces? ¿Puede la Revolución dialogar con quienes se niegan a reconocer su existencia? ¿Acaso es diálogo cuando los interlocutores no se reconocen?
Claro, ellos no querían dialogar con la Revolución, solo se disponían a convertirse en interlocutores del Gobierno, pretendiendo exponer su debilidad.
El texto de la Tángana reconoce que los manifestantes del Mincult han «movilizado unos sentimientos de descontento y una empatía», sin embargo solo lo hace para declarar que estos «son más grandes que ellos», y subrayar que el alivio de dichos sentimientos de descontento «es imposible en la Cuba que proponen», para luego rematar que dicha contradicción — la planteada en enarbolar un reclamo que no están dispuestos a satisfacer realmente en caso de llegado el triunfo de su propuesta política — solo es disfrazada con un «histérico discurso anticomunista contra la Revolución». En cuatro líneas se rebate, sin desconocer la autenticidad de la protesta y su alcance, los elementos sustantivos de sus reclamos.
No obstante, el punto central de la polémica llega en el cuarto párrafo de la declaración inicial. «Debemos alzar la voz, porque ellos hablan de democracia, pero no dicen para quién, y tampoco dicen esta verdad sencilla: la democracia plena solo podrá ser socialista, o no será».
En este punto estará la tensión más intensa con el discurso articulado el 27N: la disputa por la democracia.
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Del lado del discurso que englobó mediáticamente a los manifestantes del 27N — que era continuidad del clásico discurso de la contrarrevolución actualizado en el contexto de las protestas del MSI — se partía de una afirmación: «Cuba es una dictadura totalitaria», a la que se asociaba un discurso democrático liberal que enarbolaba los principios del más doctrinario liberalismo: libertad de expresión, libertad de asociación y libertad de empresa.[8]
Negar toda existencia de democracia en la Cuba actual es el presupuesto de este discurso y su prueba de ese momento eran los sucesos alrededor del Movimiento San Isidro. Por ello, en la respuesta inicial del mensaje de la Tángana está la recuperación de la democracia como un concepto de reivindicación revolucionaria y socialista. No elude la disputa, sino que la encara de forma sustantiva, hasta el fundamento mismo del reclamo realizado y sus postulados. De ahí que el mensaje sea lapidario al establecer los límites de la comunidad política cubana revolucionaria: «Debemos alzar la voz porque es inadmisible que se quiera defender la democracia desde el apoyo a mercenarios, anexionistas, machistas y homófobos, que atentan contra las condiciones de posibilidad de toda democracia en Cuba».[9]
El enunciado es absoluto: es imposible defender un acto de virtud desde la ignominia. El límite de los luchadores por la «libertad» que realizan su lucha desde la plataforma política de quienes pretenden cercenarla se encuentra en ellos.
No es la Revolución, ni el Partido, ni los aparatos de seguridad del Estado quienes limitan en primer lugar su actividad y las posibilidades de su triunfo. El primer sabotaje a su causa es la alineación y adherencia con el discurso y la práctica opositoras tradicionales.
Por tanto, no fue solo un desconocimiento a mansalva el realizado por el mensaje de la Tángana, sino la exposición de una contradicción que el movimiento opositor/contrarrevolucionario cubano no ha logrado superar.
Cualquier democracia cercenada en su soberanía no podría ser tal, y como solo el socialismo ha esgrimido el camino de la emancipación, solo una democracia que se construya desde su posición puede ser real, verdadera y digna para el pueblo.
Anexionistas, mercenarios, racistas, homófobos, machistas, explotadores y xenófobos están fuera de la democracia socialista cubana porque no pueden ofrecer un programa de emancipación y bienestar para el pueblo.
Autoexcluidos — por su propia naturaleza — de toda posibilidad de lucha por la libertad nacional; revelados en las posiciones que asumen al defender propuestas políticas pertenecientes al campo reaccionario, quedan imposibilitados de ser los actores políticos capacitados para liderar cualquier movimiento revolucionario de transformación nacional. Incapaces de iniciar una revolución contra la que llaman no-Revolución, solo pueden desatar denuncias incompletas por las cuales no están dispuestos a sacrificarse verdaderamente. Esta posición los transmuta en falsos libertadores. Quedan a la derecha de la Revolución. Por tanto, no hay disputa en este caso por la diversidad efectiva de la política en Cuba, sino que hay disputa entre quienes pretenden anular el proyecto revolucionario cubano como vehículo de realización de la nación, como solución de las problemáticas históricas del colonialismo, la explotación, la discriminación y la opresión en todas sus formas.
El mensaje contenido en el 27N no aborda esta contradicción: «la cuestión nacional», «la cuestión de la soberanía», «la cuestión del imperialismo» y «el conflicto histórico» quedan elididos, o desconocidos como inexistentes. Solo existe el Gobierno cubano, sus aparatos represivos y un pueblo que soporta una dictadura que solo posee el eco de lo que alguna vez se denominó Revolución cubana. Bajo este planteamiento reduccionista y deliberadamente cercenado es poco probable el desarrollo orgánico de una propuesta política, por muy sufrida que sea.
Frente a este planteamiento suelen haber respuestas ya incrustadas en el discurso de la Revolución: hablar de las conquistas, celebrar la justicia social, la dignidad y progresos en los ámbitos de salud, educación, biotecnología y otros que la Revolución trajo hacia el pueblo de Cuba suelen ser las formas básicas.
En estas formas la posición de quien articula el argumento con respecto a la Revolución es de exterioridad, de no pertenencia. La Revolución se convierte en una fuerza externa capaz de transformar la realidad, pero los rostros y sujetos que la realizan se desvanecen en la retórica.
El enunciado que rodea esta posición de defensa revolucionaria puede resumirse en «La Revolución ha hecho por nosotros todo lo que somos, por ello, merece ser defendida y salvada». Fuerza trascedente, energía independiente y misteriosa que se aparta de nuestros cuerpos y hace transcurrir los cambios en la realidad parece ser la Revolución. El misterio del cambio, de la excitación, de la efervescencia, de la pasión y del sacrificio se vuelven inexplicables ante esta manera de narrarla. En contraste, el final del mensaje de la Tángana proclama: «Debemos alzar la voz, porque la Revolución no es una idea abstracta: la Revolución somos nosotros».
La línea desarrollada en esta convocatoria también va a diferir sustantivamente de la línea discursiva de defensa de la Revolución más conservadora. Tendiente a la polarización, a la acusación mercenaria, a la descalificación absoluta del antagónico político, la defensa conservadora, en tanto discurso, se «atrinchera» en un recetario de razones que «demuestran» la bondad, legitimidad, continuidad y necesidad de la Revolución, sus dirigentes y su historia. Por
esta reiteración continua de formas argumentativas «prefabricadas» se convierte en un modo pasivo de defender el proyecto histórico, esto en cuanto al discurso se refiere.
Sin embargo, el gesto discursivo del mensaje de la Tángana arrebata los reclamos iniciales del 27N, describiéndolos como verdades esgrimidas no para luchar por ellas, sino para impulsar una agenda antirrevolucionaria y antiestatal, y los recupera como demandas cuya validez, justicia y legitimidad solo pueden tener sentido y hallar solución histórica en el campo de las luchas y la transformación posible que la Revolución se propone y está llamada a ser.
La sentencia «la Revolución somos nosotros», final del mensaje de apertura no tiene una connotación excluyente contra otros que también puedan ser la Revolución, sino que se convierte en un gesto de apropiación de un alto símbolo en disputa. Lejos de ser sesgo, este enunciado debe ser interpretado como apertura, como posibilidad de apropiación para sujetos que articulen la palabra en un sentido concreto. «La Revolución somos nosotros» constituye el enunciado-síntesis que desarrollarán los discursos.
La Tángana… espontaneidad y diálogo revolucionarios
… la Revolución tiene derecho a defenderse.
En el sentido performático, la Tángana no ofrece un panorama diferente, ni particularmente original. La celebración de la Revolución mediante la música — más o menos popular — es una práctica ya asentada en el pueblo. No es el hecho estético lo que puede conducirla a la trascendencia.
Su singularidad se encuentra en otras dos cuestiones fundamentales: 1) el modo en que se articuló la actividad desde un grupo organizado mediante redes sociales; y 2) los modos de transcurrir los discursos en su actualidad y futuro.
Vamos a poner el énfasis sobre el segundo punto.
En el momento de la convocatoria de la Tángana la contrarréplica que tuvo con efecto desmovilizador consistía fundamentalmente en argüir que era una respuesta condicionada por los aparatos políticos, administrativos y de defensa nacional del Estado y Gobierno cubanos, y buena parte de los discursos se enfrascaron en demostrar lo que fue denominado en ese momento la espontaneidad revolucionaria.
En los discursos de la Tángana la espontaneidad revolucionaria tenía el peso de una respuesta a acusaciones y se sustentaba en el derecho de todos y todas a defender la Revolución y el socialismo porque lo creíamos verdaderamente, sin orientaciones de nadie. Un enunciado recoge este espíritu de «subversión»: «Uno puede ser revolucionario también porque lo siente, no porque nadie le diga que lo tiene que ser; sino porque comprende cómo funciona el proceso, se ha apropiado de él, se siente parte y quiere lo mejor para su país».[10]
Demostrar la sinceridad y espontaneidad de la respuesta se convierte en un leit motiv de los discursos debido a las acusaciones de automatismo y simulación que tiene como supuestos: «nadie honrado y honesto puede apoyar la Revolución» y «solo con interés oportunista o como orientación forzada se puede apoyar la Revolución».
Estas dos formas de entender cualquier tipo de movilización, esta sospecha continua que se convierte en axioma para valorar cualquier acto revolucionario provocó en el discurso de la Tángana este «concepto» de espontaneidad revolucionaria para dar testimonio de dos elementos: a) la sinceridad del sentimiento y el pensamiento de quienes allí asistían; b) la necesidad de validar esa forma «autónoma» de defender la Revolución.
El correlato discursivo a esta espontaneidad revolucionaria lo fue el concepto de diálogo revolucionario. En uno de los discursos se explicita:
«El diálogo revolucionario es la herejía de la Revolución llevada a práctica política. Es la actitud hereje que se opone a una política del engaño, a una política de la falsedad y la manipulación, y concibe su realización solo en una política del diálogo directo. Es la propia Revolución, que muestra las complejidades que la constituyen, las disputas que encadenan sus terrenos de acción y los combates que se enlazan en sus interioridades para luego emerger».[11]
En los discursos de la Tángana, el diálogo revolucionario se convierte en un tipo de ejercicio político específico en el que la Revolución existe, y que le permite establecer contradicciones en su interior, abrir el debate, actualizar luchas e incorporar otras, convertir la contradicción no antagónica en elemento constitutivo de la Revolución. En otro fragmento se enuncia: «Nosotros reivindicamos que las luchas por la democracia y por la justicia son inherentes al proyecto socialista revolucionario, y estamos comprometidas con ellas».[12]
Y en otro punto se expresa: «… queremos construir la Revolución porque una revolución no es algo estático, que se creó y ya todo está dicho y hecho; la Revolución se debe construir cada día».[13]
No hay invención, sino recuperación de una larga interpretación de la Revolución que va a enhebrarse al interior de una parte de los discursos pronunciados en la tarde del 29 de noviembre. Y serán estos enunciados dirigidos al ser de la Revolución y su devenir — superiores en número, intensidad e importancia — los que serán centrales en los temas de los discursos.
Más allá de la defensa de la espontaneidad y de la necesidad del diálogo, se encadena una concepción de la Revolución.
La Tángana… La Revolución y sus revolucionarios
Si un discurso coherente emerge de la Tángana es el del rebasamiento de sus condiciones iniciales. Desde la primera declaración hasta los discursos pronunciados y publicados hay un camino de reajuste de las tensiones, el alcance y la profundidad de la «respuesta» al 27N.
La primera característica de los discursos es que el interlocutor inicial — las demandas de la protesta frente al Ministerio de Cultura — casi desaparece para convertirse en un pretexto de reflexiones que apuntan hacia otro lugar.
Si bien hay enunciados reafirmativos que se encuentran en diálogo con los opositores iniciales, en un contexto de reinterpretación, el diálogo sostenido puede entenderse más allá de una respuesta a quienes cuestionan la autenticidad del acto: «Y sí, existimos, porque la Revolución desborda las instituciones formales que la administran. Y sí, esas instituciones se articularon con nosotros, porque la Revolución tiene derecho a defenderse».[14]
Más allá de la referencia a las «Palabras a los intelectuales» de Fidel,[15] contenida en la última oración del párrafo, la declaración de existencia puede ser entendida no solo como respuesta a quienes cuestionaban la autenticidad desde el campo de la derecha, sino también a quienes desde el campo revolucionario solo comprenden la Revolución en sus formas tradicionales y podían observar con sospecha una defensa que viniera del exterior de las entidades «encargadas» para ello.
Es decir, la declaración de existencia no solo está dirigida hacia quienes adversan al proyecto, sino también hacia quienes lo entienden solo a través de las instituciones y organizaciones revolucionarias históricas surgidas de él, devenidas de sus luchas; sin embargo,
la Tángana en sí misma demostró la vitalidad del proceso revolucionario como impulso de luchas no atado a los ritmos de las formas institucionales emergidas de la Revolución.
Y esta declaración de existencia dentro de la Revolución, como Revolución también, aunque no exactamente igual a otras formas más tradicionales de entenderla, se articula en intereses grupales, y «… Parte de esos intereses son los de construir la Revolución desde la Revolución».[16]
De esta forma el discurso de la Tángana articula el «interior» de la Revolución no como un lugar pasivo, sino de contradicciones y luchas: un «dentro de la Revolución» no limitado a la identificación con sus postulados trascedentes, sino constituido por los diversos modos de entender esa totalidad y las luchas que la estructuran.
«Vinimos aquí porque los estudiantes y jóvenes de vanguardia debemos estar al frente en los tiempos, alertar, desmentir, defender la Revolución y el socialismo desde dentro, no como falsos liberales y demócratas quieren hacer».[17]
En los discursos de la Tángana hay una recomposición del dentro de la Revolución, un ejemplo es la reinterpretación que se realiza sobre la «libertad de expresión» en uno de los textos:
«Teníamos muchas ideas que compartir, y queríamos que esas ideas salieran del pequeño espacio que constituía la sala de la casa de algunos de nosotros. Queríamos aprovechar este momento de efervescencia en el que hay mucha gente exigiendo su derecho a defender un criterio, en el que todo el mundo quiere libertad. Libertad de expresión que está muy asociada a la oposición, como si fueran los únicos que la merecen; cuando la libertad de expresión también es defender que somos revolucionarios, y lo decimos donde haya que decirlo. Sin miedo a que alguien nos acuse de estar obligados, pagados o que la UJC nos dijo que lo hiciéramos».[18]
La búsqueda de la existencia auténtica dentro del campo de la Revolución no es solo un elemento reafirmativo frente a sus enemigos, sino frente a las prácticas políticas burocráticas. Y frente a ellas también se reconoce determinada libertad y autonomía dentro de la estructura, dentro de la organización.
La Revolución no puede aplastar a sus revolucionarios, sino que debe formarlos en armoniosa y radical relación. Sin que la existencia de uno menoscabe la del otro. La Revolución precisa de sus revolucionarios.
Y la comunión de amor, virtud y confianza en la necesidad del sacrificio presente y la belleza inacabable del futuro es el sustento en que la Revolución se funda como impulso colectivo, como obra que mueve a todos sobre los que a su alrededor se juntan para hacerla existir.
Y la obra no es solo sublime y contemplativa, no es solo una experiencia trascendental, sino también inmediata a los dolores más cotidianos del pueblo. En este sentido, los discursos de la Tángana fueron también una ampliación de los horizontes de lucha de la Revolución: «Todas las causas justas caben en el campo de la Revolución. Ese es precisamente el fundamento del pacto social revolucionario, del consenso socialista: toda la justicia social».[19]
La tensión se traslada hacia dejar sin programa a la derecha y hegemonizarlo hacia las luchas revolucionarias, he ahí la clave del discurso de la Tángana. Este movimiento recuerda a una frase de Armando Hart: «Contra la Revolución no se puede actuar con verdades porque actuar con verdades es levantar la bandera de la Revolución».[20] Se apuesta a la capacidad política e ideológica de la Revolución para reconfigurar sus horizontes y redirigir sus energías hacia nuevas luchas, nuevas acciones dentro del programa emancipatorio.
Sin embargo,
se reconoce que hay formas de ejercer la política en Revolución que impiden la actualización del programa y la incorporación de nuevas luchas.
Uno de los discursos enuncia:
«De la política había renegado y la evitaba, porque nos hemos acostumbrado a verla como algo ajeno que se hace desde arriba y se asume con inercia. La política no es eso, pero algunas formas de hacerla, han hecho que se perciba como tal. Es por eso que hoy debemos plantearnos avivar la Revolución, desperezar su espíritu revolucionario».[21]
La Revolución debe ser «avivada» — no revivida — , redescubrir su intensidad, reconectar su «fuego» desde el pueblo. Así los discursos reconocen varias luchas por las que el campo revolucionario debe comenzar a latir y debe actualizarse. El racismo: «Hago un llamado a los barrios, las escuelas, las comunidades, lo más genuino del pueblo, a las instituciones y a todas las fuerzas de izquierda (…) a subvertir de manera organizada el entramado racista que subyace en nuestra práctica diaria»;[22] el feminismo: «El triunfo revolucionario significó un gran avance para la emancipación de la mujer, pero la Revolución no puede conformarse con aquellas conquistas. Que la discriminación por género no tenga carácter institucional, no significa que no persista en el imaginario social, en la desigual distribución del trabajo productivo, dentro del hogar y al interior de las relaciones sexo-afectivas, en la imposición de un único modelo de familia, en la privatización del cuidado de los hijos»;[23] las luchas por las diversidad sexual: «Mayor aún es el reto de la lucha contra la heteronorma, en favor de las disidencias sexuales y en la conquista para la justicia para el colectivo LGTBIQ. Para superar estas relaciones heteropatriarcales que el capitalismo instrumentaliza, es necesario articular la sociedad civil y las instituciones; la responsabilidad del progreso social está en ambas y una no puede ser freno ni opuesto de la otra»;[24] son algunas de las extensiones programáticas que se recuperan.
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La luchas en el campo de la Revolución no se amplían al margen de sus revolucionarios y revolucionarias. El proyecto no cambia como exterioridad actuante que transforma la vida de las personas y cambia a su vez a sus fervientes militantes. Esto no sucede con ajustes técnicos, sino como «ampliación constante del programa político del pueblo».[25]
Estos reclamos de intensificación del programa revolucionario, dirigidos al campo de la Revolución, al sujeto popular allí reunido, a las instituciones allí congregadas convertían los discursos en algo más que una respuesta al 27N y los insertaban en un llamado a las fuerzas revolucionarias para su reacomodo y recomposición: «… si un deber emerge de estas palabras, de este acto, de este momento histórico que nos asiste, es el deber de profundizar nuestro socialismo, es el deber de democratizar — aún más — la Revolución y sus organizaciones».[26]
Un último elemento significativo sobre la Revolución que los discursos de la Tángana reflejan es la centralidad de la autocrítica: «Creemos también que a los revolucionarios y a las revolucionarias de Cuba nos toca mirarnos por dentro».[27] Lo curioso de estos enunciados que colocan la autocrítica como centro de su mirada es que no es típico de los «actos de reafirmación revolucionaria»; por tanto, ese llamado al reconocimiento de los defectos propios y a la necesidad del diálogo en el campo de la Revolución será otra línea sobre la que los discursos de la Tángana planteen su singularidad.
En otro punto se enuncia: «Queremos diálogo; en la revolución tiene que haber espacio para todos, se tiene que edificar a partir de los más disímiles criterios y de la resolución de las contradicciones». [28]
La autocrítica no es solo un procedimiento político, sino una manera de existencia de la Revolución. Aceptar que existen diversos modos de existir, de sentir, de expresar y de entender el proceso revolucionario pasa también por crear una estructura política y social que satisfaga esa diversidad y permita establecer relaciones de justicia entre quienes se adhieren a la causa de la Revolución.
No basta con solicitar lealtades, si estas no van acompañadas del respeto indispensable para ser interlocutores políticos. La esperanza que se reclama no puede ser un hecho estético, debe ser un modo de servir al proyecto y de ser aceptado por este, a su vez.
«Los jóvenes estamos ansiosos de épica — expresa uno de los discursos — , de sabernos sujetos de la historia y este protagonismo no se nos puede negar, tiene que caber dentro del proyecto socialista cubano. Pero para ser coherentes y completos ese protagonismo no puede quedarse en el gesto, la meta tiene que ser la justicia social. La Revolución debe ser completa: feminista, diversa, inclusiva, ecológica y anticapitalista».[29]
En esta última referencia subyace la necesidad de sentir la obra revolucionaria de una forma específica, y el mensaje no tendría sentido si se dirigiera solo a la oposición. La contrarrevolución, en ninguna de sus facetas, puede ser el sujeto discursivo al que se dirige ese enunciado, su proyección se encuentra más allá y se interna en el campo revolucionario todo, hasta interpelar al Poder constituido de la Revolución y al pueblo asistente.
Este desbordamiento de los objetivos iniciales: de responder o reafirmar el compromiso revolucionario en una coyuntura donde estaba siendo sometido a ataques el Gobierno, a reflexionar sobre la naturaleza misma de la Revolución, su alcance, su profundidad, sus causas pendientes y sus plataformas programáticas, es el movimiento discursivo sobre el que hemos querido pensar la Tángana como singularidad.
El discurso articulado aquel día mostró para el conjunto del campo revolucionario que existe un grupo de jóvenes sinceros deseosos de refundar la Revolución desde la Revolución;
que hay un grupo de reclamos políticos de los que la derecha no debe apropiarse y deben ser esgrimidos desde la Revolución como luchas orgánicas y amplias; que la Revolución no es una fijeza a contemplar, sino un movimiento de transformaciones que se actualiza continuamente con la savia, el dolor y la esperanza del pueblo y sus necesidades;
que la Revolución debe democratizarse y entenderse como una unidad plural, diversa, rica y contradictoria que avanza con virtudes y defectos por sobre el terreno escabroso de la historia. Todos estos elementos constituyen puntos de tensión discursiva que, por ejemplo, el relato mediático nacional, en su gran mayoría, no logró reflejar.
La Tángana reproduce un gesto de inspiración fidelista en el momento de ampliar los horizontes de la Revolución, en la autocrítica de sí misma y uniendo al entramado popular en las luchas que la derecha reclamaba como auténticas. El fidelismo de la Tángana radica en la sinceridad y profundidad no solo en reconocer las falencias de la oposición, sino en señalar las propias, exponerlas ante el pueblo y convocar a la masa a darles solución mediante el socialismo, y entender que la Revolución radica, por sobre todas las cosas, en ese acto de apertura y honradez descarnadas.
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La Tángana, desde su concepción y sus discursos traza una práctica política revolucionaria que se convirtió en el centro de todo el bloque revolucionario en un momento donde el entramado burocrático fue incapaz de dar una respuesta auténtica, sincera y creíble hacia el resto del pueblo — ya sea por el desgaste histórico o por la inactividad generada por el aislamiento pandémico.
La Tángana culmina en la defensa de un tipo de pluralidad revolucionaria no reivindicada posteriormente y que consiste en comprender la Revolución no solo como las instituciones del Estado que surgieron de ella, ni solo como las organizaciones políticas y de masas, sino como un impulso que hace surgir posiciones diversas en la lucha por la nación, la historia, el pueblo y el futuro colectivo.
En el discurso de la Tángana la Revolución no es un rol estatal, ni un mandato constitucional, ni un imperativo legal, sino una fuerza motriz para alcanzar toda la justicia posible.
El 29 de noviembre de 2020 fue la emergencia pública de una concepción no burocrática de la Revolución y su política y fue la respuesta de toda la Revolución a los eventos ocurridos en jornadas anteriores. Ese día, salió en su defensa, y obtuvo una victoria no solo sobre el discurso de la reacción, sino también sobre quienes pretenden enclaustrar a la Revolución en una visión única de sí. La Tángana es un desbordamiento ético-político de absoluta autenticidad que, entremezclado con el entramado institucional — su logística y parte de los discursos que también en él subyace — , logra dirigirse a una porción importante del pueblo.
Quedan a medio camino quienes recuperen la Tángana del Trillo como un mero suceso pintoresco y estéticamente hermoso de defensa de la Revolución en medio de un letargo institucional. La Tángana fue mucho más que eso, y en dicha recuperación se abandona lo fundamental.
La profunda singularidad de la Tángana se encuentra en la recuperación de la práctica revolucionaria fidelista, en contraste con el proceder burocrático.
El grueso de las alocuciones enhebra la lógica de que, ante las dificultades, es necesario radicalizar el discurso, profundizar el programa revolucionario popular y traer al campo de la Revolución como luchas esenciales todas las batallas, todas las liberaciones, todas las emancipaciones; y convertir en enemigas del proyecto revolucionario todo tipo de discriminación posible hacia el ser humano. En ese punto, la Tángana del Parque Trillo puede relatarse como una victoria de la Revolución sobre sus adversarios.
Notas:
[1] Ver https://eltoque.com/movimiento-san-isidro-y-remarginalizacion-cuba.
[2] Ver https://eltoque.com/denis-solis-una-historia-de-desacato-y-desapariciones-forzadas-en-la-habana.
[3] Ver https://eltoque.com/maykel-osorbo-y-luis-manuel-otero-quienes-son.
[4] Ver https://www.infobae.com/america/agencias/2020/11/22/opositores-cubanos-cumplen-cuatro-dias-en-huelga-de-hambre-en-la-habana/.
[5] Una de las particularidades de este relato alrededor de Alcántara rondará su condición marginal, racial y su posición de outsider del circuito más prestigioso del arte opositor, dominado por artistas blancos, profesionales y profesores universitarios. La ruptura de Alcántara con este elemento clásico de la oposición, hace que emerja un discurso de la racialidad y la reivindicación de la marginalidad muy específico de estos años y que poco a poco se ha ido diluyendo, siendo olvidado el propio Alcántara.
[6] Ver https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-55052495. Aunque varios medios internacionales reportaron «un arresto por autoridades policiales», existen matices sobre lo sucedido porque realmente fueron retirados del lugar por autoridades sanitarias, en vista de la violación del protocolo impuesto en el país por el transcurso de la pandemia de Covid-19.
[7] https://diariodecuba.com/derechos-humanos/1618238824_30295.html.
[8] Manifiesto del 27N https://diariodecuba.com/derechos-humanos/1618238824_30295.html.
[9] Tángana en el Trillo, palabras iniciales. https://acortar.link/bsTNHt.
[10] Colectivo de Autores, (2021). Tángana en el Trillo. Voces jóvenes de la izquierda en Cuba. Ocean Sur. p. 20.
[11] Ibídem. p. 31.
[12] Ibídem. p. 6.
[13] Ibídem. p. 20.
[14] Ibídem. p. 6.
[15] «La Revolución tiene que comprender esa realidad y, por lo tanto, debe actuar de manera que todo ese sector de artistas y de intelectuales que no sean genuinamente revolucionarios encuentre dentro de la Revolución un campo donde trabajar y crear, y que su espíritu creador, aun cuando no sean escritores o artistas revolucionarios, tenga oportunidad y libertad para expresarse, dentro de la Revolución. Esto significa que, dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie. Por cuanto la Revolución comprende los intereses de la Nación entera, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella». Castro Ruz, F. (2021) Palabras a los intelectuales. Casa Editora Abril. Cuba: La Habana. p. 16.
[16] Colectivo de Autores, (2021). Tángana en el Trillo. Voces jóvenes de la izquierda en Cuba. Ocean Sur. p. 19.
[17] Ibídem. p. 17.
[18] Ibídem. pp. 19–20.
[19] Ibídem. p. 7.
[20] Hart, A. y Carrera, E. (2015) Cuba, una cultura de la liberación. Cuba va. Diálogo de generaciones. Casa Editora Abril. Cuba: La Habana. p. 35.
[21] Colectivo de Autores, (2021). Tángana en el Trillo. Voces jóvenes de la izquierda en Cuba. Ocean Sur. p. 14.
[22] Ibídem. p. 10.
[23] Ibídem. p. 14
[24] Ídem.
[25] Ibídem. p. 33.
[26] Ibídem. p. 31.
[27] Ibídem. p. 7.
[28] Ibídem. p. 20.
[29] Ibídem. p. 14.
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