1958–1961: desempleado, maestro voluntario, interventor de fábrica

Una entrevista a Juan Valdés Paz

Por Luis Emilio Aybar Toledo


Segunda parte de la entrevista concedida por Juan Valdés Paz al investigador del Instituto Juan Marinello, Luis Emilio Aybar Toledo, en octubre de 2020.

https://medium.com/la-tiza/no-tenemos-una-historia-de-la-revoluci%C3%B3n-48deb89c9504


Luis Emilio Aybar: Juan, ¿en qué año usted nació?

Juan Valdés Paz: 1938.

Luis Emilio Aybar: Cuando triunfa la Revolución, ¿dónde trabajaba?

Juan Valdés Paz: Al triunfo de la Revolución yo estaba desempleado, había sido separado de mi trabajo y me estaba ganando la vida de maestro en una academia que se llamaba Fernández Roig, que era una academia del padre de Fernández Retamar, que se dedicaba a preparar muchachos para la segunda enseñanza, para la Escuela de Comercio. El padre de Retamar era profesor de la Escuela de Comercio, una escuela muy importante.

Luis Emilio Aybar: ¿Usted siempre fue de La Habana?

Juan Valdés Paz: Sí, yo soy habanero puro. Puro quiere decir que no he salido de La Habana nunca. Yo trabajaba de empleado. Después de la huelga del 9 de abril los patronos aprovechan la huelga, porque, además, otros compañeros y yo les estábamos organizando un sindicato a los patronos… Yo trabajaba en una tienda de lujo, Indochina, en San Rafael y Águila, y entre que se querían deshacer de mí y la cosa política — eran gente muy ligadas al batistato, imagínate, los que hacían negocios con el batistato, los importadores — , y mi hermano y yo caímos presos en el mes de octubre de 1958 y ellos se aprovechan y me desemplean.

Luis Emilio Aybar: ¿Presos por actividades revolucionarias?

Juan Valdés Paz: Caímos presos en una redada.

Luis Emilio Aybar: ¿Usted era del Movimiento 26 de Julio?

Juan Valdés Paz: Trabajábamos para el Movimiento, pero no caímos presos… yo creo que nos denunciaron esta gente, pero no nos encontraron nada específico, porque estaban buscando a otro colega nuestro, que ya en ese momento había llegado al Escambray, cosa que nosotros sabíamos, pero bueno, de todas maneras nos cogieron allí…

Pero como decía mi hermano: «Coño, nosotros siempre hemos estado en la agricultura», por una casualidad mi tío, uno de mis tíos (con la vieja mía eran 13 hermanos) era en ese momento el ministro de Agricultura de Batista; caí preso, la vieja llamó a su hermano, le pidió que intercediera por nosotros, el tipo intercedió, no estábamos in fraganti, aunque hacíamos política, y nos soltaron, a los tres días… Ventura…

Entonces ya perdí el trabajo, porque había un decreto de Batista de que todo el que estuviera en actividades revolucionarias, etcétera, aprehendido o condenado, perdería su trabajo y el que lo ocupara adquiriría todos sus derechos, una cosa de esas increíbles. Entonces, la sobrevivencia, de octubre en adelante, fue esta plaza de maestro. De pronto, de empleado me convertí en maestro, fue lo que apareció. Impartía clases de Gramática y Matemática preparando a los muchachos, y ahí me sorprendió la Revolución, de maestro, pero la Revolución me devolvió inmediatamente el trabajo — uno de los primeros decretos de la Revolución fue reponer en su trabajo a todos los que por motivos políticos hubieran sido cesanteados — ; de manera que regresé, y al regresar, como los patronos estaban en una situación política muy complicada, incluso los compañeros allí que estábamos en la cosa sindical los denunciamos, a uno de los hijos del dueño lo metieron preso unos días, en fin, estaban muy atemorizados, se fueron casi inmediatamente del país y yo les pude imponer que iba a regresar al puesto de trabajo, pero que iba a seguir dando clases y lo aceptaron.

Así transcurre el 1959, pero en marzo de 1960 Fidel hace un llamado para maestros voluntarios, de manera que yo me voy de maestro voluntario y estoy hasta junio, en que bajamos a graduarnos y a asumir nuestro definitivo destino de maestros voluntarios, que era un compromiso por no menos de cinco años, donde nos ubicaran en la Sierra. Éramos maestros voluntarios para la Sierra Maestra. Bueno, algunos maestros se retiraron para las Fuerzas Armadas, donde había problemas de escolarización, pero esperando que me ubiquen, me informan que he sido destinado al Servicio Exterior, todo esto es en semanas. Bueno, está bien, ya no voy a ser maestro.

Luis Emilio Aybar: ¿Usted seguía siendo del Ejército? ¿Era del Movimiento en ese momento?

Juan Valdés Paz: No, no, hubo un intento en los primeros meses de 1959 de mantener las organizaciones, pero Fidel paró la iniciativa de la gente del 26, criticó a la gente del PSP porque estaban haciendo captaciones y el Directorio se había mantenido más o menos con un nivel de afiliados y seguidores, porque el proyecto de Fidel era unir todas esas fuerzas. Por eso detuvo esas iniciativas que iban a reforzar el perfil separado de las organizaciones.

De hecho, había un periódico para cada uno y el propio liderazgo de Fidel fue sustituyendo a todas las organizaciones en su nueva condición de… las organizaciones eran nada, porque el poder del Estado y del Gobierno Revolucionario lo eran todo, y Fidel era el líder indiscutible, y así empezó a llamarse desde entonces: líder indiscutible, líder supremo, etcétera, de manera que el Estado fue sustituyendo a las organizaciones políticas: se era revolucionario o no, se estaba con el Gobierno Revolucionario o no. Ya lo otro eran anécdotas: de que «yo estuve en el 26», «yo estuve aquí», «yo estuve allá», eso se fue diluyendo, y el discurso fidelista lo diluía, no hacía referencia a ninguna organización en particular.

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Luis Emilio Aybar: Pero cuando usted dice que es designado al Servicio Exterior…

Juan Valdés Paz: Yo soy un maestro voluntario, yo estoy en una institución que se ha creado al interior del INRA — que existe desde junio de 1959 — , por tanto, crean un cuerpo que se llamaba Maestros Voluntarios. Yo no pertenecía al Ministerio de Educación, sino al INRA, que tenía una dirección que se llamaba Dirección de Asistencia Técnica y Material al Campesinado (MTCC), entonces esa sección fue la encargada de los maestros voluntarios. Fidel hace la convocatoria y ellos se encargan de organizar eso, los cita, los reúne. Cuando terminamos, que vinimos a graduarnos a La Habana, en junio, esa era una graduación formal, los maestros voluntarios. Hart hace el discurso correspondiente, ya era ministro de Educación, pero nosotros seguíamos siendo un cuerpo del INRA, con uniforme y todo, y… bueno, ya no voy a ser maestro, ahora voy a ser diplomático, pero la Escuela (estamos hablando del mes de octubre) se va a abrir, no se sabe cuándo. Se abrirá, finalmente, en enero de 1961, y muchos de los maestros que habían sido seleccionado para eso, efectivamente, fueron para la Escuela.

¿Por qué yo no voy a la Escuela? Porque en ese intervalo, en el mismo mes de octubre, se nacionalizan las empresas y Fidel decide — porque el problema urgente es con qué interventores se iban a ocupar todas las empresas y fábricas del país — , entonces coge un grupo de maestros, entre otros, los que estaban destinados al Servicio Exterior, para interventores. Se declara que va a ser provisional, Fidel lo dice, nos recogen a todos, nos citan en el INRA, nos montan en un camión, nos meten en un almacén, estamos tres días incomunicados, nadie sabe, todas las especulaciones: «vamos a desembarcar no sé dónde» y finalmente aparece Fidel la tercera madrugada, con su estilo de siempre, dice: «bueno, ¿ustedes saben por qué están aquí, no?» «No, aquí nadie sabe nada, aquí no nos han dicho nada». Dice: «Vengo del Consejo de Ministros, serán nacionalizadas todas las empresas y ustedes van a ser los interventores, pero ustedes son maestros, esto es provisional, ustedes van a regresar a las aulas».

Ese es el discurso de Fidel, después me voy a enterar yo — ya por fuera de mi propia historia — de que, primero, la decisión de coger a maestros… estamos hablando de que yo tenía 20 años y era un viejo, yo trabajaba desde los 14, pero ahí había muchachos que eran salidos de las aulas y nombrados interventores en un central, habían salido del aula, habían pasado por la Sierra, hecho el entrenamiento como maestros serranos, pero nunca habían trabajado, no tenían la menor idea de lo que era un colectivo laboral. Hubo un caso de un compañero que se suicidó, conocerás este caso, ¿no? Entonces existían todas esas tensiones, pues nosotros nos creíamos que eso iba a ser provisional, nos enteramos de que el Che no estuvo de acuerdo con esa idea, es decir, que ahí Fidel le pasó por la izquierda, que fueran los maestros y a él qué le importaba si sabían, si no sabían. Fidel estaba pensando en la garantía política de la intervención, y este era un grupo de maestros jóvenes que todos habían subido tres veces el Pico Turquino, que eran el resultado de una selección natural de casi seis meses, entonces…

Luis Emilio Aybar: …tenían un nivel de incondicionalidad.

Juan Valdés Paz: Eso es lo que le importaba a Fidel Castro. El Che debe haber dicho «bueno, pero que sepan hacer algo, que sean capaces». Había esas diferencias. Fidel impuso esa decisión y después, cuando empezaron a llamar a los maestros para que se incorporaran al curso respectivo, algunos estaban en las Fuerzas Armadas de maestros y ahora convertidos en interventores; otros estaban para el curso este de diplomáticos, y quizás algunos más, le empezaron a sacar al Che administradores, el Che metió su bateo y cerró y dijo que no se iba más nadie. Entonces, yo soy de los que se quedaron trabajando en la producción, es decir, conmigo nadie habló nunca más, estuve un rato en que tenía que hacer la primera zafra del pueblo, y tuve que hacer la segunda zafra del pueblo.

Luis Emilio Aybar: En ese momento, ¿cómo usted ha evolucionado ideológicamente en ese proceso? O sea, usted está claro de que estaba con la Revolución, pero a medida que la Revolución se va radicalizando ¿cómo va eso…?

Juan Valdés Paz:

Yo soy obra de dos radicalizaciones. Por supuesto, la de la Revolución misma, que es la determinante; pero también soy hijo de mis lecturas.

Yo siempre he sido muy lector, muy estudioso y, por tanto, también mis lecturas me radicalizaban, es decir, cuando se puso de moda el marxismo, pues me leí todo el marxismo disponible. A la altura del año 1961 me había leído todo lo que era asequible: Marx, Engels, Lenin, Materialismo y Empirocriticismo, para ponerte un ejemplo. ¿Qué tenía que ver con nada? En fin, también soy hijo de mis lecturas que me radicalizaban. Tenía una vocación filosófica, teórica, había leído a mucha gente, ahora entronco con el marxismo y todo eso me va radicalizando ideológica y culturalmente.

Yo soy hijo de ambas cosas y de mi propia práctica, porque a su vez, no solamente estoy frente a la Revolución o recibiendo sus beneficios, sino que soy un actor de la Revolución, tengo responsabilidades dentro de la Revolución.

Yo era un empleado, una vez que soy maestro ya tengo una responsabilidad, voy a ejercer un magisterio, todavía soy un empleado, pero cuando paso a ser un dirigente, me encuentro en una situación sociopolítica muy diferente; es decir, yo soy parte de ese Estado Revolucionario, por tanto, mi radicalización es también la de un actor responsable de las políticas en curso, para decirlo de alguna manera.

Luis Emilio Aybar: Y ese proceso de nacionalización, de estatalización, ¿usted no lo vivió con ningún conflicto? O sea, ¿le parecía que era necesario?

Juan Valdés Paz: Ningún conflicto, yo estaba de acuerdo con el curso de la Revolución, con su radicalización, con todas las leyes que se iban promoviendo, no tenía… no tuve… tuve después más problemas en la segunda mitad de los sesenta que en esa primera mitad de los sesenta. Con todo ese curso de radicalización, de socialización, estaba de acuerdo política y moralmente, sentía que la Revolución estaba puesta al servicio de las grandes mayorías de este país, por lo tanto, ese era mi… inclusive, no entendía muy bien porque me parecía que ese servicio a las grandes mayorías podía ser asumido por cualquier doctrina, no era necesario ser un marxista leninista para estar de acuerdo. Yo era más inclusivo, digamos, que el discurso que se iba vertebrando.

Sí me pareció que entre revolucionarios y no revolucionarios había una franja — por mi experiencia vital — , el Ejército Rebelde eran 4.000 gentes y al finalizar el 1959 eran casi un millón de milicianos. Es decir, que

la experiencia vital de que franjas crecientes de la población podían ser incorporadas a la Revolución y estaban de acuerdo con la obra de la Revolución me parecía la manera natural de hacer un proceso revolucionario, siempre incorporando, siempre ampliando, es decir, hasta la altura del 1961, 1962, que empezó a aparecer el sectarismo, después la crítica al sectarismo, después vino otro sectarismo, etcétera, hasta que nos comenzaron a aparecer barreras político culturales: la gente que se iba, los que se quedaban, los que no se podían comunicar con los familiares, empezaron a aparecer barreras que estrechaban el acceso al compromiso revolucionario.

Eso que digo es un dato, ya está pendiente que haga la reflexión de eso, pero bueno…

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Luis Emilio Aybar: De todas maneras, eso es relevante para el mundo laboral.

Juan Valdés Paz: Y probablemente eso no tenga mucha importancia, no en el mundo laboral, sino que no haya estorbado la marcha de la Revolución, en última instancia. Podría haber limitado el éxodo, podría haber rescatado más personas de las capas medias del país, podría haber planteado menos conflictos religiosos, pero el escenario de la Revolución lo imponía el enemigo. Entonces, era muy difícil juzgar en ese momento, que estaba un escenario de sobrevivencia de la Revolución y que la Revolución transitaba de contragolpe.

Es muy difícil juzgar ahora, a distancia, si era posible un estilo más inclusivo, como aquel con el cual comenzó la Revolución. Esto que te digo es muy fuerte todavía en 1959–1960. Empieza a estrecharse cuando la Revolución empieza a tener definiciones ideológicas, y bim bam, y el marxismo, y el leninismo y pan, pan, ya ahí empieza a estrecharse el acceso al compromiso revolucionario. El reclamo de una… ¿cómo te diría?, de un apoyo sin dudas y sin vacilaciones a la Revolución también era muy fuerte. En fin, allí se fue creando una atmósfera en la que en alguna medida estamos, que se hace recurrente en los períodos de crisis.

Luis Emilio Aybar: Y empieza a haber también la lucha interna, que va tomando matices de guerra civil, de guerra interna.

Juan Valdés Paz: Bueno, guerra civil es un término mucho más fuerte pero, efectivamente, están las acciones del enemigo. El enemigo hace una guerra ideológica también, está la acción contrarrevolucionaria, está el bandidismo, está Girón, octubre, la amenaza externa, Mangosta, por eso te decía…

Luis Emilio Aybar: Pero eran los mismos cubanos, o sea, lo que quiero decirte es que esa gente eran muchas veces los mismos cubanos que estaban en Cuba, que empezaron a hacer sabotajes, a implicarse en todo ese tipo de acciones…

Juan Valdés Paz: Pero

tú no vas a hacer una política de la Revolución para los que, a lo mejor, puedan ser enemigos… Tú no puedes organizar a la sociedad porque vas a tener contrarrevolucionarios, no sé si me explico.

Es como si tú, porque vas a tener ladrones, organizaras a toda la sociedad como si todos fueran ladrones; entonces, el desborde está en comenzar a crear instituciones y estructuras que empiezan a regimentar a la sociedad para evitar que hayan dos contrarrevolucionarios, o 10, o 15, no sé si me explico (…) Cuando tú empiezas a cerrarle los poros a la sociedad porque podría haber contrarrevolucionarios… si es que los hay, se supone que, por definición, los va a haber, ese es tu problema, la tarea del Ministerio del Interior, que lo resuelva, nunca la sociedad protestó por eso.

Luis Emilio Aybar: Entonces, ¿usted cree que eso se empezó a cerrar, esa regimentación empezó a funcionar a partir de 1962?

Juan Valdés Paz: 1961 sobre todo, con el sectarismo, que fue muy fuerte. Si tú llevas a cabo una historia ideológica, hasta el 1965, 1966, con el proyecto de los departamentos de Filosofía, el pensamiento crítico que creó la Revolución, hasta ese momento, la heterodoxia está retrocediendo permanentemente en el país. Todo el aparato ideológico está entregado al PSP, no al PSP, déjame decirte, sino a cuadros con cultura del PSP: Consejo Nacional de Cultura, las Escuelas de Instrucción Revolucionaria, los medios de comunicación, el periódico, el Granma; es decir, el aparato ideológico, el Departamento de Organización, está César Escalante… para enfrentar esa tarea de lucha ideológica la Revolución se vale, fundamentalmente, de cuadros que tienen esa cultura, con ciertas concepciones de cómo llevarla adelante.


Continuará…


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