Written by: Coyuntura

El hombre del escarabajo

Ha muerto Pepe Mujica

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Hasta el nombre lo tenía sencillo. Y ha muerto. Todos lo querían tener al lado, o al menos pasar un instante por ahí, como para purgar las faltas y vicios de la izquierditud, como si fuera el cristo postmoderno de la política, intentando vestir de santo y puro — ¡qué cosa!— a un tipo que vivió de hereje.

En carros grandes y lujosos llegaban a visitar al hombre del escarabajo, desde mansiones de alta seguridad hasta la chacra, con pelos aún en el traje provenientes de perros raros y caros y lanudos frente a la coja Manuela. «Bendícenos, tú, que has tenido el don de la humildad terrenal y deséales suerte a nuestras “izquierdas democráticas”».

El cuerpo del tupa ahora descansa, pero sus palabras, casi siempre de un agrio mezclado con poesía, entre la confrontación y el afecto, molestosas, queribles, amables, contradictorias, comenzarán a retumbar y a dar más vueltas que nunca, y se nos meterán a la casa por el teléfono a ti y a aquella y a mí… y se nos meterán a la cabeza e intentaremos adaptarlas a lo que nos gusta escuchar y le tendremos cierta envidia, porque uno sueña con poder llegar a los 90 años y tener moral para decir y observar fijo y no tener que esconderse y mirar gacho cuando pasa un ave.

Vidas así resultan harto dolorosas, aunque poéticas. El superviviente a la militancia en la guerrilla urbana, a la cárcel, al aislamiento de la cárcel, a la locura de todo eso, a la dictadura formal, a la rareza de una libertad que no fue exactamente por la que se luchó, pero que se vistió de intocable e irreversible, de mejor que «cualquier invento».

El superviviente al amor que espera y acompaña, al cariño colectivo siempre volátil y esquizofrénico y único y chantajista. El superviviente a dirigir un Estado. El superviviente a la diplomacia. El superviviente a la prensa.

De nada de eso salió intacto, quizás de nada de eso logró salir nunca, porque cuando un tipo que lleva nombre simple se convierte en símbolo, hasta después de muerto le estarán preguntando y manejando sus palabras y su pasado; por lo que hoy no sale intacto ni de su propia vida, y aun así, sobrevive a ella misma.

Nunca ganó de verdad, porque la gente que gana de verdad se muere tranquila, sin hablar ni gruñir tanto y lo suyo no fue eso. Tuvo manía de militante hasta ayer.

No tendrás derecho a otro descanso que no sea el de tus huesos.

Si querías descansar por siempre, lo hubieses hecho en vida, no te hubieras fajado tanto, no habrías sido tan bocón, le habrías puesto más cojines a la chacra y al Volkswagen.

Prepárate, Pepe; los sobrevivientes que aún no vencen, igualitos a ti, pero con carne, te saludan. Ahora que tus huesos no hablan, hasta tu alma está en disputa. Y la vamos a ganar. Bienvenido al desvelo eterno.

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Etiquetas: , , , , Last modified: 13 junio, 2025